Sobre la teoría Neoclásica y Neoricardiana

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Por Josep María Vegara Carrió, Catedrático emérito de economía de la UAB y miembro de Economistas Frente a la Crisis en Cataluña.

El objetivo y el enfoque de Sraffa

Producción de mercancías por medio de mercancías de Piero Sraffa fué publicado en 1960. Las pretensiones explícitas del libro de Piero Sraffa son modestas. El subtítulo resulta esclarecedor: “Preludio a una crítica de la Teoría Económica”. Como aclaró el propio autor: “Es, sin embargo, un rasgo peculiar del conjunto de proposiciones ahora publicadas que, aunque no entran en una discusión de la teoría marginalista del valor y de la distribución, han sido elaboradas, sin embargo, para servir de base a una crítica de tal teoría. Si los cimientos se sostienen, la crítica podrá ser intentada más tarde, bien por el autor, bien por alguien más joven y mejor equipado para la tarea.” [1].

El objetivo general es pues transparente. Seguramente por ello el autor no pretende caracterizar las instituciones del capitalismo, ni la dinámica de éste sino sólo analizar algunos aspectos teóricos que considera relevantes y ello lo hace adoptando una metodología que considera adecuada dado que pretende analizar sólo algunos aspectos pero no otros.

El aparato formal utilizado está centrado en las relaciones cuantitativas existentes en un sistema de precios caracterizado por un tipo de beneficio y un tipo de salario. Este sistema de precios es ciertamente una abstracción pues en la realidad empírica no existe un tipo común de beneficio sino que existe una determinada distribución estadística. La cuestión es para qué problemas constituye una abstracción pertinente.

El tema central de la obra se deduce del hilo conductor de su exposición: lo constituye, sin duda alguna, el análisis de las consecuencias de las variaciones de la distribución de la renta sobre el mencionado sistema de precios relativos y sobre el valor del capital [2].

El enfoque de Sraffa es necesariamente multisectorial pero dado que considera las cantidades relativas a la demanda final, la producción y los consumos intermedios como dadas no precisa formular ninguna hipótesis sobre los rendimientos pues no considera el tema da la variación de las cantidades. Su centro de interés lo constituye el sistema de precios, la distribución y el valor del capital. Una vez elegido un numerario cualquiera se puede derivar la frontera tipo de salario-tipo de beneficio [3].

La competencia entre capitales

El supuesto bàsico se refiere a la existencia de un tipo de beneficio común a los diversos sectores y que es el resultado de la denominada, por los clásicos, “competencia entre capitales” que tiene como motor del proceso la movilidad de la inversión en busca de la mayor rentabilidad posible del capital. Se trata de un enfoque relacionado con el análisis descriptivo de la realidad y no con eventuales consideraciones normativas de optimalidad en la asignación intertemporal de recursos.

Es cierto que el anterior enfoque no se explicita en el libro pero se deduce claramente de la trayectoria intelectual de Piero Sraffa en el contexto de la economía política clásica. Y relación con esta cuestión me parece pertinente señalar que -como se destaca en Morishima (1992) Capital and credit[4], para invertir en el capitalismo en un proceso de producción no instantáneo -o sea, en la realidad- los capitalistas deben disponer de la necesaria capacidad de compra de los inputs necesarios y ello puede producirse, bien porque posean capital monetario/financiero o bien porque tengan acceso al crédito. La rentabilidad de dicho capital monetario es la referencia de la rentabilidad futura que se espera. El sistema de precios es ciertamente una abstracción que refleja un equilibrio tendencial y no explicita el proceso real -eventualmente secuencial- que le da soporte; de igual modo que en la teoría del Equilibrio General no se refleja el proceso del equilibrado entre oferta y demanda sino únicamente las características del equilibrio en un marco de supuestos, como por ejemplo, la ausencia de transacciones antes de alcanzar el equilibrio.

Los resultados centrales

El tema principal de debate no ha sido, lógicamente, la producción sin excedente o con excedente, la mercancía patrón, el trabajo fechado, la producción conjunta, el capital fijo o la renta de la tierra. El tema principal del debate lo constituye –indiscutiblemente- las consecuencias que derivan de la variación de la distribución de la renta sobre el valor del capital y sus implicaciones. Son tres los aspectos más relevantes:

  1. En primer lugar, las consecuencias de las variaciones de los precios: en el caso general y tomando como numerario igual a la unidad el producto neto del sistema económico valorado de acuerdo con los precios se obtiene, por una parte, un relación entre tipo de salario y de beneficio con pendiente negativa y, por otra, resulta que la variación de cada precio cuando se modifica la distribución pueden ser de cualquier signo y tipo. En consecuencia, lo mismo ocurrirá con el valor de cualquier vector de mercancías y, por lo tanto, con el valor del estoc de capital de la economía considerada.
  2. En segundo lugar aparece la posibilidad del denominado “retorno de técnicas” (reswitching). Es decir, el hecho de que una técnica alternativa adoptada para producir una de las mercancías –o un sistema completo de técnicas- puede ser adoptada nuevamente a distintos tipos de beneficio, en contra del supuesto neoclásico de la existencia de una ordenación unívoca y estable de las diversas técnicas en relación con el tipo beneficio.
  3. Finalmente -y en tercer lugar- resulta posible la denominada “reversión de capital” (capital reversing), es decir, la posibilidad de que el valor de la intensidad de capital pueda variar también de modo no ortodoxo, es decir distinto al implícito en la teoría neoclásica que supone una relación inversa entre la intensidad de capital y el tipo de beneficio. Este aspecto és fundamental para poder argumentar en términos neoclásicos en el sentido de que el tipo de beneficio o de interés es el “precio de escasez del capital”, por analogía con los inputs en las funciones de producción de la microeconomía. En definitiva pues, resultan viables anomalías no compatibles con los supuestos de la teoría neoclásica agregada del capital que trata a éste como un input convencional. El ejemplo paradigmático sería la formulación contenida en Solow (1956)[5] en la que formula su modelo neoclásico de crecimiento utilizando una función agregada de producción

Un resultado notable del debate entre neoclásicos y neoricardianos de los años 60s y especialmente durante los 70s fue el consenso –laborioso y a nivel lógico-formal- de que resulta posible tanto el retorno de técnicas como la reversión de capital, siendo además posible la reversión sin necesidad de retorno de técnicas [6]. En el campo sraffiano destacaron las aportaciones de Garegnani y de Pasinetti; Harcourt jugó un papel divulgador y polemista [7].. Algunos neoclásicos como Burmeister[8] han contribuído a esclarecer algunos aspectos polemicos o bien han modificado algunas de sus posiciones iniciales, como fué el caso de Samuelson [9] quien, por otra parte, interpretó la intención de Solow al formular su modelo de crecimiento de 1956 con una función agregada de producción como un intento de hacer posibles las posibles las mediciones y aproximaciones empíricas[10].

Ahora bien, el consenso final entre neoricardianos y neoclásicos se quiebra cuando la discusión alcanza el tema de la verosimilitud empírica de que se produzcan los dos fenómenos indicados en las economía. Cuando Frank Hahn afirma que los sraffianos deberían esclarecer el alcance empírico de su crítica, no resulta evidente por qué también los neoclásicos no deberían estar interesados en aclarar el tema. Un enigma.

Llegados a este punto conviene precisar que las consecuencias de los mencionados resultados son distintas si se consideran la versión neoclásica que opera con funciones de producción o bien la que opera en términos de Equilibrio General.

Funciones agregadas de producción

Como es bien conocido, numerosos modelos de crecimiento utilizan funciones agregadas de producción y derivan la distribución de la renta de la teoría marginalista mediante un razonamiento explícito por analogía[11] con el enfoque microeconómico: suponen que se maximizan los beneficios agregados, con lo que se obtienen las igualdades marginales y, en este marco, se deriva la distribución del producto.

Al margen de la cuestión de la validez de la función agregada de producción y de los supuestos necesarios para ello, conviene precisar que ciertamente no existe ningún agente privado, ningún capitalista agregado que tome decisiones colectivas en los mencionados términos. El enfoque carece pues de relevancia descriptiva. Podría admitirse el método descrito sólo en un marco normativo, pero es lógico preguntarse qué justificación tiene la introducción de dicho agente en un modelo que posee finalidades descriptivas [12].

Sraffa y el Equilibrio General

Los teóricos que operan en el marco teórico del Equilibrio General-EG –especialmente Frank Hahn, muy activo en la polémica-han subrayado el hecho de que las criticas neoricardianas sólo alcanzan las formulaciones neoclásicas agregadas y las contenidas en manuales de divulgación pero que dejan intacto el modelo del Equilibrio General Intertemporal-EGI, en sus diversas formulaciones rigurosas. No resumiré los aspectos de la polémica ni otras contribuciones conexas: me limitaré a comentar brevemente hasta qué punto la teoría del Equilibrio General Intertemporal-EGI -en la formulación canónica de Arrow-Debreu- trata el tema de la teoría del capital.

Cuando se produjo el debate, el modelo de referencia del EGI lo constituía la formulación  formulada en diversos trabajos por Arrow, Debreu y Hahn. Un rasgo característico clave de los mismos es el hecho de suponer la existencia de toda la gama necesaria de mercados actuales y de futuros, Así pues, el equilibrio –no necesariamente único- proporciona todos los precios actualizados de equilibrio en dichos mercados. Otro aspecto altamente relevante es que los mismos autores citados califican el supuesto de la existencia generalizada de mercados de futuros como irreal y carente de carácter descriptivo. Resulta especialmente interesante el análisis expuesto en Arrow (1985) en donde al autor analiza también las causas de la no existencia general de los mencionados mercados de futuros.[13].

Por otra parte y como explicó con especial claridad Ch. Bliss [14] el EGI proporciona todo un conjunto de precios actualizados y a partir de los mismos pueden calcularse todas las tasas “propias” de interés de cada mercancía y entre cada par de períodos. Como destaca el mencionado autor, lo esencial en el EGI son los precios actualizados determinados en los diversos mercados: los tipos de interés propios y los mismos productos marginales (cuando éstos se hallan definidos) son conceptos derivados que no juegan un papel crucial [15].

Las tasas propias de interés son específicas de cada mercancía y de cada período y debido a la existencia generalizada de mercados de futuros no existe ningún mecanismo que los iguale:  en el EGI el tiempo se colapsa en un único período en el que los agentes toman todas las decisiones en todos los mercados, sin ajustes posteriores derivados –por ejemplo- de la “competencia entre capitales”.

En este contexto teórico, el  EGI resulta inmune a la crítica sraffiana pero a costa de irrealismo, según conocen perfectamente sus creadores. Y, por otra parte, no expresa la denominada “competencia entre capitales”. Veámoslo brevemente.

EGI y la competencia entre capitales

En este contexto es lógico preguntarse: la formulación del EGI ¿expresa la competencia entre capitales propia de una economía capitalista o bien expresa únicamente la competencia entre mercancías? La competencia entre capitales se expresa por medio de un proceso dinámico, secuencial: es decir, por medio de inversiones en respuesta a las diferencias percibidas o esperadas en las tasas de beneficio obenidas por las diversas empresas en los diversos sectores. Es este proceso el que genera –en el marco del capitalismo competitivo- una tendencia hacia una cierta igualación de las tasas de beneficio. Precisamente, la formulación del EGI -en la medida en la que supone el funcionamiento simultáneo de todos los mercados (al contado y de futuros)-  elimina todo proceso secuencial. De aquí que puedan coexistir tasas propias de interés distintas según las mercancías, en un mismo período. El EGI no proporciona, en rigor, una teoría del capital. En el marco de la hipótesis de existencia general de mercados de futuros no puede existir “competencia entre capitales”. Al mismo nivel de abstracción que la competencia en los mercados spot y de futuros.

Schumpeter y la “corriente circular”

¿Tiene sentido referirse a la “competencia entre capitales” como algo relevante en términos analíticos?. El “colapso del futuro en el presente” que deriva de la hipótesis de existencia generalizada de mercados de futuros no es compatible con el análisis de una dinámica evolutiva “a la Schumpeter”, por ejemplo, capaz de captar aspectos centrales del desarrollo capitalista. No es una sorpresa. El EGI no lo pretende.

Es oportuno destacar que Schumpeter expone su teoría del desarrollo capitalista[16] partiendo de una situación de equilibrio walrasiano caracterizado por la repetición. El punto de partida metodológico y expositivo de su teoría lo constituye la denominada “corriente circular”, caracterizada por la repetición indefinida de su configuración, con libre competencia y que halla su expresión formal en el equilibrio general walrasiano. La repetición facilita el aprendizaje a todos los niveles y la formación de expectativas; la actividad económica se halla sincronizada y los riegos estrictos son asegurables. Los beneficios no existen y el tipo de interés de los préstamos por actividades productivas es nulo.

En este contexto –un mundo irreal, una abstracción metodológica y un recurso expositivo- intoduce la acción innovadora del empresario –las nuevas combinaciones- de modo especial las innovaciones radicales que rompen la repetición y originan el desarrollo económico; todo ello mediante el establecimiento de una situación transitoria de monopolio que permite la apropiación de los beneficios diferenciales y dando inicio con ello al proceso de difusión de las innovaciones. La disponibilidad de crédito resulta ahora crucial para financiar el proceso; el tipo de interés es ahora positivo. Las innovaciones transforman pues la lógica del proceso circular. No está describiendo un proceso histórico. Es el proceso denominado de “destrucción creadora” con innovaciones y obsolescencias provocadas por éstas.

No es pues de extrañar que en la realidad empírica los tipos de beneficio a nivel de empresa o a nivel sectorial posean una distribución estadística que refleja la realidad de los beneficios diferenciales y la existencia de distintos niveles de riesgo, entre otros factores. No existe pues un tipo de beneficio único, uniforme, pero ello no debe ser obstáculo para prohibir su uso –como una abtracción útil- para analizar determinados aspectos de la realidad. Del mismo modo que existe una distribución estadística de cada precio de mercado y no por ello sería razonable eliminar el concepto de precio de mercado como abstracción útil [17].

                                                            *   *   *

[1] Pág.13 de la edición castellana. P.SRAFFA (1965) Producción de mercancías por medio de mercancías, Oikos-Tau, Vilasar de Mar

[3] Nuestro autor distingue entre los denominados productos básicos y no básicos. La distinción juega un papel formal importante pero no es crucial para los resultados; la relevancia se concentran en los productos básicos; por este motivo en mi explicación en el texto que sigue prescindiré de la misma. 

[4] MORISHIMA M.(1992) Capital  and  credit, Cambridge Univesity Press, Cambridge

[5]  SOLOW R.M.(1956) A Contribution to the Theory of Economic Growth, Quarterly Journal of Economics. Vol. 70 (1) pp. 65-94. Es interesante que, cincuenta años después, el propio Solow afirme que  la “teoría neoclásica (del crecimiento) se refiere a la evolución del ouput potencial” : véase SOLOW R. (2005) “Reflections on growth theory”, in AGHION Ph., DURLAF S.N. (2005) Handbook of economic growth, Elsevier-North Holland, Amsterdam, p.5

[6]  Véase el Capítulo 7 de VEGARA J.M.(1981) Economía polítiica y modelos multisectoriales, Tecnos, Madrid.

[7] GAREGNANI  P.A. (1970)Heterogeneous Capital, the Production Function and the Theory of DistributionReview of Economic Studies; publicado en la Revista Española de Economía, 3-3, 1973. PASINETTI L. (1966) Changes in the rate of profit and switches of techniques, The Quarterly Review of Economics, Vol.LXXX, nov 1966. HARCOURT G.C. (1972) Some Cambridge Controversies in the Theory of Capital, Cambridge U.P., Cambridge, así como (1975) Decadencia y ascención: El resurgimiento de la economía política (clásica), publicado en Cuadernos Económicos de ICE, Núm.2, 1977, asi como HARCOURT G.C.

[8] BURMEISTER E. (1980) Capital theory and dynamics, Cambridge U.Press, Cambridge.

[9]  SAMUELSON P.A.(1962)  Parable and Realism in Capital Theory: The surrogate production function», 1962, Review of Economic Studies, vol.39, 1962; publicado en la Revista Española de Economía, 3-3, 1973.

[10] SAMUELSON P.A.(1962) o.c. pp.215-16: “Pero en ocasiones, Solow, en aras de la medición y la aproximación empírica, se ha apartado de su insistencia rigurosa en un modelo de bienes de capital heterogéneos basado en la programación. En su lugar y mediante una heroica abstracción, ha llevado a la conclusión el trabajo pionero de Paul H.Douglas sobre la estimación de una única función de producción para la sociedad”

[11] Véase FERGUSON  M.(1969) The Neoclassical Theory of Production and Distribution, The Cambridge U.Press, Cambridge.

[12]Resulta útil destacar que el propio Frank Hahn se manifiesta radicalmente crítico sobre las teorías en las que aparece un único agente “representativo” maximizador. Véase PETRI F., HAHN F. Eds. (2001),o.c.., p. 29.

[13] ARROW K.J.(1985) The Potential and limits of the Market in Ressource Allocation, Capítulo 2 de FEIWEL G.R. (ed.) Issues in contemporary Microeconomics and Welfare, Londres, Mac Millan. Véanse también las referencias a “future markets” en  ARROW K.J., HAHN F. (1971). Véase asimismo HAHN F. (1981) General equilibrium theory, incluido em Equilibrium and Macroeconomics, The MIT Press, Cambridge Mass.

[14]  BLISS C.J.(1975) Capital Theory and Income Distribution, American Elsevier, New York.

[16] SCHUMPETER J.A.(1944) Teoría del desenvolvimiento económico, F.C.E., México.Véase Schumpeter: innovación y desarrollo, Capítulo 3 deVEGARA J.M.(1989) Ensayos económicos sobre innovación tecnológica, Alianza, Madrid

[17]  Como expresó Arrow refiréndose al sistema de mercado: “Los economistas difieren en cuanto al grado en el que los equilibrios se alcanzan realmente… Pero todos estásn de acuerdo en que las tendencias hacia el equilibrio son reales e importantes.“. SICHEL W.ed.(1989) The State of Economic Science. Views of Six Nobel Laureates, W.E.UPJHN INSTITUTE for Employment Research, Kalamazoo, Michigan

2 Comments

  1. Jose Candela Ochotorena el diciembre 3, 2013 a las 6:20 pm

    Tres precisiones a integrar, si es que se puede:
    La primera tiene que ver con la incongruencia entre equilibrio circular y acumulación (R. Luxemburgo). La existencia de una demanda previa a la realización de beneficios supone la existencia del crédito, y por lo tanto de instituciones creadoras de dinero ¿Como encajar su dinámica?
    La segunda, con la afirmación de Bell (1977) de que el liberalismo se ha convertido en la estructura de las corporaciones, en oligopolio económico, y la creación destructiva de los empresarios en complejos organizativos insertos en las corporaciones (Bell, y también los neo-schumpeterianos de «evolutionary economics») es decir que las cosas ya no son así. ¿Hasta que punto son mercancías los procesos internos de las corporaciones?
    La tercera, Las instituciones son las reglas del juego (North, 1990) ¿Como introducir las instituciones en la teoría económica? (Nelson, 2004, y Acemoglu y Robinson, 2008) Las instituciones económicas enmarcan los incentivos para los actores clave en la sociedad, influencian la creación de capital tecnológico y su distribución; El poder político es clave para la forma en que se dirimen los conflictos sobre la conformación de las instituciones económicas; Las instituciones políticas esconden el conflicto entre el poder «de jure» y el poder «de facto», éste último proviene de la distribución de poder político en la sociedad e implica capacidad para dificultar la reforma de las instituciones económicas.

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