Eurogrupo (o Alemania) versus Grecia: historia económica de un acoso

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Carles Manera, catedrático de la UIB y miembro de Economistas Frente a la Crisis

Josep Lluís Sureda, catedrático de la UB, exmiembro del Consejo Ejecutivo del Banco de España, 1985-1994.

 

Era de temer que la prolongación del segundo rescate de Grecia hasta el 30 de junio de 2015, acordada el 20 de febrero, se enquistaría en un debate sobre las condiciones que debían acompañarla. El comunicado del Eurogrupo, en un lenguaje críptico y dúctil, dio cuenta de la base común que se había alcanzado en el diálogo intenso y constructivo mantenido, junto con las instituciones (FMI, BCE y CE), con el gobierno griego salido de las elecciones de 25 de enero. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäubel, saludó su publicación con una rotunda impertinencia, ampliamente difundida por los medios de comunicación, en la que pedía al gobierno griego que se dirigiera de inmediato a sus electores diciéndoles que no podrá cumplir las promesas hechas durante la campaña electoral. Así, Schäubel de entrada situó la cuestión en el terreno de la política, en el peor sentido de este término. No podía expresarse con mayor claridad que el comunicado significaba que las negociaciones abiertas no desembocarían en un acuerdo que diera oxígeno al nuevo gobierno griego.

Schäubel no se marcaba un farol. El comunicado precisó que correspondería al gobierno griego presentar una lista de medidas de reforma que fuese un punto de partida válido para concluir con éxito la revisión de las condiciones del rescate en curso, en el marco del convenio existente. El comunicado añadía que sólo la aprobación por “las instituciones” de las medidas propuestas por el gobierno griego permitirá algún desembolso de la porción pendiente del segundo rescate y la transferencia al banco central griego de los beneficios obtenidos en 2014 por los bancos centrales de la Eurozona, incluido el BCE, en las compras con descuento de deuda soberana griega que fue amortizada a la par. La parte de estos beneficios, retenida sin justificación conocida, que correspondía al banco central griego en la distribución realizada por el BCE alcanzaba los 1.900 millones de euros. La amplia dejación de facultades del Eurogrupo en “las instituciones”, algo difícilmente justificable, junto con la cooperación que le dio el representante del FMI, permitió a Schäubel formular su impertinencia: o se daba continuidad a las políticas restrictivas acordadas con los anteriores gobiernos griegos o no habría asistencia financiera para la economía griega al amparo de la prolongación del convenio en curso.

Así, el Eurogrupo otorgaba esas facultades incondicionalmente a la famosa Troika formada por el equipo de expertos del FMI y sus acólitos, los expertos del BCE y de la Comisión Europea. Este equipo se había desplazado a Atenas con la misión de imponer a los anteriores gobiernos griegos la inveterada práctica del FMI ante situaciones de crisis y de controlar su cumplimiento. Esta práctica consistía en condicionar la asistencia financiera a la adopción de políticas monetarias y fiscales contractivas de la demanda interna, principalmente del consumo privado y de la inversión pública. Bajo el supuesto de que la causa principal de las dificultades económicas era la dimensión del gasto público, se recurría al recorte de salarios de los funcionarios públicos y de las pensiones, al aumento de las cargas tributarias sobre las rentas bajas y medias, etc., con el resultado de retrasar la recuperación económica e incrementar la desigualdad social. Esta práctica es lo que Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía, ha calificado como fundamentalismo de mercado, la ideología de que los mercados sin interferencias en su funcionamiento aseguran por sí solos el crecimiento económico y son capaces de corregir cualquier accidente o error que se produzca. Una ideología que ha inspirado una desregulación excesiva, corresponsable de las malas prácticas financieras que contribuyeron a generar la crisis de 2008.

Es un hecho que, en los cinco años transcurridos desde el primer rescate de Grecia, la política de austeridad impuesta por la troika no alivió sino que agravó la situación económica y social del pueblo griego con una brutal disminución del 25 por ciento de su PIB y el incremento del desempleo hasta cifras nunca conocidas. Estos resultados no pueden describirse como un éxito al igual que ocurre con los obtenidos por el FMI en la amplia experiencia adquirida en las numerosas crisis producidas entre 1970 y 2007, principalmente en países en vías de desarrollo o con motivo de la crisis más global de 1997-1998. Y tampoco difieren del que produjo un experimento pionero que se remonta a la Gran Depresión de 1929. Ante el desplome de la economía estadounidense, el presidente Herbert Hoover aplicó políticas restrictivas para salir de ella y la ocurrencia le costó la reelección. En la crisis actual, el presidente Obama ha eludido este riesgo para su país aceptando las recomendaciones de la economía moderna que, ante una depresión, propone políticas monetarias y fiscales expansivas, con las que se ha conseguido la recuperación relativamente rápida de la economía norteamericana en un marco de estabilidad económica y financiera.

El gobierno heleno actual tenía sólidas razones para reclamar flexibilidad en las condiciones que han de acompañar la prolongación del rescate en curso. Y para rechazar que los expertos de la troika tuvieran la última palabra sobre la idoneidad de las medidas que ha propuesto, incluida la restructuración de la deuda, indispensable para hacerla sostenible. El Primer Ministro Alexis Tsipras y otros portavoces de su gobierno han reiterado desde buen inicio que no había margen alguno para una nueva dosis de política de austeridad basada en recortes de salarios y pensiones y desregulaciones laborales, proponiendo en su lugar medidas que tuvieran un impacto presupuestario equivalente y fuesen más respetuosas con la justicia social. La posición de la Troika se endureció a raíz de la aprobación por el parlamento griego el 18 de marzo del componente clave del programa electoral de Syriza, la ley de ayuda humanitaria, cuyo coste se estimó en unos 1.400 millones de euros, muy inferior a los beneficios del banco central griego en 2014 retenidos por el BCE. El Eurogrupo difundió una nota condenando con dureza esta aprobación, realizada sin haberla consultado con la Troika, lo que consideró una marcha atrás en los compromisos asumidos por Grecia el 20 de febrero de 2015 que, según su interpretación, impedían acciones unilaterales. La nota calificaba también de “inaceptable” el trato dado con ello a los expertos. Lo que siguió fue el rechazo de la troika a las ulteriores propuestas del gobierno griego, con la bendición implícita en las declaraciones del ministro Schäubel y explícita en los acuerdos del Eurogrupo.

En una situación tan difícil para Grecia y para toda la eurozona, el Eurogrupo debería hacer honor al aprovechamiento de la flexibilidad concedida que se menciona en el comunicado de 20 de febrero y no persistir en que son intocables las bases del arreglo en curso concertadas con los anteriores gobiernos griegos. Alemania, que ha asumido un protagonismo importante en el conflicto, debería admitir que puede ayudar a resolver la diferencia. Hay motivos para pensar que éste puede ser buen momento para dar ese paso. Aumentan las voces muy autorizadas que ponen de manifiesto la debilidad del argumento que atribuye la competitividad de la economía alemana exclusivamente a la austeridad de su política económica y el rigor monetario y fiscal que la caracterizan. Proliferan las informaciones de que el gobierno alemán estudia proceder a los ajustes necesarios para corregir el pertinaz superávit de su balanza corriente. Si Alemania tuviera el marco como moneda, el ajuste tendría que venir por la vía de su revaluación. Como miembro de la eurozona el ajuste tiene que venir por la vía de la expansión de la demanda interna, es decir, por la vía de la rectificación de la política de contención salarial y rigor fiscal. El panorama actual, que no es el mejor para imponer a la economía griega un nuevo apretón de tuercas, invita a recordar una vez más que J. M. Keynes sostenía que, en el ajuste de los desequilibrios internacionales, los países acreedores deben asumir una parte de la carga.

About Carles Manera

Catedrático de Historia e Instituciones Económicas, en el departamento de Economía Aplicada de la Universitat de les Illes Balears. Doctor en Historia por la Universitat de les Illes Balears y doctor en Ciencias Económicas por la Universitat de Barcelona. Consejero del Banco de España. Consejero de Economía, Hacienda e Innovación (desde julio de 2007 hasta septiembre de 2009); y Consejero de Economía y Hacienda (desde septiembre de 2009 hasta junio de 2011), del Govern de les Illes Balears. Presidente del Consejo Económico y Social de Baleares. Miembro de Economistas Frente a la Crisis Blog: http://carlesmanera.com

5 Comments

  1. enrique rodriguez el mayo 11, 2016 a las 10:34 am

    La persistencia en las políticas de austeridad han llevado a Gracia (y también a España), a la actual situación de degradación social. Los grandes sufrimientos que tales políticas ocasionarían a la población ya fueron reiteradamente expuestas por Krugman desde el año 2.008. La contumacia en la persistencia de los errores, está retrasando la salida la crísis. La no aplicación y demora «sine die», del Plan JUncker, no hace si no agravar la situación, pesar de que las autoridades europeas, incluyendo las alemanas, hace tiempo que han constatado la inoperancia de las medidas de recorte, para salir de la situación de recesión gravísima que actualmente padecemos. El problema es que la adopción de las medidas adecuadas de expansión fiscal y políticas de reactivación de la demanda, por parte de los Países que puedan efectuarlas (sobre todo Alemania), serían el reconocimiento de los errores cometidos, y a eso no parecen dispuestos. La cerrazón solo pude provocar la prolongación de la agonía económica actual y demorar indefinidamente la salida de la crísis.

  2. XH el mayo 12, 2016 a las 11:49 pm

    Y dale con el mantra.

    Sabe que Grecia lleva más de 15 años con déficits permanentes(Durante muchos años maquillados y pseudo-permitidos por la UE), de más del 5% del PIB.

    Deme a mi el país más pobre del mundo y que le financien durante 30 años un déficit del 10% del PIB y se lo convierto en una potencia económica mundial.

    Claro, lo jodido de este planteamiento es encontrar un tonto útil que financie a fondo perdido ese déficit.

    El problema de Grecia no es ni la austeridad, ni el programa de la UE-FMI, ni Alemania ni el sum sum corda.

    El problema es que Grecia era una economía de tercera división(Tiene el mismo nivel de competividad de Turquía-Serbia-Bulgaria-Eslovaquia, etc), que pretendían vivir(Y durante años lo consiguieron), como si tuvieran una economía de primera división.

    La pregunta del millón de €’s no es que hacemos con Grecia o con los griegos, sino pq los griegos tienen derecho a vivir mucho mejor que los búlgaros, o los eslovacos, que tb son miembros de la UE, que no han estado 25 años chupando del bote y tienen una economía bastante similar(La eslovaca igual bastante mejor).

    Es algún tipo de racismo antieslavo o algo similar. Mira que Putin se pone cachondo por mucho menos que eso.

  3. Jose A Poncela el mayo 17, 2016 a las 9:11 am

    Es preciso recorder que Keynes ponia como excepcion «el caso de una economia pequena y abierta», es decir, como la griega. Aunque en este articulo hay amplias dosis de verdad, se han ocultado otras, lo que hace que no sea objetivo ni, por ende, completamente veraz. Este enfoque maniqueo de «griegos buenos, alemanes malos» o viceversa levantara adhesiones y pasiones pero nos aleja de la solucion.

  4. Alfonso Prieto el mayo 17, 2016 a las 3:33 pm

    Hay que ver que cosas tan raras dicen algunos sobre este excelente artículo, que solo contiene verdades como templos sobre esa peligrosa idea de la austeridad a toda costa.

    • Jose A Poncela el mayo 17, 2016 a las 3:46 pm

      Vale, el articulo va sobre la austeridad a toda costa y eso es lo unico que ha pasado en Grecia ?Conoces de primera mano lo que ha pasado? Yo si y, como todo en la vida, no es blanco y negro sino gris y con muchos matices. Lamentablemente el mundo no es tan simple como para que con «malos y buenos» se pueda entender.
      Estoy contra la austeridad y contra muchas cosas que hizo el Gobierno Griego empezando por prometer que «otros» iban a hacer; lo cual, obviamente, fue enganar al pueblo.

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