Solbes, al otro lado del Espejo

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José Candela Ochotorena es Doctor en Economía y miembro de Economistas Frente a la Crisis.

¡Vaya! (El Rey)  Está soñando contigo- exclamó Mi-re-do-Y si dejara de soñar contigo, ¿en donde crees que estarías tu?

En donde estoy ahora, por supuesto – respondió Alicia

¡No!- replicó Mi-re-do- No estarías en ninguna parte. ¡Vaya! ¡Si no eres mas que algo de su sueño!..

 ¡No me desaparecería! – exclamó Alicia indignada

Al emitir el conjuro, Solbes surgió de atrás del espejo, y con su sabio (sin ironía) consejo nos explicó lo equivocados que estamos en torno al mundo que vivimos, quien manda aquí y la importancia de una sana contabilidad en este planeta competitivo.

Porque Solbes es un servidor del Estado, no es un miembro de partido, y para mas abundamiento viene de Bruselas. Y nos ilustra,  no sobre lo que allí se piensa, que es algo contingente al momento y las personas, sino sobre cómo allí se piensa. Con paciencia, nos dice que la visión de Bruselas no está inspirada por la Teoría General de Keynes. El tratamiento que la U.E. está dando a la crisis bebe en la Teoría General de la Administración y las Ventajas Competitivas: los países son corporaciones compitiendo en la economía global.

Concurren con sus recursos y capacidades y despliegan estrategias de acuerdo a las mismas. Cuando las estrategias se agotan, por ejemplo la construcción de viviendas en España, los intangibles dejan de crear valor, y las capacidades  se deprecian. Cuando las corporaciones pierden el rumbo estratégico, empiezan un proceso de endeudamiento que solo se puede abortar con  cirugía financiera y organizativa. Los expertos, en estos casos, recomiendan la concentración ejecutiva y de recursos. Y los recursos mas importantes en situaciones de emergencia son los financieros. Porque son los únicos que proporcionan flexibilidad estratégica.

Solbes sitúa los problemas en 2008, cuando la oficina económica del Presidente le coge miedo a la reestructuración, y empieza a gastar  sin un plan de recursos: regala 400 euros a los electores, otorga primas a la natalidad de 2.500 euros, y se embarca en planes de gasto municipal sin atender a ninguna finalidad estratégica de construcción de nuevas capacidades, sino solo al intento obsoleto de reanimar el consumo. Y ahí está el segundo mensaje de Solbes: En una arena competitiva global, todo gasto que no sirve a tu estrategia está financiando a un competidor y debilita tu balance: el resultado es el endeudamiento.

Desde una perspectiva administrativa, hay que pensar en términos de recursos: financieros, tecnológicos, humanos… y capacidades para competir. Cuando equivocas la estrategia, las capacidades devienen redundantes y los recursos se devalúan. Hay que reestructurar y construir otros nuevos. Mientras tanto, como se necesita tiempo, los recursos financieros son lo único que importa.

La otra Teoría General, la de Keynes, construía, sobre un contexto de estados y ciudadanos, las categorías económicas de renta, consumo, inversiones, empleo y dinero.  Hablaba de Política Económica, y con esa herramienta y la fiscalidad progresiva, los ciudadanos de Europa occidental habíamos creado, en palabras de Daniel Bell,  un “hogar público”  que nos daba sentido de control sobre nuestra historia. Ambos conceptos, política y ciudadano, pertenecen al Estado-nación, pero, sin que nadie nos haya avisado, los Estados ya no cuentan.

Ya en 1977, Daniel Bell decía: “lo decisivo para el resto del siglo (XX) es que el contexto de la decisión ya no es el ámbito nacional, por poderosa que parezca una nación.” En ese proceso, con la desaparición del ámbito democrático de decisión, los nuevos liberales nos intentan convencer que tenemos que aceptar la trasformación de las naciones en Sociedades Anónimas, y los estados en corporaciones.

Como dice Bell, esta es la contradicción mas importante de la época post-industrial. Al dejar de identificar un “hogar público”, reconocible en el Estado del Bienestar desde 1945, el ciudadano pierde el sentido de la cultura democrática. Percibe el peligro de vuelta al estado de la naturaleza, y la ansiedad asociada con la falta de límites precisos prescribe la delegación en un poder “fuerte”. No es por casualidad que, últimamente, conocidos columnistas liberales hagan calurosos elogios a la estabilidad del Gobierno de la República Popular China.

Frente a esta quiebra del liberalismo europeo,  la reacción solo puede ser reivindicar la “polis”, el sentido cívico y convivencial de la política. Los países no son corporaciones, a pesar de la analogía burocrática que se desprende de la política de Bruselas. Mas aún, los ciudadanos esperan ser defendidos de las verdaderas corporaciones, y de la falta de respuesta política proviene gran parte de la desafección democrática. Se necesitan mecanismos para establecer objetivos concertados globales, pero ¿quien establecerá los objetivos del bien común internacional?

No se nos escapa que en un juego global, solo los muy pequeños pueden buscar nichos, y los muy grandes influir sobre el conjunto. La U.E. es el sueño compartido de “hogar público” de los europeos. Si Bruselas no lo defiende nos arriesgamos a que la fragmentación, el populismo de las pequeñas patrias sea la respuesta. Las elecciones europeas serán en unos meses.

6 Comments

  1. Jorge Fabra utray el noviembre 27, 2013 a las 11:08 am

    Muy interesante enfoque.

    • Carles sirera el noviembre 27, 2013 a las 7:46 pm

      Sobre estos temas ha escrito mucho y pertinentemente el historiador alemán, DIeter Langewiesche, recomendable esta colección de artículos traducidos al castellano: «La época del Estado-Nación en Europa». Nos recuerda como el liberalismo del siglo XIX era inseparable de la idea de Nación y de una sociedad construída mediante una cultura compartida. El libre mercado siempre fue un libre mercado nacional. Un libre mercado internacional es una entelequia.

      • Jose Candela Ochotorena el noviembre 28, 2013 a las 4:10 pm

        «El liberalismo económico se ha convertido en la estructura de las corporaciones, en oligopolio económico… Pero necesitamos del liberalismo político para asegurar al individuo la protección contra poderes coercitivos.. Y el árbitro no puede ser el mercado, al que debe considerarse como un mecanismo, no como un principio de justicia, sino el hogar público» (Bell, 1977: Las contradicciones culturales del capitalismo) ¿Donde reside el hogar público si las decisiones las dictan burocracias que nadie ha elegido? Como deja al descubierto el triste espectáculo de JLR Zapatero contra Solbes.

      • Jose Candela Ochotorena el diciembre 10, 2013 a las 7:58 pm

        En el prólogo al libro que citas, escrito por los profesores de la U.V. Millán y Romeo, se pude rastrear la crisis liberal en su forma actual tras la afirmación que el Estado Nación del XIX se basaba en la separación de los ámbitos de política y economía. Justo lo contrario de lo ocurrido desde que en 1945 los europeos comprendimos que la única defensa de los ciudadanos frente a la concentración del poder económico era la vocación intervencionista del Estado Democrático, siempre dentro de los límites que marca la eficiencia, y con la eficacia necesaria para poner límites a los grupos de poder económico.
        Sin embargo, como Millán y Romeo reconocen, no fue este cambio el que puso en crisis el liberalismo, sino los procesos de globalización, que están confrontando los dogmas liberales con nuevas realidades que no es capaz de abarcar ni explicar.
        De ahí que los propios liberales abracen soluciones cercanas al autoritarismo, a la búsqueda de una estabilidad imposible basada en la idea muy autoritaria de que los mercados sustituyan a las decisiones políticas (Daniel T Rodgers, Age of Fracture, 2012)

  2. Asterios Polyp el noviembre 28, 2013 a las 7:56 am

    Intersantísimo artículo, felicidades.

  3. Dubitador el diciembre 15, 2013 a las 9:08 pm

    Lo que sucede es que el viejo liberalismo, el que se enfrentaba al monarca absluto parece un antisistema comparado con el neoliberalismo que ha pretendido que el Estado Democratico es la transubstanciacion de aquel monarca absoluto, caracterizado por el excesivo intervencionismo, burocratismo y fiscalidad confiscatoria. Lo curioso es que han sido esos nuevos liberales, desde los mandos del Estado y «conivencia giratoria» con las corporaciones, quienes han derivado el proceder estatal hacia el intervencionismo tramposo (perjudicando a unos amiguetes en perjuicio de los no amiguetes) el burocratiso y la fiscalidad confiscatoria que grava mas las rentas salariales que las empresariales y financieras.
    Sin embargo incluso el viejo liberal era un cabron de tomo y lomo, pues en sus esquemas la pobreza era iguamente una fatalidad, una fatal necesidad, pues sin ella no hay «salarios competitivos». La libertad que reclama es la de los liberales, no la de todos, pues si bien proclama que todos son personas, por necesidad, o sea por propiedad (no en propiedad), unos son mas personas que el resto. Solo el Estado pseudosocialista, el de la tributacion progresiva, que forzaba la superior rentabilidad de invertir en fabricas que en productos financieros, forzó una mejor distribucion de la riqueza via promocion del pleno empleo, o sea de la produccion sobre la especulacion. Pero ahora incluso el productivismo ha de ponerse en cuarentena, ya que la ciencia y la tecnologia reducen la necesidad del empleado, del obrero, y encima los recusos del planeta, incluso su equilibrio climatico y ecologico, no pueden soportar el crecimiento indefinido, o bien el modelo de crecimiento tradicional. La conversion de los Estados en empresas es catastrofico, pues no hay colonias interplanetarias hacia las que orientar la «emprendeduria» concebida como variante de las aventuras de conquista, invasion, colonizacion.

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