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Calviño defiende un marco laboral caro, disfuncional y desincentivador del cambio tecnológico.

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La tecnocracia centroeuropea está demostrando ser especialmente torpe en la interpretación de la «realidad-real» y especialmente el referido al mercado de trabajo.  Y nuestra ministra Calviño es ejemplo claro de esa patología. Presentarse como una gestora que “mira al futuro, no al pasado” mientras defiende mantener en lo esencial el marco laboral del 2012 muestra la soberbia intelectual que solo se puede permitir “el ciego que no quiere ver”.

Lo evidente es que, si 18 reformas laborales impulsadas desde 1980  tenían como objeto mejorar la competitividad y productividad de nuestra estructura empresarial, han cosechado un profundo fracaso. Y sus consecuencias están visibles en las huellas que han dejado en el sistema productivo y en el conjunto de la sociedad: un modelo de crecimiento insistentemente basado en niveles de productividad y de salarios bajos y un país destrozado por la temporalidad, la precariedad y la desigualdad.

No solo no han mejorado la productividad y competitividad de nuestra estructura empresarial sino que la facilidad para generar elevados márgenes mediante el debilitamiento de la negociación colectiva, han servido de estímulos negativos para realizar esfuerzos de modernización tecnológica, comercial, organizativa que otros países, con los incentivos adecuados, han debido realizar para sobrevivir.

Los pretextos que justificaron las sucesivas reformas se construyeron siempre alrededor de las supuestas rigideces del mercado de trabajo o de un funcionamiento deficiente de la negociación colectiva en España. Pero las verdaderas razones eran más sencillas: seguir las “recomendaciones” de los círculos empresariales y aprovechar las crisis y el shock causado por el derrumbe del empleo para presentar reformas que iban siempre en la misma dirección: reducir el poder de negociación de los trabajadores y alterar el reparto de los excedentes empresariales.  Si ese era el objetivo no reconocido, el éxito ha sido evidente.

Tanto que la contratación temporal y la precariedad laboral se ha interiorizado en la clase empresarial creando una cultura que, para ser desmontada, precisa no solo de la mayor solvencia técnica sino, sobre todo, de la mayor determinación.

Los verdaderos rasgos del actual marco laboral

Hace bien el actual secretario de empleo, Joaquin Perez Rey, en plantear la envergadura del cambio en términos de “ruptura de una poderosa inercia cultural”,  pues se trata de dar la vuelta a las lógicas alimentadas, día a día en los medios de comunicación, durante cuarenta años como parte esencial de los consensos económicos de la transición de los que han participado los ministros económicos del PP y PSOE.

Y que merece una valoración muy crítica desde la experiencia acumulada en este tiempo.

  1. En primer lugar, se debe resaltar que, en contra de todas las proclamas, se trata de un modelo CARO porque externaliza al Estado y a la sociedad costes brutales de ajuste social que tienen tal dimensión que acentúan los efectos públicos y privados de las crisis.

Es evidente que las reformas laborales de esta década y las anteriores han inducido a las empresas que ajusten preferentemente a través de la destrucción del empleo multiplicando los efectos de las recesiones. Esta evidencia la reconoce  un informe del Banco de España de 2012 cuando afirma que “esta reacción del empleo más que proporcional al descenso de la actividad (…), de hecho, generó un efecto amplificador sobre la propia crisis”.

Es caro tambien porque es un modelo general que no se limita a sectores concretos ni está destinado a corregir desequilibrios con circunstancias concretas  (al sector de la construcción ni a la burbuja inmobiliaria) sino que se extiende para todas las ramas de actividad y se agudiza con cada nueva crisis (los efectos de la crisis del 2008 fueron sustancialmente superiores al de la anterior recesión de 1992-1993).

Solo mediante la profundización de la reforma estructural que han supuesto los ERTE es posible construir un mecanismo protector, como los que dominan en Europa, que facilita el ajuste empresarial sin destruir empleo y los conecta en una política de rentas que incentiva el reparto de los sacrificios.

  1. Es además un modelo DISFUNCIONAL porque desacopla a nuestra economía con las pautas europeas y nos margina de las nuevas oportunidades surgidas en cada ciclo económico.

Tanto los costes del propio ajuste laboral como su efecto presupuestario son muchos más elevados y costosos que los de nuestros socios. El resultado es que España necesita muchos más años que el resto de los países europeos para estabilizar sus cuentas públicas y los índices de desempleo, un objetivo que puede volverse imposible si las crisis se presentan con una frecuencia de ocho años que es los que viene ocurriendo en las últimas décadas. Volver al 8% de paro cuando se viene de haber superado irresponsablemente un 26%, es mucho más costoso que no haber pasado del 12-14%, como máximo, siguiendo el ejemplo de todos nuestros vecinos.

El desacople en el ciclo productivo se nota también en la evolución de la productividad durante el ciclo. Mientras en la UE la productividad crece con las fases expansivas de la economía y cae durante las recesiones en España ocurre lo contrario. En nuestro patológico sistema la productividad apenas aumenta en los periodos de auge mientras crece fuertemente durante las crisis debido a que la destrucción de empleo es (ilógicamente) mucho más fuerte que la caída de la producción.

Solo, tras la aplicación de los ERTES esta tendencia ha recuperado lo que constituye la normalidad de los países de la OCDE

  1. Es INEFICIENTE porque desincentiva la adaptación del cambio tecnológico en un momento en que es la variable fundamental que determina la competitividad futura.

Y, en consecuencia, dificulta la distribución adecuada de los recursos. Un reciente informe de OCDE titulado «Compendio de indicadores de productividad 2019» ha puesto en evidencia que España es el país desarrollado que mayor cantidad de empleo ha destruido en los sectores de alta productividad entre 2010 y 2017 (483.000, un 2,5% del total).

Nuestro sistema ha intentado convertir la inestabilidad, la precariedad y los bajos salarios, en los únicos incentivos para atraer inversiones y bajar los umbrales de rentabilidad… pero ese camino ha acabado reasignando más y más recursos hacia actividades cada vez más ineficientes, que solo surgen al amparo de los bajos costes laborales, despreciando cambios que favorezcan una organización eficiente de los negocios y una mayor productividad.

La creación, en ese mismo periodo, 354.000 empleos en los sectores de baja productividad,  lo que hace es insistir en el mismo círculo vicioso de “bajos salarios / baja productividad” que alimenta un tipo de empleos que volverán a ser fácilmente prescindibles al primer signo de debilitamiento económico.

  1. El modelo de relaciones laborales implantado es, por último, VICIADO Y ANTIGUO porque fomenta unos comportamientos empresariales lastrados por la informalidad de la economía sumergida o, lo que es lo mismo, por la ausencia de control público en el incumplimiento de las normas sobre empleo temporal/ a tiempo parcial.

El Estado se ha limitado a “legislar”, pero consintiendo y sosteniendo, al mismo tiempo, un esquema de utilización de los contratos temporales basado en una aplicación laxa de las normas (es decir, consintiendo en el fraude) como sinónimo de flexibilidad.

Con ello, el sistema ha educado a una clase empresarial perezosa y omnipotente, reforzada por la unilateralidad absoluta como principio de funcionamiento que ha sacralizado fórmulas, como el despido individual y sin justificación, (o sea, improcedente) para provocar despidos sin la revisión judicial dominante en Europa.

mariposa • Psiquentelequia

Una oportunidad para el cambio

Es evidente que el desarrollo de nuevas fuerzas productivas identificadas con la economía digital y el cambio tecnológico están reclamando cambios profundos en las relaciones de producción y de trabajo.  El teletrabajo, la aparición de algoritmos en cada vez más espacios de las relaciones laborales, el trabajo de plataformas… reconfiguran nuevas fronteras.

Después de años en los que la nueva economía se ha aprovechado de la ausencia de normas, la sociedad empieza a tomar iniciativa y aparecen leyes que, aun actuando con retraso, apuntan soluciones sobre nuevas líneas reguladoras que ordenan los cambios, para hacerlos sostenibles desde la mejor tradición democrática.

Probablemente todo ello configure un nuevo texto del Estatuto de los Trabajadores adecuado a los tiempos. Pero difícilmente se podrá construir el futuro sin librarse de las argollas que el actual marco de relaciones laborales impone a la economía española.

About Ignacio Muro

Economista. Miembro de Economistas Frente a la Crisis. Experto en modelos productivos y en transiciones digitales. Profesor honorario de comunicación en la Universidad Carlos III, especializado en nuevas estructuras mediáticas e industrias culturales. Fue Director gerente de Agencia EFE (1989-93). @imuroben

11 Comments

  1. Un lector el marzo 23, 2021 a las 8:13 am

    Buenos días:

    Salvo algún matiz secundario, totalmente de acuerdo con lo que expone. Ahora bien, me va a permitir una observación que le disgustará. Lo que Ud. plantea como enfoque de solución no se dará en España por muchas razones cuyo desarrollo alargaría inútilmente esta respuesta. Antes de llegar al fin del artículo, sabía que Ud. no era historiador; tal vez periodista por la claridad de la exposición, y he visto que es economista.

    Como historiador su artículo me ha hecho recordar la España de los Austrias. Hoy las similitudes son muchas. No recuerdo si fue el emperador Marco Aurelio el que dijo que todo se repite, hay quien dice que es una expresión falsa, pero creo, lamentablemente, que España es el país donde sí se repite.

    Y sí, recomiendo un repaso a la Historia de España desde el final de la Edad Media hasta hoy para ver las similitudes que encontraremos. Lo que (me) genera una gran frustración.

    España ya no tiene solución.

    Saludos,

    • Ignacio el marzo 24, 2021 a las 8:08 pm

      Razones para el pesimismo, haylas. Comparto sus sensaciones. Y sin embargo, bastaría un esfuerzo continuado de dos legislaturas para cambiar nuestra percepción del futuro. Es por tanto, solo un reto político, no un castigo divino.

  2. Antonio Somoza el marzo 23, 2021 a las 6:40 pm

    Si en lugar de 16 reformas laborales se hubiera acometido una sola reforma empresarial, quizás nos hubiera ido mejor. Tampoco estaría demás una revisión a fondo de los programas que se imparten en las Facultades de Económicas y Empresariales.

    • IGNACIO el marzo 24, 2021 a las 8:13 pm

      De acuerdo Antonio en tus dos propuestas alternativas. El consenso académico ha sido determinante en poner el foco “ideológico” en las reformas del mercado de trabajo mientras se obviaba una mirada inclusiva de la empresa.

  3. IMG el marzo 23, 2021 a las 6:59 pm

    Creo que estoy de acuerdo, aunque en siempre me falta más concreción cuando hablan los economistas. En 1997 fui de aquellos que contrataron, siendo joven, con lo que entonces se denominaba «contrato basura», aunque creo que el PSOE de entonces los llamaba contratos para incentivar el empleo juvenil. Más de 20 años más tarde tenemos el desempleo juvenil más abultado de la UE. Sinceramente si yo fuera economista me lo haría mirar.

    • Economistas Frente a la Crisis el marzo 24, 2021 a las 8:49 pm

      Estoy de acuerdo. Soy economista y, por lo mismo, “me lo hago mirar”. Como ciencia social, la economía ha estado secuestrada por tópicos rígidos neoliberales cuyo efecto multiplicador ha sido apabullante por el dominio de los resortes de poder en los medios y la academia.

  4. Luis el marzo 23, 2021 a las 10:29 pm

    Al leer que la reforma laboral de 2012 es responsable de la destrucción de empleo me he tenido q frotar los ojos… la única norma laboral q ha favorecido verdaderamente las medidas de flexibilidad interna en 45 años de democracia!! Claro q si se justifica con un informe del BdE redactado en 2012 ( y por tanto con datos anteriores a ese año) la cosa va encajando.

    Luego lo de q el ajuste debería haberse limitado a construcción: como cualquier estudiante de macro u observador casual de tablas input-output sabe, los booms en ciertos sectores generan sobredimensionamiento de otros. La expansión de la construcción generó hipertrofia en los proveedores de materiales pero tb de los sectores restaurantes, concesionarios de automóviles y un largo etc. La solución evidentemente no podía pasar solo por una vuelta al statu quo ante en construcción pq su crecimiento descontrolado había distorsionado las variables macro del país (tampoco está claro cómo el marco laboral podría haber conseguido incidir solo sobre el sector construcción).

    En fin, la idea de q los problemas q sigue teniendo el mercado laboral español pasan por revertir los avances en los q hemos empezado a solucionar, y q lo q tenemos q hacer es volver a la arcadia feliz de nuestro esclerotizado mercado laboral de 2007 y añadirle algunas cositas adicionales, es verdaderamente delirante. Basta pensar qué registros laborales habriamos tenido en 2007 sin el boom constructor.En fin, más rigor por favor.

    En gral, un enfoque izquierdista sensato pondría el foco en la dualidad, la formacion profesional, y las políticas activas de empleo, 3000M€ en buena medida tirados a la basura año tras año. Y en limar algunos aspectos ásperos de la reforma, donde sí existe consenso. El lugar de eso, tenemos este criptosindicalismo cutre y antiguo.

    • Economistas Frente a la Crisis el marzo 24, 2021 a las 8:27 pm

      La reforma del 2012, fue una continuación de la de 2010 y estas de otras anteriores, todas incidiendo en el mismo sentido. España es el país con un mercado laboral más elástico de la OCDE: el que más empleo crea y el que más empleo destruye, una dinámica de flexibilidad que nos introduce en una dinámica cada vez más precaria. Veo que está feliz con el mercado laboral actual… o que quiere, con la excusa de la dualidad, destrozarlo aún más, forzando la absoluta desregulación e informalidad del conjunto. No es el camino, ese es ya el resultado de todas las reformas realizadas. Por supuesto puede seguir descalificándome por llevarle la contraria. Felices sueños.

      • Luis el marzo 25, 2021 a las 12:10 am

        Ajá, está claro: todas las reformas laborales iguales y todas malas, lo q hay q hacer es volver al statu quo ante la primera gran reforma de 1984. Ese sí era un buen mercado de trabajo… Nuestros problemas claramente no vienen de la raíz corporativista 70era de nuestro mercado laboral sino de las medidas q se han ido tomando para aliviar sus perversas manifestaciones… Esta es buena y sinceramente nunca la había oído. Nada de tonterías de anular solo la reforma del pp: veo tu reversion de la reforma laboral de 2012 y subo reversiones de las de 2010, 1996, 1994 1986 y 1984. Órdago a todo y vuelta a la transición coño.

        La alternativa a la creación y destrucción de empleo es la flexibilidad interna, y esa ha sido potenciada por 1a vez por la reforma laboral de 2012, con bastantes buenos resultados x cierto. Claro q si uno critica la prociclicidad en empleo de la economía española y a la vez la flexibilidad laboral, no hay alternativa laboral q le pueda complacer fuera de la nacionalización de los medios de producción para q los trabajadores sigan siempre en su sitio pase lo q pase…

        Por no hablar de q esa prociclicidad probablemente haya cambiado: después de la reforma laboral se ha creado un montón de empleo pero no por motivos cíclicos como antes sino x razones estructurales. Como es vox populi a estas alturas viendo q el umbral de crecimiento creador de empleo se ha reducido sin q aumente la temporalidad respecto a pre-2012 y q la creación masiva de empleo desde 2014 ha sido compatible x 1a vez en la historia con un saldo exterior positivo o equilibrado; evitando los déficit exteriores q han sido tradicionalmente corresponsables de la superciclicidad de la economía española y por tanto de los shocks laborales q tsnto parecen preocuparle. Para eso se supone q servimos los economistas, para ver el conjunto y las interacciones en lugar de listar una serie de problemas laborales (reales o no) y atribuirselos por el artículo 33 a la última reforma q se ha hecho (o a todas las reformas q en el mundo han sido).

        Esto sin entrar en que el ministerio de economía no está defendiendo el marco laboral actual sino su modernización para aliviar precisamente algunos de los problemas q sigue habiendo. Se puede discrepar de lo q proponen obviamente pero antes de hacerlo con titulares rimbombantes conviene ser capaz de sustanciar mínimamente lo q se dice.

        Por último, las atribuciones de intenciones no suelen ser un buen sustituto de los argumentos: yo no estoy feliz con el mercado laboral español ni creo q nadie pueda estarlo. Tampoco me parece q haya q desregularlo más así en general. Creo q se puede mejorar sustancialmente (tb desde la izquierda) con propuestas razonables y no slóganes ni etiquetas; propuestas orientadas a fines y no a medios, a los ciudadanos y no a los grupos de interés q viven de la perpetuación del statu quo actual o de la vuelta al previo a 2012.

        Por eso me parece un poco triste q desde un supuesto grupo de referencia de crítica izquierdista a la política económica se hagan planteamientos con esta mezcla de cutrez vintage 70s y endeblez argumental. Más cercanos al clickbait q a otra cosa.

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  6. Tomás el marzo 29, 2021 a las 3:39 pm

    Noqueado me ha dejado Ignacio Muro. Vamos a ver, el progreso tecnológico reduce el nivel de empleo y aumenta el salario medio. Es de primero. Hasta los primeros años de la década de los 90 del siglo pasado, el porcentaje de la masa salarial sobre el producto total se mantuvo razonablemente estable, pero desde entonces ha empezado a caer y si a esa caída añadimos el aumento de la esperanza de vida producto del progreso tecnológico, pues nos queda el progreso tecnológico como problema. Desde Sigmondi, pasando por Ricardo, y llegando a Keynes, que consideraba que la estabilidad del porciento de masa salarial sobre el producto «a bit of a miracle», los economistas sabemos que el progreso tecnológico es fantástico si se maneja bien pero que puede resultar terrorífico si se maneja mal. Me temo que la agenda 2030 de Davos, con China detrás, lo va a manejar fatal.

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