El riesgo político en España, una gota en un mar de incertidumbre

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Ignacio Muro Benayas* es miembro de Economistas Frente a la Crisis

La presión política se consolida desde el exterior. La Comisión Europea avala, con subterfugios, que una solución diferente a las diferentes variantes de la gran coalición acentuaría los riesgos políticos porque “podría desacelerar la agenda de reformas” y aumentar la vulnerabilidad de nuestra economía.

Pareciera que España vuelve a ser motivo de preocupación. Paradójicamente, es la intensidad del programa reformista y el abordaje simultaneo de cambios para afrontar la crisis institucional (asociada a la corrupción que no cesa) económica (calidad del empleo, competitividad y lucha contra la desigualdad) y territorial (el problema de Cataluña) lo que parece ser la seña de identidad de cualquier alternativa al PP. Y aunque Podemos se haya vuelto a convertir en “el peligro populista y antisistema” hay que recordar que su programa económico y su capacidad para regenerar las instituciones fueron alabados no hace mucho por el Finantial Times.

La realidad es que las graves preocupaciones sobre el futuro de la economía global proceden de multiples focos internacionales en los que España pesa muy poco. Las élites globales reunidas en Davos acaban de reconocerlo: la inestabilidad economica es el signo del momento y llega para quedarse.

Un nuevo ciclo de aversión al riesgo se instala entre los inversores

Europa vive en un estado de excepción permanente desde hace años, con crisis amenazantes que le llegaban desde el la periferia. Pero, como recordaba recientemente Javier Solana los grandes proyectos políticos se desintegran por el centro: nunca por la periferia. “El verdadero desafío llega ahora, con la crisis de refugiados percutiendo directamente en el centro, en Alemania, con Merkel en la diana”. Son síntomas graves de la erosión de las estructuras básicas del poder, algo que siempre se identifica con pérdida de control.

El hundimiento de los precios del petróleo y la desconfianza sobre el estado de la economía china y la ambigüedad hacia las posibilidades de las instituciones para contrarrestar sus efectos son los factores que lastran todas las expectativas.

Como señala Jose Luis Martinez, estratega de Citigroup en España el riesgo más importante es, valga la paradoja, la aversión al riesgo que se está instalando entre los inversores. Ese estado de ánimo acentúa los comportamientos conservadores. En definitiva, significa que el paso del tiempo pasa a ser una variable negativa en términos económicos y un potencial lastre para una recuperación continuada de los precios de los activos financieros.

Otro economista experto, Juan Laborda, nos recuerda que los ciclos de aversión al riesgo existen realmente. Y que el verdadero riesgo proviene del tamaño de la deuda financiera publico-privada en todo el mundo que hace dudar de la salud del sistema bancario occidental. Lo que está ocurriendo hasta ahora en los mercados bursátiles es un indicio del comienzo de un nuevo ciclo secular de aversión al riesgo.

Esa aversión afecta ya a los grandes inversores institucionales pero empieza a generalizarse entre el pequeño inversor que, cuando coge miedo, suele tardar mucho en volver a confiar en el mercado.

El reformismo en Europa en el centro del debate

El problema de España es en este contexto, como señala Laborda, que tanto el stock de deuda total -405% del PIB- como la deuda externa -110% del PIB- y la deuda pública -100% del PIB- se encuentran en máximos históricos. Esas magnitudes han empeorado en los 4 años del gobierno del PP. El problema se agudiza cuando España tiene que captar entre 250.000 y 300.000 millones en el exterior para refinanciar la deuda lo que la hace especialmente sensible a los momentos en los que se instala la aversión al riesgo de los mercados.

Quizás por eso, insiste Stiglitz, con la mirada también en la crisis de los refugiados: «debería haber más pesimismo sobre Europa y menos sobre China». Y por eso pide un cambio del conjunto de las reglas del euro para enmendar su tendencia natural hacia la austeridad. Pero no le hacen caso: la Comisión Europea avisa que reclamará un doloroso ajuste fiscal adicional al próximo Gobierno. Eso, a pesar de que Alemania quiere solicitar una excepción para que no compute el coste de la integración de los refugiados en el déficit y Francia otra para excluir el gasto militar destinado a la guerra contra el ISIS.

El nuevo ciclo político estará muy posiblemente afectado por nuevos vectores y nuevos marcos. La vulnerabilidad de los países centrales se acentúa. El verdadero reformismo se impone para dar respuesta al nuevo ciclo de aversión al riesgo que parece instalarse en el mundo. Veremos si Europa se muestra sensible a los cambios y enmienda su tendencia natural hacia la austeridad, como reclama Stiglitz.

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*Este artículo se poublicó originalmente en el diario bez.es y se reproduce aquí con la autorización del autor.

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