La paradoja del comercio internacional y de su homólogo “justo”

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Jaime Bravo es estudiante, editor de Beneficio Marginal y colaborador de Economistas Frente a la Crisis

En esta entrega continúo explorando la economía y buscando aquellas partes que más me llaman la atención y, en este caso (y con el permiso de este colectivo) me he planteado analizar un poco la realidad internacional del comercio y la de una palabra de la que muchos hablan,  el comercio justo. Con la llegada de la globalización los mercados se abrieron, indudablemente, al resto del mundo. Así, los pilares básicos del comercio tuvieron que re-definirse para poder adaptarse a una situación nueva, una situación que muchos economistas se han esmerado en resolver (véase el paper publicado por James E. Anderson y por Eric van Wincoop) y que algunos han intentado vislumbrar. Durante los años en los que la globalización se convirtió en un fenómeno de masas, el comercio internacional aumentaba. Sin embargo, paralelamente, el comercio justo – entendemos que el comercio justo es esa variante del comercio en la que ninguna de las partes implicadas sale perjudicada de las actividad comerciales – caía y quedaba relegado a una posición o a un punto de vista filantrópico. El homólogo justo del comercio parecía no importar. De hecho, no tenía prácticamente valor. Y esto, indudablemente, tendría que derivar en medidas arancelarias y en procesos de “semi-autarquismo” en el que la entrada de productos no-nacionales era vista con malos ojos. Ningún economista debería mostrarse ajeno a esta situación. Y muchos de ellos no lo hicieron.

Andrew Charlton es investigador en la London School of Economics, posiblemente, una de las mejores universidades para los estudios sociales en Europa. Joseph E.Stiglitz es profesor en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Ambos publicaron un libro titulado Fair Trade For All en el que exponen las realidades del comercio actual y de cómo debería formularse el ámbito comercial “justo”. Sin embargo, ambos autores consideran que se dan ambivalencias evidentes en la consideración de aquello que es realmente “justo”. Sobre el trabajo del comercio justo hablaré en otra entrega. Cabe destacar una serie de nombres: aranceles, globalización y libre-comercio

Medidas arancelarias, barreras y Tercer Mundo

El comercio internacional posee muchas teorías. Según Adam Smith, un país cualquiera tiene más ventaja sobre otro porque se especializa en producir aquellos productos que tengan ventaja absoluta (este tipo de ventaja es medida por el menor coste medio de, producción en términos de trabajo (tomando en cuenta el resto de países que estemos usando como comparación)). Por otro lado, tenemos las teorías ricardianas y el famoso modelo de Heckscher-Ohlin (hablaremos de todo esto en alguna que otra entrada más adelante). Durante la historia, las medidas arancelarias (los productos no-nacionales estarán tasados con un impuesto mayor lo que indudablemente supondrá una barrera comercial (trade barrier)) han supuesto una medida usada para la defensa de la industria nacional. En otras palabras, imaginemos dos economías, i y j. Imaginemos que i es una economía más pequeña y, por el contrario, j, es una economía mucho más amplia. J decide dedicarse a exportar un producto que aquí caracterizaremos como X. Sin embargo, i ya se dedica a producir ese producto y, además, un 90% de la industria está expuesta a la producción de X. I, probablemente, colocará prohibiciones para que j no pueda vender en su territorio. Sin embargo (y tal y como ha sucedido durante la historia), las diferentes teorías nos dicen que probablemente con el tiempo, i reducirá su producción de X o se convertirá en un país más competitivo de ese mismo producto. De cualquier otra forma, i se tendrá que aislar y probablemente, al no poder comerciar, experimentará un decrecimiento de la economía. Una de las teorías en las que están trabajando muchos economistas está basada en las ecuaciones comerciales de las economías cerradas. Veamos tres implicaciones principales sobre las barreras comerciales:

1. Las barreras comerciales reducen el comercio entre países con economías grandes más que el comercio entre países con economías pequeñas.

2. Las barreras comerciales aumentan el comercio ajustado dentro de los países con economías pequeñas mucho más que los países con economías más grandes.

3. Las barreras comerciales aumentan el ratio del comercio dentro de un país 1 en relación con el comercio entre los países 1 y 2 cuánto más pequeña es la economía de 1 y más grande es la economía de 2. (En este punto, se entiende que una mayor economía está enteramente relacionada con un país geográficamente amplio; de cualquier forma, en este último punto suele haber determinadas discrepancias entre los economistas especializados en el comercio internacional.)

 

Por lo tanto, podemos sacar en conclusión que un aumento generalizado de las barreras comerciales, es decir, de los aranceles o barreras proteccionistas, aumentará una mayor resistencia comercial para países pequeños en relación con los países grandes. Dichos economistas plantean lo siguiente: en un ejemplo, tomamos dos países donde los ingresos de la menor economía es el 10% del total, un 20% de barreras comerciales aumenta el precio de los productos (en inglés price index y en español índice de precios) un 0,2% mientras que ese mismo aumento produce un crecimiento de los precios en un 16% en el país con la economía más pequeña. La razón estriba en que para una economía mucho más grande, esas resistencias no se muestran porque las barreras comerciales no se aplican para las actividades de flujo comercial dentro del país en cuestión. Es decir, un país con una economía pequeña no puede tener una actividad comercial nacional mientras que un país con una economía mucho más grande sí puede hacerlo. Esta relación compone una paradoja del comercio. El Tercer Mundo está viendo aumentado, de una forma bastante consistente, su actividad comercial. Sin embargo no es una actividad comercial que se pueda catalogar como justa. (Como apunte: aunque esta realidad se produzca, el comercio entre dos países con economías grandes cae más que el comercio entre economías pequeñas. Esto se debe a las resistencias comerciales multilaterales que son prácticamente mínimas entre países con economías pequeñas y muy amplias para países con economías más grandes.)

La globalización, el fenómeno comercial, social y cultural del que todos hablan

No sé la edad del lector. Pero el que escribe esto, nació allá por 1996. Cuatro años más tarde, entró el euro. Y, además Internet tuvo su gran auge. Las crisis anteriores al “fenómeno-2000” habían tenido como característica común que se había contagiado el efecto de unas otras sólo porque las crisis habían afectado a entidades directamente expuestas a la crisis en cuestión. El ejemplo más característico de esto es la Gran Depresión. La crisis bancaria americana se contagió en Europa porque estos bancos dejaron de entregar créditos a los ciudadanos europeos (y en particular a la maltrecha Alemania). Sin embargo, la globalización en el siglo XXI ha supuesto un fenómeno a explorar con unas reglas totalmente nuevas Se trata de una situación que no esperábamos. El profesor Stiglitz tiene algunas frases muy interesantes sobre la globalización. Una que particularmente me interesa y me agrada es la siguiente: “En mercados globalmente integrados, los precios internacionales afectan a los precios locales. La reducción de los precios agrícolas globales que producen las voluminosas subvenciones de EEUU y UE hace que los precios de la agricultura local también caigan. De modo que incluso los agricultores que no exportan – que solo venden su producción en el mercado interno – se ven afectados”

La globalización es un fenómeno que ha roto todas las barreras. Ahora, los niveles de penetración comercial, como explicábamos antes, suelen ser mayores en economías más pequeñas porque su crecimiento económico está totalmente relacionado con las actividades comerciales. A esto podría venir el hecho de hablar de la Ley de Solow que dice el crecimiento económico de un país está enteramente basado en la acumulación de capital físico, la creación de grandes empresas y la producción en serie y a gran escala. (Aunque ciertamente el modelo de Solow se estudia en alguna que otra ocasión (de hecho, el profesor Acemoglu lo cita y lo trata en su libro sobre la introducción a la teoría del crecimiento económico) no es muy relevante. Ha de aparecer aquí como referencia del cambio que ha supuesto la globalización – el proceso de globalización de los mercados – incluso en la teoría económica.

El libre-comercio, ¿qué sabemos?

JB 

 

 

Sabemos que el mundo ha empezado a aliarse de forma homogénea con pactos para asegurar el libre-comercio. Sin embargo, no podemos pasar por alto los efectos del libre comercio. Charlton y Stiglitz se muestran tajantes: la economía mundial sólo podrá crecer si se toman en cuenta las diferencias geográficas, económicas, sociales y culturales de cada país. El libre-comercio asume como cierto la teoría de que las exportaciones y las importaciones serán homogéneas en países con economías mayores y que éstas se reducirán si hablamos de países con economías más pequeñas. En particular, Stiglitz dice que EEUU y la UE han perfeccionado el arte de abogar por el libre comercio al mismo tiempo que buscan acuerdos comerciales que los protejan de las importaciones procedentes de los países en vías de desarrollo. Lo que el profesor Stiglitz quiere decir es que se está dando una especie de doble rasero: las uniones libre-comerciales imponen la doctrina del free trade a todos los países con los que comercia pero luego viola la primera norma del comercio internacional (en su variante sin barreras comerciales) al colocar aranceles a productos asiáticos. Por lo tanto, se está produciendo una situación curiosa sin lugar a dudas. ¿Qué cabida tiene el comercio justo en una situación geográfica en la que se obliga a exportar lo posible pero se importa con aranceles? La Unión Europea tiene unas tasas muy altas para productos textiles, sobre todo, de China y Sudamérica. En la teoría económica nos dice que a mayor concentración de barreras comerciales, menor importación por la reducción de beneficios. Sin embargo, estamos asistiendo a un fenómeno muy curioso. Mientras que aumentan las barreras arancelarias, China y Sudamérica siguen exportando. La razón de esto se puede encontrar en varias características, pero citaremos sólo tres:

  • El fenómeno de la inflación diferencial que beneficia a empresas importadoras de productos extranjeros.
  • El aumento de la competitividad vía devaluación interna que aumenta el beneficio económico pero tira por tierra el bienestar de la ciudadanía y subyuga al país en cuestión a un futuro de trabajo forzado.
  • El precio de la mano de obra que hace que el saldo gastos – beneficios sea positivo para el empresario, por lo que sigue aumentado las exportaciones a países (o uniones) aunque haya una alta tasa de aranceles.

Conclusiones

El comercio justo está más devaluado que nunca. No se toma en cuenta porque parece que no vale, que es algo superfluo y que lo que importa es el crecimiento económico per se. No se toma en cuenta la variable utilizada para crecer. El teorema de la ventaja comparativa empleado por David Ricardo se usa en algunas situaciones y el comercio internacional está más devaluado que nunca. El comercio justo debe recuperar su parte en esta historia y primar más que nunca. No concebir qué es lo que hará prosperar a la economía es un error. De cualquier forma, en la próxima entrega de mis colaboraciones analizaré la situación y la repercusión del comercio justo desde un punto de vista matemático y técnico. Espero sea interesante.

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