Por Luis Molina Temboury, economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis EFC
Con base en la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, la oficina estadística europea, Eurostat, publica la distribución de la renta disponible de los hogares de la Unión Europea. Esto facilita observar la evolución de la desigualdad de renta, menos significativa como medida de la desigualdad que la desigualdad de patrimonio, pero más urgente de atajar cuando crece en exceso. Sin patrimonio se puede vivir, y muy bien si hay buenas rentas. Sin rentas, siquiera en especie en un comedor social, es difícil sobrevivir.
Según los datos de Eurostat, entre 2008 y 2016 la desigualdad de renta empeoró notablemente en España. Los que estaban peor han ido progresivamente a peor, y los que estaban mejor han mejorado en forma creciente. Un resultado de política económica irracional: sacar del bolsillo de los más pobres para engordar el de los más ricos.
El primer decil, el 10% de la población con menos renta, que en 2008 se llevaba tan sólo el 2,5% de la renta disponible total, perdió cinco décimas de peso en el reparto hasta 2016, un adelgazamiento del 20%. En 2008, ese 10% de españoles más pobres se llevaba la cuarta parte de lo que le correspondería en un reparto equitativo; en 2016, sólo la quinta parte. En el otro extremo, el 10% de la población con mayor renta es la que más ganó en el reparto, 7 décimas. No es mucho sobre la magnitud de su porción, casi la cuarta parte de la renta total en 2016, pero de haberse aplicado al decil de los más desfavorecidos, estos tendrían una participación sobre la renta un 60% mayor de lo que es ahora (el 3,2% en vez del 2%). No habría estado mal.
Quienes defienden la austeridad suelen sostener que la desigualdad es consecuencia del paro, y que por tanto se aliviará conforme se recupere el empleo, pero según los datos de Eurostat no parece que eso esté ocurriendo. La distribución de la renta disponible en España empeoró desde el comienzo de la crisis hasta 2013, cuando la destrucción de empleo tocó fondo, pero viene ocurriendo lo mismo entre 2013 y 2016, desde que se recupera el empleo.
Se observa en el gráfico que el 30% más pobre, el precariado, continuó su caída: entre 2013 y 2008 perdió el 7% de su peso en la distribución de la renta (del 12,9% de los tres primeros deciles al 12%), y entre 2016 y 2013 perdió un 2,5% adicional (hasta el 11,7%), con la excepción del primer decil, que arrancó una décima positiva tras su dramática caída anterior.
Por arriba la evolución fue siempre a mejor: los tres últimos deciles mejoraron su peso tanto durante la caída del empleo (pasaron del 52,1% al 53%) como en la recuperación (hasta el 53,6% de 2016). En los cuatro deciles intermedios (clase media y media-baja) se produjo poca variación, aunque el cuarto decil parece deslizarse hacia el precariado.
La estadística de Eurostat permite también observar los movimientos en los puntos de corte superiores de cada decil, esto es, los euros que sitúan a cada persona en esos 10 porcentajes iguales de población, lo que ofrece nuevos indicios sobre el reparto de la renta y su evolución.
Entre 2008 y 2016 la brecha de la desigualdad se amplió, tanto durante la destrucción de empleo como durante la recuperación. Según los datos de Eurostat, en 2008 la relación entre el límite superior del noveno decil (que vendría a ser el límite inferior del último decil) y el primer decil fue 4,5, esto es, quienes pertenecían al último decil percibieron rentas 4,5 veces mayores, como mínimo, que quienes estaban en el primer decil. En el año 2013 la brecha se amplió en forma notable, hasta las 5 veces más. Y en 2016, cuando se contaban tres años de creación de empleo, la brecha todavía creció hasta el 5,4. Los del útimo decil percibían ya 5,4 veces más renta, como mínimo, que quienes estaban en el primer decil.
El reparto de rentas según las necesidades ¡pero a la inversa! se ha instalado en la economía de los hogares españoles, sin importar el ciclo en que estemos. Los más vulnerables pagaron de más durante la crisis y siguen pagando de más durante la recuperación.
En gráficos se observa mejor lo ocurrido desde que comenzó la crisis y en las dos fases de destrucción y de creación de empleo.
Los datos sobre distribución de la renta de los hogares de Eurostat corroboran el informe de OXFAM Intermón: el crecimiento económico está dejando fuera a los más vulnerables. Su renta, el único recurso para aliviar su maltrecho patrimonio, sigue deteriorándose con la recuperación.
Se agradecen estos análisis sobre nuestra economía por resultar extremadamente clarificadores.
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