Los Salarios se Desmoronan

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José Ignacio Pérez Infante es miembro de la Asociación Española de Economía del Trabajo y de Economistas Frente a la Crisis

Según la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL), que elabora el INE, el coste salarial por trabajador (equivalente al salario bruto que percibe el trabajador) descendió en el cuarto trimestre de 2012 el -3,6%, en tasa interanual, la más baja de la serie histórica. Este fuerte retroceso se produce como consecuencia del derrumbe de los pagos salariales extraordinarios y atrasados del trimestre (-19%), ya que los pagos ordinarios se mantuvieron constantes respecto de un año antes (0% de tasa de variación interanual), lo que está relacionado con la supresión de la paga extraordinaria de Navidad de los trabajadores del sector público, sean o no funcionarios. La supresión de la paga extraordinaria explica también la diferente variación interanual del coste salarial por trabajador de la industria (-0,2%) y la construcción (0,4%) de la de los servicios (-4,7%), sector en el que se concentra la práctica totalidad de las actividades afectadas por esa supresión.

Con los datos homogéneos de Eurostat de los costes salariales por hora trabajada desestacionalizados, en España el descenso interanual ascendió en el cuarto trimestre al -4,3%, la variación más negativa de toda la Unión Europea,  en claro contraste con el aumento del 1,4% tanto en la zona del euro como en el conjunto de la UE-27.

Como los otros costes laborales no salariales por trabajador, que engloban a componentes como la aportación empresarial a la Seguridad Social y las indemnizaciones por despido, disminuyeron el -1,8%, el coste laboral total por trabajador (suma del coste salarial y de los otros costes no salariales) se redujo en el cuarto trimestre de 2012 en términos interanuales el -3,2%, algo menos que el coste salarial por trabajador. La variación de este coste laboral por trabajador es ligeramente positiva en la industria (0,7%), nula (0%) en la construcción y notablemente negativa (-4,2%) en los servicios, por la incidencia, como se ha señalado, de la eliminación de la paga extraordinaria en este último sector.

En términos de media anual, el coste salarial por trabajador retrocedió en 2012 el -0,6%, la primera variación negativa en un año de la serie histórica y 1,6 puntos porcentuales menor que en 2011. Diferenciando entre pagos extraordinarios y atrasos y pagos ordinarios, los primeros descendieron el -7,4%, debido a la mencionada eliminación de la paga extra de Navidad en el sector público, y los segundos crecieron el 0,5%, la misma tasa que se acordó como criterio para los salarios pactados en los convenios colectivos para 2012 en el II Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (II AENC), suscrito entre UGT y CCOO, por un lado, y CEOE y CEPYME, por otro.

Si se compara con el aumento del salario pactado en la negociación colectiva en 2012, el 1,6%, incluida las aplicación de las cláusulas de garantía o salvaguarda salarial del año, se produce una deriva salarial (diferencia entre las tasas de variación del salario bruto y el pactado) claramente negativa, lo que ya ocurrió en los dos años precedentes, 2010 y 2011, en contraste con lo que venía sucediendo en los  períodos anteriores, en los que la deriva salarial tenía carácter anticíclico (negativa en las expansiones y positiva en las crisis), debido a la importancia del efecto composición de los salarios.

El efecto composición de los salarios se corresponde con la concentración del aumento del empleo en los años de fuerte crecimiento económico en empleos temporales, en la construcción y los servicios y en las mujeres y los inmigrantes, con salarios inferiores a la media, lo que empujaba a la baja el salario medio bruto por debajo del salario pactado, y por la concentración del descenso del empleo en los años de crisis en los mismos tipos de empleo, lo que, por el contrario, empujaba al alza el salario medio bruto por encima del salario pactado.

Eso, en efecto, es lo que ocurrió en los dos primeros años de crisis, 2008 y 2009, en los que predominó la destrucción de empleo en la construcción, la mayor parte de carácter temporal y con salario inferior al medio, por lo que la deriva salarial en esos dos primeros años de crisis económica fue positiva. Pero a partir de 2010, la destrucción  del empleo se acentuó en otros sectores diferentes y afectó cada vez más al empleo indefinido, de mayor salario que el temporal, por lo que el efecto composición de carácter anticíclico perdió fuerza en relación con otros fenómenos que incidieron en la reducción del salario bruto medio, como la rebaja de los complementos salariales, los descuelgues salariales en relación con el convenio de aplicación, la disminución de las pagas por beneficio y el recorte de las horas extraordinarias, por lo que el salario bruto tendió a crecer en los tres últimos años por debajo del salario pactado y la deriva salarial se convirtió en negativa.

Pero es que, además, en esos tres últimos años, 2010, 20111 y 2012, la variación  del coste salarial por trabajador (0,9%, 1% y -0,6%, respectivamente) fue inferior a la inflación, medida por la variación media del IPC (3,2%, 2,4% y 2,7%, respectivamente, en cada uno de esos tres años), por lo que se produjo una pérdida  del poder adquisitivo de los trabajadores de 2,2 puntos porcentuales en 2010, 1,4 puntos en 2011 y 3,2 puntos en 2012, lo que supone una pérdida global en los tres últimos años de 6,8 puntos porcentuales. Esta pérdida del poder adquisitivo de los salarios se está convirtiendo en un fenómeno que, junto al fortísimo incremento del paro, está acentuando el retroceso de la actividad económica y agudizando la recesión económica, lo que puede obstaculizar la salida futura de una situación tan negativa como la que padece  la economía española actualmente.

Pero en este comportamiento tan negativo de los salarios no solo está influyendo la propia crisis, al debilitar la capacidad de la negociación salarial por parte de los trabajadores y los sindicatos, sino también, y, de forma principal, las políticas económicas y laborales instrumentadas por el Gobierno (al dictado del Gobierno alemán y las instituciones europeas, de forma destacada el Banco Central Europeo), tanto por la repercusión negativa de los ajustes directamente en los salarios de los empleados públicos como por el cambio brusco en el sistema de relaciones de poder entre empresarios y trabajadores que ha supuesto la reforma laboral de 2012 y por la política de devaluación interna, casi exclusivamente salarial, ya que esa política apenas está influyendo en los precios, los beneficios empresariales y  los impuestos.

En términos de media anual, también disminuyeron en 2012 los otros costes laborales no salariales por trabajador, el -0,8%, tasa de variación incluso más intensa que la de los costes salariales por trabajador (-0,6%) y 2,4  puntos menor que un año antes (en el que aumentaba el 1,6%). La razón principal de esta caída es la fortísima merma de la indemnización media por trabajador despedido del -12,6% en 2012 respecto de 2011, lo que se explica por el abaratamiento generalizado del despido que ha provocado la radical reforma laboral de 2012, merma que, incluso, podría haber sido más intensa si no hubiera sido porque, a medida que transcurre la crisis, el despido afecta cada vez más a trabajadores con mayor antigüedad y salarios más altos y, por lo tanto, con indemnizaciones por despido más elevadas.

Sumando el coste salarial y los otros costes no salariales se obtiene, como ya se ha señalado, el coste laboral. Pues bien, el coste laboral por trabajador en media anual    se aminoró en 2012 el -0,6% (igual que el coste salarial por trabajador), la variación anual más baja también de la serie histórica y 1,8 puntos menor  que la de 2011. Este descenso del coste laboral por trabajador de la ETCL es mayor que el del concepto equivalente de la Contabilidad Nacional de España (CNE), la remuneración por asalariado, que se redujo en 2012 el -0,3%, debido, sin duda, a las diferencias metodológicas de las dos estadísticas, puesto que la primera excluye a la agricultura y a parte de los trabajadores del sector público (los funcionarios no adscritos a la Seguridad Social) y la segunda incluye como asalariados a parte de los trabajadores autónomos (los propietarios de sociedades que trabajan en ellas, incluidos los cooperativistas).

En cualquier caso, el concepto más relevante para la competitividad y rentabilidad de las empresas no es el coste laboral por trabajador o la remuneración por asalariado sino el coste laboral unitario (por unidad de producción), que solo se puede calcular por la CNE, y que es igual a la remuneración por asalariado dividida por la productividad por ocupado, variable esta última que se ha caracterizado por un ritmo de crecimiento muy elevado desde el inicio de la crisis, por el carácter anticíclico que tiene su evolución  en España, lo que no ocurre en la mayoría de los otros países desarrollados. Con este cálculo, el coste laboral unitario (CLU) descendió en 2012 el -3,4%, descenso que se añade a los de 2010, el -2%, y de 2011, el -1,4%, y que significa una sustancial mejora de la competitividad de las empresas españolas, en gran medida a costa de los salarios de los trabajadores.

Si, además, en vez de los costes laborales unitarios nominales, se calculan los costes laborales unitarios reales (CLUR), igual al CLU dividido por el deflector del PIB (índice de precios de la producción interna), la reducción asciende al -3,6% en 2012. Esta retroceso se suma al del -2,4% que se produce tanto en 2010 como en 2011. La disminución del CLUR es la regla generalizada de la evolución de esta magnitud de toda la serie histórica homogénea de la CNE iniciada en 2001, con las únicas excepciones de 2007, 2008 y 2009, lo que se traduce en la contribución positiva de los costes laborales a la rentabilidad y a los beneficios de las empresas españolas en la mayoría de los últimos años, especialmente en los tres últimos, 2010, 2011 y 2012, en los que dicha disminución es la más elevada de la citada serie.

Como consecuencia de la evolución de los salarios y, en parte, también del mayor descenso del empleo asalariado que el no asalariado, el peso relativo de la remuneración por asalariado en el PIB nominal ha descendido sustancialmente en España en los últimos años. Así, con los datos desestacionalizados y corregidos de calendario de la Contabilidad Nacional de España, ese porcentaje ha  caído desde el 50,3% del segundo trimestre de 2009 al 44,2%, 6,1 puntos porcentuales menos, en el cuarto trimestre de 2012, porcentaje que, además, es inferior por primera vez al que representa el excedente bruto de explotación (incluidas las rentas brutas mixtas de los autónomos), que asciende al 46,1%.

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