Las propuestas de Podemos: La izquierda es cuestión de grado

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José Moisés Martín Carretero, miembro de Economistas Frente a la Crisis

Este artículo forma parte de una seríe de análisis de los programas económicos electorales. Lee el análisis de los programas de PSOE, Ciudadanos y PP aquí.

Hace ahora algo más de un año y medio, Podemos irrumpía en el panorama político español con un mensaje de ruptura del régimen del 78 y con una enmienda a la totalidad de los mecanismos socioeconómicos y políticos que habían llevado a España a la crisis de 2008. Su aparición supuso un importante revulsivo –el golpe en el tablero- en el escenario de los partidos políticos, tanto en el centroderecha –Ciudadanos es, de alguna manera, hijo de Podemos-  y en el centroizquierda y la izquierda, con dos partidos disputándose la hegemonía y una tercera fuerza –Izquierda Unida- que no supo o pudo aprovechar el desgaste del bipartidismo pero que tampoco va a desaparecer del espectro político.

Han sido meses muy largos para los fundadores de Podemos, y la transformación de la iniciativa en fuerza política se ha dejado notar no sólo en sus modos y formas, sino también en sus contenidos, y, particularmente, en su programa económico.

Podemos se presentó a las elecciones europeas con un programa nacido de las agrupaciones sociales y políticas que impulsaron su nacimiento, y que pronto fue considerado utópico, irreal e incluso peligroso para nuestra economía. Calificativos todos más interesados en desacreditar el proyecto político que en un análisis sereno de sus propuestas, muchas de las cuales eran no sólo una demanda de los movimientos sociales y movilizaciones ciudadanas –auditoría de la deuda, pero también 35 horas, renta básica, política anti desahucios, reversión de los ajustes en salud y educación- sino también expresión práctica de las ideas de algunos de los economistas que han examinado la naturaleza de la crisis española y europea con una mirada más lúcida.

Es el programa más social. Es técnicamente sólido, de inspiración keynesiana y está a la izquierda de los otros partidos, no porque sea rupturista, sino porque han subido (un poco) más el termostato

Como si de la película “Goodbye Lenin” se tratara, si un militante de Podemos se hubiera dormido en el verano de 2014 y despertara ahora, seguramente quedaría impactado por el cambio. De la acumulación de propuestas del verano de 2014, Podemos ha pasado a presentar un programa coherente, articulado y con un notable nivel de adecuación al contexto económico y social de España. Tal es así que a los sectores más izquierdistas o contestatarios de la formación, o a los economistas con mayor vocación postkeynesiana, es probable que este programa les resulte insuficiente. Entre medias, es imprescindible reconocer dos factores: la presión social a la que han sido sometidos, y el desenlace de la experiencia de SYRIZA. El equipo de Podemos ha tomado buena nota de estos factores a la hora de diseñar su modelo económico.

El  programa está estructurado en torno a cinco objetivos: garantizar el derecho al trabajo y crear empleos decentes, atender a la situación de las personas más afectadas por la crisis, transformar el modelo productivo, disminuir el peso de la deuda, y fomentar la igualdad entre hombres y mujeres.  Para cumplir con estos objetivos, propone cuatro ámbitos de actuación: terminar con la austeridad –fiscal y salarial-, fortalecer las políticas sociales, realizar reformas estructurales y políticas industriales, y medidas específicas para abordar los problemas de deuda pública y privada. Para cada uno de estos ámbitos de actuación proponen una serie de medidas con diferentes grados de concreción y alcance, muchas de ellas homologables a las de ciudadanos y PSOE –lucha contra el fraude fiscal, por ejemplo- pero otras muchas diferenciadas –aunque, en buena medida, compatibles con las de los socialistas, como veremos.

En  materia de política fiscal, Podemos propone reformular en profundidad la gobernanza económica europea, incluyendo una reforma de los estatutos del Banco Central Europeo, la incorporación de la regla de oro para evitar que las inversiones públicas no se incorporen al déficit público, o elevando el fondo Juncker hasta el 5% del presupuesto anual de la Unión Europea. Proponen también una conferencia europea de deuda, uno de los problemas que más claramente identifican, y proponen de esta manera una solución multilateral a la misma. Sugieren también acciones de corte social, como un plan de choque europeo contra la pobreza infantil y un seguro de desempleo común que complemente los sistemas nacionales, propuesta de carácter estabilizador y contracíclica que jugaría como elemento de estabilización fiscal en caso de choques asimétricos.

El programa está estructurado en torno a cinco objetivos: garantizar el derecho al trabajo y crear empleos decentes, atender a la situación de las personas más afectadas por la crisis, transformar el modelo productivo, disminuir el peso de la deuda, y fomentar la igualdad entre hombres y mujeres.

En materia laboral, Podemos apuesta por reforzar la negociación colectiva e incrementar el Salario Mínimo Interprofesional con un objetivo similar al planteado por el PSOE –el 60% del salario medio- pero con una senda de crecimiento más intensa  en los primeros años. Aunque apuesta por derogar las dos últimas reformas laborales, no dibuja un modelo alternativo completo, limitándose a acortar el plazo de los contratos temporales a un año, o a facilitar la flexibilidad interna en las empresas, al estilo alemán, en el que reducciones de tiempo de trabajo son compensadas parcialmente por el Estado, una medida francamente interesante. En cualquier caso, Podemos confiere al Estado la responsabilidad de garantizar de manera subsidiaria el derecho al trabajo, pero no a través de un programa de trabajo garantizado, sino de la promoción de inversiones que orienten la economía hacia el pleno empleo.

En el ámbito social, destaca su doble idea estrella de renta garantizada –para hogares por debajo del umbral de la pobreza monetaria-  y de complemento salarial escalonado, que permitirían salir de la pobreza a cientos de miles de personas. Proponen revertir los recortes en materia de sanidad y educación y dependencia, hacer universal el acceso a la educación infantil, y promover la conciliación entre la vida laboral y la personal, con la implantación progresiva de las 35 horas semanales. En materia de pensiones, proponen derogar las reformas producidas durante la crisis y complementar los ingresos del sistema con un nuevo impuesto, como también propone el PSOE.

En materia fiscal, Podemos plantea –de nuevo- la lucha contra el fraude a través de diferentes medidas (todas, realmente, muy parecidas a las de Ciudadanos o PSOE), incrementar los tramos del IRPF, establecer mínimos en patrimonio, sucesiones y sociedades, y diferenciar el tratamiento fiscal de los beneficios distribuidos como dividendos y los reinvertidos en la propia empresa.  Completan su propuesta impositiva el incremento de los impuestos ambientales y la reestructuración del IVA, situando más productos en los tipos reducidos y super reducidos.

En el ámbito del nuevo modelo productivo, destaca la escasa atención que le dedican a la I+D y la innovación, y a la productividad de las empresas. La recurrente preocupación por el tamaño de las empresas española parece haber pasado de largo en las puertas de Podemos. Su propuesta, por el contrario, articula una política industrial basada en planes sectoriales y en la creación y promoción de clusters, la creación de fondos soberanos para la protección de empresas denominadas estratégicas –la versión light de su inicial política de nacionalización- y una profunda revisión del sistema energético, incluyendo el fomento de las energías renovables –que ocupan la centralidad de su propuesta en esta materia- y la eficiencia energética. Podemos está dispuesta a acabar con los privilegios de las grandes eléctricas y sus medidas están destinadas a acabar con los windfall profits, o beneficios recibidos sin justificación productiva alguna. Por último, se mantienen fieles a sus principios y apuestan por integrar todas las entidades financieras rescatadas que siguen en manos del FROB en una banca pública con vocación de banca de  inversión, aparte de regular más intensamente el resto del sector bancario. En materia empresarial, Podemos se focaliza en los autónomos –creando la figura del autónomo de responsabilidad limitada- y en el fomento de la economía social. Sus medidas para fomentar el emprendimiento innovador –otro de los mantras de los últimos años- equivalen a un párrafo en su programa.

El equipo de Podemos ha tomado buena nota de la presión social a la que han sido sometidos y del desenlace de la experiencia de Syriza a la hora de diseñar su programa económico.

Finalmente, Podemos recupera su bandera de la reestructuración de la deuda pública. No es un tema menor: en la actualidad los costes de nuestra abultada deuda están presionados a la baja por la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo, pero una subida de tipos –y algún día subirán- puede poner en aprietos muy serios nuestras cuentas públicas y privadas. Sin embargo, su propuesta de auditoría y reestructuración se queda reducida a la articulación de un mecanismo que lleve a que los bancos rescatados paguen el crédito otorgado por el Mecanismo Europeo de Estabilidad en 2012. Esta cuantía representa menos del 5% del total de la deuda pública española, por lo que su impacto, más allá del meramente simbólico, es difícilmente significativo. En cuanto a la deuda privada, Podemos propone reestructurar la deuda hipotecaria, ajustándola a su valor de mercado.

Uno de los aspectos más destacables del programa de Podemos es su memoria económica. Podemos presenta una descripción de su política de ingresos y gastos para el horizonte fiscal 2016-2020, que se asemeja en gran medida a la presentada por el PSOE, pero mucho más detallada, en un ejercicio de transparencia y responsabilidad que debería ser obligatorio para todas las fuerzas políticas. Podemos calcula que con las subidas de ingresos fiscales y su ritmo de consolidación fiscal conseguiría hasta 134.000 millones de euros adicionales en toda la legislatura, suficiente para financiar las políticas sociales y económicas previstas. Estos ingresos supondrían que en 2019 entre 3.5 y 4 puntos de PIB adicionales, situando los ingresos del Estado en el 41%, mientras que el ritmo de consolidación fiscal previsto dejaría el gasto público en el entorno del 43,2%. De acuerdo con los cálculos del equipo económico de Podemos, España saldría del procedimiento de déficit excesivo en 2018, situando el déficit público en el 2,2% en 2019, esto es, 2 puntos por encima de la previsión del PP y 1,2 puntos por encima de la previsión del PSOE. Está por ver, en cualquier caso, si la Comisión y el Eurogrupo le darían a España ese periodo de gracia, máxime después de los permanentes incumplimientos del PP en esta materia durante los años en los que ha gobernado. También queda en entredicho este horizonte fiscal por la ausencia de una reflexión sobre el déficit estructural, que debería estar en 2019 por debajo del 0,5% del PIB potencial, y al que el programa de Podemos no se refiere.

Podemos está dispuesto a acabar con los privilegios de las grandes eléctricas y sus medidas están destinadas a acabar con los windfall profits, o beneficios recibidos sin justificación productiva alguna.

En muchos aspectos, el programa económico de Podemos es cuestión de grado.  Su ruta fiscal, cumplidora tardía de las provisiones de la gobernanza económica europea –dos años más tarde de lo previsto- dejaría más espacio fiscal para las políticas sociales y de reactivación económica que las propuestas de PSOE y Ciudadanos, pero no supondría una quiebra con los principios de consolidación fiscal. En materia de política laboral, sus propuestas son bastante homologables a las que proponen los socialistas, al igual que en política industrial. Se separan claramente en el ámbito financiero –mantenimiento de Bankia y BMN como banca pública- y en algunos aspectos sociales –pero no en todos, como por ejemplo en la idea de financiar las pensiones vía impuestos- y son claramente más agresivos en materia fiscal y energética. Destaca sin embargo la ausencia de una reflexión sobre la economía de la innovación y el conocimiento que merezca tal nombre, y su deliberada despreocupación por las raíces profundas de la baja productividad de las empresas españolas. Es el programa más social de los cuatro, y al mismo tiempo el que menos confía en el mercado, al que dedican muy poco esfuerzo. Es, sin duda, un programa bien articulado y técnicamente sólido, de inspiración keynesiana y a la izquierda de los otros partidos, pero no porque sea rupturista, sino porque han subido (un poco) más el termostato. Que esos grados de más permitan construir una sociedad más justa y próspera o que terminen impactando negativamente en nuestra productividad es difícil de predecir a priori y habrá opiniones para todos los gustos, porque el papel lo aguanta todo –particularmente en economía, como hasta los más despistados lectores saben a estas alturas.

A veces un par de grados pueden cambiar completamente el escenario. Sólo hay que mirar a las negociaciones sobre cambio climático, o a cómo nos sentimos cuando tenemos fiebre.  La competencia, honestidad y saber hacer de los equipos económicos de Podemos serán determinantes a la hora de encontrar el necesario equilibrio.

About José Moisés Martín Carretero

Economista y consultor internacional. Dirige una firma de consultoría especializada en políticas públicas y desarrollo económico y social. Autor del libro: "España 2030: Gobernar el futuro". Miembro de Economistas Frente a la Crisis

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