Por Emili Ferrer Inglés, miembro de Economistas Frente a la Crisis en Cataluña
Este artículo ha sido publicado en el nº6 de la revista Alternativas Económicas. Septiembre 2013
“La fiesta se acabó y el déficit nos castiga”. Es una idea profusamente difundida, que une un eufemismo con un mito: expresa de forma atenuada que una causa de la crisis es el mal uso de la sanidad pública, y la une con el mito de establecer como verdad que el abuso en la sanidad ha generado el déficit público. Así se muestra como necesario el drástico recorte y que los usuarios somos los responsables y no las víctimas de las consecuencias del ajuste fiscal y de las privatizaciones.
Entre 2003 y 2007 el equilibrio en las cuentas públicas (en 2007 un superávit del 1,9%) y una deuda pública entre las más bajas de la zona euro (el 40,8% del PIB en 2008) era compatible con el supuesto exceso e ineficiencia del sistema sanitario público. Por otra parte, sin negar la necesidad de reformas para equilibrar y recuperar la actividad económica ¿Qué consecuencias han tenido los ajustes? Devastadores: un déficit público del 10,6% en 2012 y una deuda pública del 84,2% del PIB en el mismo año. Cualquier terapia a partir de un diagnóstico equivocado puede ser letal.
Los instrumentos de ajuste utilizados: el recorte del gasto, la ampliación del copago y la privatización de la gestión, son en realidad instrumentos para la demolición de la sanidad pública. En relación al recorte del gasto, es necesario señalar que se han producido crecimientos del gasto sanitario público superiores al crecimiento del PIB. De otro modo hubiera sido difícil, o imposible, salir del subdesarrollo y acercarnos a las medias europeas.
En 1986, año en que entró en vigor la Ley General de Sanidad, según la “OCDE Health Data 2013”, el gasto en sanidad pública por habitante en España era el 41,53% menor que la media conjunta de Bélgica, España, Francia e Italia. En 2011, es decir 28 años después, es todavía un 17,13% menor que la media de los citados países. Es lo que se conoce como déficit sanitario, muy significativo si se compara con la diferencia en el PIB por habitante que se sitúa en la mitad del déficit sanitario. ¿Dónde se celebró la fiesta, si es que la hubo? ¿Había otra forma de reducir el déficit sanitario?
La implantación de copagos o la ampliación de los ya existentes es el segundo instrumento utilizado para la demolición de la sanidad pública. En realidad los ciudadanos siempre financian totalmente la sanidad pública por la vía fiscal, con la excepción de los que incumplen su responsabilidad financiera a través del fraude fiscal, evaluado por la Agencia Tributaria una cifra equivalente al gasto total de la sanidad pública de un año.
A partir del supuesto bajo nivel de copago en nuestro sistema sanitario público se justifica su aumento. Sin embargo, según la fuente citada de la OCDE, en España el pago realizado por las familias por prestaciones no comprendidas en el sistema público (odontología, óptica, algunos fármacos, etc.) es superior a la media de Bélgica, España, Francia e Italia y en proporción creciente a partir de los recortes. En 2008 era un 9,56% superior a la media de los países citados, en 2011, después de los recortes, era un 11,7% superior. En 2008 estos pagos equivalían al 18,9% del gasto sanitario total por habitante, aumentando hasta el 20,7% en 2011. En la media de los países antes citados ocurre lo contrario: entre 2009 y 2011 descienden del 16,8% al 16,4%.
La demonización de la gestión pública es el tercer instrumento de demolición del sistema de sanidad pública. Completa la justificación ideológica de la reducción de la sanidad pública y la promoción de la sanidad privada, que entre 2009 y 2011 ha pasado del 24,2% al 27,2% del gasto sanitario per cápita.
La mayor eficiencia de la gestión privada establecida como principio general está por demostrar. Lo que no está por demostrar es que el actual desastre social, económico y financiero no es en absoluto ajeno a gestores privados, ni las consecutivas revisiones al alza de las adjudicaciones públicas, ni su garantía pública que puede implicar riesgo moral.
Solo la reconstrucción de un consenso social solidario y responsable puede ofrecer garantías de sostenibilidad y de progresiva mejora del sistema de sanidad pública, de la recuperación de la sanidad como un derecho público, y de la construcción de una nueva gobernanza pública que lo haga posible.
Hay quien teme a la sanidad pública pero hay muchos más que temen “por” la sanidad pública. Eso queda reflejado de forma precisa en una pancarta colgada en el vestíbulo de un hospital público: “Si nos recortan la sanidad, nos recortan la vida”.
Comparto el contenido del articulo, de un extremo a otro. Echo en falta, ademas , alguna alusión al papel que han desempeñado las autonomías en la situación actual, pues las iniciativas privatizadoras tienen el epicentro en Cataluña y Madrid, y no tanto en el resto (lo de Castilla-La Mancha es una prolongación de Madrid).
Julio
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Podríamos encontrarnos en una crisis post-guerra, post-catástrofe natural y tendríamos que realizar restricciones económicas. La reconstrucción del país debería realizarse de forma democrática.. Las personas afectadas, representadas por expertos,sindicatos… serian los que deberían priorizar los gastos y las inversiones. La reconstrucción nacional nunca debería ser por %, ni retirando los trabajos de investigación de forma no selectiva ni democrática y con un calendario para el desarrollo futuro para ir hacia delante
Estupendo texto, Emili, que apoyo sin fisuras. Es cierto que Madrid, Cataluña y Valencia abanderan la privatización, pero también hay que poner atención en el parón judicial del proceso en Madrid, que obedece a la presión de los profesionales del sector y a la oposición frontal de una ciudadanía cada vez más combativa contra los recortes y la reducción de derechos. Enhorabuena Emili
Muy de acuerdo con lo que expones en tu articulo Emili. Pero en el parón de la privatización por un proceso judicial llevado a cabo por los profesionales del sector echo en falta, o al menos no se ve, el soporte de la izquierda. Empieza a haber demasiada separación entre la ciudadanía y los políticos.
Gran artículo, creo que es necesario concienciar a la sociedad sobre la importancia de la sanidad en cualquier estado del bienestar y la importancia de conservar asuntos estratégicos a nivel social para asegurar la equidad de la ciudadanía, espero que pronto publiquen algún post sobre esta temática. En nuestro blog http://economicsandother.com también tratamos de exponer nuestras ideas sobre las privatizaciones y otras actuaciones de la política económica actual en España. Un saludo.
[…] * Puedes consultar esta noticia pinchando en el siguiente enlace: http://economistasfrentealacrisis.wordpress.com/2013/09/15/quien-teme-a-la-sanidad-publica/ […]
La privatización de la sanidad no es algo sobrevenido por la crisis exclusivamente, pero si aprovechada por la misma. Sin embargo no estaría demás hacer un poco de pedagogía sobre la los hechos que nos han llegar a esta situación La derecha en el informe Abril Martorell del año 1991, propone lo que se está aplicando en estos momentos, copago sanitario, copago farmacéutico, etc.
Es curioso que la privatización está impulsada desde la banca, no en vano Fernando Abril Martorell tiene relación con el mundo bancario, que es a donde va a parar la privatización. A la vista está la cantidad de bancos que promueven seguros médicos
Después de aquellos polvos viene la Ley General de Sanidad de 1996 en la cual ya hay cierto guiño a la entrada de la Sanidad Privada, concluyéndose el esperpento con la Ley 15/97 de Nuevas Formas de Gestión de la Sanidad.
Siento que la economía como ciencia social obvie los hechos que nos han traído aquí, en plena situación de vulnerabilidad de una gran cantidad de colectivos, a los cuales se les aplica con mayor fuerza estas medidas.
http://misaludnoesunnegocio.net/media/blogs/coordinadora/CAS_solidario.pdf
Aparte de estos matices el artículo me parece impecable
Muy de acuerdo. La sanidad en España es significativamente más barata que en el resto de Europa y sin embargo tiene una muy alta calidad en general, por lo que resulta de las más eficientes del conjunto de países europeos. Por supuesto que puede mejorar la organización, qué se puede disminuir en sectores de gastos y también que en algunas ocasiones las comunidades autónomas han actuado cómo pequeños reinos de taifas. Hay que mejorar, desde luego que sí. pero ¿por qué privatizar? pues en mi opinión, sencillamente, porque puede ser un buen negocio.