NOVIEMBRE. HACE 50 AÑOS

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Por Julio Rodríguez López, miembro de Economistas Frente a la Crisis

  22 de Noviembre de 1963, poco menos de las nueve y media de la noche. El profesor particular, estudiante de Ciencias Económicas,  ayudaba al alumno a resolver una ecuación de segundo grado. Por el pasillo del piso de la Calle de la Princesa, situado sobre una  pastelería hoy desaparecida, el abuelo materno salió  del salón y se dirigió a la cocina, hablando en voz alta al resto de la familia.

 A pesar de la conversación, el profesor particular creyó oír  al abuelo decir   “acaban de matar al presidente de Estados Unidos”. El resto de la familia se precipitó hacia el salón, donde estaba el televisor, y a ellos se unieron profesor y alumno. El telediario de Televisión Española informaba del crimen de Dallas. La información era escasa, se veían en blanco y negro las conocidas  fotos de Kennedy y señora saludando a los dirigentes que habían acudido a recibirle al aeropuerto de Dallas.

 El día 23 los periódicos recogían la noticia del crimen y  la foto de la jura del nuevo presidente, Lyndon Johnson,  dentro del avión presidencial, al lado de  la viuda del asesinado presidente. Ese día apareció el prefabricado personaje  Oswald. El siguiente fin de semana la opinión pública contempló en directo el asesinato de Oswald por Jack Ruby, el dueño arruinado  de un club  de streap-tease en Dallas.

Se dijo por entonces  que Ruby pretendía que la Señora Kennedy no tuviese que desplazarse a Dallas para testificar en el juicio a  Oswald. La incredulidad  general subió entonces de tono. En la novela “Libra”, el autor norteamericano Don DeLillo  ha señalado  que la puerta trasera de la comisaria de policía donde sucedieron tales hechos  estuvo abierta para facilitar el acceso de Ruby.

 Aquella  clase particular de matemáticas de la noche del 22 terminó de forma abrupta. En la mañana del día siguiente, la Facultad de Ciencias Políticas y   Económicas, situada entonces en el viejo caserón de la Universidad Complutense de la madrileña Calle de San Bernardo, junto al Ministerio de Justicia, era un hervidero. El clima general de  aquella Facultad resultaba a todas luces distante del régimen político franquista. Semanas después, con motivo del paso del Ecuador, los estudiantes del Curso 3º de Económicas   llenaron el teatro María Guerrero para jalear la obra “Los verdes campos del Edén” de Antonio Gala.

  En los pasillos de la Facultad  destacaban las rojo-anaranjadas portadas de  los libros de por entonces del Fondo de de Cultura Económica. El texto más frecuente, la “Guía de Keynes”, del economista norteamericano Alvin Hansen, tenía el rostro de Keynes  dibujado en la portada. Destacaban también  los textos amarillo y oro  de la Editorial Aguilar, como el de José Luis Sampedro, “Realidad Económica  y Análisis  Estructural” y “Los filósofos de la vida material”, de Robert Heilbronner, vendido en España  con un  título propio de la época, “Vida y doctrina de los grandes economistas”.

En las clases de Derecho del Trabajo, el profesor Pérez Botija, decano de aquella Facultad, consideraba un  hito importante para España  la implantación del contrato de  trabajo y el desarrollo de la negociación colectiva. En aquel curso de la que en 1966 fue la 20ª promoción de la licenciatura de Ciencias Económicas de la Universidad Complutense había profesores de interés. Antonio Sánchez Pedreño, economista del Banco de España,  explicaba el concepto de circulación fiduciaria, Luis Ángel Rojo  describía de qué iban los neoclásicos y la ley de Say (“la oferta crea su propia demanda”, tan de moda después en el mercado de vivienda español), junto a Keynes y los postkeynesianos.

El profesor  Juan Velarde explicaba una versión peculiar de la Estructura Económica de España, con alusiones simpatizantes con el líder falangista José Antonio Primo de Ribera. Ramón Tamames comentaba  el tratado que dio paso a la Comunidad Económica Europea.

El de 1963-64 fue el último curso relativamente tranquilo de aquella promoción. En el curso siguiente, coincidiendo con los “25 años de Paz”, cuando en toda España  se proyectaba el film ”Franco, ese hombre”, aquella Facultad permaneció cerrada más de un mes por los incidentes derivados del encierro en la misma de  algunos dirigentes de la oposición democrática al régimen.  Esta circunstancia, unida a la céntrica localización de la misma en Madrid, aceleró la construcción del nuevo edificio de Económicas de la Complutense en la Ciudad Universitaria de Madrid. Desde allí  volvió a rebotar poco tiempo después, hasta asentarse en Pozuelo, Somosaguas.

  No es difícil recordar el Madrid de aquellos días, pues no es frecuente que se  asesine a un presidente de Estados Unidos. La España de 1963 tenía 31 millones de habitantes (46,7 en 2013), un PIB por habitante de 171,5 euros (22.700 euros  en 2013).  Más del 20% del PIB y del empleo de su economía  procedían del sector primario (el 2% en 2013).

 El PIB crecía a buen ritmo, tras el  profundo bache que provocó en la actividad y en el empleo en 1959-1960 la aplicación del Plan de Estabilización de 1959. Según los Colegios de Arquitectos, en 1963 se visaron 313.000 viviendas, casi diez veces más que en 2013. El  80% eran viviendas de protección oficial (cero por cien en 2013). Por esas fechas había en España  ocho millones de viviendas familiares (25,5 millones en 2013).

Según las estadísticas del régimen,  en 1963 la tasa de paro no pasaba del 2% de los activos, pero había miles de españoles trabajando en Europa Occidental, sobre todo Alemania. La implantación del Plan debilitó la demanda interna de la economía y la emigración masiva fue una salida imprescindible. El régimen repetía como prueba del éxito del Plan el aumento de las reservas de divisas.

 En 1963 el citado  ajuste de la economía había hecho de la exportación y de  la emigración las vías de escape de una economía más que deprimida. Los niveles de divisas alcanzados en 1963 se jaleaban tanto como ahora se hace con el supuesto fin de la recesión. En 2013 se pretende desacreditar y trivializar lo que en 1963 se consideró un avance, el contrato de trabajo y la negociación colectiva.  Mientras que hace  50 años el grueso del desempleo salió de España, en 2013 la emigración es más reducida  y selectiva: los millones de parados están aquí, a la vuelta de la esquina. En 1963 se devaluaba la peseta, ahora se pretende hacer lo mismo con los salarios, por más que ello  implique reducir el nivel de vida de amplios estratos de la población de manera abrupta.

Los alumnos supervivientes de aquella promoción son hoy  jubilados en su mayor parte. En cuanto a Kennedy, después de  tanto tiempo sabemos lo mismo que entonces acerca de  porqué asesinaron a aquel presidente a la vista de todo el mundo.

Una versión de este artículo fue publicada por el autor en la revista El Siglo

9 Comments

  1. Alfonso el noviembre 14, 2013 a las 7:38 pm

    Estupenda evocación de aquellos días, Julio, ahora que parece que hace 50 años de todo. Lo único malo es que nos recuerda lo mayores que nos hemos hecho. En todo caso, es un texto excelente.
    Un abrazo
    Alfonso

    • Julio Rodriguez López el noviembre 15, 2013 a las 12:59 pm

      Gracias, Alfonso.
      Se me olvidó hablar de la Felipa, donde compraba mis libros por entonces, así como mencionar el ambiente del bar de la Facultad en tiempos de San Bernardo.
      Anoche en 24 horas de TVE 1 le solté al Alberto Recarte lo de la devaluación actual del contrato de trabajo y de la negociación colectiva.

      Si, somos ya muy mayores.
      Abrazos.
      Julio

  2. LUIS el noviembre 14, 2013 a las 9:39 pm

    DIOS LE DE SALUD PARA SEGUIR DISERTANDO,JULIO Y QUE LA BONDAD NUNCA SE MARCHE DE SU CORAZON.
    AUNQUE ESTOS NUEVOS DICTOCRATAS QUE NOS MANEJAN NO SEPAN DE EONOMIA Y SOLO SEAN UNOS TRISTES CONTABLES DE LOS DESALMADOS,CUANDO SE BARRA TODO EL CENTRO Y SE LAMINE A LA CLASE MEDIA SOLO QUEDARAN DOS BANDOS,COMO ANTES……..VOLVER A EMPEZAR.SI NO SE RESUELVEN LAS CAUSA LOS EFECTOS SE NOTARAN MUY PRONTO

  3. Paco Fernández Montes el noviembre 15, 2013 a las 9:41 am

    Julio:
    Magnífico artículo.
    Lo que aparentemente podría interpretarse como ejercicio nostálgico resulta, creo yo, un uso de la memoria histórica altamente didáctico. Si a eso le añadimos la finura literaria con la que está escrito, el resultado es de agradecer en todos los sentidos.
    Un abrazo

    Paco Montes

  4. Julio Rodriguez López el noviembre 15, 2013 a las 1:01 pm

    Gracias, Paco.
    Nostalgia, evocación y comparación, relativizando los cambios y lo que permanece de lo malo de entonces.
    Abrazos.
    Julio

  5. Pedro ANDRES el noviembre 15, 2013 a las 1:25 pm

    Suscribo los comentarios previos. Para otra reedición de tu evocación económico-literaria, recuerda también el bar de los bocatas de calamares y el local de los futbolines.
    No te vi ayer pero un amigo-espía te encontró muy bien, como siempre, s/ todo cuando puedes añadir tu apreciable vena humorística..
    Respecto a la edad, y mientras la salud nos acompañe, aún podemos, y debemos dar guerra. Ayer ojeé el nuevo libro de Marcos Ana, que tiene + de 90, y mira a nuestro cátedro-novelista, JL Sampedro, al que seguro que contabilizas como uno de los personajes de aquella Facultad. Así que….

    • Julio Rodriguez López el noviembre 18, 2013 a las 1:26 am

      Gracias Pedro, habría tantas cosas que contar y recordar. Importa la repetición ahora de algunos elementos de aquel entonces, muy afectado por el impacto del Plan de Estabilización, que echó a Europa a tantos españoles..

  6. […] NOVIEMBRE. HACE 50 AÑOS | Economistas Frente a la Crisis […]

  7. Aline D. Castaneda el noviembre 25, 2013 a las 9:07 pm

    «Como ya se acercan los días de la muerte, he empezado por leer y romper las cartas de aquella que tanto amé en este mundo. Fui leyéndolas y renovándose en mi corazón alegrías, tristezas, esperanzas, desengaños, pero tan llenas de uno que en realidad, al hacerlas pedazos, como cosas inútiles y que a nadie importan, sentí renovarse las alegrías y dolores de otros tiempos.

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