Discursos económicos y relaciones de poder (o como el capitalismo reencuentra a Marx)

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Ignacio Muro Benayas (@IMuroBen) es miembro de Economistas Frente a la Crisis

El capital financiero globalizado que hegemoniza el sistema productivo va agotando sus instrumentos de intervención económica sin conseguir estabilizar su desarrollo. La consecuencia de este hecho es que para resolver sus crisis se ve conminado a echar mano de medios cada vez más arriesgados, injustos y desestabilizadores de los equilibrios sociales de las sociedades.

Ocurre que cualquier nuevo paradigma termina enlazando con estrategias anteriores y compartiendo la misma lógica: favorece el endeudamiento creciente de los agentes económicos y la creación de burbujas financieras. Quizás sea, porque el poder, todo poder, tiene por finalidad, construir una sociedad a la medida de sus intereses y el capital financiero globalizado no podía ser una excepción.

Deudas y burbujas para alimentar el negocio financiero

El hecho es que, mientras se consolidaba como principio la «moderación salarial» era para fomentar «vivir a crédito». Si se promovía el músculo internacional de las grandes empresas se alentaba forzar al máximo el apalancamiento empresarial vía banca corporativa, materia prima de las fusiones y adquisiciones. El recurso durante más de 15 años a tipos de interés bajos, imprescindibles para no dañar las expectativas de los mercados, empujaba a familias, empresas y países a aumentar hasta el límite sus créditos. Ese endeudamiento, absolutamente coherente con la racionalidad económica cuando las tasas de interés reales son negativas, fue presentado después como un despilfarro irracional. Y para combatir sus efectos, se implementó la mayor batería de ajustes sociales jamás conocida con un resultado paradójico: también esas medidas terminan alimentando, vía colapso económico, la deuda que querían evitar.

El último recurso es una expansión excepcional de la oferta monetaria, pero el exceso de dinero no llega a las empresas ni a las familias ni genera alegría en el gasto ni aumenta la velocidad de circulación del dinero, simplemente empuja al alza a las bolsas y genera nuevas burbujas cimentadas en productos cada vez más sofisticados. De un lado, los bancos aprovechan el dinero para invertir o especular con deuda soberana, de otro, mueven el dinero de un sitio a otro, de los países emergentes a las materias primas y de éstas a los países centrales en un baile permanente que deja un reguero de inestabilidad y burbujas sectoriales o locales.

Ajustar las finanzas a la economía real, el camino siempre demorado

Solo hay una medida que nunca se aplicará: hacer una quita de la deuda y reducir el tamaño de los mercados a otro más acorde con la economía real. Aunque sea la única solución sensata, las élites financieras no están dispuestas a tolerarla mientras pueden evitarlo porque serían los grandes perdedores. Y es que detrás de las múltiples interacciones entre variables económicas yacen relaciones de poder: las clases dirigentes tienen la mayor parte de su riqueza financiera en productos de deuda y derivados de todo tipo, que se evaporarían si se dejasen caer a los bancos que han apostado por esos activos.

Sin embargo, las clases populares destinan sus ahorros a vivienda o productos que creían de una rentabilidad segura, como las preferentes, activos que son las que están sufriendo la mayor depreciación. Tambien los depósitos, que salvados del corralito, corren el riesgo de ser sometidos a una fiscalidad financiera mientras se demora eternamente cualquier forma de Tasa Tobin sobre las transacciones especulativas.

De momento, el balance está claro: la operación de socializar las pérdidas de la crisis financiera está funcionando a entera satisfacción, los estados y los ciudadanos están soportando el colapso causado por el fraude bancario generalizado.

Hundimiento de la demanda interna, el camino de las crisis recurrentes

Todo apunta a un ciclo largo depresivo con grandes convulsiones económicas, sociales y políticas. No es catastrofismo: la «devaluación salarial» y la competencia global empujan, poco a poco, a la deflación generalizada. Para mantener la inflación en cotas positivas se promueven subidas del IVA que acentúan la caída de las demandas internas que deben ser sustituidas por mayores cuotas en el mercado exterior. La presión por la competitividad refuerza la presión a la baja sobre los sueldos en todos los sitios y afecta, de lleno, a las clases medias y bajas, que ven como se agotan los ahorros acumulados durante los años de crecimiento. Los ajustes las alejan de su tradicional moderación política mientras ver descender su nivel de vida. Lo peor es que el deterioro de las retribuciones directas, (desempleo, sueldos) y de las indirectas (pensiones, educación, sanidad, vivienda) no podrá ser sustituido, durante muchos años, por el recurso al crédito fácil. Esa vía está ya agotada.

La obsesión por ajustes en la oferta hunde la demanda en todos los sitios, síntoma claro de que retrocedemos hacia el capitalismo más primitivo. Si nadie para esta locura nos encaminamos hacia las crisis de subconsumo típicas del siglo XIX. Sus pautas son conocidas: «el salario medio será el mínimo posible, es decir, el mínimo necesario para que el trabajador sobreviva». Parece imposible que esta «profecía» de Carlos Marx incluida en el Manifiesto Comunista se cumpla 160 años después. Y, sin embargo los minijobs y las pensiones recortadas son, empiezan a ser, simplemente, eso, símbolo de mera subsistencia vital que comienza a sentirse en el creciente nivel de pobreza infantil.

El eterno retorno a las esencias

“Cada cosa se esfuerza, cuando está a su alcance, por perseverar en su ser”, decía Espinoza. Será por eso, porque todo tiene una lógica interna, una esencia que tiende a repetirse, por lo que el capitalismo se reencuentra con sus vicios de origen. El caso es que Marx, una figura que durante décadas, las del éxito del Estado de Bienestar, había quedado olvidado en el desván, recupera actualidad mientras el capitalismo sale a su encuentro.

Todo esto ocurre mientras la sociedad desarrolla tecnologías disruptivas que nos enfrentan día a día a un mundo con unas posibilidades inmensas. Pero, cuanto más grandes son los avances tecnológicos, más se nos quiere hacer comprender que debemos aceptar un futuro peor para nosotros y nuestros hijos. También lo decía Marx. En la medida en que crece el volumen y la intensidad del capital, se produce un incremento extraordinario de la capacidad productiva del trabajo; pero el desarrollo de la técnica y la racionalización de la producción que trae consigo, en lugar de aliviar la carga de los trabajadores, genera, paradójicamente, desocupación, precariedad y descenso salarial. La expresión de esa apropiación de la productividad del trabajo se percibiría porque los beneficios empresariales crecerían en una espiral exponencial en relación con los salarios hasta el punto de provocar periódicamente crisis de subconsumo y sobreproducción que ahora llamamos burbujas. Desgraciadamente, esa tendencia se está volviendo a cumplir desde que la globalización y el neoliberalismo se han convertido en fuerzas dominantes.

Sólo resucitando el miedo al precipicio será posible evitar un siglo de miserias. Los más inteligentes miembros de la clase dirigente empiezan a ser conscientes de que este camino disminuye su tasa de ganancia a medio plazo y aumenta la energía política de los ciudadanos descontentos. Anton Costa, el recién elegido presidente del Círculo de Economía, lobby de los principales empresarios de Cataluña, ha dicho que «si la desigualdad continúa su tendencia actual, la lógica desigualitaria del capitalismo financiero acabará chocando con la lógica igualitaria de la democracia». Así es. Por eso, hay que frenar el círculo infernal al que nos conduce la corriente especulativa y cortoplacista dominante. Es ella la que se empeña en resucitar las condiciones de depauperación generalizada, ella la que sale al encuentro con Carlos Marx, la que lo pone de moda.

No hay solución a esta crisis si no se abordan a fondo los problemas, si no recuperamos y renovamos los equilibrios sociales que dieron forma al Estado de Bienestar. Hoy las resistencias democráticas son esenciales para frenar un nuevo y más profundo descalabro económico. Tenemos que llegar a tiempo.

12 Comments

  1. Gerión el enero 3, 2014 a las 8:35 pm

    Muy buen artículo. Pienso que cuando te dicen que te van a pegar un pedrada, prefiero que me la den cuanto antes mejor. Por eso usted sabe que aquí caben dos posibilidades (hay miles, entre ellas pegarnos un tiro) y es no pagar la deuda, perderían los ricos o seguir refinanciandonos en forma de deuda, perdería la clase media. Pues bien, dejemos de pagar ya la deuda y aguantemos la pedrada.
    http://lastermitasdelcielo.wordpress.com/

  2. todoelpoderparalossoviets el enero 3, 2014 a las 10:05 pm

    Reblogueó esto en Solidaridad por bandera.

  3. robertoviera1 el enero 3, 2014 a las 11:11 pm

    El marxismo solo expone los males del capitalismo pero no da con las causas. La crisis actual esta basada mas en la acción de las tesis de Marx que en la acción del neoliberalismo. No son acaso los comunistas chinos, marxistas en su variedad leninista quienes sirven en bandeja de plata a los trabajadores chinos a los capitalistas financieros, causando una caída general en las industrias de los países del tercer mundo y en los países industrializados de segunda. No son acaso los marxistas como los socialistas españoles quienes ahorcan las fuerzas productivas según las recomendaciones de Marx y luego se entregan en manos del capital neoliberal. Nombrar a Marx con sus funestas tesis de seguimiento de Adam Smith de estafa contra las países de bajo desarrollo industrial, diciendo que Inglaterra no sacó ningún provecho de su dominio colonial. Marx no criticó la estafa continuada por David Ricardo al establecer que debe haber una división internacional del trabajo entre países manufactureros y países productores de materia prima, ocultando la ganacia adicionale que obtienen los paises industrializados al controlar el comercio con los paises con poca industria.
    Adicionalmente Marx en El Capital dice formulándolo como una ley que el aumento de la productividad no genera aumento del valor de cambio. Esto crea una ideología en los seguidores de Marx que los lleva a destruir las industrias del país que gobiernan, unido a su concepto de que el trabajo de los gerentes no produce valor de cambio, solo el obrero produce valor de cambio. Esto último hace que los marxistas desprecien la gerencia y no reconozcan una remuneración de lo dirección de la empresa acorde con el producto. ¿Habrá que citar las cifras de producción de los países socialistas para apoyar esto? Mientras sigan usando a Marx como referencia este mundo va a empeorar. Sería mejor si citaran a Fernand Braudel, quien determinó que los capitalistas no son los empresarios sino los comerciantes entre regiones o internacionales. Y que es en este ámbito que se forman los peores aspectos del sistema capitalista, donde el otro de la otra región no es semejante sino un objeto.
    Ahí está Fidel Castro con su dictadura que mantiene a los cubanos en una escasez difícil de igualar y por supuesto la dictadura inducida por la pésima condición económica.
    Al citar a Marx sin prevención se contribuye a la situación en que el marxismo es parte del problema

    • Paul Nizan el enero 4, 2014 a las 6:31 pm

      Ciertamente, ni has leido a Marx ni a los economistas marxistas amigo, ni sé si conoces algo de economía, aunque muchos todologos de la TV hacen igual que tú.
      Tienes una empanada mental considerable. Dices realmente cosas surrealistas….

      • Nazin Luap el enero 4, 2014 a las 7:15 pm

        Paul Nizan, te arrogas el título de salvador de la pureza económica. Los demás son tonto como el Luisma, y solo tu conoces el Marxismo y la economía. No deberías tachar de todólogos a los demás, con los argumentos que utilizas para hacerlo. Yo soy economista y en tu respuesta no has propuesto ningún argumento para desmontar el comentario que tanto críticas, por cierto, con expresiones que denotan mayor dominio sobre la técnica de juicios de valor que de economía. Hacen falta más argumentos y más generosidad, y menos ideología y fé, al menos si queremos un debate económico que supongo es de lo que se trata. Y sobre todo evitar peleas de corral de los que pertenecen a sectas ideológicas bien adiestrados y que tanto gustan de descalificar personas y no argumentos.

      • robertoviera1 el enero 8, 2014 a las 4:21 pm

        Esta es la mejor descalificación que he visto. Sin contradecir ningún concepto o idea expresada usando la palabra «todologo» y la duda de si quien escribe «conoce algo» de economía y una referencia a la TV resuelve su problema probablemente psicologico o de duda existencial. Tendremos que esperar también a que esta clase de gente cobre sus sueldo de cagatinta con solo mezclar las palabras empanada que es una comida popular con la expresión «mental».

    • Ignacio Muro Benayas el enero 4, 2014 a las 10:27 pm

      El artículo no es una defensa de Marx en ningún sentido. Podía hacerlo, pero me limito a constatar las grandes contradicciones del capitalismo actual, alejado de lo que significa economía productiva y bienestar social.
      Y que son esas grandes contradicciones las que resucitan a Marx. No es que «este mundo va a empeorar» porque citemos a Marx, es que ya está empeorando, siento que no te des cuenta. Fidel Castro (querrás decir Raul) no es relevante hoy, Cuba no es modelo de nada y China es un capitalismo burocrático que hace dumping social. Pero no vienen al caso.

      • robertoviera1 el enero 8, 2014 a las 4:43 pm

        Desde Trotski se acusó a la burocracia de los fracasos de las tesis económicas de Marx, una de las cosas en las que Lenin descolló fue en la propaganda y los males económicos de la URSS (hoy Rusia) cargarselos a la burocracia y la «cerco imperialista». Como se justifican los chinos para hacer lo que hacen, es dificil de saberlo. Hay cuestiones nacionales, como su rivalidad con Japon, que es dificil de evaluar. Lo que si sabemos es que las industrias estatizadas no estaban produciendo. Y los que desterraron la economía privada terminan aceptando la economía privada del exterior y en condiciones de extrema explotacion, El problema es muy sencillo, al no poner remuneración en la gerencia, destruyen las unidades productivas y como dije antes terminan bajo la dominación de los países que si remuneran a sus gerentes. La tesis de la burocracia o el «capitalismo burocrático» es insistir en los errores del marxismo.

  4. Nota sobre el marxismo | robertoviera1 el enero 3, 2014 a las 11:44 pm

    […] Esta nota se colocó como comentario en un artículo del Blog “Economistas frenre e la crisis” con título “Discursos económicos y relaciones de poder (o como el capitalismo reencuentra a Marx)” y que se puede encontrar aquí […]

  5. Dubitador el enero 4, 2014 a las 12:31 am

    Una gota de «envidia igualitaria» : hay demasiados ricos, sobre todo miles de recien enriquecidos que pronto dejaran de recibir «sobres» o sea esos sueldazos y beneficios, tan merecidos por su dinamica y competitiva persona, asi como su maravillosa mente gestorial: tanto da gestionar desde un consejo de administracion que desde un partido politico, titanico gestor siempre, que merece y percibe «emolumentos de mercado»
    Asi lo dice un academico norteamericano:
    Blame Rich, Overeducated Elites as Our Society Frays
    http://www.bloomberg.com/news/2013-11-20/blame-rich-overeducated-elites-as-our-society-frays.html

  6. Discursos económicos y relaciones de pod... el enero 4, 2014 a las 1:00 am

    […] Ignacio Muro Benayas (@IMuroBen) es miembro de Economistas Frente a la Crisis El capital financiero globalizado que hegemoniza el sistema productivo va agotando sus instrumentos de intervención eco…  […]

  7. […] Fuente:  http://economistasfrentealacrisis.wordpress.com/2014/01/03/discursos-economicos-y-relaciones-de-pode… […]

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