La nueva ‘normalidad’ que nos quieren imponer

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José Molina Molina @ecoapiedecalle es doctor en Economía, Sociólogo y miembro de Economistas Frente a la Crisis / Murcia

En esta crisis hay ganadores y perdedores y los ganadores pretenden que tal estatus se asiente como nueva ‘normalidad’, un símbolo para que se perpetúe la pérdida de derechos históricos.

Desde Economistas Frente a la Crisis denunciamos la ‘nueva normalidad’. Es decir, la aceptación de las reformas estructurales emprendidas y el conjunto de los equilibrios/desequilibrios promovidos, en los que se reflejan múltiples transformaciones, cuya visión repetitivita quiere instaurar  en la sociedad un sentido de nueva normalidad. Impuesta, claro. Ese modo elegido para salir de la crisis con la resultante de que unos salen más fortalecidos y la mayoría más debilitados, es también una ‘nueva normalidad territorial’ en la que los países del sur, incluida Cataluña, son pasto de los que dominan el poder económico. ¡No lo olvidemos!

En este escenario, el rol que interpretan los países del sur es el de tener que competir entre ellos y con el Este de Europa, así que nuestro horizonte es convivir con salarios bajos, precariedad laboral y exportar a precios competitivos. Son las reglas para funcionar en una Europa dual que ha sido incapaz de enfrentarse a la crisis con bravura. Se consagran las asimetrías, la desigualdad y las divergencias. Nos llevan justo por donde no queremos ir. Han roto el proyecto ilusionante de una Europa unida y solidaria para convertirla en un símbolo de las desigualdades. Como afirma Krugman, en los debates políticos sobre la sanidad, la educación y la igualdad, la ideología se ha impuesto por completo a la realidad.

Por su parte, Olli Rehn –ex-vicepresidente de Asuntos Económicos de la Comisión Europea- confesó que la crisis de la deuda pública se ha gestionado de forma indiscriminada y dañina al crecimiento, una afirmación que nos llega un poco tarde pero que abunda en la convicción de que la incapacidad para salir de la crisis nos aboca a que las divergencias competitivas sean el modelo económico y social que nos han diseñado para las próximas décadas. Por estos motivos es positivo que esté tomando fuerza el movimiento ciudadano denominado ‘Audita la deuda pública’.

Auditemos la deuda pública. No es, como algunos dicen y otros piensan para una acción de acuerdo con el Convenio de Viena, que la convertiría en ilegítima. Auditar la deuda pública es para un proceder educativo, porque analizándola sabremos por qué nos hemos endeudado, cómo han priorizado nuestros políticos las necesidades y, sobre todo, por qué se han realizado unos proyectos y no otros. También es interesante conocer quién o quiénes son los beneficiarios, quién hizo el negocio. Pensemos que auditar la deuda por los ciudadanos es estudiar la anatomía del gasto público, el resultado de hacerle la autopsia a un ‘gasto muerto’ como es la carga excesiva que supone la deuda. En el caso de algunas Comunidades Autónomas, como la de Murcia y Valencia, el endeudamiento es ‘diabólico’.

A pesar de la propaganda, la realidad es que seguimos en plena crisis, entendida no sólo por sus desequilibrios y desempleo de recursos sino también por la desorientación política y el desconcierto social porque, ya se sabe, en esta crisis hay ganadores y perdedores, y los ganadores pretenden que tal estatus se asiente como un símbolo para que se perpetúe la pérdida de derechos históricos, cual antigualla de un pasado utópico irrepetible. Porque el gasto público se quiere para otros objetivos o, sencillamente, porque se quiere pagar menos impuestos, menos salarios, menos amparo, menos demandas sociales, menos inversión pública, menos formación, menos pensiones y más familias en precario. Es la perfección del círculo imperfecto.

Nos faltan políticas que coloquen al empleo como primer objetivo y que se olviden de resurgir otra vez la economía del pelotazo. Hay quienes no tienen más salidas que apoyar proyectos oxidados, no relanzan el crédito y la inversión porque desde los potentes lobbies y desde las ‘puertas giratorias’ quieren imponer su nueva ‘normalidad’.

Debemos provocar un debate para no sentirnos atrapados, pasar a la acción de las propuestas. Esta crisis tiene nombre y apellidos y no debemos consentir que un capitalismo excluyente, que se ha enquistado en un partido petrificado, se apropie de lo que es común. Si no lo hacemos, en el futuro nos demandarán por no actuar en el momento adecuado.

 Publicado en el Diario La Verdad (Murcia 12/7/2014).

About José Molina Molina

Doctor en Economía y Sociólogo, es Presidente del Consejo de la Transparencia de la Región de Murcia y miembro de Economistas Frente a la Crisis EFC

No hay comentarios

  1. gerardogutierrezardoy el agosto 14, 2014 a las 8:07 pm

    De acuerdo en auditar la deuda, pero además de para lo que propones, para negociar una quita de la misma en la parte que corresponda. La asfixia que provoca a las personas es tal, que no habría forma de salir de la situación de crisis sistémica, si hay que devolver primero la deuda

  2. Pedro Gonzalez el agosto 15, 2014 a las 5:14 pm

    Me alegra que un foro tan «prudente» con es EFC dé cabida a esta opinión.
    Y coincido en que es muy importante el aspecto didáctico de la auditoría de la deuda.
    Pero tal y como dice el comentario anterior, una vez auditada la Deuda, no debiera haber problema en tomar las decisiones que resultasen razonables y que, a mi juicio, más que en «no pagar» debieran traducirse en «hacer pagar» a los responsables de esa parte que resultase ser ilegítima u odiosa (según los criterios al uso).
    Por ejemplo, hay una cuantía fácilmente evaluable que es el diferencial de intereses que ha tenido que asumir este país por la negativa del BCE a financiar directamente al Estado Español.
    Se me dirá que los estatutos del BCE prohíben taxativamente esa financiación, pero no se me podrá negar que podría haberla llevado a cabo «legalmente» prestándole ese dinero al Banco de España que a su vez se lo prestaría (compraría la Deuda) al Tesoro Público con un diferencial puramente simbólico.
    No se trataría tanto de no pagar ese importe (el del diferencial de intereses) cuanto el hacer que lo pague el BCE (Es decir todos los estados, incluidos Alemania, Países bajos y todos los que se han beneficiado) entregándolo como compensación al Estado Español con el fin exclusivo de amortizar títulos por ese mismo importe.
    Otra cuantía muy importante, aunque algo más compleja de evaluar es la correspondiente a la «irresponsabilidad» con las que los bancos centroeuropeos prestaron sus dineros ignorando los más elementales criterios de gestión de riesgos.
    En este caso el correctivo efectivamente consistiría en implantar un impuesto de carácter transitorio a la banca que igualmente revertiría en el Estado Español en este caso para recuperar hasta el último céntimo del dinero empleado en rescate bancario (incluidos avales y pérdidas de los bancos «malos»)
    Quizá estas propuestas resulten algo «chuscas», pero estoy seguro que personas con mejor formación «económica» que un servidor (que es lego) sabrían afinarlas o darles forma.
    Y por otro lado, comprendo que este tipo de decisiones tiene la contraindicación de que podría hacer «descarrilar» al sistema financiero que desde hace unos años vive de la respiración asistida que le suministran los rescates, los préstamos (casi gratuitos) del BCE y el diferencial de tipos de interés que le cobra al estado.
    Pero aun siendo eso cierto, yo me pregunto si merece la pena seguir manteniendo vivo este zombi que en la actualidad es poco más que un sistema parasitario que oculta (o retrasa) su insolvencia absorbiendo la riqueza (menguante) que genera la economía productiva (también menguante).
    A mi juicio, tan importante como tomar conciencia de dónde estamos, es el poner remedio y hacer pagar (aunque sólo sea en parte) a los responsables y beneficiarios del desaguisado.
    Saludos.

    • José Molina Molina (@ecoapiedecalle) el agosto 20, 2014 a las 11:24 pm

      Hay que trabajar en la difusión de rendir cuentas, porque el proceso educativo de saber en que se ha aplicado la financiación de la deuda es prioritario. Siguiendo esa linea llegamos a aceptar o si llegara el caso a repudiar la carga o parte de ella. Hay que exigir responsabilidades a los tomaron decisiones. Gracias por los comentarios.

  3. jose candela ochotorena el agosto 16, 2014 a las 7:30 pm

    Gracias por poner negro sobre blanco el debatido tema de la auditoria de la deuda. Los politicos deben comprender que borron y cuenta nuva, aunque sea con propuestas renovadas conduce a repetir lo mismo,
    Necesitamos aprender de lo que ha pasado para evitar en serio volver a repetirlo. Caras nuevas, aunque necesarias, no resolveran los problemas, situados en una cultura economica enraizada en los que decuden, empresarios y politicos, pero tambien asumida por una gran parte de la poblacion, no me atrevo a ddecir mayoritaria, pero cerca si que esta de serlo.

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