Panamá y otros paraísos fiscales

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Por Fernando de Miguel, miembro de Economistas Frente a la Crisis EFC

La publicación de los “Papeles de Panamá” permitió poner en primera línea de actualidad la existencia de lugares donde la opacidad, los testaferros y la baja o nula tributación, permiten dar cobijo seguro a las fortunas obtenidas de los negocios fuera del control fiscal, así como a las obtenidas de las más diversas formas de delincuencia, desde el tráfico de drogas o armas, a las del saqueo de las arcas públicas por la rapiña directa, la corrupción o las comisiones por la gestión interesada de los bienes y servicios de todos, que, no sólo quieren estar fuera del control fiscal, sino que, por su origen necesitan la ocultación total de su existencia.

Estos “Paraísos Fiscales” son además punto de partida para posteriores procesos de blanqueo de estas fortunas, para poder ser parcial o totalmente usadas desvergonzadamente en los paisajes de origen.

Al ser beneficiarios de estos refugios buena parte de las élites económicas y partícipes de la gobernanza política, en algunos casos estrechamente beneficiados y emparentados con ellos, no es de extrañar que, pese a las múltiples declaraciones y promesas de erradicarlos, gocen, desgraciadamente, de una excelente salud y tengan una enorme capacidad para mutar sus formas, a fin de que todo cambie, para que todo, esencialmente, continúe siendo igual.

Paraísos que desestructuran Europa

Pese a la gravedad en términos de justicia y a la enorme importancia de este tipo de uso de los Paraísos Fiscales en la ocultación de rentas a los Presupuestos Públicos, no son ni mucho menos los únicos y conviene, cuando el foco mediático está sobre ellos, hablar también de otros paraísos y otros usos de paraísos fiscales, pues su impacto económico es brutal.

Lo más grave es que, en principio, se trata de actividades legales, llevadas a cabo principalmente por grandes empresas, de la mano de elitistas expertos fiscales y con el soporte de una legislación que lo ampara de países soberanos, muchos miembros de la Unión Europea, algunos, además, especialmente activos en la defensa de las políticas de austeridad (léase recortes del gasto social y los salarios), defendiéndola como única manera de acabar con los déficit fiscales, especialmente de los países del sur de Europa.

Así, países como Holanda, Luxemburgo o Irlanda, además de competir con menores tipos impositivos en sociedades, permiten/favorecen esta elusión fiscal, gracias a una legislación adaptada y a sus acuerdos con jurisdicciones que son paraísos fiscales “clásicos”.

Efectivamente, haciendo tributar, en la filial de estos países, los servicios ejecutados en cualquier otro país de la UE y en otra, en un territorio con tributación ínfima o simbólica con los que se mantienen acuerdos fiscales, que factura a la primera a precios abusivos por las regalías/patentes que le cede la matriz de la multinacional, los beneficios de la filial europea pueden minorarse a voluntad y el beneficio real, trasladado a la segunda, prácticamente no tributar. En otros casos la filial principal concede créditos, a elevados tipos de interés, aquí exentos, a la del país donde efectivamente se desarrolla la actividad, anulando los beneficios.

No contentos con dejar los beneficios tributables en la UE reducidos a su mínima expresión, aplicando los tipos de sociedades más bajos, aún, en muchos casos, se dota de una segunda ingeniería fiscal, trasladándolos a terceros “paraísos” para llevar al limite la tributación global.

Google, Apple, Amazon, Starbucks, Uber, Ikea, Burberry, Facebook… usan sistemáticamente estos mecanismos para eludir sus impuestos. Como ejemplo Google (Irlanda y Holanda) en 2014 pagaron 11.000MM€ en concepto de royalties a Google Ireland Holdings en Bermudas. La diferencia entre una tributación al 30% y 3,2% (tipo máximo en Bermudas) son 2.948MM€, para una compañía/año.

Los efectos reales de estas perversas prácticas

Solo en la UE, la Comisión estima que estos “otros usos” suponen una pérdida de ingresos fiscales de entre 50.000 y 70.000 MM€ al año que hubiesen podido servir de base a las políticas de compensación a las tendencias innatas a la desigualdad de sistema de mercado.

Si tenemos en cuenta que el PIB de España es aproximadamente el 10% del de la UE, en la hipótesis de una distribución proporcional de esta elusión fiscal, su eliminación, en seis años de crisis económica (2009-2014), hubiese podido suponer, en la hipótesis más baja, un mayor ingreso de 30.000MM€, igual a la reducción del gasto público en este periodo, según los datos facilitados tanto por BBVA como por CCOO, aunque lógicamente con muy divergentes conclusiones.

Aun así, ante esta situación no todos los países reaccionan de la misma forma, Reino Unido o Italia han levantado inspecciones para reducir esta sangría y, en el caso de Google, han conseguido 172 y 227MM€ respectivamente. Italia también ha levantado acta por 318MM a Apple. España donde, al parecer solo se pretende, sin éxito, cerrar el déficit por la vía de disminuir el gasto social, la investigación se acaba de iniciar ahora con registros en las oficinas Google. Más vale tarde que nunca, pero habrá que estar atentos a la contundencia y continuidad de la actuación, así como a su extensión al resto de los que comparten el mismo modelo.  

Paraísos y acción política

 A la vista de esta situación parece que, además de discutir si se puede incrementar el gasto social una cierta cantidad u otra y hasta donde es sostenible, debería ponerse también en primera línea del debate político, las políticas concretas para conseguir incrementar los recursos públicos, al taponar los resquicios normativos por los que las grandes multinacionales eluden el pago de ingentes cantidades de impuestos y ponerlos al servicio de recomponer los recortes del gasto social. Esta actuación, como tantas otras, exigiría realizarse tanto a nivel nacional como europeo, pues las actuales iniciativas de la Comisión Europea en este terreno, fundamentalmente vinculadas al intercambio de información y con largos plazos de discusión, amenazan con acabar en nuevas dilaciones y que, también aquí, se gesticule con la noticia, pero, que los cambios, que finalmente puedan hacerse, permitan que todo siga esencialmente igual.

 

About Fernando de Miguel

Economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis

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