¿El programa económico del Gobierno? Esto ya lo había visto antes.

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Jorge Blázquez Lidoy es Doctor en Economía

De una forma sencilla tiende a simplificarse el programa económico de actual Gobierno del PP con una sola palabra: “austeridad”.  Sin embargo, Rajoy está llevando a cabo un programa mucho más amplio y ambicioso. No solo se trata de austeridad presupuestaria, hay muchas más medidas orientadas a sacar a España de la crisis.

En este artículo voy a intentar ordenar las principales líneas de actuación en materia económica del Gobierno. Las principales líneas serían las siguientes:

  1. Disciplina presupuestaria. El déficit público es excesivo y es imperativo un recorte del mismo hasta niveles sostenibles.
  2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público, desde áreas improductivas hacia sectores que favorezcan el crecimiento.
  3. Reforma impositiva para buscar bases imponibles más amplias y tipos más altos para aumentar la recaudación.
  4. Reordenamiento del sector financiero, con el objetivo de conseguir una banca solvente y ayudar a recuperar el crédito.
  5. Tipo de cambio competitivo, mediante una devaluación interna que reduzca nuestros costes laborales.
  6. Búsqueda de nuevos mercados internacionales. El objetivo es que las exportaciones aceleren la salida de la crisis.
  7. Eliminación de las barreras a las inversiones, tanto las extranjeras como las nacionales.
  8. Privatizaciones, no solo de las empresas públicas, si no también de los servicios públicos.
  9. Desregulación de los mercados nacionales para favorecer un mayor crecimiento y competencia.

Estoy seguro que a muchos les sonará este programa económico. Se trata, casi punto por punto, del decálogo del Consenso de Washington publicado en 1989. Para aquellos que no me crean pueden buscarlo en Wikipedia, que es de donde lo he copiado casi literalmente.

Este programa ha sido y, desafortunadamente, sigue siendo el sancta sanctórum del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Las medidas del Consenso de Washington representan la aproximación ortodoxa a la crisis y cuentan con el beneplácito de dichos organismos. Siempre que se ha producido un rescate financiero estos organismos han recomendado y han aplicado las recetas del Consenso de Washington con independencia del tipo de crisis o de país. Es el “café para todos” en la materia de política económica. Y parece que eso no ha cambiado.

Sin embargo, existe abundante evidencia empírica que demuestra que estas políticas no sirven para generar crecimiento sostenible. A modo de ejemplo, el crecimiento medio de América Latina en la década de 1980 a 1989 fue de del 2,1%, un crecimiento muy bajo para una región que venia de crecer a tasas del 6%. Es la década de la Crisis de la Deuda Externa y que se conoce como la “Década Pérdida”. En la década siguiente, donde las políticas del Consenso de Washington eran las imperantes, América Latina creció un pobre 2,9% y vivió crisis como “el Tequilazo” en México en 1995, y la Crisis de 1999 que afectó a todo el continente, incluyendo Argentina que colapsaba 2 años después. Quizás sea el momento de recordar que la Convertibilidad argentina nacida en 1991 fue una criatura del Consenso de Washington. De hecho, Argentina fue durante buena parte de la década de los 90 el ejemplo del buen funcionamiento de estas políticas y el niño mimado de los mercados y organismos internacionales. Por otra parte, el saldo exterior se deterioró marginalmente. Si en la década de los 80 el déficit de la balanza de pagos fue de media el 2,1% del PIB, en la década de los 90 se situó en 2,7%. No parece que la políticas del Consenso convirtieran a Latinoamérica en una región más competitiva.

Lo cierto es que muchísimos economistas de prestigio han denunciado el nulo éxito de las políticas del Consenso. Sin ir más lejos, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz escribió un artículo en 2003 donde explicaba por qué estás medidas no sirven para estimular el crecimiento y sacar a los países de la crisis. En dicho artículo puede encontrase la siguiente frase lapidaria: “Las políticas del Consenso de Washington perseguían casi un único objetivo: reducir el papel del Estado. Incluso la estabilización macroeconómica no apuntaba a dar al gobierno un papel más activo en la estabilización de la economía, sino a restringir su papel mediante el recorte de gastos” (“El Rumbo de las Reformas. Hacia una nueva Agenda para América Latina”. Revista de la Cepal, número 80).

Creo que es que es muy triste, pero el programa económico con que Rajoy quiere sacar a España de la crisis fue diseñado hace unos 25 años para América Latina. No sólo es anticuado, además, dicho programa se ha probado como un rotundo fracaso.

Parece ser que fue Albert Einstein quien dijo “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. ¿Qué le hace pensar al Gobierno que esta vez va a ser diferente?

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