Pensiones: ¡acercarse a Europa!

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A la versión* en castellano, sigue versió en català

Emili Ferrer Inglés, economista, es miembro de Economistes Davant la Crisi  / Economistas Frente a la Crisis / EFC y de Federalistes d’Esquerres

El final de las pensiones no está escrito: el sistema es sostenible. El augurio de su insostenibilidad no es, ni mucho menos, un hecho inevitable. Es necesario afrontar la transformación del sistema, no su insostenibilidad. Solo si se continua con las políticas actuales se degradará el sistema de pensiones. El 2014 España destinó a pensiones el 12% del PIB, Francia, el 15%, i Italia, el 17%. Según Eurostat, el 2015 España tiene un gasto social sobre el PIB y una presión fiscal de las más bajas de la zona euro, menos 3,5 puntos y menos 6,8 puntos respectivamente de la media de la zona euro, en un país que según la OCDE es el séptimo de entre 33 en que más a crecido la pobreza entre 2010 y 2014. En diciembre de 2016 había 9,5 millones de pensionistas, de los que 1,7 millones son de Catalunya, el 17,9% de los pensionistas del conjunto del Estado y el 18,6% del gasto. Por tanto -y en contra de algunos presagios-, tenemos margen para sostener el sistema, debido a que no tenemos un exceso de gasto en pensiones, sino un problema en los ingresos que las financian. La transformación del sistema es el reto que debemos afrontar y no su insostenibilidad.

Nuestro sistema es contributivo. Esto quiere decir que se financia con las cotizaciones sociales de las personas ocupadas del mismo año en que se pagan las pensiones. La generación actual aporta los recursos para pagar las pensiones de las personas de generaciones anteriores. El sistema depende de tres factores: la capacidad de generar cotizaciones, de las prestaciones que comporta y del número de personas atendidas. Según los estudios disponibles, ni en las hipótesis de envejecimiento más extremas, el sistema sería inevitablemente insostenible.

Las reformas del PP de 2012 y 2013 han sido injustas y políticamente inviables. La Ley 23/2013 estableció un Índice de Sostenibilidad de las pensiones que reducirá acumulativamente su revalorización durante los próximos 40 años. Sólo garantiza un incremento del 0,25%, insuficiente para compensar la inflación y implica una previsión de reducción real de las pensiones entre 15 y el 20% durante la primera década. En ningún país de Europa hay una norma semejante, en todos se garantiza el IPC como incremento mínimo.

La reforma del PP también ha favorecido la expansión de los sistemas privados de pensiones, que son de capitalización, en los cuales cada persona ahorra y se paga su pensión. No aseguran la percepción de una pensión, ya que dependen de lo que ocurra con la rentabilidad de los ahorros, y sin garantía pública: están sometidos al riego de quiebras que los pueden hacer desaparecer. Para un trabajador en precario, la posibilidad de un ahorro personal suficiente para garantizar una pensión digna para la vejez forma parte del mundo de la magia. Con los sistemas privados sólo los jubilados perceptores de rentas más elevadas dispondrán de pensiones generosas.

Entre 2012 y julio de 2017, 69.915 millones de euros se han retirado del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que ha pasado de 63.008 millones de euros el año 2012 a 11.602 millones el año 2017. A la retirada de fondos, debemos añadir los 21.106 millones de euros de menos ingresos -estimación que hace UGT de Catalunya- de las bonificaciones a la Seguridad Social para fomento del empleo. Esta medida, además, ha contribuido muy poco a la creación de empleo indefinido y, en cambio, ha ayudado a la substitución de trabajo indefinido por trabajo precario. Y es más impresentable insistir en la imposibilidad de hacer sostenible el sistema público de pensiones, cuando, al mismo tiempo, se han destinado 45.000 millones   de euros de dinero público al rescate de la banca, se ha aprobado una amnistía fiscal , y persiste un fraude fiscal estimado en 80.000 millones de euros.

En la reducción de ingresos podemos identificar tres causas: la política de austeridad, que ha generado paro; la reforma laboral, que nos ha instalado en la flexibilidad y la precariedad, y, finalmente, la devaluación salarial, que ha hecho caer las rentas del trabajo. Causas que son consecuencia de decisiones políticas, en ningún caso amparadas por la evidencia del análisis económico ni en ninguna limitación de carácter técnico. Son decisiones sustentadas en la ideología. El reto que es necesario afrontar es la transformación del sistema, no su supuesta insostenibilidat.

Economistas Frente a la Crisis aboga por una reforma pactada con los sindicatos y la mayoría de los grupos parlamentarios, en la cual sería imprescindible: en primer lugar, conseguir un mayor nivel de cotizaciones sociales y de redistribución fiscal, y volver a una reforma pactada del sistema de pensiones. En segundo lugar, se puede mejorar el nivel de las cotizaciones mediante el incremento del Salario Mínimo Interprofesional, eliminando las bonificaciones a la cotización y también los techos de cotización para los salarios más altos. Y, en tercer lugar, estas medidas deben acompañarse de la contribución desde los Presupuestos del Estado, como se hace en países de nuestro entorno, a la financiación del gasto de las pensiones públicas. En Francia, in impuesto finalista aporta hasta el 25% del gasto es pensiones, y de forma similar se hace en Alemania. Esta acción implica acercar la presión fiscal de España a la media de la UE, que actualmente es una de las más bajas.

A principios de 1992 Bill Clinton le espetó a George WH Busch la frase: ¡no es la política, es la economía, estúpido! Pero, para resolver la estabilidad de los sistemas públicos de pensiones, es necesario entender que: ¡no es la economía, es la ideología, estúpido!. Disponemos de propuestas y recursos para garantizar las pensiones públicas. Es preciso caminar en la dirección en que lo han hecho otros paises. La derogación de la reforma del PP y el acuerdo por la sostenibilidad significa acercarse a Europa.

*Publicado en el diario ‘EL 9 NOU’, el viernes 5 de enero de 2018.  

 

Versió en català

PENSIONS: ACOSTAR-SE A EUROPA!

Emili Ferrer Inglés, economista, és membre de Economistes Davant la Crisi  / Economistas Frente a la Crisis / EFC i de Federalistes d’Esquerres

El final de les pensions públiques no està pas escrit: el sistema es sostenible. L’auguri de la seva insostenibilitat no és, ni molt menys, un fet inevitable. Cal afrontar la transformació del sistema, no pas la seva insosteniblitat. Només si es continua amb les polítiques actuals es degradarà el sistema de pensions. El 2014 Espanya va destinar a pensiones el 12% del PIB, França, el 15 % i Itàlia, el 17%. Segons Eurostat, el 2015 Espanya té una despesa social sobre el PIB i una pressió fiscal de les mes baixes de la zona euro, menys 3,5 punts i menys 6,8 punts respectivament de la mitja de la zona euro, en un país que segons l’OCDE és el setè d’entre 33 en que més ha crescut la pobresa entre 2010 i 2014. El desembre de 2016 hi havia 9,5 milions de pensionistes, dels que 1,7 milions son de Catalunya, el 17,9 % dels pensionistes del conjunt de l’Estat i el 18,6% de la despesa. Per tan – i en contra d’alguns presagis-, tenim marge per sostenir el sistema, ja que no tenim un excés de despesa en pensions, sinó un problema en els ingressos que les financen. La transformació del sistema es el repte que cal afrontar i no pas la seva suposada insostenibilitat.

El nostre sistema es contributiu. Això vol dir que es finança amb les cotitzacions socials de les persones ocupades del mateix any en què es paguen les pensions. La generació actual aporta els recursos per pagar les pensions de les persones d’anteriors generacions. El sistema depèn de tres factors: la capacitat de generar cotitzacions, de les prestacions que comporta i del nombre de persones ateses. Segons els estudis disponibles, ni en les hipòtesis d’envelliment més extremes, el sistema seria inevitablement insostenible.

Les reformes del PP de 2012 i 2013 han estat injustes i políticament inviables. La Llei 23/2013 va establir un Índex de Sostenibilitat de les pensions que reduirà acumulativament la seva revalorització durant el propers 40 anys. Només garanteix un increment del 0,25%, insuficient per compensar la inflació i implica una previsió de reducció real de les pensions entre el 15 i el 20% durant la primera dècada. A cap país d’Europa hi una norma semblant, en tots es garanteix l’IPC com increment mínim.

La reforma del PP també ha afavorit l’expansió dels sistemes privats de pensions, que són de capitalització, en els quals cada persona estalvia i es paga la seva pensió. No asseguren la percepció d’una pensió, ja que depenen del que passi amb la rendibilitat dels estalvis, i sense garantia pública: estan sotmesos al risc de fallides que els poden fer desaparèixer. Per a un treballador en precari, la possibilitat d’un estalvi personal suficient per garantir una pensió digna per la vellesa forma part del món de la màgia. Amb els sistemes privats només els jubilats perceptors de rendes més grans disposaran de pensions generoses.

Entre 2012 i juliol de 2017, 69.915 milions d’euros s’han retirat del Fons de Reserva de la Seguretat Social, que han passat de 63.008 milions d’euros l’any 2012 a 11.602 milions d’euros l’any 2017. A la retirada de fons, cal afegir els 21.106 milions d’euros de menys ingressos -estimació que fa l’UGT de Catalunya- de les bonificacions a la Seguretat Social per foment de l’ocupació. Aquesta mesura, a més, ha contribuït molt poc a la creació d’ocupació indefinida i, en canvi, ha ajudat a la substitució de treball indefinit per treball precari. I és impresentable insistir en la impossibilitat de fer sostenible el sistema públic de pensions, quan, al mateix temps, s’han destinat 45.000 milions d’euros de diner públic al rescat de la banca, s’ha aprovat una amnistia fiscal, i persisteix un frau fiscal estimat en 80.000 milions d’euros.

Tres causes podem identificar en la reducció dels ingressos: la política d’austeritat, que ha generat atur; la reforma laboral, que ens ha instal·lat en la flexibilitat i la precarietat, i, finalment, la devaluació salarial que ha fet caure les rendes del treball. Causes que són conseqüència de decisions polítiques, no gens emparades en l’evidència de l’anàlisi econòmic ni en cap limitació de caràcter tècnic. Són decisions sustentades en la ideologia. El repte que cal afrontar és la transformació del sistema, no la seva suposada insosteniblitat.

Economistes Davant la Crisis advoquem per una reforma pactada amb els sindicats i la majoria dels grups parlamentaris, en la qual seria imprescindible: en primer lloc , aconseguir un més gran nivell de cotitzacions socials i de redistribució fiscal, i retornar a una reforma pactada del sistema de pensions. En segon lloc, es pot millorar el nivell de les cotitzacions mitjançant l’increment del Salari Mínim Interprofessional, eliminant les bonificacions a la cotització i també els topalls de cotització pels salaris més alts. I, en tercer lloc, aquestes mesures s ’han d’acompanyar de la contribució des dels Pressupostos de l’Estat, com es fa en països del nostre entorn, al finançament de las despesa de les pensions públiques. A França, un impost finalista aporta fins al 25% de la despesa de pensions, i de forma similar es fa a Alemanya. Aquesta acció implicarà acostar la pressió fiscal d’Espanya a la mitja de la UE, que actualment es una de les més baixes.

A principis de 1992 Bill Clinton va etzibar a George WH Busch la frase: “No és la política, és la economia, estúpid!”. Dons per resoldre l’estabilitat dels sistemes públics de pensions cal entendre que: “No és l’economia, és la ideologia, estúpid!”. Disposem de propostes i recursos per garantir les pensions públiques. Cal caminar en la direcció en que ho han fet altres països. La derogació de la reforma del PP i l’acord per la sostenibilitat significa acostar-se Europa.

*Publicat al diari ‘EL 9 NOU’, el divendres 5 de gener de 2018.

 

 

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1 Comment

  1. juan el enero 14, 2018 a las 12:17 pm

    Las tesis progresistas cada vez calan menos por ser percibidas como medias verdades en busca de réditos políticos en vez de abordar valientemente problemas complejos que requieren consensos.

    En términos de gasto en pensiones sobre el PIB España ya estaría en los niveles de los países mencionados si en las generaciones de mujeres jubiladas hubiese habido la misma tasa de actividad que en dichos países. Los años de nacional catolicismo y mujer en el hogar hacen que dicha comparación no valga. Una más objetiva que es la tasa de sustitución indica como el sistema español es muy generoso con los que acaban bien su carrera laboral aún haberla empezado mal a costa de masacrar a los que han tenido la situación contraria. Toda una oda a la desigualdad apoyada por los sindicatos. También como no podía faltar en un artículo de estos una alusión al ahorro privado como complementario en negativo pero claro, sin mencionar que parte de ese ahorro privado es gestionado por los sindicatos e ingresando ellos las comisiones, incluso con gestiones tan desastrosas como las de Fonditel (plan de pensiones de Telefonica) a principios de los 2000.
    Tampoco podía faltar lo de las bonificaciones en las cuotas, que pudiendo estar de acuerdo o no, han primado empleo estable de colectivos en dificultades de acceso y su coste ha sido en torno al uno y pico porcentual de la recaudación.

    Ójala fuésemos un país con una izquierda seria y constructiva. Ójala fuésemos Suecia.

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