Caracterización del franquismo
Un elemento central caracteriza el franquismo en su larga trayectoria: la extensión de la represión, en todas sus dimensiones. Una función netamente política, desde las furibundas disposiciones de los generales Mola y Queipo de Llano tras el estallido del golpe, hasta la profundización represora con el final de la contienda. El objetivo de los sublevados era la remodelación total de la sociedad, con una orientación retrógrada en todos los ámbitos, tal y como nos recordó en su momento Josep Fontana (“Reflexiones sobre la naturaleza y las consecuencias del franquismo”, en J. Fontana, ed., España bajo el franquismo, Crítica, Barcelona 1985).
El gran número de detenidos y represaliados por la dictadura franquista supuso la creación de un elevado elenco de campos de concentración y prisiones a lo largo de España. A efectos prácticos, la guerra no había terminado. Los vencedores se cebaban sobre los vencidos, de manera inmisericorde. Y esto se condensaba en la macroeconomía y en la economía pública: la política de alta represión disparó el gasto estatal en defensa, hasta niveles nunca vistos en Europa en situaciones de paz, tal y como han demostrado los profesores Francisco Comín y Daniel Díaz (“Sector público administrativo y estado del bienestar”, en Albert Carreras-Xavier Tafunell, dirs., Estadísticas Históricas de España. Siglos XIX-XX, 2.ª edición, revisada y aumentada, Fundación BBVA, Madrid 2005). Mientras esto sucedía, los indicadores sociales se desmoronaban, con la aparición de la hambruna (sobre esto: Miguel Ángel del Arco Blanco, La hambruna española, Crítica, Barcelona 2025).
La represión franquista, el exilio y la caída enorme de la economía tuvo otras consecuencias letales para el futuro del país: la pérdida de población con formación. De hecho, esto supuso la desaparición del diez por ciento de la población activa, con afectaciones evidentes en grupos de alta cualificación (intelectuales, profesores, médicos, ingenieros, etc.) cuya aportación era relevante en una situación de reconstrucción post-bélica. Al mismo tiempo, se observaron retrocesos de la escolarización –y la caída de la estatura de los jóvenes (Javier Puche-Antonio Cámara-José Miguel Martínez Carrión, “Estatura y mortalidad infantil durante la Guerra Civil y la dictadura franquista: la Comunidad Valenciana”, Papers de Demografia, 2015) –, por un motivo central: ante la situación de pobreza, muchas familias sacaron a sus hijos de los colegios y los pusieron a trabajar para obtener así un incremento en una renta que era de penuria. Variables conocidas, provenientes de investigaciones recientes en economía e historia económica, ponen negro sobre blanco que los años del franquismo –especialmente desde 1939 hasta 1959– significaron el retroceso más grande de la historia contemporánea de España (el compendio estadístico más completo en: Albert Carreras-Xavier Tafunell, dirs., Estadísticas Históricas de España. Siglos XIX-XX, 2.ª edición, revisada y aumentada, Fundación BBVA, Madrid 2005):
- El PIB per cápita de 1935 no se recuperó hasta 1951;
- El consumo privado real per cápita de 1931 no lo hizo hasta 1957;
- Los salarios reales de 1936 no se recuperaron hasta 1956.
El pensamiento económico franquista
Se podría sintetizar en tres factores, ampliables:
- Una premisa fundamental en el ideario económico franquista era que la democracia –con la existencia de partidos políticos y sindicatos de clase– constituía un problema para el crecimiento económico. Esta tesis se ha actualizado recientemente por parte de think tanks del conservadurismo más extremo: se están viendo signos inequívocos en Estados Unidos, por ejemplo. También en Europa.
- La idea de que el mercado nacional proporcionará todos los bienes necesarios: “no tenemos necesidad de importar nada”, indicaba el dictador (Palabras del Caudillo, 18 de agosto de 1938, p. 263; vid. Fontana, cit., p. 29). La autarquía como guía de la economía, una reedición del “que inventen ellos” y de la proliferación de propuestas descabelladas, ocurrencias sin el más mínimo sustrato económico racional (desde la utilización de agua para fabricar combustibles; o, para aliviar las escaseces alimenticias, preparar bocadillos de carne de delfín, teoría de un tal Arrese, promocionado a gobernador de Málaga tras proponer este disparate).
- Una reconstrucción económica sustentada en la construcción de pantanos, una idea heredada de José Calvo Sotelo. La propuesta recuerda también lo que un partido político de extrema derecha sugiere para la recuperación de Valencia tras el fenómeno de la dana.
- El desprecio hacia toda teoría económica que pusiera en solfa los tres puntos anteriores: “nuestra guerra tendrá que influir seriamente en todas las teorías económicas defendidas hasta hace poco tiempo como si fueran dogmas” (Palabras del Caudillo, 31 de diciembre de 1938, pp. 309-310; vid. Fontana, cit., p. 29).
Estos cuatro argumentos se deshacen cuando la dura realidad económica sitúa la economía española al borde de la bancarrota, a fines de la década de 1950. Entonces, a regañadientes, Franco no tiene más remedio que escuchar a los economistas profesionales. Será la entrada de los tecnócratas y de los miembros del Opus Dei en el puente de mando de la economía española. Recuperación de la economía, en la que sigue perviviendo la represión y la falta de libertad.
El coste económico del franquismo: una aproximación
Los estudios sobre el impacto económico des ese primer franquismo, que marca la política autárquica y que, en definitiva, determina un nuevo e importante retroceso económico y social para España, son ya importantes. Tales investigaciones se han realizado desde perspectivas más nacionales, como desde ópticas regionales. En ambos casos, los análisis señalan una conclusión clara, con derivadas cualitativas y cuantitativas: el franquismo añade un enorme atraso económico al que ya coleaba en la economía española por su llegada más retardataria a la revolución industrial. Esa situación comportó pérdidas notables en ámbitos sociales, y un corolario en vidas humanas que ha significado, hasta hace relativamente poco tiempo, el silenciamiento de los familiares de los represaliados. Nos aproximamos a esto en los datos presentados en la tabla 1. Retraso económico crucial; pero, y esto es lo más destacado, eliminación física de miles de personas.
La lectura de los números de la tabla 1 nos aporta magnitudes de impresión. En primer lugar, unas 600.000 personas muertas y desaparecidas en muy poco tiempo, y a raíz de una proclamada “paz” inexistente. En segundo término, unas condiciones de vida lamentables, expresadas en la ingesta calórica calculada a partir de investigaciones recientes, componentes alimenticios alejados de lo que se consumía antes del estallido de la guerra civil, y que situaban a sectores importantes de la población española en el umbral del peligro demográfico: menos de 2.000 calorías y, en algún momento, 1.500 calorías. Una hambruna sin correctivo alguno. En tercer lugar, el desastre educativo: depuración de docentes, adaptación de escuelas construidas durante la República a cuarteles militares –con la cesión de la educación a la Iglesia por parte del régimen–; una destrucción de un capital humano en un país con, en esos momentos (década de 1940), un 32% de analfabetismo (8,76 millones de personas: https://ricardotejada.wordpress.com/wp-content/uploads/2015/02/analfabetismo-en-espana-1860-1985.pdf).
Tabla 1. Algunos indicadores sobre el primer franquismo, 1939-1952
1. MUERTOS | |
| Causa | Número de muertos |
| Represión | 150.000 (*) |
| Hambruna | 400.000 |
| Desaparecidos | 30.000 |
| En campos concentración/cárceles | 15.000 |
| 2. ALIMENTACIÓN | |
| Años/situaciones | Calorías consumidas (persona/día) |
| 1931 | 2.846 |
| Cartillas racionamiento | 2.300 |
| 1941 | 1.980 |
| 1946 | 1.430 |
| 3. EDUCACIÓN | |
| Años | Observaciones |
| 1932-1936 | 9.991 escuelas construidas |
| 1936 | 60.000 docentes |
| 1939-1950 | Depuración de 16.000 maestros |
| Observaciones | |
| (*) Sin garantías jurídicas | – |
| Stanley Payne presenta cifras entre | -200.000 y 600.000 |
| 1939-1942: | – 200.000 muertos por inanición |
FUENTE: elaboración personal a partir de: Miguel Ángel del Arco, “Famine in Spain during Franco dictatorship, 1939-1952”, Journal of Contemporary History, núm. 56 (1), 2020; y de César. Luena-Fernando Martínez-José Félix Tezanos, “Presentación. El franquismo. Cincuenta años después”, Sistema, 273-274. El cálculo de 1941 es personal, teniendo en cuenta que la necesidad calórica media es de unas 3.000 calorías por persona y día y que en ese año solo se cubría el 34% de dicha necesidad.
La tabla 2, que recoge dos variables cruciales, delata que en la década de 1940 las magnitudes alcanzadas se encuentran alejadas de las conocidas para el período de pre-guerra.
Tabla 2. Tasas de crecimiento del PIB y de la Renta Familiar Bruta disponible,
1930-1950
| Tasa de crecimiento | 1930-1935 | 1935-1940 | 1940-1950 |
| PIB, precios básicos constantes | 2,05 | -3,11 | 1,02 |
| Renta Familiar Bruta Disponible (*) | 1,49 | -3,61 | 0,85 |
| (*) A precios constantes de 1995. |
FUENTE: elaborado a partir de Julio Alcaide, Evolución económica de las regiones y provincias españolas en el siglo XX, Fundación BBVA, Bilbao 2003.
Los gráficos 1 y 2 aportan variables complementarias. En el primero, se recogen los cálculos de Josep Fontana a partir de un contrafactual: cuál hubiera podido ser la renta de España sin la guerra civil y, por tanto, sin la postguerra del atraso económico. Fontana explica la metodología de su hipótesis suponiendo el mantenimiento del crecimiento económico de los años 1930 y el empuje que se hubiera dado a la economía española al acabar la Segunda Guerra Mundial, tal y como aconteció a buena parte de las naciones europeas. Esos supuestos, que son razonables, permiten inferir que, comparando las magnitudes reales, conocidas, con las derivadas de los cálculos contrafactuales, España hubiera ganado mucha renta tanto en la década de 1950 como en la de 1970 (cuando en las cifras reales se recogen ya los impactos de la apertura de la economía española y las consecuencias del avance del turismo de masas): un mayor crecimiento del orden del 67% en los años 1950 y 1970. He aquí, por tanto, una cifra que acerca al coste económico del franquismo.
Gráfico 1. Renta per cápita de España a precios constantes (números índice)

FUENTE: Fontana, op. cit., p. 37.
El gráfico 2 incide en el tema con el estudio sobre salarios reales en Cataluña entre 1939 y 1950: un descenso notable y generalizado si se contrasta con 1936, antes de la guerra, “pero los beneficios de los grandes propietarios agrarios, de las empresas y de la banca se incrementaron” (Carlos Barciela, “Guerra civil y primer franquismo (1936-1959)”, Francisco Comín-Mauro Hernández-Enrique Llopis, eds., Historia económica de España, siglos X-XX, Crítica, Barcelona 2002). Hambruna, miseria, pésimas condiciones de vida, represión feroz, ganancias para los sectores sociales privilegiados.
Gráfico 2. Salarios reales en Cataluña, 1939-1950 (1936=100)

FUENTE: elaborado a partir de: Carme Molinero-Pere Ysas, “Patria, justicia y pan”. Nivell de vida i condiciones de treball a Catalunya, 1939-1959, La Magrana, Barcelona 1985. También: Carlos Barciela, “Guerra civil y primer franquismo (1936-1959)”, Francisco Comín-Mauro Hernández-Enrique Llopis, eds., Historia económica de España, siglos X-XX, Crítica, Barcelona 2002.
La evolución española contrasta con los países del sur de Europa en esos años. Italia, Grecia, Yugoslavia, duplicaban la producción industrial entre 1946 y 1950, mientras que en España se anotaba un incremento del 10% (Jordi Catalan, La economía española y la segunda guerra mundial, Ariel, Barcelona 1995). En definitiva, la tasa de aumento del PIB español a lo largo de la década de 1940 fue muy mediocre, hasta el punto de que el nivel de 1935 no se alcanzó hasta 1951 (Albert Carreras-Xavier Tafunell, Entre el Imperio y la Globalización. Historia económica de la España contemporánea, Crítica, Barcelona 2018). El nivel de renta nacional y de la renta per cápita de 1935 no se recuperó hasta entrados los años cincuenta (Carlos Barciela, “Guerra civil y primer franquismo (1936-1959)”, Francisco Comín-Mauro Hernández-Enrique Llopis, eds., Historia económica de España, siglos X-XX, Crítica, Barcelona 2002).
Conclusión
El coste del franquismo puede ser evaluado en una cifra entendible: entre 15 y 25 años. Este es el atraso. España quedó ancorada tras el desastre de la guerra en un régimen dictatorial que, en el campo de la economía, se edificó sobre propuestas y acciones irracionales, ineficientes, ineficaces, lesivas para el conjunto de la población y enriquecedoras de las elites que daban apoyo, desde 1936 –y antes– a los golpistas y a Franco. Existe una bibliografía afortunadamente copiosa, seria y presidida por el rigor científico, sobre la economía y los economistas durante la guerra civil y la post-guerra (véase Enrique Fuentes Quintana, dir.; Francisco Comín, cord., Economía y economistas españoles en la guerra civil, Galaxia Gutenberg-Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid 2008), aportaciones que deben ser las de obligada consulta eludiendo las grotescas manipulaciones que se han realizado y se desarrollan en la actualidad por parte de pseudo-historiadores y pseudo-economistas.
Casi un cuarto de siglo de atraso económico en términos de renta per cápita: nadie en su sano juicio debería querer regresar a ese tétrico pasado económico y social.


