Rozando los 6 millones de parados

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En este artículo se realiza un análisis, profundo y riguroso, de los datos de la Encuesta de Población Activa que arrojan casi 6 millones de parados y que nos enfrenta a una situación insoportable desde el punto de vista social, político y económico.

José Ignacio Pérez Infante  es Economista. Miembro de la Asociación Española de Economía del Trabajo y de Economistas Frente a la Crisis

Con las estimaciones de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al cuarto trimestre de 2012 el número de personas paradas asciende a 5.965.400, a sólo 34.600 de la cifra de seis millones, lo que supone una tasa de paro (porcentaje de parados respecto de la población activa) del 26%, por lo que más de una persona de cada cuatro activas estaría en paro: tanto el nivel como la tasa de paro son los máximos de las correspondientes serie históricas de la EPA.

En el último año, coincidente en su totalidad con el primer año de Gobierno del PP y en su mayor parte con la puesta en marcha y desarrollo de la reforma laboral, aprobada inicialmente en febrero de 2012 por el Real Decreto-ley 3/2012 y definitivamente por la Ley 3/2012 de julio del mismo año, el paro aumentó en casi setecientas mil personas (691.700). Este aumento interanual del paro estimado por la EPA en el cuarto trimestre de 2012 es muy superior al correspondiente al mismo trimestre de 2010 (377.100) y 2011 (577.000), aunque inferior a los correspondientes a los cuartos trimestres de los dos primeros años de crisis económica (1.280.300 en 2008 y 1.118.600 en 2009). A su vez, la tasa de paro creció en 3,2 puntos en el último año (del 22,8% al 26%) y en 18 puntos desde el tercer trimestre de 2007 (del 8% al 26%), antes del inicio de las efectos de la actual crisis económica en el mercado de trabajo.

Pero el aumento del paro podía haber sido mayor si no hubiera sido por el fuerte descenso que se produjo en la población activa a lo largo de 2012 (-158.700 personas activas menos), lo que supone una tasa de descenso interanual de esa población en el cuarto trimestre del 0,7%. Esta variación porcentual es la más negativa de los cinco años de crisis y es consecuencia de los efectos de la destrucción del empleo en la creciente dificultad para encontrar empleo, lo que lleva a importantes colectivos de personas en edad de trabajar a abandonar la búsqueda activa de empleo, jubilarse anticipadamente, retornar a su país de origen o emigrar al extranjero.

Porque, en efecto, el descenso del empleo a lo largo de 2012 de 850.500 personas, muy superior al de 2010 (237.800) y 2011 (606.600), es mayor en valor absoluto al aumento del paro de 691.700 personas en el mismo período. Pero la cifra del retroceso del empleo es más significativa que la del aumento del paro para valorar la evolución y situación del mercado de trabajo y, en particular, las muy negativas consecuencias de la reforma laboral de 2012. La situación del empleo en 2012 no solo no ha mejorado sino que, debido a los efectos del abaratamiento y mayor facilitad del despido en plena crisis económica, se agrava con una intensidad tal que no se acierta a comprender como la lucha contra el paro no pasa a ser el objetivo principal de la política económica y como no se corrige la situación de desregulación del mercado de trabajo, que mucho antes de la última reforma laboral, desde mediados de la década de los ochenta del siglo pasado, ya se venía comportando con gran flexibilidad, reflejada en las fuertes fluctuaciones del empleo.

Considerando las variaciones a lo largo de 2012, es decir, las variaciones interanuales en el cuarto trimestre del año, el descenso de la población activa se concentra en los hombres (-234.700) y en los extranjeros (-175.600), puesto que aumenta tanto la población activa femenina (+75.900) como, en menor medida, la nacional (+16.800). El notable descenso de la población activa extranjera, el 5% en tasa interanual de variación del cuarto trimestre de 2012, refleja el importante retorno o emigración a otros países de antiguos inmigrantes extranjeros por el agravamiento de la situación del mercado de trabajo. Ahora bien, esa situación parece que está cambiando con los datos más recientes, ya que en el cuarto trimestre es muy superior el descenso intertrimestral de la población activa nativa (-126.400) que el de la población activa extranjera (-49.600). Esto último parece evidenciar que, debido al agravamiento de la destrucción de empleo, y aparte del mantenimiento de la salida de extranjeros, empieza a tener una importancia creciente la emigración al exterior de nacionales. Además, esta emigración de nacionales parece que se concentra especialmente en jóvenes, lo que estaría relacionado con que en el cuarto trimestre el 94,4% del descenso total de la población activa en relación con el trimestre anterior (166.200 personas) corresponda a la población joven menor de 25 años y que si se considera la población activa menor de 30 años el descenso asciende a 207.800 personas, superior al del total de la población activa.

El descenso interanual del empleo en el cuarto trimestre de 2012, de 850.500 personas, provoca una reducción de la tasa de ocupación (porcentaje del empleo sobre la población de 16 y más años) de dos puntos en un año y de 10,2 puntos desde el tercer trimestre de 2007, hasta situarse en el 44,2%, valor inferior al 45%, algo que no ocurría desde 1999. La tasa de variación interanual del empleo, el -4,8%, supone una acentuación en el cuarto trimestre de 2012 de la tasa de descenso de dos décimas respecto del tercer trimestre y de 1,5 puntos respecto de un año antes. Esta tasa de variación del -4,8%, junto a la del segundo trimestre de 2012, es la más negativa desde el primer trimestre de 2010, lo que es reflejo, como ya se ha señalado, de que la destrucción neta de empleo en vez de amortiguarse se ha acentuado notablemente a lo largo de 2012, como consecuencia tanto de los efectos de las políticas de ajuste fiscal como de la reforma laboral aprobada en 2012.

Dentro del empleo, destaca la intensidad del descenso, de los hombres (-5,8%, frente al -3,5% de las mujeres), de los extranjeros (-7,5%, frente al -4,4% de los nativos) y, por sectores, en los que es generalizada la destrucción neta de empleo a lo largo del año, destaca la de la construcción (-15,9%), seguida de la de la industria (-5,7%), sector este último que de los no agrarios es el que más acentúa la tasa de descenso a lo largo de 2012. Además, la reducción del empleo se explica en su totalidad por el retroceso del empleo a tiempo completo, que disminuye en el año en casi un millón de personas (990.600 empleos menos, el -6,5% en tasa de variación interanual en el cuarto trimestre), en contraste con el aumento del empleo a tiempo parcial (140.200 empleos más, el 5,7% de aumento), lo que provoca un crecimiento de la tasa de empleo a tiempo parcial (porcentaje de ocupados con contrato a tiempo parcial) en el año de 1,5 puntos, hasta situarte en el cuarto trimestre de 2012 en el 15,3%, el máximo porcentaje de la serie histórica.

Por otra parte, por situación profesional, el empleo de los asalariados disminuyó del cuarto trimestre de 2011 al cuarto de 2012 el 6,1% (903.700 ocupados menos), mientras que el empleo de los no asalariados aumentó ligeramente (1,8%, 53.300 ocupados más), pese a que ya en el cuarto trimestre de 2012 se produjo un descenso intertrimestral de ese último tipo de empleo (55.600 ocupados menos). En cualquier caso, el aumento del empleo de los no asalariados no es necesariamente un fenómeno tan positivo como defiende el Gobierno, porque no siempre equivale este tipo de empleo al de los emprendedores, si no que muchos de esos empleos pueden corresponderse con empleos precarios mal remunerados o, incluso, en ocasiones puede tratarse de trabajadores que pasan a trabajar como autónomos para la misma empresa que los despidieron, sin cobertura del correspondiente convenio colectivo y haciéndose cargo en su totalidad los trabajadores de la cotización a la Seguridad Social.

Dentro de los asalariados, el descenso interanual en el cuarto trimestre de 2012 en cifras absolutas no es muy diferente en indefinidos y temporales (-404.500 y -499.200, respectivamente), aunque en términos relativos es muy superior en los segundos (-13,5%) que en los primeros (-3,6%), lo que determina que la tasa de temporalidad (porcentaje de asalariados con contrato temporal) se reduzca en un año en dos puntos porcentuales, del 25% en el cuarto trimestre de 2011 al 23% en el cuarto de 2012, que es la tasa de temporalidad más baja desde el tercer trimestre de 1988. En cualquier caso, el ritmo de descenso del empleo se intensifica a lo largo del último año tanto en el empleo indefinido como en el temporal, siendo la tasa de variación interanual del empleo indefinido en el cuarto trimestre de 2012 la más negativa de cualquier cuarto trimestre desde el inicio de la crisis, lo que contrasta con que hasta la primavera de 2009 el empleo de los asalariados indefinidos aumentaba y el descenso del empleo de los asalariados se explicaba únicamente por el retroceso del temporal.

También en cuanto al empleo asalariado, el del sector privado disminuye a lo largo del año en 684.800 personas, el -5,9%, y el del sector público en 218.900, el -7%, lo que en relación con un año antes supone una importante acentuación de la tasa de descenso tanto del empleo asalariado del sector privado como del sector público (la tasa de variación interanual del cuarto trimestre de 2011 fue, respectivamente, del -3,7% y -1%). Por lo tanto, el empleo asalariado del sector público, que había aumentado hasta el segundo trimestre de 2011, a partir de ese trimestre comienza a disminuir, cada vez con mayor intensidad, como consecuencia de la política de ajuste fiscal y de reducción del gasto público, mientras que el empleo asalariado del sector privado continúa retrocediendo a tasas crecientes, lo que, sin duda, está relacionado con los efectos de la reforma laboral, en gran medida como consecuencia del abaratamiento del despido que esa reforma establece. Además, el retroceso del empleo público se concentra en el de las administraciones públicas a diferencia del empleo de las empresas públicas que se mantiene prácticamente estable en los últimos años.

Por último, en relación con el paro, el aumento en 2012 de 691.700 personas, el 11,8%, aunque menos intenso que en los tres trimestres anteriores, debido al ya señalado descenso de la población activa, es más acusado que el correspondiente a los cuartos trimestres de 2010 y 2011. Pero ese crecimiento del paro es desigual, afecta con mayor intensidad a las mujeres (14,7%) y a los nativos (17,2%), que a los hombres (11,8%) y a los extranjeros (en los que desciende el 0,3%), debido más que al peor comportamiento del empleo de los dos primeros colectivos al crecimiento de la población activa que se produce a lo largo de 2012 tanto en las mujeres como en los nativos (en este último caso pese al ya señalado retroceso de la población activa en el cuarto trimestre del año), en contraposición con la disminución de la población activa que se produce en los otros dos colectivos. En cuanto a la tasa de paro, esta es mayor en las mujeres (26,6%) que en los hombres (25,6%) y en los extranjeros (36.5%) que en los nacionales (24,2%).

Pero en el paro además del elevadísimo número de personas en esa situación, hay tres fenómenos que, por su gravedad, conviene destacar: el primero, la muy alta tasa de paro juvenil (de los menores de 25 años) que asciende al final de 2012 al 55,1% y que casi duplica la tasa media total; el segundo, la importancia creciente del paro de larga duración (porcentaje de parados que llevan, al menos, un año buscando empleo), que alcanza el 55% en el cuarto trimestre de 2012, lo que supone, casi tres millones trescientos mil parados de larga duración (3.280.400), y que en 2008 apenas alcanzaba el 20%, y, el tercero, la entidad de los hogares en que todos los activos están parados, que han aumentado en 258.700 a lo largo de 2012 y que asciende a 1.833.700 a finales de ese año. Además, 638.300 hogares no perciben en el cuarto trimestre de 2012 ningún tipo de ingresos, ni tan siquiera pensiones, prestaciones por desempleo o algún tipo de ayuda de subsistencia.

Ante este deterioro continuo y persistente del mercado de trabajo, que supone la acusada y cada vez mayor destrucción de empleo y el insoportable (social, política y económicamente) aumento del paro, no caben ni las excusas de herencias anteriores ni los razonamientos de que la negativa situación económica está encontrando fondo ni la justificación de la necesidad de las políticas económicas arbitradas, en concreto los ajustes y la reforma laboral. Lo único que cabe es que las autoridades competentes se responsabilicen de la negativa situación del mercado de trabajo, que consideren como el objetivo principal y prioritario de sus políticas el aumento del empleo y la disminución del paro, exigiendo la colaboración y ayuda de la Comisión europea y de los países dominantes de la Unión Europea, y que introduzcan los cambios necesarios normativos y de políticas para corregir y superar la actual situación. En caso contrario, la situación seguirá empeorando y si el PIB, que actualmente disminuye en tasa interanual de variación cercana al 2% (el 1,8% en el cuarto trimestre, según estimaciones del INE), no empieza a crecer a ritmos relativamente elevados, desde luego superiores al 2%, el nivel y la tasa de paro seguirán aumentando.

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