Aspectos económicos de la necesaria aceleración federal

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Por Francesc Trillas, miembro de Economistes Davant la Crisi EFC /Cataluña

(A esta versión en castellano sigue versión en catalán)

Los cinco autores[1] que escribimos hace aproximadamente un año y medio el libro sobre economía y federalismo[2] consideramos que lo que escribimos sigue vigente. Hoy podemos añadir algunas cosas a la luz de lo que está pasando y de nuestras reflexiones. Decíamos en aquel libro que el federalismo nos provee de las mejores ideas para aportar un marco institucional que resuelva los grandes problemas sociales y económicos del siglo XXI. Hoy la mayor parte de los ciudadanos que viven en democracia en el mundo lo hacen en federaciones y lo harán aún más si conseguimos acelerar (aunque siempre será un proceso inacabado como en los Estados Unidos) el proceso para hacer de la Unión Europea una auténtica federación.

En mi opinión la cuestión clave desde el punto de vista económico es como reformar el marco institucional actual par qué un marco institucional reformado cumpla una serie de objetivos:

  • Regular mejor en el ámbito geográfico óptimo.
  • Redistribuir más y mejor la renta, la riqueza y el poder.
  • Proporcionar estabilidad y seguridad jurídica para facilitar inversiones y otras decisiones irreversibles.
  • Ser aceptado democráticamente para qué actúe con legitimidad y no sea visto como un instrumento tecnocrático al servicio de intereses lejanos.
  • Ser consistente con valores éticos, universalistas de igualdad, justicia y libertad y con una realidad de creciente mezcla y diversidad cultural.

No se trata sólo de construir un Estado federal español, sino de construir un arquitectura institucional federal para el siglo XXI; la prioridad es construir el estado federal europeo (que Europa sea un país, pero probablemente más complejo que cualquier país que haya existido hasta ahora), y ver como Catalunya y España pueden contribuir y encajar. Dos “trilemas”, los de Rodrick y Milanovic[3], nos ayudan a entender por qué los principios del federalismo son más apropiados al mundo del siglo XXI, caracterizado por la globalización y la emergencia de grandes problemas que superan totalmente la forma de estado.

Federalisme

Si damos por irreversible la globalización, estos trilemas nos dicen que la democracia no es compatible con el estado-nación, porqué los grandes problemas son globales, y un ejemplo de esto son las migraciones: dadas las grandes diferencias de rentas entre países estas son inevitables y se han de gestionar en la escala óptima que como vemos estos días sobrepasa totalmente los viejos estados.

La reforma de las instituciones en España debe producirse en este marco. Por descontado que hay cosas que se pueden hacer sin esperar que Europa, y en especial la zona euro, acelera su federalización. Y si se avanza en este sentido (cosa que no está garantizada) se hará por la vía del voto, el pacto, la negociación y las grandes mayorías, buscando soluciones adaptadas a nuestro contexto. Una cosa que por cierto deberíamos copiar de los canadienses es no tanto sus soluciones concretas, sino su lucidez para buscar soluciones originales, adaptadas a su dotación institucional (por ejemplo, ellos no comparten moneda con nadie ni vienen del franquismo).

Hoy otras intervenciones profundizan en todo lo que se puede hacer desde el punto de vista de la fiscalidad y la financiación autonómica en España. También pueden hacerse otras cosas más allá de la fiscalidad sin esperar la federación europea (aunque esta las reforzaría):

  • Supresión de las diputaciones provinciales, reforma de la administración central del estado, supresión de ministerios con competencias transferidas.
  • Claridad competencial y financiera, criterios objetivos de inversión territorial.
  • Más y mejores órganos de gobierno compartido y soberanía compartida, incluyendo la reforma del Senado.
  • Distribución por el territorio de los organismos federales.

Son reformas importantes, que facilitarían la legitimidad y la aceptación democrática, pero que no resuelven totalmente el problema de adaptar la democracia a los ámbitos geográficos done se toman las grandes decisiones ni ayudan por si solas a resolver algunos de los grandes problemas de la humanidad, que también afectan a los catalanes y catalanas: fraude fiscal, concentración creciente de la riqueza, inestabilidad financiera, cambio climático.

Las propuesta sobre cómo organizar las soberanías (lo que yo denomino “debate federal”) no pueden obviar cuestiones como la defensa, la seguridad y la moneda. Estos bienes públicos son aspectos claves de la organización colectiva de lo que hasta ahora se ha conocido como estado soberano y que hoy está mutando hacia nuevas formas de soberanía compartida. Cualquier reforma institucional debe clarificar como los resuelve: los ciudadanos tienen derecho a ser tranquilizados sobre esto. La importancia de las cuestiones monetarias, bancarias y financieras es una cuestión de la cual hablábamos en el libro, pero que se ha visto confirmada con el debate en Escocia y lo que ha pasado después de Grecia.

Los ciudadanos tienen derecho a ser tranquilizados porqué toman decisiones irreversibles a lo largo de su vida dando por seguras instituciones como: las pensiones, los títulos académicos, la moneda y los cajeros automáticos, las políticas lingüísticas, la seguridad , los contratos e instituciones laborales, la propiedad o el contrato de alquiler de su vivienda, su pasaporte… No son sólo los grandes inversores los que padecen por la incertidumbre cualquiera de nosotros tienen derecho a sentirse preocupado cuando empieza a pensar en estas cosas. La nueva economía institucional de Coase, North, Williamson y Aoki nos enseña la centralidad de estas cuestiones institucionales en el desarrollo económico, aspecto que está totalmente ausente del debate en Catalunya. También es difícil por cierto entender lo que pasa en Catalunya sin otras dos ramas de la economía moderna y las ciencias sociales: la teoría de la elección social (que explica las dificultades de las reglas de votación) y la economía del comportamiento individual y colectivo y sus implicaciones económicas y políticas).

Pero, volviendo a la cuestión institucional, es decir, a la necesidad de “commitment” (de instituciones que se comprometan de forma creíble a respetar las decisiones irreversibles), hoy nuestro marco institucional, formal y no formal, necesita una reforma en profundidad para adaptarse a la realidad del mundo de hoy y para superar la crisis a la cual la ha sometido la reciente recesión económica y financiera. Nuestro paquete institucional (formado por la Constitución Española y los tratados europeos, y un marco mental informal aún demasiado basado en la noción de “soberanía nacional”) es como una vieja infraestructura, como los estadios de futbol o los coches cubanos. Ha prestado grandes servicios, y puede seguir funcionando, podemos alargar su vida útil remendandolo, pero corremos serios riesgos si no lo reformamos en profundidad, si no lo cambiamos. Pero no conviene abandonarlo sin la garantía de que será sustituido por algo mejor. El auténtico Plan B es seguir con el actúal marco institucional. El plan A, la mejor opción, es reformarlo en profundidad por algo mejor, con un soporte parecido al que tuvo el paquete constitucional actual. Algo mejor que hoy aún tiene perfiles borrosos, pero que necesitamos empezar a perfilar, antes que se produzcan accidentes irreversibles.

Y en este empezar a perfilar es crucial entender por qué hay colectivos importantes que se movilizan por la independencia en determinadas regiones de Europa. Es importante entenderlo porque a la larga no avanzaremos, sino que seguiremos en la parálisis del enfrentamiento soberanista, sin convencer a los independentistas de que hay ideas mejores que la de crear nuevos estados soberanos. Hay muchas razones en las movilizaciones “soberanistas”. Una razón es que ya hay “estados” pequeños perfectamente viables (aunque solo solucionen sus problemas, no los de los otros, y siempre en agregados más grandes) y algunos se preguntan: ¿y por qué nosotros no? La mejor respuesta, no la única, es que es demasiado tarde y tendría grandes costos de transición; esto debería haberse hecho en 1914. Otra razón es que las regiones inquietas son regiones relativamente ricas (con diferencias persistentes) con un autogobierno que gestiona recursos importantes que en parte se ponen al servicio de la construcción de un relato soberanista que chirria con el relato de hacer de Europa el “país”. Su riqueza relativa hace pensar que el déficit fiscal de estas regiones en una Europa federal (deseabilidad de la que algunos independentistas lúcidos no niegan) sería aún mayor que la actual si el presupuesto de la UE crece a los niveles que serían deseables.

En este esfuerzo para perfilar los detalles de una propuesta federal, que sea un marco institucional solido que sustituya el actual, las cosas tendrían que apuntar hacia una Europa sin fronteras con mucha libertad por debajo (en la línea de las jurisdicciones funcionales propuestas por el economista suizo Bruno Frey: euro-regiones, institutos “Ramon Llull”, instrumentos para objetivos que no dependan necesariamente de las delimitaciones existentes).

Por estas razones, los intentos de resumir los efectos de un cierto cambio institucional en un número no tienen fundamento. Lo que es necesario es analizar como en el marco de una Unión Europea que necesita integrase más y ser más democrática, se organiza el poder desde abajo y la cesión necesaria de soberanía desde los actuales estados al nivel comunitario, especialmente en la zona euro. No hay un federalismo español y un federalismo europeo, hay una reflexión federal que afecta a los diferentes niveles de gobierno. No hay dos federalismos.

El nuevo federalismo es la mejor herramienta para resolver los problemas sociales. Es una falacia que hayan dos ejes, uno “social” y otro “nacional”. Las propuestas que se hacen respecto a las cuestiones federales (prefiero hablar de hecho federal antes que de hecho nacional) afectan directamente a las cuestiones sociales. El eje social del Sr Mas es consolidar con mutaciones diversas una elite en el poder utilizando el relato nacional. Pero hoy en día no se puede luchar contra las desigualdades, el fraude fiscal, el cambio climático, la inestabilidad financiera, en el marco del estado nación. No tiene ningún sentido ser agnóstico en la cuestión federal y decir que se es de izquierdas o ser agnóstico en la cuestión social y decir que se es independentista o decir que se es anti-independentista (como hacen otros “agnósticos sociales”). Los proyectos sociales y económicos requieren un marco institucional, no todo puede combinar con todo (por ejemplo, el lema “independencia para cambiarlo todo” desafía la lógica más elemental). Los responsables políticos tienen el deber de presentar proyectos donde expliciten en que marco institucional viable y realista harán posible sus proyectos sociales, sean liberales, socialdemócratas o de izquierda radical, para que podamos evaluar la viabilidad y las implicaciones éticas. Como piensan combatir la desigualdad y el fraude fiscal de un estado independiente que inicialmente estaría desconectado del resto y no sería reconocido, y que en el mejor de los casos ¿se tendría que someter a los grandes movimientos de capital?

Una economía estable y próspera requiere hoy instituciones estables y legitimadas, apoyadas por grandes mayorías que pueden discrepar en las políticas concretas. El federalismo puede contribuir a la regeneración democrática porqué en un sistema federal cada nivel relevante de gobierno rinde cuentas directamente a la ciudadanía, a diferencia de una confederación. La democracia es más que votar, es no abusar de las instituciones, es combatir la corrupción, y esto es mucho más fácil cuando cada nivel de gobierno tiene responsabilidades claras.

Crear un nuevo estado-nación no garantiza una mejora institucional. El federalismo no la garantiza tampoco, no es una panacea, pero crea un marco contrastado de hacerla posible. Y no es una panacea porqué su principal problema es la deslealtad federal, que puede venir de diferentes direcciones.

Pero es necesario un combate político para pasar de una lógica plebiscitaria y frentista a una lógica de pacto y diálogo: voto, diálogo y acuerdo para refrendar por el criterio de las mayorías (y si esto no funciona seguimos con el coche cubano –mejor dicho por suerte español y europeo- de nuestro desgastado paquete constitucional)

No creo que pueda haber una solución al problema catalán que afecte solo a Catalunya. En la medida que se acepta que Catalunya forma parte de un agregado mayor (sea España o Europa) que hay que reformar también queda afectado: lo que se haga con los impuestos catalanes y la capacidad de decisión catalana, afecta a los vecinos y por tanto estos también han de entrar en la ecuación. Esto no quiere decir que la propuesta tenga que venir de “Madrid”, como a menudo se dice. La propuesta debe salir de los sectores ilustrados y progresistas de diversos lugares de los pueblos de España, y como siempre que hemos avanzado, con una fuerte presencia catalana, y con la ayuda europea.

Y para mí, tres tendrían que ser los ingredientes fundamentales de esta propuesta:

  • Reforma federal en España asociada a una reforma más general de las instituciones, entre otras cosas para limitar el poder político de los ricos y poderosos: transparencia real, supresión de las diputaciones provinciales, reforma administrativa, y de los órganos reguladores con una mejor combinación de especialistas y democracia.
  • Aceptación del valenciano-catalán y otras lenguas como bien colectivo que debe ser potenciado como lenguas europeas, oficiales que no obligatorias, en el conjunto de España y de la administración central.
  • Compromiso constitucional de las instituciones catalanas y españolas a favor de la aceleración del proceso de integración europea, avanzando hacia la unidad fiscal, social y política de la zona euro, con un presupuesto digno de este nombre que permita invertir, redistribuir y estabilizar a escala europea, respetando el principio de subsidiariedad y el federalismo multinivel.

Creo que estas propuesta no crean incertidumbre, satisfacen un deseo muy compartido de cambio y reforma, y pueden servir para qué las políticas públicas en el terreno económico se adapten a su ámbito geográfico óptimo, permitiendo un grado amplio de flexibilidad, innovación institucional y control democrático.

.

Este artículo corresponde al texto de la intervención del autor en el acto sobre “La economía en un Estado Federal”, organizado por l’Ateneu Barcelonès, Economistes Davant la Crisi i Federalistes d’Esquerra , celebrado el día 15 de setiembre de 2015.

[1] Francesc Trillas, Josep M. Vegara, Antoni Zabalza, M. Antònia Monés i Montserrat Colldeforns: “Economía de una España federal”. Ediciones La Lluvia. Barcelona. 2014

[2] “Economía de una España federal”, 2014 Editorial La Lluvia

[3] Dani Rodrick: “Globalization Paradox” (2011) y Branko Milanovic: “The Haves and the Have-Nots” (2011)

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Versión en catalán

ASPECTES ECONÒMICS DE LA NECESSÀRIA ACCELERACIÓ FEDERAL

Francesc Trillas, Economistes Davant la Crisi/EFC /Catalunya

(Text de la intervenció a l’acte sobre “Economia en un Estat Federal” organitzat per l’Ateneu Barcelonès, Economistes Davant la Crisi i Federalistes d’Esquerra, que va tenir lloc el 15 de setembre de 2015)

El que vam escriure fa aproximadament un any i mig en el llibre sobre economia i federalisme[i][ii] els cinc autors i autores que hi participàvem està totalment vigent. Avui podem afegir algunes coses a la llum del que ha passat i de les nostres reflexions. Dèiem en aquell llibre que el federalisme forneix les millors idees per aportar un marc institucional que resolgui els grans problemes socials i econòmics del segle XXI. Avui la major part de ciutadans que viuen en democràcia al món ho fan en federacions, i encara més ho faran si aconseguim accelerar (encara que sempre serà un procés inacabat, com als Estats Units) el procés per fer de la Unió Europea una autèntica federació.

En la meva opinió, la qüestió clau des del punt de vista econòmic és com reformar el marc institucional actual perquè un marc institucional reformat compleixi una sèrie d’objectius:

-Regular millor en l’abast geogràfic òptim.

-Redistribuir més i millor la renda, la riquesa i el poder.

-Donar estabilitat i seguretat jurídica per facilitar inversions i altres decisions irreversibles.

-Ser acceptat democràticament perquè actuï amb legitimitat i no sigui vist com un aparell tecnocràtic al servei d’interessos llunyans.

-Ser consistent amb valors ètics, universalistes d’igualtat, justicia i llibertat, i amb una realitat de creixent barreja i diversitat cultural.

No es tracta només de fer un Estat federal espanyol, sinó de construir una arquitectura institucional federal per al segle XXI; la prioritat és fer l’estat federal europeu (que Europa sigui com un país, però probablement més complexe que qualsevol país que hagi existit fins ara), i veure com Espanya i Catalunya hi poden contribuir i encaixar. Dos “trilemmes”, els de Rodrik i Milanovic[iii], ens ajuden a entendre per què els principis del federalisme són els més apropriats al món del segle XXI, caracteritzat per la globalització i l’emergència de grans problemes que superen totalment la forma estat.

Si donem per irreversible la globalització, aquests trilemmes ens diuen que la democràcia no és compatible amb l’estat-nació, perquè els grans problemes són globals, i un exemple d’això són les migracions: donades les grans diferències de renda entre països, aquestes són inevitables i s’han de gestionar en l’escala òptima, que com veiem aquests dies depassa totalment els vells estats.

La reforma de les institucions a Espanya s’ha de produir en aquest marc. Per descomptat que hi ha coses que es poden fer sense esperar que Europa, i en especial la zona euro, acceleri la seva federalització. I si s’avança en aquest sentit (cosa que no està garantida) es farà per la via del vot, el pacte, la negociació i les grans majories, buscant solucions adaptades al nostre context. Una cosa queper cert hauríem de copiar dels canadencs és no tant les seves solucions concretes, sinó la seva lucidesa per buscar solucions originals, adaptades a la seva dotació institucional (per exemple, ells no comparteixen moneda amb ningú ni venen del franquisme).

Altres intervencions avui aprofundeixen en tot el que es pot fer des del punt de vista de la fiscalitat i el finançament autonòmic a Espanya. Altres coses més enllà de la fiscalitat també es poden fer sense esperar la federació europea (tot i que aquesta les reforçaria):

-Supressió de les diputacions provincials, reforma de l’administració central de l’estat, supressió de ministeris amb competències transferides.

-Claredat competencial i financera, criteris objectius d’inversió territorial.

-La llengua com a bé col·lectiu, també d’Espanya i d’Europa (pluri-lingüisme com a Canadà i Suïssa).

-Més i millors òrgans de govern compartit i sobirania compartida, incloent la reforma del Senat.

-Distribució de seus d’organismes federals pel territori.

Són reformes importants, que facilitarien la legitimitat i l’acceptació democrática, però que de totes maneres no resolen totalment el problema d’adaptar la democràcia als àmbits geogràfics on es prenen les grans decisions ni ajuden per si sols a resoldre alguns dels grans problemes de la humanitat, que també afecten als catalans i catalanes: frau fiscal, concentració creixent de la riquesa, inestabilitat financera, canvi climàtic.

Les propostes sobre com organitzar les sobiranies (el que jo anomeno “debat federal”) no poden obviar qüestions com la defensa, la seguretat i la moneda. Aquests béns públics són aspectes claus de l’organització col-lectiva del que fins ara s’ha conegut com estat sobirà, i que avui està mutant cap a noves formes de sobirania compartida. Qualsevol reforma institucional ha d’aclarir com els resol; els ciutadans tenen dret a ser tranquil·litzats sobre això. La importància de les qüestions monetàries, bancàries i financeres, és una qüestió de la qual parlàvem al llibre, però que s’ha vist confirmada amb escreix amb el debat a Escòcia i el que ha passat després a Grècia.

Els ciutadans tenen dret a ser tranquil·litzats perquè prenen decisions irreversibles al llarg de la seva vida donant per segures institucions com: les pensions, els títols acadèmics, la moneda i els caixers automàtics, les polítiques lingüístiques, la seguretat, els contractes i institucions laborals, la propietat o el contracte de lloguer del seu habitatge, el seu passaport… No són només els grans inversors els que pateixen per la incertesa, qualsevol de nosaltres té dret a sentir-se preocupat quan comença a pensar en aquestes coses. La nova economia institucional de Coase, North, Williamson i Aoki ens ensenya la centralitat d’aquestes qüestions institucionals en el desenvolupament econòmic, qüestió que està totalment absent del debat a Catalunya. També és difícil per cert entendre el que passa a Catalunya sense dues altres branques de l’economia moderna i les ciències socials: la teoria de l’elecció social (que explica les dificultats de les regles de votació) i l’economia del comportament (que explica les bases psicològiques del comportament individual i col·lectiu i les seves implicacions econòmiques i polítiques).

Però tornant a la qüestió institucional, és a dir, a la necessitat de “commitment” (d’institucions que es comprometin de forma creïble a respectar les decisions irreversibles), avui el nostre marc institucional, formal i no formal, necesita una reforma en profunditat, per adaptar-se a la realitat del món d’avui, i per superar la crisi a la qual l’ha sotmès la recent davallada econòmica i financera. El nostre paquet constitucional (format per la constituciò espanyola i els tractats europeus, i un marc mental informal encara massa basat en la noció de “sobirania nacional”) éscom una vella infrastructura, com els estadis de futbol o els cotxes cubans. Ha prestat grans serveis, i pot seguir funcionant, podem alargar la seva vida útil posant pedaços, però correm seriosos riscos si no el reformem en profunditat i no el canviem per un de millor. Però no convé abandonar-lo sense la garantia que és substituit per quelcom millor. Seguir amb ell és l’autèntic Pla B. El Pla A, la primera via, és reformar-lo en profunditat per quelcom millor, amb un suport semblant al que va tenir el paquet constitucional actual, quelcom millor que avui encara té perfils borrosos, però que cal començar a perfilar, abans que patim accidents irreversibles.

I en aquest començar a perfilar és crucial entendre per quines raons hi ha col·lectius importants que es mobilitzen per la independència en determinades regions d’Euorpa. És important entendre-ho perquè a la llarga no avançarem, sinó que seguirem en la paràlisi de l’enfrontament sobiranista, sense convèncer alguns independentistes que hi ha idees millors que la de crear nous estats sobirans. Hi ha moltes raons d’aquestes mobilitzacions. Una raó és que ja hi ha “estats” petits perfectament viables (tot i que només solucionen els seus problemes, no els dels altres, i sempre en agregats més grans) i alguns es pregunten: ei, i per què nosaltres no? La millor resposta, no l’única, és que és massa tard i tindria grans costos de transició; això s’havia d’haver fet al 1914. Una altra raó és que les regions inquietes són regions relativament riques(amb diferències persistents) amb un autogovern que gestiona recursos importants que en part es posen al servei de la construcció d’un relat sobiranista que grinyola amb el relat de fer d’Europa el “país”. La seva riquesa relativaper cert fa pensar que el dèficit fiscal d’aquestes regions en una Europa federal (la desitjabilitat de la qual alguns independentistes lúcids no neguen) seria encara més gran que l’actual si el pressupost de la UE creix als nivells que serien desitjables.

En aquest esforç per perfilar els detalls d’una proposta federal, que sigui un marc institucional sòlid que substitueixi l’actual, les coses haurien d’apuntar cap a una Europa sense fronteres amb molta llibertat per sota (en la línea de les jurisdiccions funcionals proposades perl’economista suís Bruno Frey: euro-regions, “instituts”Ramon llull, instruments per objectius que no depenguin necessàriament de les delimitacions existents).

Per aquestes raons, els intents de resumir els efectes d’un cert canvi institucional amb un número no tenen cap fonament. El que és necessari es analitzar com, en el marc d’una Unió Europea que necessita integrar-se més i ser més democràtica, s’organitza el poder des de baix i la cessió necessària de sobirania des dels actuals estats al nivell comunitari, especialment en la zona euro. No hi ha un federalisme espanyol i un federalisme europeu, hi ha una reflexió federal que afecta als diferents nivells de govern. No hi ha dos federalismes.

El nou federalisme és la millor eina per resoldre els problemes socials. És una fal·làcia que hi hagi dos eixos, un de “social” i un de “nacional”. Les propostes que es fan respecte a les qüestions federals (jo prefereixo parlar de fet federal abans que fet nacional) afecten directament a les qüestions socials. L’eix social del Sr. Mas és consolidar amb mutacions diverses una elit en el poder utilitzant el relat nacional. Però avui dia no es pot lluitar contra les desigualtats, el frau fiscal, el canvi climàtic, la inestabilitat financera, en el marc de l’estat nació. No té cap sentit ser agnòstic en la qüestió federal i dir que s’és d’esquerres (com fa una candidatura), o ser agnòstic en la qüestió social i dir que s’és independentista (com fa la candidatura oficial), o dir que s’és anti-independentista (com fan altres “agnòstics socials”). Els projectes socials i econòmics requereixen un marc institucional, no tot es pot combinar amb tot (per exemple, el lema «independència per canviar-ho tot» desafia la lògica més elemental). Els responsables polítics tenen el deure de presentar projectes on explicitin en quin marc institucional viable i realista faran possible els seus projectes socials, siguin liberals, socialdemòcrates o d’esquerra radical, perquè poguem avaluar-ne la viabilitat i implicacions ètiques. Com pensen combatre la desigualtat i el frau fiscal des d’un estat independent que inicialment estaria desconnectat de la resta i no seria reconegut, i que en el millor dels casos s’hauria de plegar als grans moviments de capital?

Una economia estable i pròspera requereix avui institucions estables i legitimitzades, recolzades per grans majories que poden discrepar en les polítiques concretes. El federalisme pot contribuir a la regeneració democràtica perquè en un sistema federal cada nivell rellevant de govern rendeix comptes directament a la ciutadania, a diferència d’una confederació. La democràcia és més que votar, és no abusar de les institucions, és combatre la corrupció, i això és més fàcil amb escreix quan cada nivell de govern té responsabilitats clares.

Crear un nou estat-nació no garanteix una millora institucional. El federalisme no la garanteix tampoc, no és una panacea, però crea un marc contrastat per fer-la possible. I no és una panacea perquè el seu principal problema és la deslleialtat federal, que pot venir de diverses direccions.

Però és necessari un combat polític per passar d’una lògica plebiscitària i frontista a una lògica de pacte i diàleg: vot, diàleg i acord a refrendar pel criteri de les grans majories (i si això no funciona seguim amb el cotxe cubà -millor dit, per sort espanyol i europeu- del nostre desgastat paquet constitucional).

No crec que pugui haver-hi una solució al «problema català» que afecti només a Catalunya. En la mesura que s’accepta que Catalunya forma part d’un agregat més gran (sigui Espanya o Europa) que s’ha de reformar i que queda afectat, el que es faci amb els impostos catalans i la capacitat de decisió catalana, afecta als veïns i per tant aquests també han d’entrar a l’equació. Això no vol dir que la proposta hagi de venir de «Madrid», com es diu sovint. La proposta ha de sortir dels sectors il·lustrats i progressistes de diversos llocs dels pobles d’Espanya, i com sempre que hem avançat, amb una forta presència catalana, i amb ajuda europea.

I per a mi, tres haurien de ser els ingredients fonamentals d’aquesta proposta:

-Reforma federal a Espanya associada a una reforma més general de les institucions entre altres coses per limitar el poder polític dels rics i poderosos: transparencia real, supressió de les diputacions provincials, reforma administrativa, i dels òrgans reguladors amb una millor combinació d’expertesa i democràcia.

-Acceptació del valencià-català i altres llengües com a bé col·lectiu a potenciar com a llengües europees, oficials que no obligatòries al conjunt d’Espanya i a l’administració central.

-Compromís constitucional de les institucions catalanes i espanyoles a favor d’una acceleració del procés d’integració europea, avançant cap a la unió fiscal, social i política de la zona euro, amb un pressupost digne d’aquest nom que permeti invertir, redistribuir i estabilitzar a escala europea, respectant el principi de subsidiarietat i el federalisme multi-nivell.

Crec que aquestes propostes no creen cap incertesa, satisfan un desig molt compartit de canvi i reforma, i poden servir perquè les polítiques públiques en el terreny econòmic s’adaptin al seu abast geogràfic òptim, permetent un grau ampli de flexibilitat, innovació institucional i control democràtic.

[i] Francesc Trillas, Josep M. Vegara, Antoni Zabalza, M. Antònia Monés i Montserrat Colldeforns: “Economia d’una Espanya plurinacional”.Ediciones Els Llums. Barcelona. 2014

[iii] Dani Rodrick: “Globalization Paradox” (2011) y Branko Milanovic: “The Haves and the Have-Nots” (2011)

 

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2 Comments

  1. Dan Rodríguez el octubre 28, 2015 a las 6:37 pm

    Me ha resultado bastante interesante el artículo. Creo que los últimos 5 párrafos lo resumen bastante bien. Si que me gustaría, como economista añadir alguna que otra observación.

    Para mí, el problema es, por decirlo de algún modo, «defecto de fábrica». No creo para nada en esa política que en parte ha contribuido a llevarnos a donde estamos actualmente, ese «café para todos». Todo el mundo pidió su autonomía, y ahí seguimos, con 17+2 administraciones, parlamentos y legislaciones distintas. Desde luego que creo en el federalismo, pero no sé en qué sentido, y con la situación actual esto puede ser mejor para España. Hablo de implicaciones sobre el gasto, y no es precisamente la Administración Autonómica la que peor se ha comportado en términos de déficit, por mucho que al Gobierno Central le guste buscar culpables.

    ¿El modelo actual podría funcionar bien? Es un federalismo no declarado, pero en tanto en centralismo siga atacando a las autonomías, lastrándolas con un modelo de financiación pésimo e insultando la culturas de ciertas «nacionalidades históricas», no vamos a ningún lado. Afortunadamente hay voluntad de cambio, porque si históricamente hay algo que le ha hecho daño a este país es el centralismo. Esperemos que la voluntad de cambio de una mayoría se traduzca en un verdadero cambio del marco legal.

    Con respecto a la cuestión europea, más de lo mismo, sólo que en ese caso, no veo voluntad alguna de impulsar un verdadero federalismo europeo. Más aún cuando desde Berlín, siguen habiendo intereses de parte, cuando la Unión interesa para lo que interesa (afortunadamente en el tema refugiados, los rácanos han sido otros). Ni un verdadero Tesoro Europeo, ni una Hacienda Europea, ni los Eurobonos, ni el Supervisor Bancario ni nada. Al final, todo acaba dependiendo de la votación del Bundestag o del Constitucional Alemán. Tampoco en los países sureños me imagino encontrar predisposición a favor de este proyecto, no por la política sino por la ciudadanía, cuando esto significaría una Unión, cuyo núcleo sí o sí, estaría en el Eje Berlín-Frankfurt-Bruselas, de donde mismo han venido los mismos recortes al Estado de Bienestar que ha sufrido la propia ciudadanía.

    ¡Un saludo!

  2. Touille el octubre 12, 2017 a las 2:08 pm

    Se agradece que al menos haya propuestas sujetas a análisis y a contraposición de ideas; desde luego, ya es más que lo que ofrecen la mayoría (por no decir la totalidad) de los partidos terceraviístas en España (sea PSOE-PSC, sea Podemos-IU-confluencias. Parece cada vez más claro que no será de los partidos políticos de donde vengan las grandes ideas para este melón que hay en el estado.
    No obstante, sigo viendo en este artículo un problema del que adolece el discurso federalista en España. España es, junto con Bélgica, Austria y Alemania, el único país que se enfrenta, a la vez, a un proceso de cesión de poder por abajo (sus CCAA) y por arriba (la UE).
    Incluso dejando de lado el debate sobre la pertinencia actual del marco del Estado-nación, la pregunta inmediata que suscita el debate y que en este post sigue sin resolverse es cuál será el rol del Estado español en todo esto.
    Si por un lado hay que avanzar hacia la europeización de políticas y, por otro, ahondar en la subsidiariedad, ¿para qué queremos al Estado español? ¿De qué se hará cargo?¿Qué capacidad de actuación tendrá?¿Qué relevancia?
    Estas preguntas no las responde ni este post ni, a día de hoy, el discurso federalista español, el cual me parece, incluso, más peligroso que el separatista porque este, a diferencia de aquel, en el fondo sigue proponiendo una descomposición del Estado bajo un discurso pretendidamente moderado y conciliador que puede calar mucho en una población dispuesta a comprarlo.

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