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EPA del 2º Trimestre: Problemas estructurales

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LOS PROBLEMAS DEL EMPLEO Y DEL DESEMPLEO SON ESTRUCTURALES Y NO LOS SOLUCIONA EL CRECIMIENTO ECONÓMICO

  1. Baja el ritmo de crecimiento del empleo

El empleo ha registrado un crecimiento en tasa anual del 2,4%, lo cual, tras el disparado crecimiento del 3,2% del trimestre anterior, supone volver a la peculiar ‘normalidad’ de la evolución del empleo en España.

La tasa intertrimestral corregida de los efectos estacionales muestra un menor crecimiento, lo explica la fuerte repercusión sobre las tasas anuales mencionada antes, al descontar estas el segundo trimestre de 2018, momento en el que se produjo una inesperadamente fuerte aceleración en la creación de empleo.

La desaceleración tendencial desde inicios de 2016 en el crecimiento del PIB tiene un lógico reflejo al registrarse, en consonancia, crecimientos también más moderados del empleo.

El crecimiento del empleo en el sector privado muestra un comportamiento similar al pasar la tasa anual del 3,1% al 2,4%.

Por otra parte, la estadística de flujos de la EPA también muestra en sus datos la tendencia a la moderación en el crecimiento del empleo. El flujo de entradas de personas en la ocupación ha perdido algo de fuelle, especialmente respecto a 2017 y 2018, pero mantiene aún niveles importantes, superiores por ejemplo a los de 2016.

El flujo de salidas de la ocupación muestra más significativamente un crecimiento que le devuelve a los niveles del año 2013, lo que debe responder a un aumento en el número de despidos y a una menor renovación de contratos temporales respecto a otros segundos trimestres de años anteriores.

  1. Y se mantienen los problemas estructurales

Pese a toda esta evolución coyuntural, decimos más arriba que se vuelve a la peculiar ‘normalidad’ en el crecimiento del empleo porque, por un lado, este mantiene ritmos muy altos respecto al PIB, superiores a los incrementos de la producción, y con ello evoluciones negativas de la productividad.

En el primer trimestre de este año la productividad fue negativa en 0,4 puntos porcentuales según la Contabilidad Nacional. Y de un -0,8% si comparamos el avance del PIB en términos anuales con el crecimiento de los ocupados de la EPA.

Lo cual es un fenómeno raro y anómalo entre los países de nuestro entorno europeo, donde el crecimiento del empleo en las etapas expansivas es bastante inferior al del PIB, y el crecimiento de la productividad, en consecuencia, es positivo y oscila entre medio y un punto porcentual.

En España no es así (lo que en realidad es un indicador y una prueba de los graves problemas estructurales del mercado de trabajo y del modelo productivo), y en este trimestre, a pesar de la desaceleración en la variación anual del empleo respecto al precedente, el crecimiento se mantiene a niveles similares (un poco más alto probablemente) a los del PIB, con lo que el crecimiento de la productividad será nuevamente cero o negativo.

Peculiar ‘normalidad’ en el crecimiento del empleo porque, por otro lado, está reflejando un tipo de crecimiento del empleo basado, desde el punto de vista productivo, en un peso mucho más importante que en los demás países de los empleos de bajos salarios y valor añadido, lo que se traduce en la caída continua de la productividad media y en esa anormalmente alta relación entre las variaciones del empleo y la producción (elasticidad).

La tasa de temporalidad ha crecido en este trimestre en medio punto porcentual, alcanzando el 26,4% del empleo asalariado. Y en el caso del empleo a tiempo parcial, lo es un 24% del empleo femenino y más de la mitad lo es debido a la imposibilidad de encontrar empleo a tiempo completo.

Una ‘normalidad’, pues, que refleja, de una parte, la baja calidad productiva de la porción mayoritaria del empleo creado (ocupaciones de baja productividad y salarios). Y de otra, la baja calidad laboral que, a su vez, es un factor que coadyuva –en realidad impulsa- el desarrollo de los empleos de escasa calidad productiva, mediante la pronunciada inestabilidad laboral, los bajos salarios y las deterioradas condiciones de trabajo.

De forma que el empleo continúa creciendo a buen ritmo, lo cual en realidad es una noticia ambivalente: positiva en cuanto tiene obviamente de ello la creación de puestos de trabajo, y negativa, porque esos puestos de trabajo ofrecen condiciones de vida deterioradas y precarias, y carecen de futuro desde el punto de vista productivo.

Muchas veces lo hemos dicho: si no se hace algo serio para cambiar todo esto, a largo plazo las consecuencias económicas y sociales para nuestro país acabarán siendo dramáticas.

  1. Se recupera el positivo crecimiento de la población activa

En este trimestre se produce un nuevo ascenso de la población activa que, con un crecimiento ya del 0,9% anual y 210.000 personas más, suma seis trimestres en positivo, a diferencia de los años precedentes durante los cuales se registraron descensos de los activos.

Además, la mayor parte del crecimiento neto de la población activa durante el último año (+201.400 personas), se concentra en el incremento registrado en este trimestre.

La recuperación de la población activa, aunque ocasione una más lenta reducción del desempleo, constituye una positiva mejoría de la evolución de la fuerza de trabajo, muy notablemente de la población española, lo que permite restablecer una senda de necesaria normalidad que reduce el desánimo ante las posibilidades de encontrar empleo, y contribuye a compensar la debilidad de la población en edad de trabajar.

  1. Pero, lógicamente, se reduce más moderadamente el paro

En efecto, un crecimiento más pausado del empleo, unido a la progresivamente más intensa recuperación de la población activa, determinan descensos más lentos del volumen de desempleo y de la tasa de paro.

La estadística de flujos lo refleja con claridad: un volumen claramente menor de salidas del paro respecto a los segundos trimestres de los años anteriores como resultado de la menor intensidad de la creación de empleo, y un mayor volumen de entradas al desempleo, consecuencia de la aceleración en el crecimiento de la población activa.

La tasa de paro ha quedado en el 14% y su reducción anual ha sido solo de 1,3 puntos, la mayor parte de los cuales ha bajado en este trimestre. El volumen total de desempleados se ha reducido en un cuarto de millón en el último año. Y en este trimestre ha caído más en el caso de las mujeres, aunque su tasa de paro presenta un diferencial negativo de más de tres puntos respecto a la de los hombres.

El desempleo continúa dualizado, prácticamente dividido en dos mitades. Una se corresponde con los parados de corta duración (menos de un año) que sufren la inestabilidad y la rotación laboral, y perciben prestaciones por desempleo con las que no compensan la discontinuidad laboral, el encadenamiento de contratos y los bajos salarios. La otra mitad está constituida por parados de larga duración con pocas oportunidades de volver al empleo, bajo o ningún nivel de protección por desempleo y ausencia de políticas activas de empleo eficaces que les permitan salir de su situación de desamparo y escasas oportunidades.

La perspectiva socialmente más grave del desempleo, las familias con todos sus miembros activos en paro, se corrige, aunque demasiado lentamente, habiendo descendido en este trimestre ligeramente por debajo del millón de hogares.

Las diferencias territoriales en materia de desempleo aumentan, por su parte. En cinco CCAA la tasa de paro es ya inferior al diez por ciento, mientras que en otras tres, además de Ceuta y Melilla, superan el veinte por ciento.


El análisis de los resultados de esta EPA del segundo trimestre pone de manifiesto que el mantenimiento del crecimiento económico constituye una base necesaria para la superación progresiva de los altos niveles de desempleo (en cinco años se ha reducido en más de 10 puntos la tasa de paro), pero no es en modo alguno suficiente para corregir los problemas estructurales del empleo y del desempleo.

La exacerbada elasticidad del empleo, con su otra cara de la mala calidad productiva y laboral del empleo, el hundimiento progresivo de la productividad media por puesto y por hora de trabajo, el impulso del empleo de bajo valor añadido y bajos salarios, inestable y precario, la dualidad en el desempleo y las diferencias de género y territoriales, entre otros, constituyen problemas estructurales, de fondo, graves y permanentes que no se solucionan con el mero crecimiento económico.

El mercado laboral español necesita importantes reformas en su (des)regulación, y en las políticas de empleo, que corrijan estos problemas, que permitan aproximar su funcionamiento al de los demás países europeos, y que sean coherentes y apoyen las políticas que deben impulsar un sistema económico más eficiente y productivo.

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Asociación Economistas Frente a la Crisis

2 Comments

  1. enrique rodriguez el julio 26, 2019 a las 6:11 pm

    Excelente análisis. Lo más preocupante es la señalada baja productividad de los empleos creados. Ello es consecuencia de una muy escasa inversión en I+D, caraterística principal de buena parte de nuestras empresas, que en vez de investigar para competir, prefieren competir con salarios bajos y empleo precario. Prefieren que sus empleados sean chinos o africanos, en sentido de la cuantía de sus salarios, pero no los quieren alemanes ni nórdicos, por que, asi no podrían competir. No quieren ni saben investigar, ni invertir en investigar (salvo honrosas y escasas excepciones) y de esto no se habla, y asi nos luce el pelo.

  2. E. López el agosto 1, 2019 a las 3:12 pm

    Uno de los problemas “estructurales” de nuestro mercado de trabajo es la “temporalidad”. Muestra de lo anterior es que antes de la reforma laboral de 2012, con datos de la EPA del último trimestre de 2011, la tasa de temporalidad era del 24,80% y, actualmente, se sitúa en 26,36%.

    Aunque es esencial potenciar la lucha contra el uso fraudulento del contrato de trabajo temporal (Inspección de Trabajo), pienso que también cabría aplicar medidas fundamentadas en el principio económico de que la demanda de un bien/servicio (en nuestro caso asalariados temporales) puede desincentivarse subiendo el precio de éste.

    En concreto, propongo:

    a) aumentar la indemnización por expiración del contrato de trabajo temporal (art. 49.1.c del Estatuto de los Trabajadores), incluso, por encima de la establecida para el despido por causas objetivas.

    b) extender el recargo en la cuota empresarial por contingencias comunes (art. 151 de la Ley General de la Seg. Social) a los contratos de carácter temporal de duración superior a los 5 días.

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