El debate sobre el presupuesto de la UE: un nuevo fracaso.

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José Moisés Martín es economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis

La Unión Europea ya tenía suficientes problemas, pero durante los últimos dos días ha evidenciado una nueva crisis: la negociación del presupuesto para el período 2014-2020. El presente post tiene como objetivo ofrecer una serie de pistas para analizar los resultados del Consejo Europeo del 22 y 23 de noviembre.

El presupuesto de la Unión Europea se nutre de cuatro fuentes:

  •  Impuestos sobre importaciones agrícolas
  • Impuestos en aduana
  • Recargo sobre el Impuesto de Valor Añadido
  • Recargo sobre el PIB.

La fuente más importante es el recargo sobre el Producto Interior Bruto, de manera que cada país aporta al presupuesto de la Unión Europea en función del tamaño de su economía y de su renta per cápita. Esta fuente supone alrededor del 70% del presupuesto.

El presupuesto de la Unión Europea tiene dos fases de negociación: la fase anual, en la que el Parlamento de la Unión Europea aprueba el presupuesto, y la fase plurianual, en la que los estados miembro aprueban unas perspectivas financieras para todo un período de acción. Hasta el momento, ha habido varios períodos de perspectivas: 1988-1992, 1993-1999, 2000-2006, y el actual período 2007-2013. El próximo período, 2014-2020, debería ser aprobado antes de finalizar 2012.

Para el período 2007-2013, la Unión Europea tuvo un presupuesto global equivalente al 1,06% del PIB del conjunto de la Unión, esto es, unos 942 mil millones de euros para los siete años.

La propuesta de la Comisión para el período 2014-2020, presentada en 2011, incluye un monto total de 1025m mil millones de euros, lo cual representa un 1,05% del presupuesto de la Unión Europea.

La propuesta inicial de la Comisión partía de los siguientes ejes de gasto:

  •  48% destinado a crecimiento inteligente e integrador
  • 37% destinado a desarrollo sostenible y recursos naturales
  • 7% a la acción exterior
  • 2% a Seguridad ciudadana
  • 6% Gastos de administración.

Las dos partidas más importantes, la de política de cohesión y la política agraria común, desarrollan un mecanismo de asignación de fondos que distribuye el presupuesto entre las regiones de los países miembros, destinando gran parte de la misma a las llamadas “regiones en convergencia”, que son aquellas regiones europeas cuya renta per cápita está por debajo del 75% de la media de la Unión Europea.

Cabe señalarse que el presupuesto es el principal instrumento del que dispone la Comisión Europea (y la Unión Europea en su conjunto) para impulsar las políticas europeas, y, muy especialmente, la estrategia Europa 2020, el plan de crecimiento y competitividad a largo plazo que se aprobó en el año 2010. Este plan de crecimiento y competitividad tiene como objetivo impulsar una serie de medidas de crecimiento económico en torno a los siguientes ejes:

Crecimiento “inteligente”, vinculado a las tecnologías de la información y la sociedad del conocimiento.

  1. Crecimiento “verde”, vinculado a la promoción de las energías renovables y la sostenibilidad.
  2. Crecimiento “integrador”, vinculado a la lucha contra la exclusión social y la pobreza.

La estrategia Europa  2020 se ha marcado una serie de objetivos e indicadores a nivel europeo, así como a nivel nacional, que serán sometidos a revisión periódica para evaluar sus resultados.

La propuesta de la Comisión incluye algunos principios novedosos de gestión:

Concentración en prioridades clave, fundamentadas en la estrategia 2020.

  • El gasto tiene que ofrecer un valor añadido claro.
  • Simplificación de la administración y reducción del número de instrumentos financieros.
  • Introducción de condicionalidades ex ante en el gasto de la política de cohesión territorial, vinculando el uso de los fondos a la gestión de la política fiscal.
  • Flexibilidad de traspaso de fondos entre las diferentes líneas presupuestarias.
  • Mejora del sistema de financiación, incluyendo entre los ingresos del presupuesto los ingresos del nuevo impuesto sobre transacciones financieras (Tasa Tobin)
  • Mejora del uso de instrumentos novedosos de financiación, como las Alianzas Público-Privadas y el Banco Europeo de Inversiones.

La propuesta fue rápidamente rechazada por los países denominados contribuyentes netos (aquellos países que aportan al presupuesto más dinero del que reciben: Alemania, Reino Unido, Holanda, Luxemburgo, Francia, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Austria, Finlandia, Italia), que han exigido un recorte en las previsiones financieras, amenazando con vetar el presupuesto si no se reduce la cuantía del mismo.

Fruto de esta negativa, el presidente de la Unión Europea, Van Rumpuy, realizó una propuesta de presupuestos de 950 mil millones de euros, realizando una reducción de fondos en las partidas de fondos estructurales y política agraria, y realizando una compensación a Alemania, Países Bajos y Suecia, por su exceso de contribuciones. Estas compensaciones, temporales, se unirían a la compensación permanente que se realiza hacia el Reino Unido –el llamado “Cheque Británico”, negociado en 1984 por el gobierno británico por la excesiva diferencia existente entre las contribuciones británicas a la Unión Europea y el dinero que recibía del presupuesto comunitario.

La propuesta de Van Rumpuy ha sido rechazada por la Comisión Europea y por Francia, debido al recorte que realiza sobre los fondos de la Política Agrícola Común –de la cual Francia es una gran beneficiaria- así como por el llamado “grupo de países amigos de la cohesión”, formado por los países receptores netos de dinero del presupuesto comunitario más Bélgica: República Checa, Eslovaquia, Hungría, Lituania, Letonia, Estonia, Eslovenia, Bulgaria, Rumanía, España, Portugal y Grecia.

Por otro lado, un grupo de países contribuyentes netos han dado la bienvenida a la propuesta de Van Rumpuy “como un buen punto de partida”, pero exigiendo nuevos recortes a la misma. La razón de fondo de esta negativa a unos presupuestos muy ambiciosos está dada por la realidad fiscal que viven los países de la Unión Europea. Es difícil de entender que por un lado y debido a la crisis, se exija un esfuerzo presupuestario para eliminar los déficit públicos, y al mismo tiempo se plantee un incremento de las contribuciones al presupuesto comunitario.

El problema presupuestario se agrava con la discusión de los presupuestos anuales. El Parlamento Europeo ha sido incapaz de llegar a un acuerdo sobre el presupuesto 2013, lo cual ha crispado todavía más la situación, y amenaza con dificultar el trabajo de la Unión Europea para el próximo año.

La falta de un acuerdo global en el Consejo Europeo del 22 y 23 de noviembre parece indicar que el acuerdo final sobre el presupuesto 2014-2020 se deberá realizar a lo largo de 2013, bajo presidencia Irlandesa de la Unión Europea.

Un nuevo revés para el futuro de la Unión Europea, que añadido a los problemas de la eurozona, vuelve a evidenciar la creciente fractura entre los países ricos y los países pobres. Sin un presupuesto ampliado, potente, los objetivos de la estrategia 2020 –y, por consiguiente, el plan de crecimiento aprobado en el Consejo de Junio- son, de nuevo papel mojado. Seguimos excavando en el pozo para salir la crisis.

 

 

 

 

 

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