La liquidación del Banco Popular: decisiones europeas, lecciones españolas

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Manuel de la Rocha Vázquez, economista de la Fundación Alternativas, es miembro de EFC

La mañana del miércoles 7 los españoles desayunaban con la noticia de que el Banco Popular había sido liquidado y vendido al Banco Santander por un euro. Muchos se preguntaban qué había pasado para que un banco cuasi centenario que durante mucho tiempo fue considerado el más rentable del mundo haya sufrido esa suerte.

Con la resolución del Popular, nuestro país tiene el dudoso honor de estrenar el Mecanismo Único de Resolución (MUR) europea, pilar esencial de la Unión Bancaria creada hace unos años para capear la crisis financiera que azotaba la zona euro. Dicho Mecanismo se basa en un elemento esencial para asegurar la estabilidad financiera, la rapidez en la toma de decisiones y su aplicación, que permiten reducir costes y evitar el contagio a otras entidades, impidiendo que la caída de uno acabe convirtiéndose en una crisis de todo el sistema. Así, cuando el banco entró en barrena esta semana, con la acción desplomada y la fuga masiva de depósitos, la decisión de que el banco era inviable se ha tomado a velocidad vertiginosa. Se ha desmentido en la práctica parte de las críticas que se vertieron en su momento al MUR, por su excesiva complejidad institucional que dificultaría la rápida toma de decisiones. Aun así, el cortafuegos no ha sido total y algo de contagio se ha producido con el desplome de las acciones de Liberbank, que han obligado a las autoridades a intervenir prohibiendo las ventas en corto, para evitar la quiebra.

La aplicación de las reglas europeas tiene también implicaciones novedosas respecto a otras intervenciones pasadas: la no inyección de fondos públicos, si no que son los accionistas y deudores junior los que pierden su dinero. Es lo que se conoce como el bail-in en la jerga de Bruselas, a diferencia del bail-out, que suponía en el pasado que era el Estado el que reflotaba los bancos con el dinero de los contribuyentes. Esto ha supuesto la amortización total de las acciones, de los instrumentos híbridos (los llamados CoCo) y de la deuda subordinada, previa conversión en acciones, todo ello por un valor de unos 8.000 millones de euros. Solo los depositantes y deudores senior han salvado sus ahorros.

Una vez aplicado el procedimiento de resolución, el banco ha sido vendido mediante subasta express al Banco Santander por la cantidad simbólica de un euro. Pero esto no significa que el Santander se quede con un banco gratis, pues tendrá que hacer frente a todos los pasivos y deudas y absorber las pérdidas que suponen los activos inmobiliarios e hipotecarios de dudoso cobro valorados en unos 7.000 millones de euros, incluidas posibles compensaciones a accionistas. El Banco Santander ya ha anunciado que llevará a cabo una ampliación de capital por esa cantidad para inyectar en la entidad adquirida.

Es probable que muchos de los 300 mil accionistas que han perdido todo su dinero presenten demandas ante los tribunales. Especialmente dolidos deben estar los accionistas que solo hace un año respondieron positivamente a la ampliación de capital sorpresiva y fugaz que llevo a cabo el banco y que le permitió levantar 2.500 millones de euros entre inversores minoristas. Varios directivos consideraron la ampliación como un éxito, que les permitía aprobar holgados las pruebas de stress europeas. Se creyó por un momento que el Popu había logrado enderezar la situación y sin embargo 12 meses después el banco es historia. Habrá que analizar muy en detalle el folleto y las prácticas de comercialización de esa captación de capital y los de los instrumentos híbridos, pues parece difícil imaginar que reflejaran una imagen fiel de la situación de la entidad.

La realidad era que la gran mayoría de analistas llevaban meses vaticinando que el Popular era inviable por sí mismo, si bien ha podido sorprender la rapidez de su liquidación fulminante. Desde hace más de un año, especialmente tras los stress-tests europeos y pese a la ampliación de capital, el Popular ha sufrido un deterioro constante y progresivo del valor de su acción, con cambios en la cúpula directiva y en la estrategia, goteo de noticias sobre intentos de fusiones y adquisidores, y aún peor sobre conspiraciones y golpes palaciegos.

La caída del Popular no deja de ser un legado tardío de la burbuja inmobiliaria que inundó nuestro país en la primera mitad de los 2000, a la que el banco llegó relativamente más tarde que otros, pero su pinchazo le pilló de lleno. A diferencia de las Cajas de Ahorro, en este caso, no se puede achacar a los políticos, ni a las CC.AA., ni al clientelismo castizo, si no a la incompetencia de unos banqueros que presumían de su formación elitista y de su estrecha relación con los círculos de poder e influencia en nuestro país. No deja de sorprender que 9 años después de la quiebra de Lehman Brothers y sus consecuencias y especialmente tras la desaparición traumática de las Cajas de Ahorro, los antiguos dueños no aprendieran la lección. Pues sí algo parece claro a estas alturas es que tras las crisis financieras vividas en Europa, los mercados y analistas penalizan enormemente la falta de transparencia de los banqueros a la hora de abrir los libros de sus entidades, reconocer lo delicado de la situación y asumir los costes de saneamiento de forma realista y honesta, caiga quien caiga. El caso del Popular es de libro en este sentido, con constantes fugas hacia delante y planes inviables. Por fortuna, las autoridades europeas y el gobierno, esta vez sí, han entendido que llegados a un punto había que ser expeditivo. El resto es historia.

 

 

 

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2 Comments

  1. Pedro L. Egea el junio 21, 2017 a las 5:09 pm

    Que Banco Popular tenía escaso valor era conocido por cualquiera que analizara a las entidades financieras españolas. Pero la resolución ha estado plagada de irregularidades y la principal es la inactividad de la CNMV en todo este proceso que ante los rumores surgidos desde la JUR, a través de Reuters, aceleraron la salida de fondos (Seguridad Social incluida), el desplome de la acción y el gran negocio de los bajistas que jugaron con información privilegiada. ¡Cuánto nos queda por aprender de los norteamericanos en lo concerniente al mercado de valores!
    Y, de momento, nadie ha dicho que el Santander tenga que poner un solo euro. Ya veremos en que queda todo y quién desembolsa los 7.000 millones.
    Ha sido un error la manera en que se ha actuado, hay que intervenir con anterioridad y poner de manifiesto la anormalidad. Un mes después de presentar resultados se anuncia que hay que reexpresar las cuentas anuales y el auditor sigue funcionando como si tal cosa, para que posteriormente el famoso auditor de Bankia emita un informe en 4 días en el que se apoyó el BCE para declarar la inviabilidad.
    Todo oscuro y sin respetar las reglas de mercado, la más importante la información para las operadores

  2. Julio Rodriguez López el junio 22, 2017 a las 12:22 pm

    No comparto lo de la firmeza en la actuacion del gobierno. A la hora de la verdad ha aparecido un cumulo d e inconsistencias que afectan al gobierno y también a los responsables de los «mecanismos únicos», que no han controlado bien los tiempos.

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