Por qué hay que limitar la riqueza excesiva

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Un grupo de investigadores de las ciencias sociales se muestra abiertamente partidario de establecer un límite legal a la riqueza y a los ingresos personales. Estos expertos limitaristas, mantienen una intensa polémica académica sobre ética, justicia o libertad difícil de seguir a los poco versados en cuestiones filosóficas, pero, afortunadamente, algunos vienen divulgando sus argumentos para el público en general. Entre ellos, el filósofo alemán Christian Neuhäuser o la economista y también filósofa belga, Ingrid Robeyns. Recomiendo curiosear sobre esa corriente de pensamiento (algunos enlaces al final).

Comparto plenamente los argumentos de los limitaristas, pero me parece que a todos ellos se les escapa un importante razonamiento relacionado con la estadística aplicada, cual es que, imponer un límite a la riqueza es una necesidad de lógica matemática.

Intentaré que la argumentación, con números inevitablemente, sea amena, y de paso facilitar una información poco habitual con la que cualquier español podrá saber cómo de rico o de pobre es en relación a sus compatriotas.

El desconocimiento de la desigualdad

Se cuenta que un rico rey de la India, afligido por la muerte de un hijo, recibió de un sabio llamado Sisa un entretenimiento de su invención: el juego de ajedrez. El rey quedó tan encantado del juego que recuperó la alegría, y en agradecimiento quiso recompensar a Sisa con cualquier cosa que este pudiese desear. Sisa hizo entonces al rey una petición que parecía un nuevo y sencillo pasatiempo: que, calculado sobre el tablero de ajedrez, pusiese un grano de trigo en la primera casilla, el doble de la primera en la segunda, el doble de la segunda en la tercera, y así hasta completar las 64 casillas del tablero y le entregase esa cantidad. El rey, ofendido por tan modesta petición, ordenó a sus matemáticos que hiciesen el cálculo exacto y que entre tanto entregaran a Sisa un gran saco de trigo que compensaría sobradamente al inventor y cuyo excedente advirtió que no tendría que devolver.

Sin embargo, cuando los sabios matemáticos comunicaron al rey el resultado exacto del trigo que había que entregar a Sisa, el rey se llevó una gran sorpresa. La petición de Sisa era imposible de satisfacer. Para que nos hagamos una idea, Sisa debía recibir la totalidad de la producción mundial actual de trigo durante más de mil años.

Las implicaciones del tablero de Sisa

La leyenda de Sisa tiene importantes implicaciones. Una de ellas es que, en general, tenemos muy poca idea de lo que suponen las cantidades muy grandes. El resultado de duplicar una cifra pequeña sigue siendo pequeño, pero si se duplica una cantidad muy grande, el resultado puede ser tan exageradamente grande que supere todo lo razonable.

Nuestro despiste con las cantidades demasiado grandes puede verse con un ejemplo del mundo real. Si contásemos un billete de 50 euros cada segundo, en cuestión de medio minuto habríamos alcanzado los ingresos mensuales del español medio, pero tardaríamos cerca de siete mil ochocientos años, contando día y noche sin descanso, en contabilizar la fortuna de Elon Musk. Pocas personas perciben intuitivamente tales diferencias de magnitud.

Una segunda implicación es que, sobre el tablero de Sisa, la cantidad de cualquier casilla es mayor (por una unidad, cualquiera que sea la cantidad de la casilla) que la suma de todas las casillas anteriores. Si los euros fuesen porciones de poder, y el reparto real fuese similar al del juego de Sisa, una persona situada en la última casilla podría convertirse sin obstáculos en dictador.

El último informe de OXFAM, presentado en Naciones Unidas, explica cómo unas tres mil familias controlan actualmente la economía mundial. En algunos países (Rusia o Arabia Saudita) el fenómeno de que la persona más rica con su círculo más cercano controle todo dentro de su país y gran parte de lo que ocurre en el mundo ya se ha producido, y en EEUU, otro campeón en desigualdad, esa pugna por el poder total se ve venir desde hace tiempo. Indicios de nuevo inquietantes de la similitud del tablero de Sisa con la realidad.

Una tercera implicación del juego de Sisa es que, cuando se mide en unidades económicas, a partir de la segunda mitad del tablero, en la casilla 32, la progresión comienza a ser de una magnitud desproporcionada. Hay toda una teoría que advierte del riesgo de manejarse con cifras tan altas. Luego volveremos sobre este punto.

Por los tres indicios anteriores, conviene investigar en detalle el reparto de la riqueza, no sea que estemos jugando con unas reglas que a la larga supongan un juego imposible de cumplir, como el de Sisa.

El reparto de la riqueza en el mundo y en España

Se sabe que todos los países del mundo registran una desigualdad extrema, espectacular en Rusia, exageradísima en EEUU, más moderada en Europa y China y la menos extrema en Japón. Todos ellos siguen el mismo modelo de concentración hacia arriba, de forma que a mayor riqueza menos personas van teniendo cada vez más. Por tanto, lo que ocurra en España se puede trasladar al resto de los países, pero teniendo en cuenta que somos un ejemplo de desigualdad extrema “moderada”.

Los datos que siguen se refieren a lo que uno posee descontadas las deudas, esto es, la riqueza neta. No se refieren, por tanto, a ingresos o cantidades que tengan que ver con estadísticos habituales (salarios, renta, beneficios, producción…) que se miden referidos a un periodo de tiempo. La riqueza, lo que se tiene, son ingresos acumulados a lo largo del tiempo hasta un instante, una magnitud que en los países desarrollados multiplica varias veces la renta nacional o el PIB (en España la riqueza nacional neta en 2022 era 6,6 veces más que la renta nacional neta).

La riqueza o capital, es lo que mueve y organiza el sistema capitalista. Por tanto, para este análisis, olvídese de si usted gana mucho o poco, aunque eso estará relacionado con la riqueza que tiene, y vaya calculando lo que posee a título personal descontando las deudas (si es a medias con su pareja calcule la mitad). Con esa cifra y los gráficos que siguen podrá situarse usted en la escala social española.

El siguiente apartado explica el porqué de la fuente y metodología de los datos. Puede usted saltárselo si sólo desea observar el desenlace final.

El porqué de la fuente estadística

Los datos que siguen proceden del WID (World Income Database), una base de datos sobre desigualdad auspiciada por la Escuela de Economía de París entre cuyos colaboradores figuran renombrados expertos en el análisis de la desigualdad, Tony Atkinson hasta su fallecimiento en 2017, Thomas Piketty, Facundo Alvaredo, Gabriel Zucman y un largo plantel de primera fila. El WID es una fuente imprescindible de datos sobre la desigualdad comparada por países, sobre todo porque ofrece datos más detallados que los oficiales de los Estados sobre la desigualdad por arriba.

La chocante escasez de datos de los Estados sobre la concentración del capital, bajo un sistema que tiende precisamente a concentrarlo, tiene una explicación ideológica. Tras la Segunda Guerra Mundial, los Estados liberales de occidente, por oposición a unos regímenes comunistas que parecían haber solucionado el ancestral problema de la desigualdad extrema, y por protegerse de las presiones internas de sus trabajadores, que exigían una mayor participación en el reparto, aplicaron con éxito políticas de reducción de la desigualdad. Vaya como ejemplo que en los años sesenta el impuesto sobre la renta para los mayores ingresos en EEUU alcanzaba el 91% (antes había llegado hasta el 94%). Esos años fueron los de mayor prosperidad del capitalismo hasta la irrupción de China, cuyo éxito económico tiene mucho que ver también con una regulación estricta en defensa del capital de los que menos tienen.

La prosperidad de la posguerra en occidente empezó a torcerse cuando en los años ochenta del siglo pasado, coincidiendo con el declive en los resultados comunistas, cuyo fracaso final se veía venir, emergió con fuerza una variante del liberalismo, el neoliberalismo, cuya seña de identidad principal era y sigue siendo considerar absolutamente irrelevante la desigualdad. Para los economistas neoliberales la desigualdad no importa, y por tanto no interesa conocer su magnitud real sobre el tablero.

Solo desde la proliferación de los problemas asociados a la desigualdad, cuando a raíz de la Crisis 2008 saltó a la calle el argumento de que el 1% de la población —aunque el porcentaje es en realidad muy inferior— dirige la vida del 99% restante, los Estados empezaron a recuperar interés estadístico por el asunto. Pero se encontraron con algunos problemas. El primero y principal, la existencia de guaridas y refugios fiscales, amparados, misteriosamente, por los mismos estados ricos que se lamentan por ellos.

Así que la estadística sobre la desigualdad en la cúspide de la riqueza, adonde se sabe que bajo el capitalismo fluye cual río furioso cuando no hay diques de contención, es lamentablemente exigua. Esa laguna estadística, en la que por ignorancia se ahoga el futuro de todos, es la que con gran mérito trata de suplir el WID.

El WID ofrece datos sobre la riqueza del 1% más rico, pero cuando puede recopilar los datos, dispone también de series sobre el 0,1%, el 0,01% e incluso el 0,001% más rico. Esto supone, para el caso de España, que podemos saber la riqueza de los 384 adultos más ricos de España en 2022, el último año con datos publicados a fecha de hoy, y ponerla en relación con la de los 38.415.244 adultos españoles que había entonces.

Los datos recopilados aquí se refieren a la riqueza promedio neta de los hogares, en euros y en paridad de poder de compra, en cada una de las porciones en que se muestre dividida la población. Los datos de España han sido elaborados por expertos españoles colaboradores del WID y provienen de fuentes oficiales (Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España, Contabilidad Nacional de España, Encuestas de Salarios, EPA…), los que nos interesan aquí con información extraída de microdatos. Como advertencia cabe recordar que entre los más ricos los datos suelen estar infravalorados, por tener mayores medios para ocultar su fortuna.

El reparto de la riqueza en España

En el eje horizontal del gráfico G.1, figuran números del 1 al 10 que se refieren a deciles, una medida fácil de entender teniendo en cuenta que la población ha sido ordenada previamente según lo que queremos observar. En este caso los adultos españoles (38,4 millones en 2022) están ordenados según su riqueza o patrimonio. Con ello, podemos separar la población en 10 porciones de adultos iguales (deciles) y comparar lo que posee cada una de ellas. El decil 1 corresponde al 10% de la población de adultos que tiene menos, y el decil 10 al 10% que tiene más. En cada decil se representa la riqueza promedio neta en euros (descontando las deudas) de esas diez porciones iguales de población (3,84 millones de adultos en cada una).

Si usted ha calculado su patrimonio individual podrá saber en qué parte de las 10 está su estatus económico. El patrimonio medio neto de los españoles adultos sería 138.116 euros. Alrededor de esa cantidad, su riqueza estaría en el promedio español, pero tenga en cuenta que también estaría entre el 30% más rico de los españoles, ya que la media se sitúa en el decil 8, muy desplazada hacia arriba por la concentración que se produce en el Decil 10.

Cuando los datos están escorados hacia una parte de la distribución, como ocurre con la desigualdad patrimonial, la mediana es más significativa que la media. La mediana deja a un lado y a otro la mitad de la población y estaría situada, por tanto, entre los deciles 5 y 6. Con alrededor de 60.000 euros usted tendría la riqueza más habitual en España y estaría en la posición central de la distribución.

Estoy seguro de que buena parte de quienes tengan propiedades por encima de la mediana o de la media se resistirán a creer estos datos porque no sienten que se encuentran en situación de privilegio respecto a sus compatriotas, pero hay que recordar que la percepción subjetiva de la riqueza, como en la leyenda de Sisa, es muy engañosa.

Hay una mayoría intermedia de adultos (la clase trabajadora, entre los deciles 3 a 6) que tiende a sobrevalorar su fortuna porque sus modestos ahorros les permiten llegar a fin de mes, lo que saben que no es fácil para un alto porcentaje de sus vecinos de abajo (deciles 1 y 2, que componen el precariado, donde abundan las situaciones de pobreza y la conciencia de que todo puede ir a peor). El desconocimiento de esos dos colectivos sobre la magnitud de la desigualdad y sobre su verdadera situación en la escala social provoca que sean más proclives a cantos de sirena simplistas y explica sorprendentes decisiones de voto contrarias a sus intereses.

Por el contrario, la clase media, que correspondería a los deciles 7 a 9 y serán probable mayoría entre los lectores de este blog, tiende a infravalorar su patrimonio, porque no son conscientes de la gran mayoría que son los que están por debajo y porque conocen mejor las impresionantes cifras que se manejan arriba. Lo que no valoran suficientemente bien es que los de más arriba son pocos y los de muy arriba muy pocos, aunque se les vea mucho más. En general, su tendencia de voto se debate entre el miedo a caer hacia abajo y el deseo de un reparto más justo.

Llegados al último decil —cuyo peso electoral es poco relevante pero muy influyente cultural y mediáticamente— hay que saber que el viaje por la distribución de la riqueza en España no ha hecho más que empezar, porque el decil 10 no es en absoluto homogéneo como lo son, por su progresión más suave, los otros nueve anteriores. Esto significa que con una cifra no muy superior al promedio del decil 9 se puede haber entrado ya de lleno en la clase media-alta del último decil, antes del famoso y exclusivo porcentaje del uno por ciento.

En G.2 se representa de nuevo la distribución en deciles, pero esta vez solo del 10% más rico, esa última columna que daba la nota por su altitud en G.1.

En G.2 descubrimos que el gran salto en el decil 10 sobre la población total era engañoso, pues, en realidad, dentro de ese decil hay una progresión relativamente suave o coherente hasta llegar al último 10%, que es el 1% famoso del conjunto poblacional.

Con G.2 se afina mejor la distribución de la riqueza, pues vemos que los adultos del 1% más rico concentran una cifra (3,1 M€) que los distingue a gran distancia del resto de los españoles. También se observa una ubicación más precisa en la escala social del 10% más rico. Con medio millón disponible en posesiones, un español se sitúa entre el 5% de los españoles más ricos (en el decil 6 de G.2). Un piso pagado de tres habitaciones en una gran ciudad como único propietario sería suficiente para estar ahí, aunque los ingresos habituales fuesen una modesta pensión, porque ese patrimonio se puede convertir en cuantiosos ingresos.

Quien piense que la concentración del patrimonio se para en el 1% se equivoca. La distribución del patrimonio entre el 1% más rico, que se representa en G.3 advierte de un nuevo salto todavía mayor entre el último y el penúltimo decil, esto es, entre el uno por mil más rico de la población y el resto. Ese uno por mil más rico posee una riqueza promedio neta de 11,8 millones de euros, mientras que la riqueza de la anterior porción sobre mil es 3,9 millones de euros, tres veces menos. Y el agudo proceso de concentración hacia arriba no ha terminado todavía.

En G.4 se representa la distribución de la riqueza del uno por mil más rico en otras diez partes iguales, y de nuevo el salto al llegar al decil 10 escapa a la progresión de las nueve porciones anteriores. El uno por diez mil más rico entre los españoles (3.842 adultos) posee una riqueza promedio de 48,7 millones de euros; en el grupo de igual magnitud que le antecede en riqueza, el promedio está 3,3 veces por debajo (14,7 millones de euros). Y aunque parezca increíble, la progresión diferencial del último decil todavía sigue más arriba.

Con los datos del WID llegamos hasta G.5, donde se representa la distribución ordenada en diez partes iguales del uno por diez mil más rico de los españoles. Esta vez el salto entre el 10% más rico (el uno por cien mil de los españoles adultos, 384 personas en 2022) multiplica por 3,6 veces la riqueza promedio de la porción de ricos anterior de igual tamaño (214,6 millones de euros vs. 58,9 millones de euros). A partir de aquí, con fuentes informales como Forbes, podemos acercarnos todavía más a la distribución en la cúspide.

En G.6 se observa que la brecha entre los diez adultos más ricos de arriba y los diez anteriores es todavía mayor. La fortuna promedio de los diez adultos más ricos multiplica 5,6 veces la de los diez que vienen detrás.

Y ya puestos a seguir con los datos de Forbes, que no es una estadística seria como la del WID sino datos orientativos, se puede construir el gráfico G.7 en el que se observa que la fortuna del adulto español más rico multiplica once veces y media la del siguiente, desde los ochenta y un mil millones de euros de Amancio Ortega a los siete mil cien de su propia hija, herencia en realidad del primero, porque no hay mujeres que hayan hecho fortuna por sí mismas en la cúspide de la riqueza. El siguiente en la lista, con 5.900 millones de euros, es Rafael del Pino Calvo-Sotelo, empeñado en eludir a toda costa el pago de impuestos, obsesionado, tal vez, por acercarse a la cima.

Finalizado el viaje por la distribución de la riqueza en España, de los siete gráficos anteriores se deriva una inquietante conclusión: la desigualdad extrema que se produce en el conjunto de la sociedad española se va haciendo más extrema cuanto más se escala hacia arriba. Y en una proporción que supera ampliamente la progresión del tablero de Sisa, como veremos a continuación.

El tablero de Sisa y la realidad en cifras

Cualquier casilla del tablero de Sisa multiplica por dos la anterior, lo que lleva a situaciones sorprendentemente extremas cuando se avanza en la segunda mitad del tablero. En la imagen, obtenida de Wikipedia, figuran las cifras.

Poniendo sobre el tablero euros en vez de trigo, la primera casilla tendría un euro, la segunda dos euros, la tercera cuatro euros, etc. En la casilla 8, la última de la primera fila, tendríamos 128 euros. Siguiendo el juego, en la casilla 16, al final de la segunda fila, habría treinta y dos mil setecientos sesenta y ocho euros, una cantidad importante que corresponde a la mitad de la mediana del patrimonio neto de un adulto en España, todavía muy por debajo de la media.

En la tercera fila las cifras empiezan siendo significativas y terminan espectaculares. La casilla 17 corresponde más o menos con la mediana de la riqueza neta de los adultos en España, una cifra que deja por debajo a la mitad de la población. Con solo un salto, en la casilla 18 estaríamos en la riqueza promedio de los españoles, pero ya situados en el decil 8, entre el 30% más rico (ver el gráfico G.1). En la siguiente casilla 19, con el doble de la media, nos situaríamos a las puertas del último decil, y con solo un salto más, en la casilla 20, con 524.000 €, estaríamos entre el 5% más rico (D6 en G.2). La casilla 21 nos lleva a una cifra entre el 2% más rico y la siguiente, la 22, entre el cinco por mil de los más ricos (D6 en G.3). Al final de esa tercera fila (la casilla 24), corresponde una cifra (8,4M€) que sólo tienen 5 de cada diez mil españoles (G.4).

Es importante retener que multiplicar por dos en la primera fila nos lleva hasta 128 euros, pero que hacerlo en la fila tres supone saltar de 65.000 euros, la mediana de la riqueza de los españoles, hasta 8,4 millones de euros, una cifra que solo posee uno de cada dos mil españoles.

Seguir multiplicando por dos en la cuarta fila lleva a cotas altísimas, hasta el punto de que la casilla 32, la última de la mitad del tablero, contiene una cifra (2.150 millones de euros) que multiplica por diez el promedio de la riqueza de los 384 españoles más ricos, el uno por cien mil de la población (D10 en G.5). Solo hay quince personas en España que superen tal cifra (G.7 como orientación). Y, sin embargo, esa progresión brutal de la riqueza de los españoles más ricos entre los ricos alcanza todavía cinco casillas más y se acerca a una sexta, la 38, en la segunda parte del tablero.

El adulto más rico del mundo ya ha superado de largo la casilla 38 y va camino de alcanzar la penúltima de la fila cinco (275.000 millones en la casilla 39). Que alguna persona pudiese saltar a la fila seis, cuyas cifras se cuentan en billones (millones de millones), nos situaría ante una situación verdaderamente insólita, porque su capacidad de control económico sería arrasadora. Sin embargo, la inercia de la acumulación progresiva de capital hacia la cúpula, comprobada con datos, empuja inexorablemente hacia ahí.

Que la dinámica del juego de Sisa alcanza cifras disparatadas a partir de la segunda mitad del tablero es evidente. La primera mitad del tablero suma 4.295 millones, pero la suma de la segunda mitad alcanza 18,4 trillones (millones de billones), una cifra exagerada e inexistente en la contabilidad económica (el PIB mundial es aproximadamente mil quinientos billones de dólares). Hacia esa cúspide imposible se dirige, acelerando, la pugna entre los más ricos del planeta por controlar y tenerlo todo en el mundo real.

El reparto real es más extremo que el de Sisa

En el apartado anterior hemos comprobado la similitud del tablero de Sisa con la distribución de la riqueza, pero la progresión real es mucho más exagerada que la del juego cuando se observa la zona más alta de la distribución.

Ya hemos visto que desde la primera partición (G.1), un 10% más rico abre invariablemente una amplia brecha con los demás. La riqueza en el decil 10 del total de la población de adultos españoles multiplica la del decil 9 por 3,74. Un salto enorme teniendo en cuenta que ambas porciones tienen el mismo tamaño (el 10% de la población) y que en el tablero de Sisa la progresión que lleva a cifras disparatadas consiste en multiplicar por 2, cerca de la mitad. Pero es importante saber que esa exagerada multiplicación en la primera partición se mantiene e incluso crece cuando se escala hacia las particiones de arriba, lo que significa que apenas habíamos empezado a intuir la verdadera magnitud de la desigualdad.

Para el pensamiento neoliberal, ese afán por distanciarse del resto, mayor cuando menos necesario debía ser, es claro síntoma de éxito cuando se consigue materializar, porque se supone que todas las personas tienen la pretensión de enriquecerse sin fin. La realidad es que, alcanzado un nivel razonable de bienestar material, mucha gente en todos los niveles se conforma con lo que tiene y pone su objetivo en algo mejor que alimentar obsesivamente su ambición. Hay incluso multimillonarios cerca de la cima que piden insistentemente que les suban los impuestos. Pero sigamos con la dinámica de la desigualdad con cifras, ya que la demostración de la necesidad de limitar la riqueza pretende centrarse en los números.

Veíamos en G.2 que la brecha entre el uno por ciento más rico y el uno por ciento más rico anterior es una razón de 2,9, una multiplicación un 45% superior a la del del tablero de Sisa, que hemos visto que provoca efectos espectaculares en niveles altos. Entre el uno por mil más rico y el uno por mil más rico anterior (D10 sobre D9 en G.3) esa brecha eleva la multiplicación hasta tres. Entre el uno por diez mil más rico y el uno por diez mil más rico anterior sube bastante más (D10 sobre D9 es 3,3 veces más en G.4) y todavía más cuando se compara el uno por cien mil más rico con la porción más rica anterior (D10 sobre D9 es 3,6 veces más en G.5).

Esos saltos tan altos no se producen en la sucesión completa, cuya progresión es inferior o muy inferior a dos en los nueve deciles iniciales de cualquier partición, pero es invariablemente espectacular entre la novena y la décima, precisamente cuando los datos deberían moderarse razonablemente por alcanzar cotas altas o muy altas. La concentración de la riqueza en el uno por ciento (G.2) es llamativamente alta sobre todo porque la del uno por mil lo es todavía más (G.3). A su vez, la concentración en el uno por mil es llamativa por la concentración en el uno por diez mil (G.4), la del uno por diez mil se explica principalmente por la del uno por cien mil (G.5), y así hasta llegar al trono del hombre más rico (o de una mujer heredera si acaso) ya sea de España, del mundo o de cualquier otro país, pues todos siguen un proceso similar.

La distribución de la riqueza real en España, país con una desigualdad extrema “moderada”, evoluciona hacia la cúspide en una progresión muy superior a la del tablero de Sisa y además creciente justo donde debía moderarse por alcanzar la zona alta de la distribución (en la segunda mitad del tablero). Cuando la magnitud de la riqueza empieza a escapar de la lógica para dirigirse hacia casillas disparatadas es cuando más crece la brecha con los de atrás.

El panorama conjunto no significa otra cosa más que existe una distancia entre la riqueza de una exigua minoría extremadamente rica y la inmensa mayoría de los ciudadanos que es bestial e inimaginable si no se conocen los datos de la desigualdad muy arriba y se integran con el resto.

Un gráfico que ¿resume? la desigualdad en España y en el mundo

En el gráfico G.8, que no es más que G.1 y G.2 juntos y en detalle, se representa, con los datos que proporciona el WID, la distribución de la riqueza en España por centiles (los centiles son particiones de cien, en lugar de diez como son los deciles).

En G.8 se observa que el reparto de la riqueza sigue una larga cola escalando poco a poco en una progresión que deja de ser moderada en el último decil para transformarse en un último centil exageradamente alto. Esta representación es indicativa del famoso poder del uno por ciento, que desde la Crisis 2008 está bajo el foco explicativo de la desigualdad, pero hay que retener que esta visión es equívoca por ser del todo insuficiente para comprender la verdadera magnitud del problema.

Descifrar la extrema desigualdad del sistema en que vivimos requiere seguir escalando hacia arriba del último centil, con la dificultad de que no es posible representar en un solo gráfico la progresión de la distribución sin utilizar una escala logarítmica, de difícil interpretación visual, porque tanto la mayoritaria cola horizontal, aparentemente plana en gran parte de la distribución, como las muy minoritarias particiones finales en vertical son enormes.

La desigualdad comienza a destacar claramente a partir del 1%, pero hacia arriba la progresión se convierte en descomunal. Por ello, conviene tener in mente, además de G.8, el conjunto completo de los gráficos que siguen a G.2. Y también recordar que la progresión de la leyenda de Sisa se queda muy corta para describir la desigualdad real cuando se escala hacia arriba.

Conclusiones

La distribución de la riqueza, el reparto del esfuerzo de todos aplicado a la actividad económica a lo largo de la historia, registra un modelo de acumulación hacia la cúspide que supera todo lo razonable. Más allá de consideraciones éticas o filosóficas, su progresión ha llegado demasiado lejos, está fuera de control y es urgente detenerla.

Una organización social que supedita el bienestar de todos al triunfo del más ambicioso es irracional e imposible. Y los acontecimientos extremadamente negativos que nos sobresaltan día tras día tienen mucho que ver con que las decisiones económicas están ya bajo el control de una exigua minoría de codicia insaciable y poder creciente.

Hay que detener cuanto antes el brutal proceso de concentración de poder económico, político y sobre todo ideológico del capital personal. Que alguien posea miles de millones y se empeñe en tener siempre más no es un triunfo a celebrar, sino una desgracia de todos que habría que evitar. Por eso, deslegitimar la acumulación excesiva de capital personal debe ser la prioridad. Y por eso, alcanzar un consenso democrático para imponer un límite al patrimonio, tal como proponen los limitaristas, es muy buena idea.

Trasladar esa aspiración a la práctica se ha demostrado bien fácil. Durante los años dorados del capitalismo en occidente, tras la Segunda Guerra Mundial y hasta la irrupción del neoliberalismo, los impuestos llegaron a ser tan progresivos que a partir de un nivel de ingresos era más rentable no seguir ganando más porque el impuesto adicional resultaba superior al ingreso añadido.

Se sabe que moderar la absorción de riqueza excesiva por los pocos de arriba con el fin de mejorar las duras condiciones de vida de los muchos de abajo es el mejor negocio de todos, pero volver a esa senda prometedora solo será posible si antes tomamos conciencia del inmenso problema que tenemos delante.

Corolario

Mediante impuestos altamente progresivos o de cualquier otra manera, mientras estemos bajo el sistema capitalista, es necesario establecer un límite a lo que se puede tener. No hacerlo es una brutalidad científica o matemática generadora de graves, crecientes e irresolubles problemas. Lo estamos viendo y padeciendo.

Algunos enlaces sobre el limitarismo:

About Luis Molina Temboury

Economista especializado en el análisis estadístico de la desigualdad. Convencido de que para revertir la escalada de la desigualdad extrema tendremos que acordar un límite al patrimonio. Cuanto antes mejor. Miembro de Economistas Frente a la Crisis

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