La Eurozona bordea la tercera recesión

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Por Julio Rodríguez López @JulioRL43 miembro de Economistas Frente a la Crisis

  La inestabilidad ha reaparecido en los mercados bursátiles y de capitales. Las recientes caídas y recuperaciones de la bolsa devuelven  las escenas  preocupantes de 2008, en tiempos de la quiebra del banco Lehman Brothers. Toda Europa puede estar al borde de una tercera recesión, que de nuevo pondría en peligro la supervivencia  de la Eurozona.

  La primera recesión se extendió entre 2008 y 2010 y se derivó de la profunda crisis  financiera  detectada en 2007, que provocó una fuerte y generalizada restricción crediticia que frenó en seco el crecimiento económico. La recaída tuvo lugar  entre 2011 y 2013 y en ella tuvieron  bastante que ver las políticas  de ajuste  puestas en marcha por los gobiernos para superar el  elevado endeudamiento público  generado en la recesión previa. Tales políticas de ajuste, derivadas del Pacto por la Estabilidad y el Crecimiento,  han dado lugar a  una situación  de comportamiento económico mediocre en la Eurozona, lo que la ha convertido en un marco frágil para hacer frente a nuevos problemas. La recuperación de la Eurozona iniciada en 2013 aparece, pues,  como muy debilitada en 2014.

  El último repaso a la coyuntura económica publicado por el Fondo Monetario Internacional  (FMI, World Economic Outlook, Octubre 2014) ha puesto de manifiesto  una realidad de crecimiento económico dispar  a nivel mundial. Las previsiones económicas de otoño de la Comisión Europea han sido asimismo deprimentes. El PIB de la Eurozona solo crecerá en 2014 a un más que modesto ritmo del 0,5%, y solo un 0,8% en 2015. Según dicho informe  los indicadores de confianza están donde estaban a fines del pasado año. El bajo crecimiento no es cuestión solo de factores temporales. La inversión ha fallado en convertirse en un  motor importante de crecimiento. Unos días después la OCDE ha señalado que el BCE debe de  comprometerse  a ampliar  su programa de compra de activos por encima de lo previsto.

Según el FMI la economía mundial no genera demanda suficiente como para lograr que se eleve el crecimiento potencial. El insatisfactorio avance conseguido se ha  logrado a golpes de políticas monetarias expansivas  o de “alivio cuantitativo”,  impulsadas por los bancos centrales de las principales economías. Dichas políticas  monetarias actúan a través de “booms” crediticios  que ocasionan burbujas especulativas, y esta vez dentro de un comportamiento económico mediocre. Por ejemplo, durante el auge inmobiliario de España desarrollado entre 1997 y  2007 la burbuja del mercado de vivienda estuvo acompañada de un intenso crecimiento de la economía.

Pero la entrada en España desde 2012   de abundante  liquidez,  estimulada por las actuaciones citadas de los bancos centrales, provoca auges de precios y de ventas solo en  un segmento “prime” del mercado inmobiliario. Dicha evolución  apenas se deja sentir en la profundidad de dicho mercado. Las nuevas burbujas resultan ahora posibles en un contexto de escaso crecimiento económico, lo que destaca los efectos secundarios negativos de tales políticas.

  Las expansiones monetarias  provocan tipos de interés reducidos,  que se prolongan durante largos años y que afectan de forma negativa a los segmentos más débiles de la población, como es el caso de la población que complementa los ingresos con depósitos en las entidades de crédito. “La Eurozona parece estar esperando al Godot de la demanda global para convertirla en crecimiento y conseguir así la sostenibilidad de la deuda. Esto podría funcionar  en el caso de países pequeños, pero  no va a  funcionar para todos a la vez” (Martin Wolf, “Estamos atrapados en un ciclo de booms  del crédito”, FT, 7.10.2014).

  Tras  un primer semestre de 2014 decepcionante en el conjunto de la Eurozona, el PIB está en 2014 por debajo del nivel  del inicio de 2008. La baja inflación generalizada  es un reflejo de la falta de tensión de la demanda. El desapalancamiento se realiza a un ritmo lento, puesto que el PIB nominal crece menos que la deuda.

  La reacción volátil de los mercados,  visible desde la tercera semana de octubre de 2014,  no es una nueva crisis de deuda. El  estancamiento detectado en la Eurozona en 2014 y las débiles previsiones de crecimiento del informe del FMI para dicha área  resultan tanto o más perturbadoras que cuando se trata de una crisis de deuda.

Las consecuencias de una situación de “estancamiento secular” son, entre otras, un desempleo elevado y duradero, unos niveles de pobreza crecientes para amplios estratos de la población, un estancamiento  e incluso reducción de los salarios nominales y reales, una fuerte y persistente carga de la deuda y unos servicios sociales cada vez más deficientes (Wolfgang Munchau, “El estancamiento europeo es una amenaza mayor que la deuda”, FT, 19.10.2014).

Los resultados de los análisis de la calidad de los activos bancarios, dirigidos por el BCE, y los de las pruebas de stress organizadas por la Autoridad Bancaria Europea (EBA), efectuadas a los 130 mayores bancos de la Eurozona, se presentaron el domingo 26 de octubre con abundante acompañamiento mediático. De tales resultados se derivaban unas necesidades de capital para dicho grupo de bancos de 24.600 millones de euros a fines de 2013, equivalentes al 0,09% de los activos bancarios.

Una investigación paralela, efectuada con distinta metodología para un subgrupo de bancos de entre el total antes citado, ha estimado unas necesidades  más significativas de capital, el 3,6% de los activos, lo que implicaría que persiste el carácter “zombi”  de muchos de los bancos de la eurozona. Un estímulo fiscal temporal de alrededor del 1% del PIB durante dos años, financiado y monetizado con carácter permanente por el BCE  podría ser una de las medidas precisas para impedir el estancamiento secular (Willem  Buiter, “Four rescue measures for stagnant eurozone”, FT, 30.10.2014).

La Eurozona no está en condiciones de reaccionar ante tal situación como lo haría un país “normal”. Para hacer frente al estancamiento con medidas de estímulo sería necesario haber avanzado más en la unión política, llegando más lejos en aspectos tales como fiscalidad,  unión bancaria y emisión de eurobonos. El antikeynesianismo germánico  frena el alcance de la política fiscal contraciclica. El débil crecimiento pone en cuestión a la Eurozona y a la deficiente unión monetaria creada al implantar el euro.

El citado estancamiento secular y el aumento de las desigualdades tienen consecuencias políticas devastadoras. Nacionalismos y populismos reaparecen con su peor cara. No basta con encontrar las recetas económicas  adecuadas, es preciso además  aportar respuestas políticas a los problemas, como se advierte cada día con mayor claridad en España.

 

Una versión de este artículo se publicó en la revista semanal El Siglo de Europa, de 27.10.2014

2 Comments

  1. La Eurozona bordea la tercera recesión el noviembre 9, 2014 a las 11:54 pm

    […] La Eurozona bordea la tercera recesión […]

  2. juliorlopez Julio Rodriguez López el noviembre 12, 2014 a las 11:43 am

    Interesantes el artículo de Leijonhufvdud y el «corredor neoclásico» de Urrutia.
    También la cita de Haavelmo es premonitoria.
    No basta con actuar sobre la demanda, sino también actuar según en que niveles están situadas las variables claves.
    La recesión amenaza ya a Alemania y el la economía mundial se resiente por el prolongado «bache» europeo.
    Y,ademas, las burbujas amenazan, a la vista de como lo hace Abe en Japón
    Gracias por el comentario.

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