La frustración olimpica: cuando la caspa ideológica impide el crecimiento.

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Por Ignacio Muro Benayas, @imuroben, miembro de Economistas Frente a la Crisis

Decía en un artículo publicado en El Diario.es  del pasado viernes, el día antes de la gran decepción, que la concesión de los JJOO de 2020 era una oportunidad, una extraordinaria excusa, para sortear las argollas de los ajustes presupuestarios impuestos por la Troika. Una oportunidad, por tanto, para relajar las políticas contractivas y complementarlas con medidas que facilitaran el crecimiento. Y es que es obvio reconocer que como programa de estímulo keynesiano, la organización de unos JJOO no tiene precio. Las ciudades (y los países) que lo han conseguido, Tokio ahora, siempre se han aprovecharon del tirón económico producido por la intensidad de las inversiones durante los seis años previos a su celebración: Beijin generó alrededor de 600.000 empleos, Londres alrededor de 200.000.

No negaba que los grandes acontecimientos, como la celebración de JJOO o la puja por ser sede de Exposiciones internacionales, suelen ser ejemplo de modelos de crecimiento especulativos e insostenibles, con inversiones desorbitadas que superan, con mucho, los presupuestos iniciales y que terminan generando profundos desequilibrios financieros. No negaba la conexión de los fastos del 92 con la profundidad de la crisis del 93, fuente de endeudamiento y corrupción. Pero, destacaba la experiencia de Barcelona por su capacidad para desarrollar un conjunto de políticas publicas con voluntad transformadora y democratizadora de un país. Esos balances exigen una perspectiva amplia. Y transcurridos 20 años desde aquella fecha nadie puede negar que cambiaron enteramente la faz de Barcelona como ciudad moderna, algo que desde entonces, ha capitalizado con creces.

La política es la guía que permite construir voluntades de cambio, no es solo el arte de lo posible. Saber optar por el camino más favorable al progreso en cada caso concreto es esencial. Aprovechar el recurso excepcional que suponían unos JJOO no era una elección libre entre otras equivalentes y posibles. El dogal que la hegemonía del ajuste impuesto desde las cúpulas europeas lleva aplicando en los últimos años, la cerrazón con la que el catecismo alemán se impone, nos cierra otras salidas. Seguimos reclamando un esfuerzo extraordinario que nos acerque al modelo tecnológico coreano, en el que el impulso público es determinante para el desarrollo de la innovación más puntera, pero, al parecer, ese camino sigue siendo imposible en esta Europa que se deja arrebatar la hegemonía tecnológica por EEUU y Asia. Sabíamos que los 6.000 M€ comprometidos para los JJOO hubieran sido empeñados, con muchos mejores resultados, en la investigación que representa el CSIC, en programas de impulso a la educación avanzada o en los desarrollos punteros desarrollados por la sanidad pública. Pero no hay caso: la confluencia entre una Europa miope y un gobierno cerril parecen dispuestos a cegarnos de momento todas las opciones.

Desgraciadamente, el boato y la propaganda de la España casposa había hecho abrigar esperanzas de que, al menos, podríamos contar con un estímulo tradicional como el que representan los JJOO. El hecho de que buena parte de las instalaciones estuvieran realizadas permitía pensar en destinar algunos recursos a aspectos tecnológicos, deportivos y de gestión que son parte de los programas necesarios para la modernización de España. Pero no ha sido posible. Con este Gobierno, constructor de videos de promoción de la España más cañí, con una alcaldesa robotizada en los gestos e incapaz de articular pensamientos coherentes, representante genuina de una derecha vieja sin un proyecto para España más allá que el seguidismo al pensamiento dominante, el que representa la devaluación salarial y el debilitamiento de lo público, no es posible el más mínimo reconocimiento internacional. Al gobierno le es suficiente con conseguir en dos años unas pocas palabras amables y un apretón de manos de Obama en un pasillo.

Si el desarrollo de unos JJOO gestionados con transparencia, generosidad democrática y eficiencia hubiera requerido cambiar los gobiernos del consistorio, la comunidad y el de la nación, el fracaso de esa opción no hace más que acelerar la imprescindible necesidad de ese cambio. Si la estrategia de éxito que habían montado se ha demostrado que no pasaba de ser mera propaganda basada en el desprecio a los otros candidatos, con falsas filtraciones de los votos que ya tenían garantizados, con encuestas mentirosas que afirmaban un apoyo del 91% en toda España, el camino que nos espera después de quedar excluidos a la primera, será más de lo mismo. Más mentiras y más deterioro democrático quiero decir: encontrar estadísticas que digan que no hay crisis, aunque todo siga igual; negar una y otra vez los próximos recortes; presionar a  todos los grupos mediáticos, para eliminar o descafeinar los programas de debate en el que hubiera representantes críticos; privar a los jueces más valientes y honestos de los casos de corrupción más señalados.. son los objetivos inmediatos del gobierno.

No es que con un gobierno así se nos incapacite para una salida de la crisis que aporte las mínimas señas de un desarrollo equilibrado, es que la grisura de este poder nos niega oportunidades para engancharnos al crecimiento más ramplón. La construcción de una alternativa se impone. El balón está de nuestro lado.

12 Comments

  1. Julio Rodríguez el septiembre 8, 2013 a las 9:28 pm

    Interesante artículo , sobre todo porque mira hacia adelante y denunciA las miserias del momento, que no son sólo las del gobierno. Julio

    Enviado desde mi iPhone

  2. Gemma el septiembre 9, 2013 a las 7:16 am

    Totalmente de acuerdo, nos enfrenta a la realidad sin edulcorantes. Es lo que hay

  3. Vicente M. Monfort el septiembre 9, 2013 a las 7:27 am

    Excelente artículo que no suelen leer quienes más retratados salen en él y que deberían ser los priemeros en entender que fruto de su estrategia de la mentira y de la falsedad nos llueven varapalos por doquier. Gürtelandia no seduce al COI

  4. gladysglober el septiembre 9, 2013 a las 10:03 am

    No puedo más que estar de acuerdo. Ahora bien, todo este derrumbe de las «elites» tiene que ver mucho con la calidad democrática de los ciudadanos. Ser ciudadano es algo que se mama, y nosotros sólo hemos podido adquirir un barniz muy ligerito. A mi juicio ser ciudadano implica tener una conciencia muy clara de la doble faz de los deberes y los derechos. A partir de ahí, se puede tener una visón más o menos clara de la exigencia debida a los representantes, de las oportunidades o de las debilidades, de no ejercer el derecho a voto como el que da bandazos .

  5. angeldelvalle el septiembre 9, 2013 a las 10:11 am

    OK.Una caspa cubierta de brillantina!

  6. lisenne el septiembre 9, 2013 a las 10:43 am

    Con un gobierno mentiroso que no para de maniquear y manipular y falsear..pero ellos siguen y siguen en su línea sin inmutarse despreciando a todo y a todos los ciudadanos estamos anclados en un cúpula de negatividad de podredumbre de este partido gobernante así no nos puede pasar nada bueno…tanta mentira es insana…hay que liberarse hay que quitar lo podrido
    y limpiar nuestras mentes.

  7. horacio el septiembre 9, 2013 a las 5:28 pm

    Comparto contigo la reflexión ¡es tan evidente y tiene tanta historia contrastada detrás…!Decirte que la oportunidad de modelo de crecimiento a la coreana ya la tuvimos en los años 60. Este país, su gente trabajadora lo hizo con extenuación, pero hacía falta empresarios, lo mismo que 50 años después, salvo honrosas excepciones. Empresarios, políticos inteligentes y honestos y sindicatos responsables

    • Ignacio Muro Benayas el septiembre 9, 2013 a las 8:59 pm

      Efectivamente, en lugar de reforma laboral necesitamos una reforma empresarial.

  8. Diego Almenar el septiembre 9, 2013 a las 10:09 pm

    ¡ Gracias COI por evitar este monumento a la irracionalidad que supone la candidatura de Madrid a la organización de los JJOO! En un país que EXPULSA a sus mejores mentes científicas por falta de dinero, me parece una vergüenza que se plantee siquiera la posibilidad de organizar unos JJOO que nos hubieran costado muchos millones de euros. Y no me vale con que digan que sólo harían falta 1500 millones de inversión, porque eso es mentira, todas las obras públicas, lo sabemos por experiencia, tienen sobrecostes. Además las ingentes cantidades de dinero que se hubiera dedicado a una actividad tan banal como es el deporte de élite me parecen simplemente obscenas: en lugar de invertir en programas de investigación cientifica, ley de dependencia, pensiones o sanidad se hubieran invertido en ver si un compatriota lanza un palo medio metro más lejos que el vecino. Y lo peor es que algo tan trivial hubiera despertado pasiones y acaparado la atención de toda la prensa, … ¡qué país!

  9. Rafael Martínez Gómez el septiembre 9, 2013 a las 10:32 pm

    Cuando los ciudadanos de este país seamos capaces de pensar, quizas nos valla mejor y sepamos elegir a unos verdaderos representantes del pueblo-

  10. Félix Pérez Ruiz de Valbuena el septiembre 10, 2013 a las 7:02 am

    ¡Gracias por el artículo, Ignacio!
    La verdad es que yo era totalmente opuesto a que se nos concediera la organización de los JJOO, porque no creía que fuera a servir para ‘cambiar’ Madrid como pasó con Barcelona.
    Son otros tiempos y otros gobernantes.
    Un abrazo

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