También por el lado de la oferta, otra política es necesaria.

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Jorge Blázquez Lidoy  es doctor en economía y miembro de Economistas Frente a la Crisis

Muchos economistas y empresarios, llevados por la buena evolución de las exportaciones, la positiva evolución del empleo durante los meses de verano y por una cierta dosis de cansancio de crisis, anticipan ya el final de la recesión y una rápida recuperación económica. Yo no comparto esa visión positiva. El crecimiento será muy anémico por un tiempo aún largo.

Los economistas, de manera muy simplificada, identificamos dos fuentes de crecimiento de la producción: crecimiento por expansión de la demanda y crecimiento por expansión de la oferta. Obviamente esto es solo una simplificación teórica, porque al final oferta y demanda cuadran perfectamente.

 Un impulso por el lado de la demanda fue la base del crecimiento en los años del milagro español, de 1996 a 2008. Se trató de crecimiento fundamentado en una expansión del crédito y del endeudamiento privado sin precedentes, que acabó bruscamente cuando estalló la crisis financiera internacional.

 A fecha de hoy, endeudamiento del sector privado es aún elevado y, a esto, se suma un sector bancario con serios problemas para otorgar crédito, incluso a las empresas más solventes. Y sin crédito, el crecimiento vía mayor consumo e inversión será escaso. Por supuesto, el sector público no va a asumir este papel motor de la demanda, es más, quizás aún actué en dirección contraria. Sin una reactivación del crédito, será difícil ver un impulso de la demanda nacional y lo fiaremos todo a la demanda externa.

 El problema es que las exportaciones, aunque van bien, no consiguen tirar del resto de la economía. A pesar del buen comportamiento de las exportaciones, éstas no están tirando de la industria y, más en particular de la industria manufacturera. Las exportaciones de bienes crecieron un 8,6%, en 2011, 2,4% en 2012 y un 9,7% en lo que llevamos de 2013. Por su parte, la industria de manufacturas creció un 1,3% en 2011. Pero ésta cayó un 1,1% en 2012 y un sorprendente 2,7% en lo que llevamos de 2013.

 Parece que nuestro sistema productivo tiene serias dificultades para poner a funcionar a pleno rendimiento aquellos sectores que podrían tirar de la economía. No tenemos locomotoras. No hay sectores tractores del resto de la economía.

 La otra fuente del crecimiento es el impulso por el lado de la oferta, es decir, vía aumento de la productividad. Es bien conocido que España ha vivido con un problema de baja productividad muchos años. Y la productividad de los factores es la base del crecimiento económico a largo plazo. Cuando la productividad crece –en general- crece la economía y crecen, por ejemplo, los salarios reales. De hecho y al contario de lo parece, es la productividad lo que marca la evolución de los salarios y no al revés. Un país más productivo tendrá salarios más altos.

 La productividad aparente del trabajo (medido en productividad por hora trabajada) en el periodo 1980-1995 creció un promedio del 2,0% anual. En ese periodo la economía creció un 2,4% anual y los ocupados un 0,4%. Esta productividad se desplomó en el periodo 1996-2008 y tan solo creció un 0,5% anual. Por su parte, la economía creció un 3,5% anual y el empleo un 3,0%. Esta fue siempre una preocupación de los años del “milagro económico”: crecíamos sin productividad. Pero para ser honestos, dado que se creaba mucho empleo, fue una preocupación más retórica que otra cosa.

 Y, dado que la base del crecimiento a largo plazo es la mayor productividad, ¿qué medidas se pueden tomar? En general, las recomendaciones son de tres tipos:

  1. Invertir en capital humano, es decir, mejorar la educación y formación de los trabajadores. Pero como es bien sabido la política actual de austeridad y recortes va en dirección contraria. Se está recortando el gasto en educación.
  2. Invertir más en capital productivo e infraestructuras: La inversión en capital productivo (formación bruta de capital, pero sin vivienda) se encuentra en niveles mínimos históricos. De hecho, los años 1984 y 2012 marcan el mínimo de la serie con una ratio de inversión sobre PIB de 13,4%. Una ratio “normal” para España está en el 16-17% del PIB. Las empresas parece que no están invirtiendo más, posiblemente porque no están seguras de la recuperación económica.
  3. Invertir en I+D+i. La idea es que las nuevas tecnologías ayudan al desarrollo tecnológico del país y esto hace más productivo a los trabajadores. Igualmente está inversión se está reduciendo, en parte por los menores fondos públicos para este sector, pero también por falta de visión de nuestro sector empresarial privado.

Adicionalmente, se podría añadir un punto más:

4.  Apostar por los sectores e industrias de mayor valor añadido. Esto es el famoso “cambio de modelo”, del que tanto se habló en con el anterior Gobierno socialista. La estrategia consiste en apostar e impulsar sectores con más valor añadido –a priori-, para conseguir una economía más productiva.

Los puntos 3 y 4 son recomendaciones clásicas de la política industrial. En otras palabras, España necesitaría una política industrial activa, algo que tampoco está en la actual agenda de la política económica.

Durante los años de la crisis la productividad aparente del trabajo está creciendo a un ritmo un 2,2% anual en promedio. Desafortunadamente la mayor productividad es fruto principalmente de la destrucción del empleo y no un uso más eficiente de los recursos. Y hay una explicación teórica para que esto sea así: a corto plazo, la destrucción de empleo implica un aumento del capital productivo disponible por trabajador, lo que provoca un aumento de su productividad. Y España ha destruido un 18,3% del empleo desde los máximos de 2008.

Por eso veo complicado una rápida recuperación económica, tanto del crecimiento como del empleo. Por el lado de la demanda, persiste el problema del fuerte endeudamiento, unido a un sector financiero muy tocado. En estas condiciones no será fácil ver un fuerte crecimiento del consumo o de la inversión. Y, por ahora, el tirón de las exportaciones no parece suficiente. Y por el lado de la oferta, más allá de una recuperación coyuntural  de la productividad vía destrucción de empleo, no se está apostado por aquellas políticas que pueden aumentar la productividad y generar crecimiento económico a largo plazo.

8 Comments

  1. Gemma el agosto 31, 2013 a las 11:13 pm

    Quisiera conocer su opinión sobre la influencia de la congelación/basada de salarios en la evolución de la economía

  2. Jorge Blazquez el septiembre 1, 2013 a las 2:18 pm

    Hola Gemma. Creo que la bajada de salarios tiene como objetivo favorecer un mayor excedente empresarial y sobre todo ayudar al sector exportador. El problema es que hasta la fecha, las exportaciones no tiran del resto de la economía. Y por otra parte, los salarios más bajos mantendrán deprimido el consumo y, posiblemente, la inversión y con ello la demanda nacional. En resumen, creo que es una política que retrasa la salida de la crisis.

    • Gemma el septiembre 1, 2013 a las 2:58 pm

      Gracias, era lo que me temía. Un saludo

  3. Souvarine Lampier el septiembre 1, 2013 a las 3:33 pm

    Existen voces que expresan que la salida de la crisis pasa principalmente por una política tanto monetaria como fiscal expansiva por parte de Europa, así como por el posicionamiento como locomotora en el aumento del consumo de países tradicionalmente ahorradores como Alemania. Otras voces reclaman todo lo contrario, reducción de la deuda pública y del déficit como una emergencia mediante la disminución del gasto público. Ambas opiniones coinciden en la necesidad de aumentar la productividad y en la necesidad de una reforma fiscal. ¿Cual es su posición al respecto? Un saludo y gracias de antemano.

    • Jorge Blazquez el septiembre 6, 2013 a las 4:07 pm

      La crisis no tiene su origen en un exceso de gasto publico. El problema ha sido el excesivo endeudamiento privado. La evidencia empirica dice que la solución a este problema requiere mucho tiempo en situaciones de bajo crecimiento nominal. Y Europa tiene una tasa de crecimiento real y de inflación muy baja. A menos que cambien las politicas en favor de más inflación o crecimiento el problema lo tendremos por unos cuantos años más.

  4. Jorge Llanos el septiembre 2, 2013 a las 4:05 pm

    Tengo la impresión de que somos un hamster dando vueltas en una rueda sin ir a ninguna parte (Red Queen race) porque la caja de herramientas que utilizamos no es apropiada para afrontar la situación que se nos plantea. Es de sentido común que una salida con todos intentando exportar y mejorando sus balanzas corrientes es un imposible contable. Y que una carrera deflacionaria, en ausencia del manejo del tipo de cambio, se convierte en una carrera sobre un cable con un abismo a cada lado. Cualquier desequilibrio se convierte en tu tumba. El artículo augura un crecimiento lánguido durante un largo período entiendo que para España. Yo creo que eso tendrá un alcance más amplio y que la economía mundial, en su conjunto, sufrirá un estancamiento a LP aún medido con los instrumentos contables clásicos que no dan cuenta del bienestar general que sufrirá, mucho me temo, un profundo retroceso. Nuestro endeudamiento fue una salida hacia delante alimentado la burbuja inmobiliaria que compensaba nuestra perdida de competitividad y musculo industrial que no puede recuperarse sin la existencia de moneda propia y controles de capitales ad hoc. Reventada la burbuja y sin crédito de desvanece la posibilidad de financiar unos sectores productivos modernos y competitivos que arrastren a la economía. Socializando las deudas privadas en beneficio de unos acreedores que no asumen los riegos de las inversiones nos vemos atrapados en la peor de las situaciones.

  5. Jorge Blazquez el septiembre 6, 2013 a las 4:09 pm

    Estoy bastante de acuerdo. Si España no hubiera estado en el Euro seguramente la burbuja hubieras sido menor y la salida más rápida. Pero somos rehenes de nuestras decisiones.

  6. […] La pérdida de la  industria. La industria tiende a pagar mayores salarios que los servicios y su desaparición en muchos países favorece una caída del peso de los salarios. En este punto, por ejemplo, Economistas Frente a la Crisis ha venido insistiendo en la necesidad de impulsar una política industrial activa. […]

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