Una Administración sin ataduras partidistas

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José Molina es Doctor en Economía y Sociólogo y miembro de Economistas Frente a la Crisis – Murcia

En nuestro país, a diferencia de otros de nuestro entorno, la carrera funcionarial y la política están íntimamente ligadas. Por ejemplo, es difícil encontrar un país de la UE que cuente con tantos ministros-funcionarios como el gobierno de Rajoy, donde casi todos proceden de los escalafones públicos. V. Thomson, un clásico de la teoría de la organización, denominó esa forma de gobernar como ‘monocracia’, un sistema que genera toda clase de problemas porque concentra el poder en una única fuente de legitimidad.

Las instituciones del Reino Unido abordaron este problema hace dos siglos y establecieron una regla de oro, que llamaron el ‘Public Service Bargain’, según el cual los funcionarios británicos no acuden a la carrera política y los políticos renuncian a nombrar, despedir o recolocar a funcionarios, salvo profesores y médicos. Así que cada uno en su función, con buen rollo pero sin doblegarse unos y otros. Existen muchos trabajos de investigación de la Universidad de Oxford y de la London School of Economics, que han estudiado este problema.

Es un acuerdo muy clarificador en la función pública británica que pasó de ser una monocracia a una dúocracia donde convive una doble lealtad: la que corresponde al sistema y la que concierne a la reputación profesional para, de esta forma, hacer cumplir las normas con independencia, es decir, con  garantía para la ciudadanía. Es el ejercicio de la neutralidad que, con el humor anglosajón, lo pudimos ver y leer en ‘Sí, ministro’, un buen texto publicado por Jay y Lynn que fue llevado a la TV británica.

Se ventilan demasiados ceses de funcionarios en beneficio de los ‘cargos de confianza’. Tenemos que superar el ‘Sí, ministro’, ‘sí, presidente o el ‘sí, alcalde’.

En nuestro país, todavía estamos cesando a funcionarios, como ponen de manifiesto los recientes incidentes en la Agencia Estatal Tributaria o los ceses en la UDEF y en la Fiscalía, y tantas otras destituciones que se ventilan en detrimento de la función pública para beneficio de los llamados ‘puestos de libre designación’, o sea ‘de confianza’, los cuales se han alargado a escalas interminables. Rechazar un “recurso de reposición” a unas actas de inspección fiscal porque no aportaban nada nuevo y seguir reclamando la deuda tributaria de cientos de millones, es un deber que se ha castigado con un cese. Difundir los informes de los regalos de la trama ‘Gürtel’ se ha pagado con la misma moneda.

Necesitamos una Administración Pública sin recompensas, sin deber favores, sin vivir la ansiedad funcionarial de los que son de un bando o de los que, siendo del mismo color, tienen lealtades cruzadas, como es el caso que se vive en los territorios autonómicos. Cuando hablamos de transparencia, y se legisla en ese campo, olvidamos, o intencionadamente lo marginamos, que donde pedimos claridad es en todos los actos administrativos. No queremos que, bajo un pacto político, algo quede sin ver la luz. Tenemos que superar el ‘Sí, ministro’, ‘sí, presidente o el ‘sí, alcalde’. Tiene que llagar el día, en donde tengamos una democracia sin truco y una Administración Pública más profesional, independiente. Las cosas, claras. Nos recortan derechos, partidas presupuestarias y servicios con el pretexto que no hay recursos. Además impiden que mejore nuestro sistema democrático, algo que no cuesta dinero. No se comprende. Percibimos que nuestras administraciones públicas son excesivamente monocráticas, porque en su gestión actúan al dictamen del que manda, obedecen al poder, sea el que sea, viven subordinados.

Llevamos más de treinta años construyendo democracia, es la hora de tirar por la ventana el ‘sí, bwana’. La sociología de la organización requiere avanzar en este terreno de la transparencia y fortalecer la confianza en las instituciones, pero si no abordamos con crudeza y realismo lo que desde siglos no funciona, caminamos sobre la desconfianza. Y a nadie se le oculta que la desconfianza es el mejor caldo de cultivo para que crezca la corrupción. La casuística así lo confirma.

Muchos manifiestan que es una batalla perdida y a quienes defendemos estas posiciones nos califican de angelicales altruistas. Es decir, nos descalifican.   Y es que los poderosos están ejerciendo tal dominio de las ideas, que ha calado en la mentalidad ciudadana, aquello de  ‘dejar las cosas como están’. Pero algún día el bando de los pillos será menor que el bando de los que honestamente pensamos en otros ideales.

Publicado en el Diario La Verdad (Murcia) el 14.12.13

About José Molina Molina

Doctor en Economía y Sociólogo, es Presidente del Consejo de la Transparencia de la Región de Murcia y miembro de Economistas Frente a la Crisis EFC

5 Comments

  1. Pedro ANDRES el diciembre 21, 2013 a las 12:02 pm

    Como demuestran muchas encuestas, parece evidente que tenemos un problema gravísimo con nuestro sistema/clase política, aunque no solo en España. P.ej. ¿Qué pruebas de austeridad han dado las instituciones, y los muy bien pagado políticos y empleados de la UE durante estos 5 años de fuerte crisis? Aquí seguramente es más grave, pues se prefiere recortar el E. del Bienestar a, haciéndolo en menor medida, ajustar cargos, sueldos y prebendas de los políticos de los distintos niveles de las AAPP: ¿Cuántos asesores prescindibles quedan en el super-endeudado A. de Madrid? ¿Qué sentido tienen sueldos de muchos cargos públicos que superan el doble de los del Rey o del Presidente del Gobierno? ¿Cómo se puede admitir un sistema que no obliga a los partidos políticos a unos gastos controlados dentro de una contabilidad estricta y favorece así una amplísima gama de corrupción, incluida la vergüenza de los indultos semanales por parte del Gobierno? Para que seguir…

    • F. B. el diciembre 23, 2013 a las 3:52 pm

      Acerca de los asesores “prescindibles” del Ayuntamiento de Madrid: Pues parece que según el Gobierno no sobra ninguno sino que podría haber más. Actualmente hay, según la web del propio Ayuntamiento, 240 (!) puestos de plantilla reservados para personal “eventual” (cargos de confianza). La nueva Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local aprobada en el Congreso el pasado día 19 de diciembre contempla no la eliminación, sino un tope para el total de este tipo de personal que puede haber en cada entidad local, según su población. Para los municipios de más de 500.000 habitantes el límite se fija en el 0,7 % del número total de puestos de la plantilla de la entidad local, incluyendo los entes considerados Administración pública según el SEC. La plantilla del Ayuntamiento de Madrid, según la misma página web, es de 39.800 empleados, contando la totalidad del personal de la administración general y los servicios, empresas públicas y organismos autónomos (criterio SEC). Pues bien, aplicando ese 0,7% a la citada cifra el resultado es: ¡280 cargos de personal eventual!. 40 cargos de confianza política más que los existentes actualmente.
      Menos mal que en un alarde de “racionalidad”, en una disposición transitoria de la Ley se prohíbe que como consecuencia de la entrada en vigor de la misma se pueda incrementar el número de puestos de personal eventual respecto del que hubiera a 31 de diciembre de 2012 (!). O sea que se queda como está.

  2. eurico el diciembre 21, 2013 a las 8:29 pm

    Esto es una mierda todo, todo esta corrompido , todo es un trapicheo de intereses , los politicos son delincuentes y nada mas

  3. Rosa el diciembre 21, 2013 a las 10:14 pm

    Es triste pero cierto; como todos sabemos se acaba de aprobar la ley de reforma de bases de regimen local y de lo que ningun partido se ha quejado es del numero de personal eventual que se podrá contratar en función de la población; p.e: un Ayuntamiento de 75.000 habitantes podrá contratar 25 eventuales.Todos estan interesados en patrimonializar la administración.

  4. Paco el diciembre 30, 2013 a las 11:29 pm

    Lo importante, para mi, es plantear que podemos hacer. Queremos que cambie. Vamos a intentarlo.

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