Magos y trileros de la desigualdad

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Por Luis Molina Temboury, economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis

El modelo económico global se dirige hacia un ajuste inevitable, porque un sistema que impulsa una desigualdad extrema y creciente, excluyendo del progreso a un alto porcentaje de la población, tiene dos salidas previsibles: el exterminio de los que sobran o la recomposición del orden económico y social para que nadie sobre.

Para solucionar el problema de los refugiados, los dirigentes de la Unión Europea, imbuidos de espíritu neoliberal, han optado por la primera opción. Prefieren cualquier cosa antes que reconocer que su sistema de la desigualdad extrema y creciente necesita profundas reformas, que no consisten precisamente en aplicar austeridad a los de abajo, como vienen practicando. Pero como el exterminio directo de los refugiados es, hoy por hoy, inaceptable, han decidido que los ciudadanos comunitarios paguemos, nos guste o no, para que Turquía los haga desaparecer ¡birlibirloque! tras las fronteras de la Unión. Lo que no podrán evitar es que cualquiera descubra su magia de trilero. Bastará con asomarse tras el alambre de espino para ver lo que ocurre con sus expulsados por contrata. Bombas de humo y pelotas de goma contra los niños, por ejemplo, o, como ha denunciado Amnistía Internacional, devoluciones en masa de familias de refugiados al mismo escenario de guerra del que huyeron. Y por si ese exterminio en diferido fuese poco vergonzante, un populismo nacionalista, autoritario y xenófobo, partidario de aplicar medidas más radicales contra los que sobran, sigue ganando terreno, elección tras elección, en los estados comunitarios. La nueva Europa de las desigualdades extremas, acaudillada por el fanatismo neoliberal, se apresta a traicionar “idealismos trasnochados” para revolcarse en su recurrente pasión autodestructiva.

Al otro lado del Atlántico, el ajuste necesario ante el crecimiento de la desigualdad se ha hecho visible en la carrera presidencial norteamericana. Por un lado, un campechano multimillonario representante del más puro poder de la élite, Donald Trump, viene señalando a los inmigrantes y musulmanes que le sobran como culpables del desaguisado que ha organizado su propio club, donde él ejerce de rebelde caprichoso. Trump es un problema para el propio establishment. Ha sido muy eficaz divulgando que “los mejores están arriba”, pero ha cometido la torpeza de incluir a su propia élite en el enfrentamiento de “todos contra todos” (¡sólo los de abajo, Donald!) artimaña hasta ahora muy rentable para disimular el conflicto creciente entre arriba y abajo.

Al nacionalismo de Trump le sobra el establishment político y gran parte del mediático. Eso le proporciona apoyo popular, pero preocupa en la cúspide de la desigualdad, acostumbrada a colaborar estrechamente (véase su formidable resistencia al desmantelamiento de los paraísos fiscales) y lavar los trapos sucios en familia. La estrategia de Trump, como la de la extrema derecha europea, podría derivar en un orden autoritario que facilitase acabar con los que sobran, pero también podría dar paso a un violento desorden ya nada conveniente a la minoría de arriba. Son paradojas de una democracia, que va sobrando también, en una sociedad con desigualdades extremas y crecientes.

Hillary Clinton, por su parte, propone a los estadounidenses un programa reformista al rescate de los que van sobrando, pero poco detallado y preciso, en ese estilo de prometer grandes cambios que puedan quedar después en cosméticos. Como la desigualdad se pregona consustancial e inevitable, muchos votantes han aprendido a perdonar el quiero y no puedo de los políticos frente a los poderosos. Y los políticos del establishment, como los republicanos Marco Rubio y Ted Cruz o la demócrata Hillary Clinton, se aplican en aparentar que la desigualdad les importa transformándola ¡abracadabra! en pobreza. Otro truco de trilero. A un lado los buenos y triunfadores ricos, a los que nada hay que exigir ni reprochar, y al otro esos perdedores pobres, a los que habrá que redimir, siempre que lo permita el presupuesto, de su negligente falta de iniciativa.

EEUU reparto riqueza

La ideología neoliberal, insensible al sufrimiento de los de abajo, empieza, afortunadamente, a tambalearse. El truco de disociar riqueza y pobreza para no hablar de la desigualdad ya no cuela. A una porción creciente de votantes, asombrados por la codicia sin límite de los de arriba, el voluntarismo caritativo de algunos grandes ricos les sabe a poco. También hace aguas el eslogan de que “el dinero está mejor en los bolsillos de la gente”, cuando ha quedado al descubierto que los grandes ricos no pagan impuestos. De entre ellos, algunos, con cara de hormigón, lloriquean por lo mucho que tendrían que pagar si no fuese por sus queridos paraísos y predican la desaparición de los impuestos para todos. No quieren ser grandes gorrones sino adelantados de una nueva era sin impuestos ni estados en la que impere “lo que todos queremos: tener más que nadie”. Pero las falacias ideológicas que sostienen el modelo de la desigualdad extrema y creciente tienen ya difícil digestión. Trucos de mal trilero al descubierto.

El hundimiento de una organización social imposible alumbra, de vez en cuando también, síntomas positivos que indican que la balanza del ajuste necesario podría inclinarse al lado contrario de la aniquilación de los que sobran, hacia una refundación real del capitalismo. Ahí parece estar Bernard Sanders, el otro candidato demócrata, que ha ilusionado a muchos jóvenes norteamericanos con un discurso centrado en el verdadero y único problema, la desigualdad, porque de ella derivan todos los demás: el cambio climático (bien claro queda en el último libro de Naomi Klein), las guerras, la corrupción, la vulneración de los derechos individuales o los ataques, ya descarados, contra la democracia.

Bernie Sanders anima a confrontar la desigualdad sin complejos ni sometimiento, exigiendo a los grandes ricos que dejen de parasitar a la mayoría y arrimen el hombro para paliar el sufrimiento de las legiones de norteamericanos pobres. Sanders no contaba con un poderoso complejo económico, mediático y político que le apoyara, por lo que, después de las primarias de Nueva York, es casi seguro que Hilary Clinton sea la próxima candidata demócrata, y esperemos que también la primera presidenta de EEUU. Si es así, nos habremos librado de la escalofriante deriva autoritaria de Trump. Y puede ser también que Clinton, como hizo Obama, incorpore a su gobierno al rival de su propio partido y los cambios lleguen a ser algo más que maquillaje. En pocos meses veremos si el orden de la desigualdad extrema y creciente continúa su fantástico viaje, más despacio o más deprisa, a ninguna parte, o si un decidido giro de timón empieza, por fin, a revertir la desigualdad.

Aunque Sanders no llegue a la Casa Blanca, el emerger de este raro político marcará un antes y un después ante las reformas pendientes y cada día más urgentes del capitalismo. Porque contraponer la ideología dominante, que pretende ignorar la desigualdad o minimizarla como un mal menor, destapando las mentiras que la sustentan, es la clave para inclinar la balanza, mejor antes que después, hacia un ajuste del sistema global para que nadie sobre.

Tras el debate político norteamericano están los datos del gráfico adjunto, que muestran que el país más rico del mundo tiene una desigualdad todavía mayor que la Unión Europea, que ya es decir. El gráfico representa el reparto de patrimonio o capital patrimonial, el verdadero poder. El reparto de las rentas, aunque también escandaloso, es menos desigual, pero al poderoso, como al cacique, se le distingue por lo que tiene, no por lo que gana. Las grandes rentas no son más que un medio de engrosar los patrimonios.

Por más que sabido, resulta asombroso que el 30% de los estadounidenses posea sólo deudas, y bastante abultadas: el 0,4% (en negativo) de toda la riqueza conjunta, es decir, que tienen mucho menos que nada. Sumados con el decil contiguo se infiere que el 40% de la población de EEUU sólo posee el 0,2% de la riqueza de su país. Para los defensores de la beatífica mano invisible que autorregula mágicamente los mercados, ese 40% se compone principalmente de indolentes, vagos e inútiles. Excedentes de una sana competencia alentada por una no menos benefactora desigualdad. ¿Debieran pagar los ricos para que todos esos sobrantes tengan una vida digna? De ninguna manera, dirán los escuderos neoliberales. Que se busquen la vida. El que valga destacará, que el mercado proporciona oportunidades a ricos y a pobres por igual. Y quien no destaque, tendrá lo que se merece. Por mucho que nos sorprenda, seguirán predicando estos y otros alucinantes dogmas de su fe, como la privatización de los servicios básicos, la desregulación total de los estados o la desaparición de los impuestos, esencias que se condensan en su pretensión de que la cumbre final de la historia económica y social es una desigualdad tan natural como las estrellas del firmamento.

Volviendo a tierras de Norteamérica, del extremo superior del gráfico se deduce que un 10% de la población estadounidense, los más ricos, posee el 75,6% de la riqueza de su país. Y el famoso 1% acapara nada menos que el 37,3%. Es aquí, efectivamente, como denuncian tantos jóvenes en sus pancartas, donde se encuentra el núcleo duro del poder. Un poder faraónico, casi omnímodo, porque ese 1%, no es que “controle” el 37,3% de la riqueza privada de EEUU, sino que mueve todos los hilos de la economía de su país y de gran parte del mundo. Su 37,3% es suyo y de nadie más, y harán con él lo que les plazca. Pero una buena porción de ese porcentaje se dedicará a controlar los flujos económicos, las rentas, para que vuelvan convertidas en mayores patrimonios a manos de su señor. A ese mágico programa sirven las puertas giratorias de los políticos, los paraísos fiscales, los sueldos astronómicos de los directivos, los consorcios mediáticos, las corporaciones que monopolizan los mercados, el casino financiero o el control “anónimo” de las empresas por unos consejeros que multiplican sus sillones en los consejos de administración. Como muestra de esto último, según este interesante estudio con datos de hace diez años, 1.400 personas, el 0,035% de la población española controlaba entonces el 80,5% del PIB. En su actualización de 2013, el autor explica que hay una progresión de “inversores sin fronteras”, sociedades y fondos de inversión, mayoritariamente de Wall Street y la City londinense, que controlan el 80% de la red empresarial mundial.

De todos los trucos de trilero de la ideología neoliberal, probablemente el más vistoso y sorprendente es habernos hecho creer que los culpables de la patética situación del conjunto de los seres humanos y de la devastación ecológica del planeta son entes misteriosos, escurridizos y cambiantes, como son las grandes corporaciones o los mercados financieros. Porque tras las vistosas marcas y zocos del tocomocho, como tras las máquinas, no hay más que seres humanos que los controlan, grandes ricos que no necesitan tener más, inmersos en una angustiosa y frustrante competición personal por tener siempre más. Tan obsesionados por detener un tiempo que se les escapa que no son capaces de ver que su ambición ilimitada puede acabar con el futuro de todos. Pero no son ellos los culpables de lo que ocurre. Una sociedad que no ha establecido un límite legal a lo que se puede poseer no puede quejarse de que la cúpula del poder esté copada por arribistas insaciables. Sabemos que los más ambiciosos nunca aceptarán un límite a su poder, pero la democracia está para imponérselo, a ellos y a todos.

La desigualdad no es una maldición inevitable, y tampoco es un necesario efecto colateral del capitalismo, como los neoliberales nos quieren hacer creer. Lo que promueve la productividad de las empresas es el capital empresarial, no el capital patrimonial, que puede sumar lo mismo pero no es igual. Que los patrimonios sigan concentrándose en pocas manos es peligroso, innecesario y contraproducente. Según explica Intermón en su excelente informe sobre la desigualdad, entre 1973 y 2014, la productividad neta en los Estados Unidos creció un 72,2%, y sin embargo la retribución por hora del trabajador medio, ajustada a la inflación, sólo aumentó un 8,7%. Y, también en EEUU, el 1% más rico de la población se ha llevado el 95% del crecimiento económico posterior a la crisis. Es evidente que habría riqueza para todos si no se la apropiaran unos cuantos. Y también que el problema no son las grandes empresas o los mercados, sino los grandes patrimonios que los controlan.

Las nuevas generaciones deberán encontrar una solución al problema de la desigualdad para evitar una hecatombe social. Y no ganarán su lucha con tanques ni cañones ni contra nebulosos gigantes anónimos, sino con la sensatez de un pacto global que imponga un límite a pretensiones individualistas absurdas. No tiene sentido que la sociedad consienta un modelo económico de desigualdades extremas y crecientes sustentado e impulsado por una élite siempre insatisfecha. Debiéramos acordar un límite global al patrimonio individual. Ese sería el gran truco final ¡tachán! de una grandiosa magia que abriera las puertas a un mundo sostenible y en paz en el que no sobrara nadie.

Este artículo está dedicado a todos los magos que luchan incansables contra los efectos de la desigualdad.

About Luis Molina Temboury

Economista especializado en el análisis estadístico de la desigualdad. Convencido de que para revertir la escalada de la desigualdad extrema tendremos que acordar un límite al patrimonio. Cuanto antes mejor. Miembro de Economistas Frente a la Crisis

14 Comments

  1. Javier el mayo 7, 2016 a las 4:03 pm

    Excelente y certero artículo de Luis Molina. Un registro público de auto limitación patrimonial también sería de ayuda. Saludos.

  2. Dubitador el mayo 7, 2016 a las 10:11 pm

    Me parecer que no basta con la limitacion patrimonial individual. Hay que modificar el concepto de sociedad anonima, de corporacion, ya que es un veneno para la sociedad y el planeta.
    La lo adelanto Karl Polanyi en «La gran transformacion» ese es libro que necesitan leer los economistas.

  3. Luis Molina el mayo 8, 2016 a las 1:00 pm

    Gracias por tu comentario. Un sistema de desigualdades extremas y crecientes necesita primero parar en seco ese proceso y revertirlo cuanto antes. Limitar el patrimonio personal no es lo único que habría que cambiar para tener un modelo perfecto, claro está, pero es importante ponernos de acuerdo en cambiar lo que sea más rápido y eficaz sobre la base de un amplio consenso. Es lo que se hace en situaciones de emergencia.

    He leído ese libro de Polanyi, de 1944, nada menos, y me parece excelente. Creo que entre sus páginas se vislumbra que un sistema de acumulación patrimonialista sin límite es inviable. Lo era cuando el desarrollo del liberalismo económico se encontró con dos terribles guerras globales, y más lo es ahora en pleno festín ideológico neoliberal. Me gustó mucho este párrafo de su último capítulo, “La libertad en una sociedad compleja”:

    “Las clases acomodadas gozan de la libertad que les proporciona el ocio en seguridad y, en consecuencia, se interesan lógicamente menos por extender la libertad en la sociedad que aquellas otras clases que, por carecer de medios, deben contentarse con un mínimo de libertad. Esto se manifiesta claramente desde el momento en que surge la idea según la cual, mediante imposiciones, podrían estar más equitativamente repartidas las rentas, las distracciones y la seguridad. Aunque las restricciones se apliquen a todos, los privilegiados tienen la tendencia a recibirlas peor, como si únicamente fuesen dirigidas contra ellos. Hablan de esclavitud cuando en realidad de lo que se trata es de extender a toda la población la libertad adquirida de la que sólo ellos disfrutan. Inicialmente es muy posible que haya que reducir sus propios ocios y su seguridad, y, por consiguiente, su libertad, para elevar el nivel de libertad en todo el país. Pero este tipo de desplazamientos, de reforma y de extensión de las libertades, no debería servir de excusa para afirmar que la nueva situación será necesariamente menos libre que la anterior.”

    Tal vez Polanyi estaría de acuerdo en imponer hoy un límite al patrimonio personal, aunque eso ya no lo podamos saber.

  4. XH el mayo 9, 2016 a las 8:02 am

    Pq vamos a hablar de Economía si podemos seguir hablar de mantras.

    Cuantos millones de personas han salido de la miseria en estos últimos 30 años?

    Sólo en China se calculan casi 800 Millones. Y si sumamos el resto de Asia, Sudamérica e incluso Africa, superaremos fácilmente la cifra de los 1000 Millones.

    Mezclan churras con merinas con una falta de rigor pasmosa. El mayor problema de USA es que se ha parado el ascensor social. Y se ha parado el ascensor social pq ha dejado de ser el principal motor de la Economía mundial. Es lo que tiene la Globalización.

    Pero han seguido viniendo inmigrantes a cascoporro. Igual que ha pasado en Europa.

    Tu no puedes asimilar millones de inmigrantes, todos ellos pobres, si tu Economía no crece a un ritmo muy alto y continuado.

    P.e. en España, cuando se hacen análisis serios sobre el incremento de la desigualdad, no tramposos como algunos sacan continuamente, se ve que el problema del aumento de la desigualdad es fundamentalmente el Paro.

    No es que haya muchos más ricos, al contrario, es que hay muchos más pobres. Y hay muchos más pobres pq hay muchos más parados. Y hay muchos más parados pq durante la burbuja inmobiliaria se crearon 5-6 Millones nuevos de puestos de trabajos, falsos, basados en una entelequia, que los pisos nunca bajan y que las infraestructuras públicas, aunque innecesarias, crean riqueza. Ambas cosas falsas, como se ha visto rápidamente.

    Si el problema de la pobreza fuera la desigualdad, en los países más pobres es donde más ricos habría. Y en los más ricos, donde menos. Y si uno coge la lista Forbes, precisamente salen menos americanos que nunca. Y más chinos, más hindúes, más asiáticos, más latinos, que nunca han salido.

    A eso se llama globalización. Y la globalización implica transferencias entre las clases sociales. Los ricos entre ricos, la clase media entre clase media, y los pobres entre pobres.

    Con la diferencia que aunque menos, los ricos de los países de la OCDE se benefician del crecimiento económico de los países en desarrollo. La clase media, apenas. La clase trabajadora, de ninguna forma, no hasta que todos los países se desarrollen y dejen de presionar a la baja los salarios.

    Tb habría que hablar sobre la sobrepoblación en determinados países-continentes. Algo que se evita por ser políticamente correcto, pero igual el neoliberalismo tiene poco que ver con la miseria endémica de Etiopia. Y si, que en los últimos 100 años, prácticamente han multiplicado por 10 su población. Es difícil sacar de la miseria a un país en el que no paran de nacer futuros miserables.

    La mejor política económica ever es la política del hijo único del gobierno chino.

  5. Luis Molina el mayo 9, 2016 a las 10:06 am

    ¿Cuál es el párrafo exacto que no comparte? Dice usted no sé qué de mantras y a continuación suelta una ristra de frases sueltas al despiste que poco tienen que ver con el texto. Parece que no quiere usted que se hable de desigualdad sino sólo de pobreza y miseria. Supongo que tendrá sus buenas razones, pero no creo que esa vía nos lleve a un debate interesante. Se agota siempre en los mismos mantras: sobra gente, la culpa es de los pobres por tener muchos hijos, la globalización es un marco natural en el que poco tienen que ver los intereses de los poderosos, sobran inmigrantes a cascoporro, no paran de nacer futuros miserables, la mejor política económica es la del hijo único del gobierno chino, las infraestructuras públicas son innecesarias, lo que ocurre en África nada tiene que ver con occidente…
    A veces no es bueno mezclar churras con merinas. Pero en economía, como en el resto de ciencias sociales es bueno observar el ganado al completo. No sea que por hablar de unas se nos olviden las otras. Yo no veo cómo se puede desligar la pobreza de la desigualdad. Sin pobres no hay ricos; sin ricos no hay pobres ¿o sí?
    Hay un tema interesante que usted toca, que en EEUU se ha parado el ascensor social. Igual en esa avería tiene algo que ver la globalización de la desigualdad extrema. E igual esta globalización de la desigualdad tiene algo que ver con el reparto de poder. Pero intuyo que si me salgo de la aséptica economía de laboratorio para hablar de poder estaré otra vez mezclando churras con merinas.

  6. XH el mayo 9, 2016 a las 2:27 pm

    Primero gracias por contestar.

    Parecía que sus compañeros sólo lo hacían a aquellos que les daban la razón o al menos eran de su cuerda.

    Vayamos por partes como Jack el destripador.

    La Sobrepoblación.

    No parece muy coherente ser pro-ecologista, defensor del crecimiento 0 o el decrecimiento en muchos casos y a la vez no pensar que la Sobrepoblación no es ningún problema.

    Y sí la sobrepoblación es mayor en Bangladesh que en Dinamarca. Igual habrá que criticar la sobrepoblación en Bangladesh.

    O el ser pobres les exime de toda la responsabilidad?

    La Globalización

    Cuando España-Grecia-Portugal entraron en la CCEE, nadie criticaba la globalización. Nadie decía que eso favorecía a los poderosos, y eso permitió que tres de los países más pobres de la Europa Occidental, dejaran de serlo gracias a que muchas fabricas del centro-norte de Europa se trasladaron aquí.

    Obviamente cuando tb entraron ya en la UE, muchos países de la Europa del Este, eso hizo menos gracia. Y cuando China, India, el Sudeste Asiatico fueron polos de desarrollo económico, ni lo cuento.

    Lo cual es que lo de la globalización va por barrios. Y por momentos.

    Cuando me favorece es buena y cuando me perjudica es mala.

    En realidad la Globalización es un HECHO. Es más fácil mover el capital y el conocimiento que la población. Por tanto es una forma de evitar las migraciones masivas y de obligar a la gente el tener que irse pq en su casa se mueren de hambre.

    A los ricos les va mucho mejor? A los ricos siempre les va mejor, por eso son ricos(Y sino les va mejor, dejan de ser ricos y se pone otro).

    Pero el hecho que en la lista de los mayores millonarios del mundo este lleno de mejicanos, españoles(Bueno Amancio Ortega), hindúes, chinos, rusos, árabes, a los millonarios americanos, ingleses, alemanes, fijo que no les hace pizca de gracia.

    Así que dudo que ellos la impulsaran para que después se viesen descabalgados.

    Lo de sin pobres no hay ricos es un gran mantra. Y una estupidez dicha por economista. Si algo es indiscutible, es que la pobreza es un negocio pésimo. Hace más de 100 años que el capitalismo se dio cuenta que una vez todos los ricos ya estaban servidos, si no creaba una clase media, no había opción a seguir creciendo.

    O no recuerda la frase de Ford, voy a hacer un coche que pueda comprar cualquier americano?

    Por contra cuantos multimillonarios hay en Zimbawe? O en Somalia? O en Butan?

    No siempre la riqueza crea riqueza. Lo que es seguro es que de la pobreza es imposible crear riqueza.

    Infraestructuras

    Las infraestructuras son necesarias si no existen o si son un cuello de botella para el crecimiento económico.

    Lo que no hacen las infraestructuras es crear riqueza por si mismas. Y España es un caso claro. Cuanta riqueza han creado en España los AVES en la España pobre?

    La Oferta, sin Demanda, no crea riqueza.

    La Economía es una ciencia social?

    Y la medicina no? Tb va sobre personas? Y tb afecta mucho a la vida de las personas?

    La Economía es una ciencia que intenta optimizar la gestión de los recursos escasos.

    El ascensor social se ha parado en USA pq no crece a los ritmos que propician su funcionamiento. Punto. Y por eso se ha instalado en países como China, como India, etc que crecen a un gran ritmo.

    El ascensor social funcionó en España en los 60’s principios de los 70’s, pq crecíamos mucho. A la que se paró la economía el ascensor se paró.

    No crecimiento, no ascensor social. Como mucho será quítate tu, que me pongo yo.

  7. Luis Molina el mayo 9, 2016 a las 5:27 pm

    No me extraña que otros no entren a sus comentarios, tan agresivos como deshilvanados y a ratos incomprensibles. Sí me tienta entrar a sus insultos, pero hoy no… mañana.

  8. XH el mayo 10, 2016 a las 7:53 am

    Darte las gracias por contestar es insultar?

    Será precipitado, pq después no has contestado a nada. Igual pq no sabes que contestar.

    Deshilvanado te refieres a mezclar a Trump, con los refugiados, el neoliberalismo y la desigualdad? Pq ese si que es un Totum revolutum incomprensible.

    Por cierto, lo que marca la evolución de los salarios no es la productividad, ni siquiera la productividad neta, es la competitividad.

    O acaso si tu eres el dueño de una empresa que incrementa la productividad un 3% anual, incrementaras los salarios un 3% tb. Aunque el resto del sector este incrementando la productividad al 5%. Pq si haces eso tus trabajadores acabarán en el paro en 3,2,1…

    Que me dices de esos datos(Olvídate de quien los publica, lo importante es que esos datos están avalados por economistas serios, no en crisis como vosotros).

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/1Pobrezaglobal.png

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/2%20Pobreza%20regional.png

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/3-distribucion-del-ingreso.jpg

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/numero-personas-bajo-linea-pobreza.png

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/6%20Horas%20trabajadas%20por%20empleado.png

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/7%20Mortalidad%20infantil%201.png

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/8%20Esperanza%20de%20vida.png

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/9%20Incidencia%20mortal%20de%20las%20enfermedades.jpg

    http://s.libertaddigital.com/fotos/noticias/10%20Usuarios%20de%20internet.png

    No me contestes a mí. Contesta a esas gráficas.

  9. Dubitador el mayo 11, 2016 a las 3:57 am

    Son horribles, son incansables, ni la evidencia del desastre achacable a su doctrina les arredra, estan en permanente lucha contra el colectivismo estatalista, al que igualmente acusan de lo que ellos mismos han causado. Es caracteristico de las doctrinas que no se basan en supuestos ni hechos reales. Es misticismo puro. Lo de que se ha reducido la riqueza en las sociedades ricas para subirla en las pobres es tan ultra imbecil que me hace sentir autentico malestar fisico el mero proposito de rebatirlo, pues si la evidencia de su absurdez necesita explicacion, no hay explicacion posible.

  10. Magos y trileros de la desigualdad | Baladring el mayo 17, 2016 a las 4:10 pm

    […] Origen: Magos y trileros de la desigualdad […]

  11. Cristina el mayo 21, 2016 a las 1:18 pm

    El artículo refleja exactamente lo que muchos pensamos. Gente que no hemos estudiado economía, y nos guiamos por el sentido común: todo el que ha «sido nacido» tiene derecho a una vida digna, aunque no sea el más listo o el más emprendedor. Y, por otro lado, en el mundo hay riqueza y tecnología suficientes para que lo anterior se lleve a la práctica. Espero que la generación que nos sigue no se resigne a que la desigualdad (que tanto dolor y muerte provoca)
    sea una «consecuencia inevitable» del capitalismo y del progreso.

  12. […] la del PSOE entre neoliberalismo y socialdemocracia en la esfera económica, o, como comentaba en este otro artículo, la del candidato Trump en Estados Unidos en el terreno […]

  13. Magos y trileros de la desigualdad | Alien Social el julio 1, 2016 a las 12:22 pm

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