El debate de las pensiones: ¿Aportan algo las cuentas nocionales?

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Este artículo viene acompañado de un Apéndice técnico. Su consulta no se estima necesaria para la comprensión del texto siguiente. Sin embargo, los lectores que deseen más detalles sobre algunos cálculos y conceptos pueden encontrarlos, cuando se indica en el texto, en el citado Apéndice, pinchando simplemente en el enlace siguiente: ApendiceTecnicoCuentasNocionales.pdf

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Desde que el Fondo de Reserva para pensiones empezó esfumarse, después de haber alcanzado 70.000 millones de euros, vuelven a florecer los tenebrosos vaticinios y se aprueban reformas para recortar las pensiones, incluso sin necesidad de consenso, como ocurrió en 2013. Pero los intereses financieros y sus portavoces intelectuales han dejado de proponer explícitamente el paso a un sistema de capitalización, como lo hacían insistentemente en torno a 1995, aunque es cierto que todas las reformas puestas en marcha nos acercan a la lógica de los planes privados. Estas llevan a una contributividad cada vez más estricta, que transforma paulatinamente el sistema público en algo muy parecido a un simple mecanismo de ahorro forzoso, en vez de ser el instrumento de la solidaridad intergeneracional, mediante el cual los activos se hacen cargo de los que ya no pueden trabajar, como lo harán por ellos sus hijos en el futuro. Pero el sueño neoliberal de un sistema privado, o totalmente asimilable a uno privado de capitalización pura, no se considera ya realizable directamente y, como paso intermedio, se promociona ahora lo que se presenta como un nuevo sistema, llamado de cuentas nocionales, que pretende, supuestamente, reunir lo mejor de los dos mundos, reparto y capitalización, cuya implantación no exige una transición tan costosa.

La base del nuevo sistema es que las cotizaciones de los activos se utilizan para el pago de las pensiones del año (como en el sistema de reparto) pero, a la vez, se apuntan en cuentas individuales a nombre de cada cotizante para que, como en el sistema de capitalización, vayan constituyendo un capital que más tarde, a la hora de la jubilación, se transformará en una pensión.  Como las cotizaciones han sido en realidad destinadas al pago de las pensiones, este proceso de acumulación es puramente ficticio, “nocional” (que suena mejor, porque parece inglés) [2], y solo sirve para el cálculo de la pensión de cada cotizante. El sistema sería, por tanto, de capitalización para los individuos y de reparto para su financiación.

Las cuentas nocionales son hoy la principal propuesta de los medios financieros y sus adalides para dejar atrás las reformas paramétricas y sustituir los actuales sistemas públicos. En España, se han multiplicado en los últimos tiempos los estudios y las declaraciones, producidos o inspirados por grandes bancos y aseguradoras, que ensalzan las ventajas de la implantación de un sistema de este tipo en nuestro país, y la sombra de las cuentas nocionales ha planeado, amenazante, sobre el Pacto de Toledo, del que, felizmente, han podido salir algunas recomendaciones sensatas. Hay que preguntarse si la pretendida fusión de la capitalización y del reparto recoge las ventajas de ambos o si, por el contrario, del crisol de las nocionales surge una quimera, que suma a los defectos e inconvenientes de cada uno los suyos propios

El sistema propuesto tiene varias dimensiones. En primer lugar, la dimensión longitudinal individual: cómo se calcula la pensión a partir de las cotizaciones realizadas a lo largo de la vida laboral. En segundo lugar, la dimensión transversal: como se realiza la igualdad entre las cotizaciones de un año y las pensiones que se pagan ese año (equilibrio financiero, propio de un sistema de reparto). Finalmente, la dimensión longitudinal agregada, en la que se definen los instrumentos de pilotaje del sistema con el objetivo de conseguir el equilibrio anterior. Veremos que se trata de un sistema complejo, cuya implantación en Suecia llevó años de negociación política, que exige un largo período de transición y que supone un imponente aparato de gestión. Veremos también que asegurar el equilibrio financiero anual supone actuaciones constantes sobre las pensiones, directamente o modificando la capitalización de las cotizaciones, de manera que el objetivo de seguridad global solo se puede alcanzar dotando de inseguridad a las pensiones de cada uno. Veremos sobre todo que el sistema propuesto no tiene una capacidad mayor que el actual para afrontar choques demográficos (la llegada de los cotizantes del baby-boom, por ejemplo) o económicos (crisis como la de 2008-2010 o como la actual). Nos preguntaremos, finalmente, cuáles son las ventajas reales que los adeptos de las cuentas nocionales esperan de su eventual implantación en España.

El equilibrio individual: el cálculo de la pensión

El sistema actúa aplicando un cálculo de capitalización de las cotizaciones (ficticio, no lo olvidemos) y su conversión posterior en una renta, al igual que en un plan de pensiones privado. En el momento de iniciarse la jubilación se igualan el capital ficticio formado por la capitalización de las cotizaciones pagadas a lo largo de toda la vida laboral (que llamamos KN) y el valor, actualizado en esa fecha, del pago futuro de una pensión vitalicia. A ambos flujos se les aplica un rendimiento anual, también ficticio, llamado tanto nocional, uno para activos y otro para pensionistas (que pueden ser idénticos o no). La diferencia principal con un sistema financiero equivalente es que el rendimiento aplicado a las cotizaciones y el que sirve para el cálculo de la renta-pensión no vienen determinados por el mercado, sino que lo fija el órgano gestor (de momento el Estado). Para calcular la pensión inicial  se define un coeficiente de conversión (cc) del capital nocional (KN), función del tanto nocional, de la eventual tasa de crecimiento de la pensióny de la esperanza de vidaque se atribuye a la persona que se jubila a la edad j (ver fórmulas detalladas en el Apéndice técnico). Tenemos y la pensión en años sucesivos aumenta a una tasa(ver el Apéndice técnico).

En el momento de la jubilación, el capital acumulado , aunque sea ficticio, es un dato cierto, que depende de las cotizaciones ya realizadas y del rendimiento nocional aplicado cada año. Por el contrario, los parámetros del coeficiente de conversión  deben ser, en un caso, estimados, como la esperanza de vida futura, y, en otros, como el tanto nocional para pensionistas y la tasa de incremento anual de la pensión, fijados por alguna autoridad gestora. Para la esperanza de vida, se debería tomar la correspondiente a la generación del individuo a la edad en que se jubila. No es este un dato usual en las estadísticas oficiales. El INE, por ejemplo, no publica datos de mortalidad por generación. Ni siquiera en las proyecciones de población se recurre a indicadores de generación. De ahí que, se termine recurriendo a algún dato aproximado, de carácter transversal.

La tasa de crecimiento anual de la pensión no es lo que se conoce como índice de revalorización de la pensión, sino que refleja únicamente la preferencia entre pensión inicial y crecimiento anual: cuanto mayor sea el crecimiento anual, menor será la pensión inicial. La revalorización se mide por el tanto nocional. En el caso particular en que la pensión aumente cada año en un porcentaje igual al tanto nocional de las pensiones,, la pensión inicial dependerá únicamente de la esperanza de vida:. En cualquier caso, los pensionistas habrán percibido al final de su vida, en promedio[3], la misma cantidad: la que han acumulado por capitalización de sus cotizaciones a lo largo de su etapa activa. Se aplica aquí la máxima de “un euro por un euro”[4]. Como se ve, si se pretende que, en este sistema, las pensiones mantengan su poder adquisitivo año tras año, la pensión inicial se reduce drásticamente. Es un sistema de pobreza, en el que se solo se puede elegir entre pobre al principio o pobre al final.

Una vez introducida la esperanza de vida, quedan dos parámetros que el órgano gestor debe fijar: la tasa de crecimiento anual y el tanto nocional. En la práctica se da mayor importancia y visibilidad a uno de ellos y, en algún caso, se recurre al llamado factor de desviación que mide la distancia de una combinación dada al caso de igualdad de los parámetros y puede ser utilizado como variable instrumental (caso de Italia, por ejemplo). En el sistema sueco, el procedimiento es algo más complejo. Para calcular la pensión inicial, se aplica una tasa de revalorización fija, que se denomina “adelanto de interés” y que actualmente está fijada en 1,6%. Este adelanto se deduce de la tasa final de revalorización de la pensión (o tanto nocional) que se aplica cada año, como veremos más adelante.

Es notable que un sistema, cuyos adeptos resaltan sobre todo su claridad y transparencia, maneje, en una fase crítica para determinar la cuantía de las pensiones, unos parámetros que, salvo para los especialistas, pueden resultar confusos. También resulta reseñable la capacidad de “tunear”, por no decir manipular, las modalidades de fijación de la pensión, con el fin de obtener la combinación entre nivel de la pensión inicial y tasa de crecimiento anual posterior, que se considere más adecuada (¿para qué fines?), sin alterar la carga para el sistema.

El equilibrio del sistema: revalorización anual y mecanismos de corrección.

El cálculo de la pensión presenta diferencias significativas con un plan de jubilación privado, aunque los dos sigan la misma lógica. La principal es que el rendimiento de las aportaciones no lo fija el mercado sino una autoridad gestora, lo que, sin duda, tiene la ventaja de evitar la volatilidad y la incertidumbre propias de los planes de pensiones privados[5]. En realidad, el tanto nocional tiene poco que ver con el rendimiento de activos financieros, se trata más bien del instrumento principal del que dispone la Autoridad Gestora para buscar la estabilidad del sistema y corregir posibles desequilibrios. Las cotizaciones que se acumulan en las cuentas nocionales provienen de años que pueden estar muy alejados del momento de la jubilación, para que sean comparables, por lo que han de ser actualizadas.  En Suecia, el problema se resuelve haciendo que el tanto nocional de cada año exprese la variación anual del salario medio[6] en el país, tanto para las cotizaciones de los activos como para las pensiones. En realidad, el indicador más adecuado, dentro de la lógica del sistema, no es el salario medio sino el total de salarios o masa salarial (ver el Apéndice técnico).

Hemos visto, en los párrafos anteriores, como se fija la pensión de cada persona que se jubila. El equilibrio financiero del sistema se consigue cuando las cotizaciones percibidas cada año cubren los pagos de las pensiones de ese año. Casar el enfoque longitudinal de la pensión individual con el enfoque transversal del equilibrio anual, pasa por mantener igualados en cada momento el activo y el pasivo del sistema (enfoque actuarial). En un momento dado, el activo está formado por las cotizaciones ya percibidas de las personas que se encuentran en el sistema en ese momento (pensionistas y cotizantes) una vez deducidas las pensiones ya pagadas con cargo a esas cotizaciones, así como las esperadas de los actuales cotizantes en los años venideros. En el pasivo figuran las pensiones que quedan por pagar a los actuales pensionistas, más las que percibirán en su día los cotizantes actuales (ver el Apéndice técnico y, en particular, la Figura 1). El equilibrio longitudinal del sistema en su conjunto mezcla, por tanto, datos ciertos y datos futuros que deben ser proyectados. Por otra parte, tanto la capitalización de las cotizaciones, como el cálculo de las pensiones y su revalorización anual, introducen dos variables cuya estimación puede ser fuente de desequilibrios: el tanto nocional para activos y para pasivos y la esperanza de vida en el momento de la jubilación. En principio, el tanto nocional para activos debe reflejar la evolución de la masa salarial para permitir la estabilidad del sistema. Por el contrario, la revalorización de las pensiones debe más bien basarse en la evolución del salario medio si se quiere mantener la ratio entre ingresos de los activos e ingresos de los jubilados. En el sistema sueco se ha optado por utilizar la evolución del salario medio, tanto para cotizantes como para pensionistas. Con esta modalidad, las variaciones del empleo inducen desequilibrios, que pueden ser de naturaleza coyuntural, en cuyo caso se resolverían por el funcionamiento de fondos de amortiguación (buffer funds), o pueden tener carácter estructural, en cuyo caso es necesario introducir un correctivo para restablecer el equilibrio del sistema. La elección de este índice tendría una tremenda importancia en un modelo laboral como el español, caracterizado por fuertes variaciones del empleo.

Otra variable importante que incide con fuerza en el equilibrio del sistema es la evolución de la esperanza de vida de los jubilados. Aunque esta ya se tiene en cuenta al calcular la pensión inicial, el valor utilizado no deja de ser una estimación que puede diferir de la evolución real. Si aumentan los años vividos como jubilado, aumentará el gasto en pensiones más de lo previsto y, en este caso también, será necesario introducir una corrección para volver al equilibrio. Existen además otros factores que pueden modificar la relación entre años cotizados y años como jubilado, aunque el sistema está diseñado para preservar la neutralidad actuarial referida a la edad de jubilación.

En el sistema sueco, cuando la ratio en un año dado, es inferior a 1, se activa un “índice de reequilibrio” que sustituye a los tantos nocionales para activos y pensionistas. Así, cuando las deudas actuales y previstas con las personas que se encuentran en el sistema superan los ingresos disponibles y futuros, se moderan el crecimiento del capital nocional y la revalorización de las pensiones, porque se utiliza un índice inferior al crecimiento del salario medio, hasta que se restablezca el equilibrio (ver el Apéndice técnico, en particular la Figura 2). Los defensores del sistema consideran que esta modalidad tiene la ventaja de que el sacrificio que hay que consentir se distribuye entre activos y jubilados. En realidad, sería más correcto decir que afecta a las pensiones actuales y a las futuras. Cualquier corrección aportada al sistema termina recayendo sobre los jubilados.

¿Qué aporta el sistema de las cuentas nocionales?

Nuestro sistema público debe afrontar en estos momentos grandes problemas que hay que distinguir cuidadosamente, porque cada uno de ellos exige una solución específica. Citemos cuatro de los más importantes.

  1. La existencia de gastos impropios (de los que las recomendaciones del Pacto de Toledo ofrecen un listado exhaustivo) que lastran el déficit actual, así como la huella de los superávits pasados que no se han constituido como reservas, sino que han servido para cubrir otros gastos públicos
  2. La próxima llegada de unas generaciones de cotizantes más abundantes, que reclamarán con perfecta legitimidad todos sus derechos
  3. La deriva del empleo, marcado por su tendencia a disminuir y por el aumento de la precariedad laboral
  4. El aumento de la esperanza de vida a partir de los 65 años, que se da como segura o muy probable en el futuro

Si descartamos el primer tipo de problemas, que está ligado a la gestión, pasada y presente, de la Seguridad Social (y en vías de solución, de acuerdo con las recomendaciones del Pacto de Toledo) hay que constatar que el sistema de cuentas nocionales no aporta una respuesta novedosa a ninguno de los otros problemas. De hecho, tanto la llegada de generaciones numerosas, un fenómeno transitorio, como las dos tendencias estructurales del mundo laboral y de la esperanza de vida, recibirían, en el sistema propuesto, la misma medicina: un ajuste por disminución de las pensiones que, con el sistema sueco, por ejemplo, se traduciría por una ralentización o incluso disminución tanto de lo acumulado para pensión (capital nocional) por los activos, como de las pensiones que perciben los pensionistas actuales.

Hay que insistir sobre todo en que uno de los mayores problemas que plantea el sistema de cuentas nocionales es la importancia atribuida a la esperanza de vida y su tratamiento. En primer lugar, porque utiliza necesariamente un dato proyectado, que además no suelen estimar los órganos oficiales de Estadística. En segundo lugar, porque, en principio conduce a grandes diferencias en función del sexo del pensionista, puesto que la esperanza de vida de las mujeres es superior a la de los hombres. De momento, los países que aplican este sistema no han seguido el modelo canónico en este punto: la esperanza de vida utilizada en el coeficiente de conversión es la del conjunto de la población, los dos sexos confundidos. Pero no se puede descartar que la “racionalidad” actuarial y la invocación de una pretendida e invertida “equidad de género” conduzcan en algún momento a tener en cuenta el sexo para el cálculo de la pensión. Al fin y al cabo, no hacerlo supone una importante anomalía dentro de la lógica de un modelo basado en el concepto de ahorro individual y, además, hace que los cambios en la composición por sexos de la población activa alteren el equilibrio activo/pasivo y obliguen a ajustes, siempre en detrimento de los pensionistas. Finalmente, pero no menos importante, el sistema de cálculo diluye, mediante el uso de la esperanza de vida media de la generación, todas las diferencias de longevidad en su seno y hoy sabemos que son cuantiosas y que están muy ligadas a la situación socioeconómica de la persona y a su nivel de estudios y, por lo tanto, a su nivel de ingresos que a su vez determina el de su pensión. Según la OCDE, la esperanza de vida de los trabajadores de menor cualificación (con salarios y derechos de pensión mucho más escasos) es sustancialmente más baja que la de los trabajadores más favorecidos y de mayor renta. Los jubilados con pensiones más bajas, cuya esperanza de vida es inferior a la media, van a recibir una pensión calculada para que se perciba durante más años de los que van a vivir. Al contrario, los que tienen pensiones altas perciben más de lo que les hubiera correspondido según su esperanza de vida real. No tener en cuenta las diferencias conduce a institucionalizar transferencias de renta regresivas, de los que menos tienen hacia los que más tienen. Este problema, uno de los más intolerables, existe también en nuestro sistema actual, llamado de reparto, pero en el que, debido a las reformas realizadas hasta ahora, el cálculo de la pensión está cada vez más ligado a lo cotizado por cada individuo. El proyecto de introducir un “factor de sostenibilidad” (incluido en la reforma de 2013 y todavía no derogado) agrava el problema al hacer depender directamente la pensión inicial de la evolución de la esperanza de vida media.

Así, el cálculo de la pensión individual no resuelve, en el sistema de cuentas nocionales, la enorme injusticia que consiste en atribuir a todos la esperanza de vida media. Además, esta forma de calcular la pensión carga íntegramente sobre los pensionistas, especialmente sobre los que reciben pensiones más bajas, el coste de la tendencia a una mayor longevidad, haciendo que, para un mismo capital acumulado, la pensión mensual disminuya cuando aumenta la esperanza de vida. Se trata de una visión individualista y reductora de un fenómeno atribuible al funcionamiento conjunto de la sociedad. Por mucho que parezca deseable, vivir más no resulta de una elección personal y un individuo concreto no podría, aunque lo deseara, sustraerse fácilmente a ese progreso social. Penalizar a los individuos por pertenecer a una generación con mayor longevidad debe calificarse de inequidad generacional. La equidad generacional consistiría en asegurar que el importe de la pensión no va a depender del año en que se ha nacido. El alargamiento de la vida es el resultado de un sinfín de cambios, económicos, sociales, médicos, científicos, cuyo coste se distribuye entre los ciudadanos según criterios generales definidos políticamente (los impuestos). La sociedad, a través de los mecanismos políticos de los que se ha dotado, debe poder optar por dedicar los años ganados a la muerte, al trabajo, al ocio o a una mezcla de los dos. La elección dependerá de los recursos disponibles, de la situación del aparato productivo, del mercado de trabajo y también de las preferencias de los ciudadanos. Un tema complejo, que los neoliberales despachan con una propuesta simplista y cruel: que los recursos de los mayores disminuyan a medida que la vida se alarga. Ni una palabra del crecimiento de la productividad, al que han contribuido no poco los propios pensionistas, que, en parte, podría dedicarse a mejorar un período de la vida a la que una amplia y creciente mayoría va a llegar. Ningún intento de buscar fórmulas que permitan repartir el coste del alargamiento de la vida a lo largo de toda la existencia. Esta propuesta única es fruto del ideario neoliberal del que ha desaparecido la noción de solidaridad. Para ellos, el sistema de pensiones simplemente organiza un ahorro individual forzoso, en el que cada persona asume todo el riesgo, incluyendo el de vivir más tiempo de lo previsto. Pero es en el debate político donde se deben fijar los objetivos, aunque recaiga en los expertos la tarea de alcanzarlos a través de los medios más adecuados y eficientes. Sin embargo, una de las “ventajas” del sistema de cuentas nocionales que sus partidarios más valoran es, precisamente, evitar que los políticos se inmiscuyan en la adaptación a los cambios económicos y demográficos del sistema de pensiones, por lo que promueven la inclusión de mecanismos automáticos, que restablecen el equilibrio actuando sobre una única variable: el importe de la pensión que reciben los jubilados, directamente o devaluando sus cotizaciones.

Conclusión: ¿a quién aportan las cuentas nocionales?

Consideramos, por todo lo que antecede, muy pertinente preguntarse qué puede aportar, en el momento actual, la introducción de un sistema de cuentas nocionales. El Banco Mundial, gran actor en el mundo de las pensiones, estima, en una publicación reciente[7], que todos los resultados que promete el nuevo sistema pueden obtenerse mediante modificaciones adecuadas del sistema de reparto, que todavía domina en la mayoría de los países y cita a un responsable de la OIT que califica la propuesta de “vino pasado en botella nueva (old wine in new bottle)”. Nosotros hemos visto que el nuevo sistema no evita tener que afrontar los grandes problemas que se plantean a nuestro sistema de pensiones: la evolución de la esperanza de vida, la deriva del empleo, el aumento de la precariedad en las vidas laborales. Simplemente se limita a cargar sus consecuencias sobre las espaldas de los jubilados, en nombre de la equidad contributiva y actuarial. Su ventaja, para los que persisten en acabar con el sistema público, es que se llega de una vez a lo que las reformas que se vienen introduciendo están consiguiendo progresivamente: hacer de nuestro sistema de reparto, basado en la solidaridad intergeneracional, un simple sistema de ahorro forzoso, en el que un euro ahorrado dará derecho a un euro de pensión. El resultado ya lo conocemos: una disminución del nivel de vida de los jubilados al corregir lo que los detractores del sistema actual consideran excesiva generosidad de las pensiones en España. Reducir las pensiones es reducir los costes laborales y afecta, por consiguiente, a un aspecto principal de la distribución de la riqueza. También abre grandes oportunidades de negocio con la venta de fondos privados a los que tengan medios de completar una escuálida pensión. Finalmente, se refuerza la posibilidad de que el conjunto del sistema pueda, algún día, ser privatizado, ya que podría perfectamente ser gestionado por un Banco, al tratarse de un sistema cerrado, del que se ha eliminado la posibilidad de déficit, trasladando los ajustes a los pensionistas. Donde algunos ven provechosas ventajas, la mayoría percibe, con razón, la amenaza de una vejez dominada por la incertidumbre y el riesgo de pobreza.

[1] Agradezco a Antonio González su lectura “con lápiz”, que se ha traducido en algunas mejoras sustanciales del texto original.

[2] El término no figura en el diccionario de la R.A.E. Se trata de una traducción del inglés “notional”, que se aplica a algo que no existe en la realidad, hipotético o ficticio.

[3] Aunque no todos por igual, debido a las diferencias de esperanza de vida en el seno de una generación.

[4] Este principio sirve de referencia a estudios recientes para considerar desorbitado lo que reciben los pensionistas españoles por cada euro cotizado, como el recientemente publicado por el Banco de España.

[5] Una incertidumbre relativa, puesto que los planes privados de pensiones obtienen sistemáticamente una rentabilidad muy inferior a casi cualquier otro tipo de inversión financiera (Fernandez, P., de Apellániz, E. y Fernández Acín, J. (2020), “Rentabilidad de los Fondos de Pensiones en España. 2004-20192019”

 https://ssrn.com/abstract=3540947)

[6] En Suecia, integran la base cotizable algunos otros ingresos además de los salarios, que constituyen la parte principal. Además, existen, como aquí, topes mínimo y máximo de cotización. Para simplificar, nos referimos aquí a la base cotizable únicamente como salario.

[7] Banco Mundial (2020) – Notional accounts. Notional defined contribution plans as a pension reform strategy, World Bank Pension Reform Primer.

About Juan Antonio Fernández Cordón

Juan Antonio Fernández Cordón es Doctor en Ciencias Económicas y Experto-Demógrafo por la Universidad de París. Ha sido Profesor de las Universidades de Argel y de Montreal e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que fue Director del Instituto de Demografía. Ha ejercido también como Director de Estudios y Estadísticas del Ayuntamiento de Madrid y Director del Instituto de Estadística de la Junta de Andalucía. Ha sido miembro, como experto independiente del Grupo de Expertos sobre demografía y familia de la Comisión Europea y miembro del Consejo Científico del Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia. Miembro de Economistas Frente a la Crisis

11 Comments

  1. Juan Mateu el octubre 31, 2020 a las 11:29 am

    Aportan:
    – No discriminar a quienes cotizando muchos años se quedan en mala situación laboral sus últimos años sin las generosas prejubilaciones de sectores «ayudados» como las cajas de ahorros, astilleros y demás.
    – Que aquellas personas que cotizan desde los 16 años y tienen que jubilarse a la misma edad que el resto con muchos más años cotizados pero que no les suman pensión tengan un trato más justo y si se jubilan antes estén menos penalizados, con coeficientos correctores actuariales y no arbitrarios.
    – Fomenta la recaudación desincentivando «el parte en B» al principio de las vidas laborales en muchos sectores.
    – La pensión se va construyendo…y no puede esfumarse gran parte por quedar a la intemperie laboral a los 50 y pocos sin ser minero, bancario, telefónico, energético, siderúrgico o cualquier sector sindicalizado con poder lobbysta para generar prejubilaciones deluxe.

  2. Juan Antonio Fernández Cordón el octubre 31, 2020 a las 6:49 pm

    Creo que los casos que cita (excluyendo la parte conspiratoria, en la que no entro) argumentan las ventajas de tener en cuenta toda la vida laboral en el cálculo de la pensión. Las hay sin duda, pero deben existir también razones en contra, puesto que domina la idea de que esa opción perjudica al pensionista. Para tener en cuenta el máximo posible de casos, lo mejor sería tomar los n mejores años de cotización. De todos modos, no sería necesario implantar un nuevo sistema para alterar ese parámetro.

  3. Demetrio Vert Benavent el octubre 31, 2020 a las 8:43 pm

    Por mucho que se diga, el futuro es incierto, y la muestra la tenemos estós días. Nadie va a garantizar en el futuro el valor adquisitivo del dinero supuestamente ahorrado. Solamente la solidaridad social repartiendo la riqueza cuando vienen duras y cuando vienen maduras nos garantiza la supervivencia digna el día de mañana. Yo no creo que ningún plan de ahorro me garantice a años vista un techo, una comida, un par de zapatos. Solo el repatrto de la produción del momento grantiza lo que se puede tener. Además, cómo muy bien dice el articulista ¿a donde va a para el aumento de la productividad? ¿Por qué se trabajan oficialmente ocho horas al día (o las que sea)? Esta variable, insoslayable del progreso, hace que no haya más remedio que repartir trabajo y riqueza. Keynes ya profetizó hace muchas décadas que por estos años se trabajarían entre 20 y 25 horas semanales. Si se dividiera las horas trabajadas entre la población en edad de trabajar, sale más o menos eso. Como dato, en Alemania, el año pasado se trabajaban menos horas que en 1999, y la producción de riqueza era mucho mayor.
    Por otro lado hay otro efecto que el articulista no menciona. Si yo tengo unos ahorros nocionales para mi futuro, ¿a santo de qué me voy a enfrentar al sistema para un modelo social más justo y equitativo? El sitema de capitalización, sea de la manera que sea, no ata y bien atados a un sistema injusto que en las últimas d´´ecadas solo ha hecho que aumentar la cantidad de pobres y su pobreza respecto de los que no lo son.

  4. Juan el octubre 31, 2020 a las 9:07 pm

    Si un 65% de trabajadores llegan a poderse jubilar trabajando de forma continua hasta la edad legal de jubilación y mejorando sueldo aunque sea tan solo por antigüedad, cuántos menos años se cuenten para la generar la base reguladora y que sean los del final más se benefician. Si el 65% se beneficial y el 35% se quedan a la intemperie por tener mala suerte al final globalmente se puede decir «beneficia al pensionista» pero genera un sistema injusto y basado en la suerte, algo inaceptable para un sistema de pensiones.

    También el problema de lo de las esperanzas de vida distintas puede corregirse dentro de un sistema nocional asignando un coeficiente de dureza para cada trabajo de los desarrollados a lo largo de la vida que permita adelantar entre 1 y varios años sin aplicar coeficiente reductor. Por otro lado cuando hablamos de individualizar o segmentar esperanzas de vida se entra en un terreno pantanoso, porque la primera división es la esperanza de vida distinta entre hombres y mujeres.

    Por último, nada supera a lo nocional a la hora de desincentivar el «parte en B» al principio de la vida y por tanto hacer hacer crecer y hacer más robusta la recaudación.

    Por otro lado el sistema nocional es un SISTEMA DE REPARTO, no tiene sentido contraponerlo al sistema de reparto igual. Lo único que cambia es la forma de computar la pensión y hacerla más predecible. La carta naranja sueca te va aproximando a la pensión real obtenible, la carta en España, que ha llegado enviarse aunque estaba en proyecto incluso si se enviase a alguien con 55 años y 30 cotizados por la pensión máxima cobrable…podría hacer que esta se redujese a menos de la mitad si ese día queda en paro y no vuelve a tener un trabajo. Es muy injusto eso.

    Por último, Suecia garantiza una pensión mínima en terminos de ppp algo superior a España y con complementos adicionales si no se dispone de vivienda propia para pagar el alquiler. Es decir que la comparación debe ser en la globalidad del sistema y ver el nivel de vida de jubilado más pobre, y de momento en el sistema sueco es mayor que en el sistema español para aquel con más infortunio.

    Pero bueno, si no se quiere hacer un cambio a nocional pero se calcula la pensión como la media de todos los años cotizados (o pudiendo descartar los 5 peores) e igual como hay coeficientes reductores por no llegar a los 38,5 años cotizados los hay «aumentadores» sin necesidad de ser por pasar de la edad de jubilación y seguir trabajando, y en caso de prejubilarse los descuentos sean actuariales y no disuasorios (como pretende el ministro Escrivá) y además haya algún coeficiente por dureza del trabajo a mi también me valdría el sistema. Lo que no considero es que el sistema actual (y menos de lo que venimos con cálculos basados en 2, 8, 15 y 25 años finales) se para nada «progresista».

    • Juan Antonio Fernández Cordón el noviembre 2, 2020 a las 11:36 am

      Juan, en mi opinión, todo lo que plantea se reduce a que se adopte el enfoque de solidaridad intergeneracional o el de un sistema cerrado de ahorro forzoso. En el primero, la dificultad reside en no fomentar, o incluso penalizar, la insolidaridad individual (free rider). A mi me parece un problema menor, de relativa fácil solución: no hay actividad humana donde esto no se plantee. El segundo enfoque, de ahorro forzoso, lleva al extremo la falacia de que un individuo puede ser autosuficiente, evitando mostrar la evidencia de que su supervivencia, cuando ya no es activo, depende de los activos que le rodean. Creo que el sistema sueco crea inseguridad en los pensionistas, cuya pensión puede variar si disminuye el empleo o les toca vivir unos años más, porque prioriza tanto la constancia de la tasa de cotización como el equilibrio financiero. Esto puede ser bueno para algunos actores económicos, no creo que lo sea para los pensionistas y los futuros pensionistas, o sea la gran mayoría.

  5. Juan el noviembre 1, 2020 a las 12:36 pm

    Respecto a lo que indica Demetrio, 2 cosas:

    – El sistema nocional (como lo de puntos que se están implantando en otros países es de reparto, no hay «ahorros nocionales» que pertenezcan a uno como una bolsa de dinero. El sistema nocional es otra forma de calcular las reglas del reparto con la ventaja que desincentiva la elusión previsional (no cotizar por el salario completo) y por tanto ayuda a recaudar más.

    – Si el hecho de que se considere que alguien que ha cotizado bien y tiene ya medio-asegurada una buena pensión con el sistema nocional no va a tener ningún incentivo para mejorar a los que menos tienen o generar un sitema más justo. ¿no valdría esa misma reflexión para aquellos que teniendo un salario creciente por la antigüedad y seguro hasta la jubilación como por ejemplo (pero no solo) los empleados públicos siguen empeñados en seguir con un sistema como el actual que destruye a quienes se quedan tirados a los 50 y pocos o 50 y muchos en sectores no rescatados por el estado?

  6. Juan Antonio Fernandez Cordon el noviembre 2, 2020 a las 1:19 am

    Demetrio, comparto todo lo que afirma en su comentario. Cualquiera que sea la modalidad con la que se pretende garantizar una pensión, al final depende de la posibilidad de repartir la producción de cada momento entre activos y no activos. Todo indica que el Estado es quién mejor puede mantener una garantía suficiente durante muchos años. Los fondos privados de pensiones han obligado a muchos americanos mayores y jubilados a tener que volver a buscar trabajo, por ejemplo. En España, confiar en un plan privado es una de las peores decisiones posibles, por su escasísima rentabilidad y por la incertidumbre que entraña depender del casino en que se han convertido las bolsas. Tenemos ahora un sistema que es necesario perfeccionar, en primer lugar derogando la reforma de 2013 que carece de cualquier base técnica y conduce deliberadamente a empobrecer a los pensionistas y también avanzando hacía una mayor redistribución, haciendo frente a las pretensiones contrarias que hoy dominan. .

  7. Juan el noviembre 2, 2020 a las 4:22 pm

    Juan Antonio, que en un contexto de crisis pasajera la pensión pueda congelarse o bajar mínimamente genera menos «inseguridad» que el sistema actual en España donde a los 50 y con 25 años cotizados incluso por la máxima ya la pensión puede quedarse en la mínima, o ver como la edad de retiro se va retrasando sine die (porque al final es lo único que se está haciendo para cuadrar las cuentas).

    Considerar el modelo nocional como «ahorro individual» es despistar, no es ahorro capitalizado (lo que se capitaliza es una parte simbólica, de la misma forma que aquí hay planes de empresa).

    Para mi las claves son:
    ¿cómo se fomenta la cotización?
    – Pues que todo lo cotizado cuente, que no haya posibilidad de ingeniería previsional. La ingeniería previsional es parte (solo parte) del problema del desequilibrio actual.

    – ¿Como se procura la solidaridad? mejorando las pensiones mínimas, que sería posible si por un computo o bien de toda la vida laboral o bien nocional hiciese que muchas de las actuales máximas y que no se corresponden a cotizaciones máximas durante la mayor parte de la vida laboral, fuesen pensiones buenas pero más bajas. Es decir achatar el rango de pensiones pero subiendo el suelo.

    La solidaridad integeneracional cuando se romper es cuando en las generaciones jóvenes cunda la sensación de que ellos pagan pero no cobrarán.

  8. Juan Antonio Fernández Cordón el noviembre 2, 2020 a las 7:43 pm

    A Juan.
    1. ¿Quién es capaz de ingeniería previsional en un mercado laboral como el nuestro? ¿Si se extiende el período de cotización, podrán los trabajadores obligar a sus empleadores a cotizar plenamente? ¿Van a cambiar por esa razón las condiciones de precariedad de los jóvenes?
    2. Los jóvenes no cobrarán mañana si nadie trabaja o si los que trabajan lo hacen por salarios de miseria, o si las pensiones se han calculado como en cicateros planes privados.
    3. Entiendo que el horizonte es la extensión a casi todos de la pensión mínima. ¡Vaya panorama!

    • Juan el noviembre 2, 2020 a las 11:30 pm

      A Juan Antonio.

      1. Yo he trabajado en una fábrica y he visto a los sindicatos quejarse de la cotización plena que hacía que algunos perdiesen la beca para los hijos, pedían poder cotizar plenamente «los últimos 15 años» ya muchos de ellos con los hijos habiendo aprovechado las becas y porque 15 años últimos eran los que contaban entonces. No lo imagino, lo he visto. La única fábrica que cotizaba TODO recibía quejas de los sindicatos por ello. Obviamente, sus trabajadores tuvieron pensiones más altas aunque sus hijos pudieron perder alguna beca del MEC.

      2. Que hay que cambiar el modelo productivo a uno que genere más y mejores empleos es algo que necesita cualquier modelo de pensiones de reparto se calcule la pensión como aquí, nocionalmente o por puntos.

      3. Achatar las pensiones no es ir todos a la mínima, es subir las más bajas y que las más altas sean «efectivamente cotizadas».

      Parece que no nos acordamos de la ruptura de Nicolás Redondo con el PSOE cuando cambió la ley que calculaba la pensión en función de los 2 últimos años a 8. Con esos 2 últimos años había mucha gente que podía alterar muy a su favor la pensión: familiares de empresarios y algunos sindicalistas negociando con la empresa «paz social un par de años» por un «buen retiro». También se ha visto. Los que somos de pueblo industrial nos sabemos toda la casuística. 2 compañeros «de máquina» en una fábrica, mismo sueldo, misma antigüedad y un retiro uno un 40% más alto que otro.

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