SYRIZA , PODEMOS, PSOE… ¿Comedia o tragedia?

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Juan Ignacio Bartolomé, miembro de Economistas Frente a la Crisis

La mitología griega está plagada de episodios que advierten de las funestas consecuencias que acarrea enfrentarse a los caprichos de los dioses, pero también de  los conflictos entre esa maraña de personajes que, con categoría de inmortales, integran el Olimpo. Habitualmente son conflictos provocados por su relación con los humanos. La fundación de Atenas contempló la confrontación de Atenea con Poseidón y durante la guerra de Troya continuó el enfrentamiento entre divinidades que apoyaron a uno u otro bando. La dialéctica entre dioses y humanos va conformando la historia, con la particularidad de que, mientras el comportamiento de los primeros es caprichoso y por tanto imprevisible, los segundos están sometidos a fuerzas que no controlan y, a pesar de la racionalidad de sus actuaciones en pos de sus intereses, su destino está inexorablemente predeterminado. Como apunta Homero en los primeros versos de la Ilíada “así los designios de Zeus se cumplieron”. Sospecho que los ciudadanos griegos tienen incorporados en sus genes estos elementos.

Situémonos en un determinado escenario: vista la incapacidad de los partidos tradicionales para evitar el sufrimiento social que supone la crisis y para gestionar favorablemente la relación con los poderes externos, resumidos en la “Troika”, los votantes griegos optan por Syriza y Tsipras encabeza un nuevo gobierno. Ante él se presentan dos alternativas: mantener su programa en sus líneas esenciales, en concreto el impago de la deuda externa que, como todos sabemos, es impagable, o tratar de llegar a un acuerdo con la “Troika” que suavice el peso de la deuda sobre los presupuestos del Estado y amplíe su capacidad de actuación para mejorar la evolución de las variables económicas.

Sin duda, Tsipras es consciente de las consecuencias de la primera opción: salir del Euro con un Dracma devaluado, lo que encarecería las importaciones hasta el punto de colapsar el aparato productivo, ya que no podría contar con financiación externa, y entrar en una dinámica inflacionista que haría inmanejable la gestión económica. Tsipras ha dado numerosas pruebas de sensatez y, probablemente, se inclinaría por la segunda opción descartando la primera. Sin embargo, su partido es un conglomerado heterogéneo de fuerzas con un acusado componente de extrema izquierda, lo que reduce sus grados de libertad. Elegir la segunda opción podría ser interpretado como sometimiento a los poderes externos, lo que crearía tensiones en su partido cuyo control requeriría una habilidad extraordinaria.

En el otro lado del escenario, la UE, aparecen también dos opciones: Llegar o no llegar a un acuerdo con el nuevo gobierno griego. La primera podría consistir en relajar las condiciones de la deuda externa, conceder aplazamientos muy significativos y reducir al mínimo la prima de riesgo, mediante la intervención directa del BCE, y, al mismo tiempo, flexibilizar el horizonte temporal del déficit público, propiciando que el Estado Griego comience a impulsar la actividad económica a través de su presupuesto y, adicionalmente, mediante ayudas que provengan de los presupuestos de la UE. Con ello se iniciaría una senda de crecimiento económico en Grecia que a medio plazo facilitaría la devolución de su deuda externa. Esta opción evitaría las consecuencias para el conjunto de la UE de la salida del Euro de un país, consecuencias que podrían ser críticas aunque, dada la escasa dimensión de la economía griega en relación al conjunto de la UE, el coste económico de las medidas sería asumible.

Un acuerdo de este tipo entraría en contradicción con la llamada política de austeridad liderada por Alemania, lo cual no parece hoy un problema excesivamente relevante. Al fin y al cabo Alemania ya ha alcanzado los objetivos de su política de austeridad. Ha saneado los balances de su sistema financiero, que al comienzo de la de  crisis y como consecuencia de una actividad especulativa incontrolada estaba prácticamente en quiebra bajo el peso de una acumulación masiva de activos tóxicos, gracias a su capacidad para provocar el pánico financiero en los países del sur de Europa, propiciando un cuantioso flujo de fondos procedentes de estos países hacia los bancos alemanes a tipo de interés cero. Por otra parte Alemania ya se ha desprendido de la mayor parte de sus posiciones en deuda griega, al amparo de la intervención del BCE en los mercados secundarios. Además, objetivo no menos importante, la señora Merkel ha ganado ya las elecciones.

No hay motivos para no abandonar la política radical de austeridad. Sirve de ejemplo el que Alemania ha dejado de poner obstáculos a la devaluación del Euro respecto al Dólar.

Sin embargo, aunque desde la óptica económica el acuerdo parece una opción razonable, sus implicaciones políticas pueden hacerlo impracticable. Ya hemos hecho referencia a las dificultades internas que podrían aflorar en el Gobierno Griego, pero más relevante podría ser su repercusión en otros países europeos. Si el experimento griego tiene éxito saldrían reforzadas las expectativas electorales de otros partidos que también tratan de ocupar el espacio de votantes que, como consecuencia de la crisis, han abandonado a los partidos tradicionales. Esto podría dar un vuelco a la correlación de fuerzas en la UE.

Para evitarlo, el acuerdo habría de compatibilizar el mensaje de que el gobierno griego ha abdicado de sus principios, dirigido al resto de los países, con la lectura en el ámbito griego de que han conseguido hacer posible su programa. Se trataría de representar una comedia en que actores enfrentados convenzan a sus respectivos públicos de que han salido vencedores. No sería fácil la redacción del texto.

Un ejemplo claro de esta posible repercusión es España. Importantes masas de electores indignados y hastiados declaran en las encuestas su intención de votar a PODEMOS. Su éxito radica en un conjunto de slogans, hábilmente elegidos y comunicados, que reiteran hasta la saciedad las críticas que los ciudadanos expresan cotidianamente. Sus mensajes dicen lo que la gente quiere oír y ello les permite conectar con amplias capas de la población, pero su hándicap es la carencia de un programa estructurado con apariencia de viabilidad y la falta de solidez de sus líderes. Sobre PODEMOS se extiende la duda de que su nombre no sea más que otro eslogan afortunado, de si realmente pueden.

Para ocupar un espacio , PODEMOS ha escogido una vía populista, pero los votantes exigen soluciones y el éxito de Syriza aportaría credibilidad al nombre de este partido.

Ante la posibilidad de un vuelco en la correlación de fuerzas en el seno de la UE, es previsible la conjunción de poderes que apuesten por la otra alternativa, el no al acuerdo concretado en la exigencia de condiciones inaceptables para el Gobierno Griego. Las consecuencias para la población de este país, ya muy castigada, podrían ser dramáticas. La representación devendría en tragedia. Con ello, con el escarmiento en cabeza ajena, se pretendería influir en los electores de otros países para que se lo piensen dos veces antes de introducir sus votos en las urnas. Es una vía que tendría efectos desfavorables sobre la economía de muchos países  integrados en la UE, pero sería ingenuo afirmar rotundamente que los partidarios de esta alternativa tengan reparos en provocarlos.

Una situación tan compleja no permite predecir la resultante. Ambas opciones comportan riesgos para nuestro país que se añaden a nuestras propias dificultades. Pero, en todo caso, conscientes de estos riesgos, es imprescindible presentar un conjunto integrado de propuestas viables y progresistas y, al mismo tiempo, establecer puentes con Syriza que faciliten su paulatina incorporación al ámbito de la auténtica socialdemocracia. Este partido agrupa, tanto entre sus electores como entre sus dirigentes, un amplio porcentaje de ciudadanos de ideología socialdemócrata, procedentes del prácticamente desaparecido PASOC, que participan de la concepción de una Europa sustentada en la consecución del bienestar social, de la UE como un instrumento al servicio de los ciudadanos, y tienen claro que no es lo mismo la política de izquierdas que la política de derechas por que persiguen intereses distintos. Cualquiera que haya sido la actuación de partidos o gobiernos anteriores, no caen en la trampa de meter los conceptos en el mismo saco que, al final, es una trampa instalada por la derecha. Esto establece diferencias importantes entre Syriza y Podemos.

 Como es habitual, los riesgos ofrecen oportunidades y el escenario descrito puede ser la oportunidad de modificar las políticas económicas de la UE, en la dirección que la ideología socialdemócrata ha impulsado, a lo largo de su historia, como elemento esencial de la construcción de una Europa Unida. Es una oportunidad para el PSOE y otros partidos de la izquierda europea.

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4 Comments

  1. angel del valle el enero 24, 2015 a las 5:21 pm

    Me parece reducionista Y tópica la teminología populista aplicada a las dos formaciones.
    Dando por sentado la necesidad de la disminucion/reducción de la Deuda, la propuesta de la quita se hace OBLIGADA…veremos en nuestro caso en un plazo corto cuando las obligaciones del pacto de Toledo agoten nuestras reservas al respecto y nos obliguen a nuevos RECORTES…la presión sobre este colectivo nos haría repensar LA DEUDA GLOBAL.

    La reconsideración del CONCEPTO DEUDA , nos debe llevar a REPENSAR nuestros esquemas POLÍTICOS al uso-tradicionales-y/ o trillados.

  2. Demetrio Vert el enero 24, 2015 a las 7:36 pm

    Es curiosa la capacidad de los autodenominados economistas para hacer no solo un diagnóstico del pasado sino una prospección del futuro. Y en verdad que no fallan. Eso sí, partiendo siempre del mismo paradigma: Dios (o los mercados) existe y es omnímodo. Por lo tanto discutamos solo de cómo se debe actuar (sobrevivir) en el mundo de Dios.
    Ahora bien, y si no existiera Dios? ¿Cuál sería el paradigma? A mí no me interesa Dios, soy ateo. Por lo tanto, en cualquier caso, yo necesito técnicos en economía que hagan los planes que mi voluntad decida, y no los que me lleven por el camino decidido por ellos. Y en eso estamos.
    Estamos en una batalla en la que se confrontan la omnipotencia del mercado y la debilidad (aparente) de la gente. ¿Y si esos supuestos líderes populistas no fueran tales? Quiero decir, no fueran tan líderes. ¿Y si fueran la expresión de muchas voluntades las que “les dicen” lo que deben decir y hacer? ¿Y si los eslóganes fueran impuestos por la gente? A ninguna de estas preguntas tendrían respuesta estos economistas; simplemente no se las han planteado. ¿O creen estos economistas que los palacios de invierno los toman cuatro advenedizos caudillistas?
    Mejor harían diciendo que lo qué han hecho los bancos alemanes ha sido un robo en toda regla, apoyado por su Gobierno. ¿Y por qué? Saben de sobra estos economistas que los bancos prestan dinero contra garantías. Y los bancos alemanes prestaron dinero contra las garantías que les ofrecieron los bancos españoles, es decir, mayoritariamente la titulización de las hipotecas, por ellos llamados “activos tóxicos”. ¿Por qué los bancos alemanes no se quedaron con las garantías? Porque su valor era ya inferior al tasado, al garantizado. La banca alemana, entre otras, acudió a su gobierno y este forzó reconvertir todo el tinglado en deuda pública, eso sí, solo contra las poblaciones de los bancos deudores.
    Y aún estos economistas se creen sabios, cuando en realidad son los mamporreros del mercado. Menos lobos.

  3. JOACO el enero 26, 2015 a las 11:02 am

    » …su hándicap es la carencia de un programa estructurado con apariencia de viabilidad y la falta de solidez de sus líderes.»
    Es cierto que Podemos no tiene un programa (económico) todavía, lo que tiene es una propuesta de programa (económico) realizada por Navarro y Torres que, según me indican algunos amigos cercanos a Podemos, están debatiendo; ruego unas indicaciones a los profanos para que podamos inferir esta falta de estructura y «apariencia de»(*) viabilidad en esta propuesta.
    Sobre la «solidez» encuentro en wikipedia que, en lógica, consiste en la propiedad que tienen los argumentos cuando son válidos y sus premisas son verdaderas. Me imagino que a ese aspecto se refiere el articulista, y no al estado de la materia de sus dirigentes (dado que los humanos somos todos aprox. 80% líquidos). También ruego indicaciones precisas de los expertos, sobre esta inconsistencia o falta de validez argumental.
    Por último ruego a estos mismos expertos (o a otros), que nos informen del significado de la palabra «populista», como característica (o grupo de características) que distingue(n) los procedimientos utilizados por algunas fuerzas políticas en relación a los utilizados por otras que, al parecer, no lo son.
    Atentamente.
    Joaco Alegre
    (*) en un curioso sentido de la lógica, el articulista parece preferir la «apariencia de viabilidad» a la «viabilidad» a secas.

  4. Jose Candela el enero 28, 2015 a las 9:42 pm

    ¿No se le ha ocurrido pensar al articulista que «populismo» es una muletilla tan usada que ha perdido significado?
    Cierto que Podemos no tiene propuestas económicas, pero con ello refleja una realidad. Sin Estado independiente no hay política económica, y los Estados europeos están muy devaluados frente a la burocracia de Bruselas.
    Sería mas lógico que empezáramos a plantearnos que no hay política socialdemócrata sin referencia clara a los mecanismos necesarios para controlar y dirigir la burocracia de Bruselas, y situarla bajo poderes democráticos, es decir que representen, la pluralidad confederada de Europa, ¡Cosa que aún no existe!
    Por eso, socialdemocracia en Europa, hoy, tal cual, ni existe ni puede existir. Solo los gobiernos que se pliegan al canon liberal pueden gobernar la Europa actual.
    Grecia, Tsiriza como tal, pued remover las aguas, y provocar la reacción de los socialdemócratas. Pero, ¿Quedan socialdemócratas en Europa?

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