Julio Rodríguez López es vocal del Consejo Superior de Estadística del INE y miembro de Economistas Frente a la Crisis
El éxito conservador en las elecciones generales celebradas en el Reino Unido el pasado 7 de mayo tiene una trascendencia evidente para el conjunto de la izquierda socialdemócrata europea. A partir de ahora, durante cinco años, el gobierno conservador, que sucede a un gobierno de coalición con los liberales, podrá así aplicar políticas socioeconómicas de corte más neoliberal que las desarrolladas en el quinquenio precedente, además de convocar un referéndum sobre la permanencia o no en del Reino Unido en la Unión Europea.
El Reino Unido sufrió las consecuencias de la crisis con intensidad. Así, entre 2006 y 2010 el crecimiento medio del PIB fue allí del 0,5%, por debajo del correspondiente a la Eurozona, el 0,8%. Desde 2012 el crecimiento pasó a ser mayor en el Reino Unido, que alcanzó el 1,7% en el promedio de 2012-14, frente a un ligero descenso del PIB de la Eurozona en el mismo periodo de tiempo. Fue relevante para este cambio que la economía británica no estuviese integrada en el euro, con lo que los recortes presupuestarios fueron inferiores a los de la eurozona resultó inferior el debilitamiento de su demanda interna.
Además, en la segunda fase de la crisis, 2010-2013, el Banco de Inglaterra pasó a aplicar importantes inyecciones de liquidez (“quantitative easing”) al sistema bancario, lo que contribuyó sin duda al reforzamiento de la demanda interna, cuyo aumento en 2014, el 3,3%, superó ampliamente al de la Eurozona, el 0,8%. Lo anterior lo confirma el hecho de que el déficit público del Reino Unido fuese del 5,7% del PIB en 2014, mientras que en la Eurozona no pasó del 2,4%.
En resumen, el Reino Unido no ha sufrido el “corsé” que para numerosos países de la Eurozona, en especial para los periféricos, ha supuesto el ”austericidio” practicado, sin dejar de lado el papel impulsor de la demanda desempeñado por la política del Banco de Inglaterra. Sin unos tipos de interés próximos a cero y sin las inyecciones masivas de liquidez el comportamiento de la economía británica habría sido muy diferente, así como el resultado electoral.
Los hechos económicos son susceptibles de interpretaciones muy dispares. Así, un conocido historiador conservador, el escoces Niall Ferguson, agitó las aguas al escribir en el Financial Times del 10 de mayo que “el partido laborista debería culpar a Keynes de su derrota electoral”. El manejo de las tasas de crecimiento por parte de Ferguson en dicho artículo no pudo ser más frívolo, al comparar 2014, año de conservadores y de recuperación mundial, con 2009, cuando había un gobierno laborista y la crisis estaba en el peor momento a nivel mundial..
¿Por qué comparar 2014 con 2009, que, además de ser el último año completo en el que gobernó el partido laborista, también fue el año de mayor caída general del PIB en la recesión que siguió a la crisis financiera global? “Un párrafo como el citado podría permitirle a Ferguson acceder a la condición de escritor de discursos para un político conservador, pero suspendería a un estudiante de primer curso de economía o de historia si lo incluyera en un examen. ¿Se da cuenta Ferguson que la política de alimentar la base monetaria por parte de la mayoría de los bancos centrales es economía keynesiana? …Esta clase de debate ilustra lo problemático del debate público sobre política macroeconómica (Simon Wren-Lewis, “On Niall Ferguson blaming Keynes”, Social Europe 18.5.2015).
Los victoriosos conservadores anticipan mayores exigencias legales de voto de los trabajadores para declarar una huelga, así como nuevas restricciones a la libertad de expresión en nombre de los valores británicos. Un ministro conservador ha anunciado “una oleada de privatizaciones”. No son solo los conservadores los que pretenden llevar la política británica hacia la derecha. Los laboristas afines a Blair han aprovechado la reciente derrota para lanzar una oferta con el fin de tomar de nuevo el control del partido.
Entre los laboristas de Blair abundan los análisis que no toman en consideración el origen de la crisis financiera de 2008, que ahora parece que nunca existió. “Los medios de comunicación afines han vuelto a presentar a los “blairistas” como modernizadores, en su lucha por el retorno al control del partido, pero esa visión es una forma retorcida e incorrecta de entender el impacto y el legado de la crisis económica de 2008” (Seumas Milne, “The return of the Blairites is the last thing Labour needs”, The Guardian, 13.5.2015). En su celo por parecer respetables, algunos diputados laboristas apoyan el citado referéndum de Cameron sobre la permanencia o no en la Unión Europea.
Por un lado, el fanatismo neoliberal lleva a olvidar que para Keynes (Lucifer según Pedro Schwarz) la política de dinero barato era decisiva para estimular la demanda interna, que es lo que ahora hacen los bancos centrales. Por otro, los laboristas liberales de Blair, con abundantes afines en España, pasan de tomar en consideración que los excesos de la economía financiera llevaron a la crisis de 2008. En todo caso, tanto los laboristas en el Reino Unido como los socialistas en España deben convencer a la opinión pública de que ellos no trajeron la crisis y que no están solo por corregir desigualdades sino por elevar los niveles generales de ingresos. Una tarea difícil.
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Una versión de este artículo se publicó en la revista “El Siglo de Europa” el 25 de mayo de 2015