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Rescates, desembarcos y cuotas. Andamos en círculo

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La resaca del último Consejo Europeo celebrado el jueves y viernes de la semana pasada va a durar más de lo habitual. Sabíamos que la cumbre no iba a ser una fiesta. La cosa empezó mal, con Italia vetando cualquier acuerdo mientras no se garantizara que respetarían sus exigencias en materia migratoria. Sin embargo, al acabar la reunión, todos los líderes dijeron estar ‘razonablemente’ satisfechos con los resultados. Italia está contenta porque ha conseguido, según su vocero Salvini, que se reconozca el principio defendido por su gobierno de que ‘los inmigrantes que llegan a Italia lo hacen a Europa’; España porque se le han prometido más fondos – a ella y a Marruecos – para ‘frenar los flujos migratorios’, y porque se tomó en consideración su propuesta de levantar centros de acogida en territorio europeo para evitar que se repitan situaciones como la del Aquarius o el Lifeline; Francia porque la apertura de estos centros será, obviamente, voluntaria; y Alemania porque el compromiso de Grecia (y España) de admitir de vuelta a los solicitantes de asilo que hayan entrado originalmente a la Unión por sus fronteras, debía servir para aplacar las amenazas del conservador Ministro del Interior, Seehofer, que ha puesto en jaque al gobierno de la Canciller tras dividir profundamente al partido con su amenaza de cerrar las fronteras a estos movimientos secundarios.

Dicho de otro modo, en el Consejo Europeo de la semana pasada todo funcionó, más que nunca, en clave de política nacional y no europea. Los líderes salieron satisfechos porque todos creían a salvo su posición en la contienda electoral de sus respectivos Estados. Pero los resultados de la reunión son nulos en materia de gestión compartida de los flujos migratorios y, por tanto, perdió Europa, o la Unión Europea si prefieren. Los únicos ganadores son, por enésima vez, quienes quieren una Unión cada vez más debilitada.

El Consejo Europeo de la semana pasada todo funcionó, más que nunca, en clave de política nacional y no europea

Ni la idea de plataformas de desembarco es nueva, ni la idea de centros controlados parece en casi nada diferente de los hotspots que ya se instalaron en Grecia e Italia, ni el compromiso de readmitir los llegados a Alemania pero que entraron por España es algo que no estuviera ya en funcionamiento con anterioridad al Consejo Europeo de la semana pasada, como saben bien en la Oficina de Asilo y Refugio de Madrid, que es la encargada de gestionar su tramitación. Por supuesto tampoco es nueva la burda mentira de que el Fondo Fiduciario de Emergencia para África va a servir para hacer frente a las causas profundas de la migración irregular y del desplazamiento de personas en África. No se arbitró ningún mecanismo obligatorio sancionador que garantice la ejecución de los compromisos de reubicación de solicitantes de asilo que llegan a otros Estados miembros; antes al contrario, se consignó explícitamente la voluntariedad. Y ello, simplemente, aborta la más mínima opción de que esos centros controlados vayan ni siquiera a construirse.

Y es que andamos en círculo. Andamos en círculo porque no hay crisis migratoria pero hemos aceptado hablar de ello como si la hubiera. Y andamos en círculo porque no hay solidaridad europea, pues los acuerdos nunca se dotan de los mecanismos de sanción por incumplimiento que serían necesarios para hacerlos creíbles, pero seguimos cerrando cada Consejo Europeo con la mentira de hemos salvado la posibilidad de seguir gestionando este asunto como un asunto europeo.

El gráfico 1 ilustra con claridad que no hay crisis migratoria alguna y, esto hace aún más difícil – si no imposible – ponerle fin. Estamos en una realidad kafkiana; se habla constantemente de algo que no existe (la crisis migratoria), y se celebran cumbres una y otra vez para solucionar un asunto que no se quiere resolver porque de ello depende la holgura electoral de muchos gobiernos en los Estados Miembros. Las llegadas por vía marítima al territorio de la UE se han reducido desde Octubre de 2015 en un 95%, según las propias conclusiones del Consejo Europeo. A pesar de ello, ninguno de los líderes  de los Estados Miembros ha intentado, querido o sabido vender estos resultados como un logro de la política europea de migración. No deja de resultar sorprendente.

Andamos en círculo porque no hay crisis migratoria pero hemos aceptado hablar de ello como si la hubiera.

Todo el relato de la ‘crisis de refugiados o crisis migratoria’ parece exclusivamente destinado a lograr una meta: desestabilizar la UE como estrategia para debilitarla. Y si no que se lo cuenten a Merkel, que todavía anoche no sabía qué pasaría con su Ministro del Interior y con su gobierno de coalición. Obviamente, los fines que mueven a quienes agitan la bandera de la crisis migratoria son múltiples y diversos, pero a todos les une algo: no tienen miedo al tipo de sociedad que se va conformando en ese proceso. Por ello fue tan importante la reacción de Sánchez y su gobierno en relación al asunto del Acuarius; porque puso en cuestión por un momento los términos de un debate absolutamente viciado y falseado, y abrió así la posibilidad de ciertos realineamientos estratégicos para los líderes europeos que no quieren seguir la senda de los Orban y los Salvinis, pero que se habían ido quedando arrinconados, atrapados por su propio discurso de supuesta responsabilidad y moderación para no alentar a los ultras de Occidente.

Gráfico 1. Llegadas marítimas en el Mediterráneo (refugiados y migrantes) 2015-2018

Fuente: ACNUR

* Refugiados y migrantes es la terminología usada por el ACNUR para referirse a todas las personas que llegan.

Ahora bien, negar la existencia de una crisis migratoria no significa en absoluto minimizar el reto logístico, social y político que representa atender a quienes llegan, y hacerlo con las debidas garantías y en las debidas condiciones. Porque precisamente de esto depende, en gran medida, que no se produzcan oleadas reaccionarias como la que estamos viendo en Italia. Como señalaba el profesor de la Universidad de Birmingham, Nando Sinoga, la semana pasada, Salvini y los suyos se centran exclusivamente en la necesidad de frenar las llegadas porque las llegadas ya se estaban reduciendo drásticamente desde hace casi año. Dicho de otro modo, es la batalla que pueden ganar. Pero lo que genera el rechazo social no son directamente los barcos rescatados y su desembarco en los puertos de Ragusa, Pozzalo o Lampedusa; y si no, recordemos la operación Mare Nostrum que financió Italia en su integridad y en absoluta soledad y abandono por parte de sus socios europeos. Lo que genera rechazo es ver a los rescatados vagando por las calles y plazas por la incapacidad (o la falta de voluntad) de los responsables políticos para dar una respuesta de acogida íntegra. Conte, Salvini y su gobierno no hablarán de ello, porque saben que esa batalla, sobre todo si otros Estados se comprometieran al ‘reparto de la carga’, la pueden acabar perdiendo.

El ejecutivo anterior negó la necesidad de inversión y racionalización amparándose en la idea de que España solo recibe inmigración económica irregular, y lo que hay que hacer es devolverlos.

Y aquí el aviso para el nuevo Gobierno de España es evidente: nuestro sistema de acogida lleva tiempo absolutamente desbordado. Las imágenes de polideportivos en Cádiz llenos de personas rescatadas por Salvamento Marítimo en las últimas semanas no son una novedad, como tampoco lo es el aumento de las llegadas a Ceuta, Melilla y las costas andaluzas (Gráfico 2). La tendencia viene de atrás, y el pico de julio ha contado sin duda con la ayuda de nuestro vecino al otro lado del Estrecho.

Gráfico 2. Llegadas a Ceuta, Melilla y costas (2014-2018)

Fuente: ACNUR

En 2017, durante la coordinación de una encuesta a más 1.000 personas llegadas a Ceuta, Melilla y las costas españolas en los meses de Octubre a Diciembre, cuyos resultados esperamos poder compartir pronto, pudimos comprobar el desbordamiento absoluto del enclenque sistema de acogida de nuestro país. Precisamente aquel noviembre se alcanzó el número máximo de llegadas desde la crisis de los cayucos de 2006. Vimos cómo las ONGs que gestionaban los centros acogida humanitaria estaban superadas, a veces no llegaban a tiempo los chandals secos para los desembarcados, que seguían con la misma ropa mojada en agua salada con la que habían pasado sus 72 horas en los calabozos antes derivados allí; tampoco daba tiempo a que el médico los visitara, ni por supuesto había el tiempo ni el espacio adecuado para informarles sobre qué es y en qué consiste el procedimiento de asilo. Después llegó el no-CIE de Archidona, y llegaron los polideportivos llenos en Málaga en torno a la Nochebuena, y los migrantes vagando por la estación de autobuses de Granada porque no se avisó a nadie de que debían recogerlos. La situación no ha mejorado. Este mes de Julio hemos vuelto a superar, con la ayuda de Marruecos, nuestro récord de noviembre pasado. Y el sistema de acogida sigue en pañales porque el ejecutivo anterior, todo hay que decirlo, negó la necesidad de inversión y racionalización del mismo amparándose en la idea de que España solo recibe inmigración económica irregular, y lo que hay que hacer es devolverlos.

Esta es la situación en la que se encuentra España y este es el mayor reto para que el nuevo discurso del Gobierno de Sánchez se traduzca también en una nueva política. En el frente exterior, por supuesto, es necesario seguir presionando para dar respuestas europeas o, al menos, lo más europeas posibles al asunto migratorio; buscando aliados, creando ocasiones para cambiar el discurso. Aunque no será fácil. Pero en el frente interno, la ausencia de solidaridad de otros Estados no puede ni debe usarse como excusa para no cumplir con nuestros compromisos internacionales y las expectativas de decencia finalmente alentadas en este asunto por el nuevo gobierno.

About Amparo González

Amparo Gonzalez Ferrer es socióloga y trabaja como demógrafa en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Estudia cuestiones relacionadas con las migraciones internacionales, las políticas que las regulan y sus consecuencias sociales. Forma parte del Blog Piedras de Papel y es miembro de Economistas Frente a la Crisis

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  1. […] on July 4, 2018. Bookmark the permalink. Leave a comment Por Amparo González| julio 3, 2018| 0 […]

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