¿Impulsar la innovación? Caminemos hacia un estado federal

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Ignacio Muro Benayas* (@imuroben) es miembro de Economistas Frente a la Crisis

¡Tremenda paradoja! La tensión soberanista en Cataluña actúa como pantalla que oculta la necesidad de debates sobre las reformas imprescindibles que necesita España, muchos de ellos relacionados con las in-competencias de nuestra organización territorrial.

El hecho es que, entre tanto barullo, ni los defensores del actual estado de las autonomías ni los nuevos federalistas ni, por supuesto, los soberanistas fabricantes de los otros cuentos y cuentas denunciados por Josep Borrell, entran en el debate real sobre de qué manera nuestra organización territorrial frena los cambios hacia un modelo productivo más intensivo en conocimiento.

Pensemos en las políticas públicas de innovación. ¿Están optimizados los 13.000 millones de € que se destinan a ellas? ¿Facilita el estado de las autonomías el desarrollo del I+D+i y la especialización inteligente de sus regiones como reclama la UE en su programa RIS3? ¿Se comporta el estado central como un estorbo para que Cataluña o el Pais Vasco mejoren su especialización productiva? ¿Es la federalización de esfuerzos un requisito imprescindible para ganar en eficiencia innovadora?

Datos que reflejan carencias

España invierte en I+D+i, un 1,24% del PIB. Olvidemos la insignificancia de esa cifra comparada con las de Alemania (2,94%), EEUU (2,81%), Israel (3,93%) o Corea del Sur (4,04%). Olvidemos tambien su deterioro desde el 2010 algo que ni Irlanda, ni Francia ni Inglaterra, que tambien han sufrido duramente esta crisis, han tolerado. Son datos que retratan ya claramente las prioridades economicas de nuestras élites.

Pero hay otra comparación más expresiva aún de nuestras carencias: el hecho de que ni el Pais Vasco (2,09% de su PIB) ni Cataluña (1,51%) dedica a políticas de innovación el nivel medio de la vecina Francia (2,23%).

¡Ni siquiera nuestros territorios aventajados, nuestros referentes industriales, están al nivel promedio de las regiones francesas! ¿Cuál es la razón de ese fracaso? ¿Es algo singular de esas comunidades gobernadas en buena parte de los últimos 30 años por formaciones nacionalistas? ¿Es parte y consecuencia de un diseño colectivo erroneo?

Este análisis pretende mostrar que esa ineficiencia está conectada con nuestro modelo territorial, que en las políticas de innovación se comporta como un híbrido confuso que bascula entre un sistema centralizado (con aportaciones de casi 4.000 mill € de la administración central) y otro descentralizado, con 17 sistemas autonomicos que operan desde sus propias instituciones y planes específicos que aportan otros 2.150 mill € al gasto en I+D+i.

Un sistema híbrido con duplicidades e ineficiencias

Es un híbrido confuso porque los 43 programas estatales impulsados desde la administración central dentro del Plan Estatal de I+D+i se dirigen directamente a las empresas y otros actores económicos creando redes paralelas sin la necesaria conexión con las territoriales.

La duplicidad de redes y actuaciones es fuente de ineficiencia sobre todo cuando se hace evidente que, en general, han sido los proyectos pequeños, descentralizados y pegados a sectores concretos y al tejido productivo representado por las PYMES, los que han producido los avances más significativos. Y ello significa que la eficacia procede de los programas impulsados por las CCAA mientras que los promovidos desde la administración central están demasiado alejados de las necesidades prácticas de las PYMES y demasiado volcados en incentivos fiscales que terminan favoreciendo a las grandes empresas.

¿Es eficiente, por ejemplo, que la administración central destine 640 millones de € en 2015 a deducciones en el Impuesto de Sociedades por actividades genéricas asociadas a I+D+i cuando los técnicos de hacienda avisan de su condición de ser meros trucos contables para acceder a las desgravaciones?

La ausencia de colaboración horizontal entre los 17 sistemas autonómicos es la fuente principal de ineficiencias junto a la existencia de duplicidades y desconexiones que introduce la gestión vertical de las instituciones centrales. El problema es que los gestores de programas de I+D+i de Cataluña no colaboran con los de Valencia o los del País Vasco ni estos con los de Navarra o Andalucía. Y que los recursos de la administración central no se vuelcan en incentivar esa colaboración para favorecer economías de escala dentro de la espcialización regional.

La especialización inteligente de Cataluña y el Pais Vasco en un entorno abierto.

Puesto que antes se ha señalado el escaso nivel del gasto de I+D+i de Cataluña y Euskadi comparado con el de Francia como el mejor síntoma de nuestras carencias, conviene avanzar algo más sobre las particularidades de sus respectivos sistemas tecnológicos.

Cataluña dispone de excelentes políticas de creación de conocimiento basados en la RED CERCA (Centros de investigación de Cataluña), uno de los más prestigiosos del Sur de Europa, que, en buena medida, pivotan alrededor de la investigación clínica y biomédica. Se trata de un sistema cimentado en una red de fundaciones que ha facilitado la colaboración público-privada entre las universidades y una red hospitalaria de alto nivel en programas de excelencia. Esa posición es reconocida tanto en el nivel de publicaciones científicas como en la recepción de ayudas del European Research Council a la excelencia científica.

Sin embargo, como indica Xavier Ferrás, experto en estrategias de innovación, Cataluña fracasa en la transferencia de ese conocimiento hacia los centros tecnológicos, organizado en torno a modelos cambiantes y fallidos. El resultado es la desconexión entre el mundo científico y el tejido industrial catalán, con poco peso de los sectores de alta tecnología y demasiado volcado en la devaluacion salarial y en el low cost.

El modelo de Euskadi es mucho más equilibrado, con buenas infraestructuras de I+D+i en todo el ciclo. A partir de iniciativas como Tecnalia, que están al nivel de los modelos aleman o los países nórdicos, o impulsando alianzas entre centros tecnologicos de investigación, a través IK4, el País Vasco ha desarrollado un modelo completo que prolonga y enlaza con una red de universidades (UPV, Deusto, Mondragón, Tecnun) que actúan como centros de producción de conocimiento. Sin embargo, como señala Guillermo Dorronsoro, decano de Deusto Business School, “el nivel de recursos dedicados por Euskadi a la investigación de carácter más básico es comparativamente escaso”.

¿Están suficientemente potenciadas las sinergias entre sus especializaciones regionales en un entorno abierto como el de la economía actual? Por supuesto que no. Si a Cataluña le falta conexión con una industria innovadora que sí existe en el País Vasco, a Euskadi le falta tamaño en la producción de conocimiento para poder competir con los principales centros europeos que le podría aportar Cataluña.

Hay que tener en cuenta que la inteligencia de las nuevas especializaciones territoriales requieren fortalecer la nueva conectividad transversal asociada a la economía digital y al desarrollo de servicios compartidos de alto valor. Que ya no son suficientes las sinergias sectoriales típicas del cluster, muy importantes en el País Vasco, (pero tambien en Rioja o Valencia y Cataluña…) y asociadas a la proximidad geográfica.

¿Por qué no cooperan más entre ellos? La contestación es evidente: porque sus élites, las vascas y las catalanas especialmente, miran casi en exclusiva hacia Europa mientras actúan de espalda a la colaboración horizontal entre sí y con otras comunidades. Y porque, en contra de todas las evidencias que aconsejan el federalismo cooperativo en los estados compuestos, todo el entramado institucional español está construido desde la desconfianza, porque no está diseñado para federar esfuerzos horizontales ni para alimentar un proyecto común. No hace falta más que acceder al artículo 145 de la Constitución para recordarlo.

Es evidente que hay que implantar un sistema de innovación adecuado a la realidad empresarial e institucional, que descanse en las PYMES y fomente la cooperación federal entre los planes de innovación de las diferentes CCAA. Que hay que profundizar en un modelo descentralizado, a la manera del modelo federal alemán de la Sociedad Fraunhofer, en el que el principal rol de las instituciones centrales es incentivar los programas compartidos aportando fondos federales. Solo así se fabricarán las condiciones para la modernización de España.

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*Una versión de este artículo ha sido publicado previamente en el diario www.bez.es

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