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José Molina, In Memorian

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José Molina, Doctor en Economía y Sociólogo, miembro de Transparencia Internacional y de la Junta Directiva de Economistas Frente a la Crisis de la que era su coordinador en la Región de Murcia

Esta noche ha fallecido, victima de la COVID, José Molina Molina @ecoapiedecalle. Estos días, sus compañeros de Economistas Frente a la Crisis, seguíamos inquietos el transcurso de su enfermedad… pero siempre convencidos de que la fuerza que tenía en todos los rasgos más nobles que pueda tener una persona, vencería también la enfermedad a la que se enfrentaba. Todos los días preguntábamos y seguíamos con vértigo las noticias que nos llegaban a través de sus amigos. Al final no ha podido ser. Hemos perdido una gran persona.

José Molina pertenecía a una rara especie de intelectuales – rara por ser escaso el número de quienes llegan a integrarla –insatisfechos de manera ciertamente particular con la deriva de la sociedad en la que viven. Pareciera que la insatisfacción es propia de la condición de todo intelectual y en esa medida no sería cuestión que tal cosa llamara la atención, pero a la insatisfacción a la que me refiero no es la ordinaria que conocemos sino otra que nace desde el testimonio que suministra observar cuanto nos rodea desde posiciones que son tan críticas como constructivas, llenas de propuestas e iniciativas para que los anhelos de bienestar, justicia e igualdad que anidan en cada individuo y en cada conjunto de individuos, se plasmen en el gobierno de la sociedad, en el buen gobierno. José Molina fue un intelectual de este tipo.

José Molina no cejaba en la exploración de todo resquicio a través del cual pudiera mejorarse la identificación de los ciudadanos con sus gobernantes -con los gobernantes que los ciudadanos elijen- cerrando al mismo tiempo los sumideros por los que se pierde -se dilapida- la implicación ciudadana que hace sentir al intelectual como insatisfacción propia, la desafección de la ciudadanía. La democracia no sólo puede consistir en permitir que cada ciudadano participe con un voto en consultas periódicas alejadas entre ellas por algunos años. La democracia –la que es auténtica- es la que crea espacios para que los ciudadanos participen en el flujo continuo de decisiones que implica gobernar. Es decir, la elección entre opciones para que sea efectivo el compromiso con la opción elegida. Sólo la participación en ese continuo y permanente flujo de decisiones puede hacer de los ciudadanos sujetos de la democracia. Esto es lo que nos enseñaba José Molina, con entusiasmo y maestría.

Y José Molina lo explicaba desde la experiencia de haber volcado sus esfuerzos en el desarrollo de propuestas y modelos de participación ciudadana a través del lanzamiento de los presupuestos participativos en diferentes municipios de la Región de Murcia. Pero no solo: la transparencia en la acción de las administraciones públicas era, para José Molina, la clave de bóveda de la calidad democrática de una sociedad. Sin transparencia no es posible la participación -la implicación en la gobernanza de los asuntos públicos- ni el debate, ni la crítica, ni el ejercicio y exigencia de la ética como columna vertebral de la política. De ahí los dos capítulos centrales de su último libro “Una sociedad con respuestas” (Tirant lo Blanch 1919): “Desde la dignidad a la participación” y “Transparencia, ética e integridad pública”.

Pero no sólo este último libro, también una larga bibliografía de libros, estudios y artículos da fe de la trayectoria de José Molina a través de reflexiones en torno a la calidad de las instituciones como cuestión capital para la calidad de la gobernanza de la sociedad. Es decir, del progreso en todas sus vertientes, las que son materiales (crecimiento), las que impregnan de calidad a ese crecimiento (sostenibilidad medioambiental), las que mejoran la vida de las personas (distribución de sus frutos para la igualdad) … todas vertientes del progreso económico que sin alguna de ellas ni es sostenible ni merece ser llamado progreso, sólo otra cosa tal vez necesaria pero tan insuficiente que a José Molina no le interesaba.

Los títulos de sus libros son ya, por si mismos, un discurso que descubre el pensamiento de José Molina y las que fueron sus preocupaciones como político y, tal como creemos quienes le conocimos, como intelectual: “Por qué la transparencia”;  “Presupuestos Participativos”; “Ciudadano y Gasto Público”; “Una sociedad con respuestas”… Se trata de un discurso mantenido con constancia, sin atisbo ninguno de rendición, a través de una continua presencia pública en los medios con artículos de los que sólo citaré, a título de minúsculo  ejemplo entre los centenares publicados en periódicos y revistas especializadas, algunos –no todos- publicados por Economistas Frente a la Crisis: Gobiernos abiertos; La subversión del gasto público; Velar por la ciudadanía; El poder de los que mandan; Los Organismos Independientes en la democracia representativa; Sin entender las leyes; Sensibles al cambio; Por qué la transparencia; El impulso de la economía desde la participación ciudadana; Más utopía, por favor; Ay Europa!; Bajo el sol de la incompetencia; Usos nuevos; Un sobresalto de desgobierno; Cortar desde la raíz; Derecho a saber, evaluar y controlar… en fin, conocí a José Molina hace seis o siete años cuando solicitó su incorporación a Economistas Frente a la Crisis, una plataforma de economistas y otros profesionales preocupados por cómo estaba siendo gestionada la crisis económica desde los postulados del pensamiento neoliberal, desde luego predominante entonces y, aunque en claro retroceso hoy, todavía bien instalado en el pensamiento de personas e instituciones influyentes…

Y digo que le conocí hace  seis o siete años para decir que es de las personas que uno lamenta haber conocido tarde porque José Molina fue claramente un maestro al que hubiera merecido haber podido seguir desde hace mucho más tiempo. Doctor en Economía, sociólogo y auditor, fue Consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad Autónoma de Murcia en los primeros años 80 y hasta el final, siempre en primera fila, Presidente del Consejo de Transparencia de la misma Comunidad Autónoma.

Recuerdo que, poco tiempo después de conocer a José, en la ciudad de Murcia, andando por la calle hacia algún acto público en el que participábamos los dos, la gente le saludaba por la calle con respeto, admiración y, sobre todo, con cariño. Desde luego, José Molina fue un maestro respetado porque transmitía coherencia, tesón y la empatía de una trayectoria reivindicativa de la ética en la política.

Una de las cuestiones que me hizo fijar la atención en José Molina fue su insistencia, a lo largo de todo lo que alcancé a leer de lo que escribía, en la importancia sistémica de la calidad de las instituciones en el desarrollo equilibrado y justo de la sociedad. Tal cuestión coincidía plenamente con mi experiencia como “regulador” en organismos independientes durante años, primero como Consejero en la Comisión Nacional de la Energía (CNE), después como Consejero en el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). El nivel de coincidencia con mis posiciones era asombroso teniendo en cuenta la lejanía en la que se habían desenvuelto nuestras trayectorias profesionales y en ello me centraré brevemente.

En un artículo sobre los organismos independientes, José Molina escribió:

“…La tarea regulatoria que los organismos independientes de las democracias tienen que realizar, no es ni puede ser nunca, por definición, políticamente aséptica. Y lo afirmo con claridad, para no confundir neutralidad “partidaria” con neutralidad “política”, porque una toma de decisiones adecuadamente fundada, debe estarlo en base a conocimientos técnicos, económicos y jurídicos”.

Y así es. Efectivamente. No hay que confundir neutralidad partidaria con neutralidad política. La regulación de los mercados además de técnica es política, no en balde hablamos de política regulatoria que necesariamente implica el posicionamiento del regulador en una u otra opción política. Es imperativo, desde luego, que las decisiones que corresponde tomar a los reguladores independientes estén adecuadamente fundadas en conocimientos especializados, pero al mismo tiempo es necesario afirmar y subrayar que nunca la pura técnica ha sido políticamente aséptica. Sabemos que quienes sostienen lo contrario solo quieren esconder intereses que se compadecen mal con el interés general.

Todo esto está expresado con toda claridad en uno de los manifiestos de Economistas Frente a la Crisis que, con seguridad, fue una muestra de la identificación de pensamiento que José Molina encontró en quienes fuimos sus compañeros en Economistas Frente a la Crisis y todos en él.

… el verdadero problema que sufren en España los organismos reguladores y de supervisión no es la “politización” sino su colonización e instrumentalización partidaria. Si a lo anterior se une la influencia –rara vez transparente- que ejercen sobre estos organismos los propios sectores económicos regulados, se comprende fácilmente el desmoronamiento de su imagen y de la confianza de la ciudadanía en su buen funcionamiento. El nombramiento de los máximos responsables de los organismos reguladores y de supervisión, no puede tener lugar sino en sede política entre personas cualificadas y preparadas para el ejercicio del cargo. Este es el verdadero reto de los organismos reguladores (y, en general, de las instituciones independientes), pues no existe mejor garantía de independencia que la competencia profesional y la reputación contrastada de las personas elegidas”.

Existe un amplio consenso político en que la calidad de las instituciones es cuestión básica para el progreso de las naciones, un factor central para favorecer un crecimiento económico sostenible y equilibrado con las generaciones presentes y futuras. Por ello, la recuperación de la confianza en las instituciones es esencial para mejorar el funcionamiento de la economía y esa recuperación sólo es posible a través de la transparencia en la ejecución de sus cometidos, seguramente una de las escasas vías para que la ciudadanía se sienta partícipe en tales cometidos y cómplice con los gobernantes que elige. Así pensaba José Molina.

Frente a la regulación de los sectores que prestan servicios esenciales, surge la presión de las empresas reguladas a favor de la autorregulación bajo el principio de que los mercados saben discernir – y seleccionar – entre las malas prácticas empresariales y aquellas que son respetuosas con las normas y con los consumidores a través del ejercicio de una autorregulada responsabilidad social corporativa. Sin embargo, la crisis y la dudosa salida de la crisis a la que España tuvo que enfrentarse, no ha sido ajena a malas prácticas empresariales llevadas a cabo por empresas que se erigían en modelos de responsabilidad social… malas prácticas posibles por el retroceso de la intervención regulatoria de los Estados a través de sus instituciones especializadas.

Sólo desde la independencia del Gobierno y -por encima de cualquier otra consideración- desde la independencia de las empresas reguladas, ejerciendo sus funciones especializadas con transparencia y rindiendo cuentas al Parlamento, las Autoridades independientes de competencia, de regulación y de supervisión de las administraciones públicas podrán contribuir a mejorar -empezando por ellas mismas- la calidad de las instituciones que determinan la calidad de la gobernanza en todos los ámbitos de los asuntos públicos

Independencia, transparencia, integridad ética… no es extraño que a José Molina hayamos acabado encontrándole en Economistas Frente a la Crisis.

José Molina fue un intelectual de nuestro tiempo. Leerle es aprender y además un placer que, si hoy enturbia la noticia de su fallecimiento, al mismo tiempo permitirá que su recuerdo permanezca.

Adiós, amigo del alma. Quienes te conocimos te echaremos en falta. ¡Qué tristeza haberte perdido!

About Jorge Fabra Utray

Jorge Fabra Utray, Economista y Doctor en Derecho, es presidente y fundador de Economistas Frente a la Crisis. Consejero y miembro del Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear CSN (2017-19). Vocal Consejero de la Comisión Nacional de la Energía (2005-11). Presidente de Red Eléctrica de España (1988-98). Delegado del Gobierno en la Explotación del Sistema Eléctrico (1983-88). Presidente de la Oficina de Compensaciones Eléctricas OFICO (1984-87). Decano-Presidente del Colegio de Economistas de Madrid (1981-83).

1 Comment

  1. Miguel Ángel Derqui el febrero 14, 2021 a las 8:07 pm

    ¡Emotiva y entrañable necrológica!
    Aunque no conocí a José Molina, leí sus tesis en este medio en cuanto a las características de la necesaria intervención regulatoria del Estado, que muy bien has recogido y sintetizado, Jorge, y me sentí plenamente identificado con ellas.
    Un buen homenaje el que has realizado, recordándolas como lo has hecho.
    Mis sinceras condolencias a los que tenéis vida compartida con José y sentís especialmente su pérdida

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