Ya tenemos el primer gran acuerdo mundial contra el cambio climático firmado por todos los países. Ese es el primer gran logro. Hemos pasado en poco tiempo de escuchar a jefes de estado y «ciéntificos» negar el cambio climático a aceptar todos, que el calentamiento global existe y que está provocado por la quema de combustibles fósiles. Este es el segundo logro. Además el Acuerdo, en sus objetivos y mecanismos es vinculante, por más que deja a cada país establecer voluntariamente las contribuciones nacionales en materia de redución de emisiones. Además se establecen los procesos de revisión (el primero en 2018 como solicitaban todas las partes y organizaciones más avanzadas). También se crea el mecanismo de financiación para los países menos desarrollados y se establece la transferencia de tecnología en materia de energías renovables.
Pero quizás el aspecto más positivo de todos sea, que el proceso es irreversible y que por más que no se han podido alcanzar todos los objetivos deseables para afrontar con éxito la lucha contra el cambio climático, el mundo ha iniciado un camino que ya no tiene vuelva atrás. Al contrario, muy probablemente en sucesivas revisiones se podrán retomar aspectos que ahora en aras del consenso ha habido que retirar. Porque el acuerdo también tiene insuficiencias y aspectos insatisfactorios. Entre ellos y los más importantes, que no se establece un proceso claro de descarbonización (incluso se rehuye ese término), que no se contemplan objetivos claros de reducción de emisiones y plazos y que se deja abierta la puerta a seguir quemando energías fósiles en la segunda mitad del siglo. Los intereses de los países petroleros y carboneros y de los lobbies que han estado trabajando en París a destajo, han logrado parte de sus objetivos, que no son otros que mantener la idea de que la era de los combustibles fósiles ni ha terminado ni está por terminar, de tal manera que el valor de sus activos y las inversiones que están por llegar, no se resintieran.
Pero como balance general podemos decir, que un nuevo tiempo ha comenzado hoy 12 de diciembre de 2015. El primer gran acuerdo mundial que refleja un nuevo modelo de gobernanza global se ha firmado y ningún país se ha quedado fuera. Es una nueva forma de abordar globalmente problemas globales que superan fronteras y continentes. La sociedad civil, representada por sus organizaciones y en general, el conjunto de las personas, se han hecho presentes en París, se han movilizado, han trabajado intensamente, han presionado y son, en buena medida, los que han provocado que los intereses económicos de los poderos no hayan predominado.
Pero de igual manera, hoy hay que hacer un reconocimiento al movimiento ecologista, a los partidos verdes, que desde hace años, en solitario primero y más acompañados después, han mantenido una lucha sin tregua, sin rendirse, sin desmayo, a pesar de las descalificaciones y menosprecios recibidos, por el clima, por el planeta y por las personas. Todos los avances se deben sin duda a ellos, porque sin esa lucha, el acuerdo hoy alcanzado (con todas sus insuficiencias) no hubiera sido posible. Sí, las organizaciones ambientalistas, ecologistas y verdes, tenían razón, como también la tenía la comunidad científica que tantas descalificiones ha recibido.
Ahora toca ponerse a trabajar, en Europa y en España: energías renovables para descarbonizar nuestras emisiones, desnuclearizar para no seguir acumulando residuos radiactivos, cambiar el modelo de movilidad para mover los coches y el transporte con viento sol, caminar hacia una economía verde baja en carbona y alta en empleo. Ese es el reto que afrontamos y por el que se juzgará a las generaciones que hoy gobernamos el Planeta Tierra.
Ahora toca ser solidarios y las tecnologías más limpias y avanzadas deben ponerse en manos de los países en desarrollo, si hacer un negocio con ello. Felicitar a todas y todos por el esfuerzo hecho hasta ahora y por el que tendremos que seguir realizando, vigilando y avanzando en el desarrollo del acuerdo alcanzado.
Me alegro por su optimismo con respecto a que este cambio sea irreversible, ojalá lo sea, ya que la evolución de las energías renovables es el futuro y beneficiará al conjunto de países existentes, a su conjunto desde el punto de vista climático, y a la mayoría desde el punto de vista económico.
La descarbonización se producirá igualmente independientemente de los factores climáticos. En cuanto que las energías renovables son cada vez menos costosas medidas por LCOE y se solucionen los problemas de no gestionabilidad. Por este motivo, las presiones de los lobbies petroleros solo tienen relativa importancia.
Con respecto a su defensa del ecologismo, me parece un tanto exagerado. Las energías renovables han presentado hasta hace poco unos costes excesivos, necesitando energías de respaldo para satisfacer la demanda. Por lo que su desarrollo ha seguido su curso lógico, probablemente independiente de las reclamaciones ecologistas, que han estado hasta hace poco fuera de la lógica, ya que tanto costes, como principalmente el problema de la gestionabilidad, hacían imposible su implantación generalizada anteriormente. Es más, gracias a ese impulso dado en nuestro país hemos acumulado un déficit de tarifa importante y es el principal responsable de la “pobreza energética”. O sea, que hay que valorar las cosas con lógica, perspectiva de futuro y sensatez.
Muchas gracias por su post, es un tema interesante.
Golpe de Efecto, sobre las causas del déficit tarifario en este blog se ha escrito hasta la saciedad con argumentos que nunca han podido ser rebatidos… porque son cartesianos: las primeras generaciones de energías renovables han tenido costes de inversión muy elevados porque su despegue se produce –obvio- en los segmentos más altos de su curva de aprendizaje. La identificación de esos costes fue hecha por la Administración Reguladora y los reconoció con una regulación retributiva (feed-in-tariff) previa a que se produjeran las inversiones… la misma Administración –el Gobierno- que, una vez hechas las inversiones, “retrocedió” y recortó la retribución que había llevado a los inversores a iniciar el despliegue de la industria de las tecnologías renovables en España. El argumento de esos recortes se centró en la necesidad de contener el creciente déficit de tarifa.
El Déficit de Tarifa es la diferencia entre los costes reconocidos por la Administración Reguladora a las diferentes actividades que integran el suministro de electricidad y la Tarifa Eléctrica que esa misma Administración fija anualmente. ¿Cómo es posible que la misma Administración que estableció y reconoció un coste ex ante, no lo integrara en la Tarifa que aprueba ex post?
¿Pero quién establece la retribución de las centrales nucleares y de las hidroeléctricas? ¿Es el mercado? No. Imposible, porque en esos segmentos tecnológicos no hay libertad de entrada y el mercado no puede operar. Entonces ¿porque la Administración Reguladora admite que esas tecnologías tengan márgenes operativos del 200% y del 600%? ¿Acaso no estaba aquí la solución para contener el Déficit de Tarifa e, incluso, para bajar la tarifa misma?
¿Por qué la Administración admite cobros por nucleares e hidro que ni el mercado ni ella misma han determinado?
Esos cobros superan en 2500 / 3500 M€ anuales, desde el año 2005, los costes remanentes que estas centrales deberían estar cobrando de acuerdo con el marco retributivo bajo el cual sus propietarios (empresas integradas en UNESA) realizaron las inversiones correspondientes… en 10 años han cobrado más de 30.000 M€ sin justificación alguna, ni jurídica ni mercantil.
Golpe de Efecto, le rogamos se explique un poco mejor ¿de dónde y de qué deduce usted su aseveración de que el Déficit de Tarifa y el alto coste de la electricidad se debe a las energías renovables?
Y todo eso sin tener en cuenta que las EERR bajan los precios del mercado eléctrico y generan externalidades positivas de incalculable valor para los consumidores… que son todos los ciudadanos. Un valor, por cierto, que no se contabiliza en la contabilidad regulatoria del Sector Eléctrico, fuente de todo error en los diagnósticos que se hacen sobre la carestía de la electricidad y sus soluciones.
En este blog podrá encontrar no pocos artículos que profundizan en estos aspectos.
En cualquier caso le agradecemos su comentario que permite enriquecer el debate.
Muchas gracias por su contestación, pero como usted muy bien dice, la regulación retributiva (costes reconocidos) parece que no fue acorde con la realidad, lo mismo que las modificaciones posteriores, lo cual también era complicado, ya que se corría el riesgo de incurrir en inseguridad jurídica, como efectivamente ha ocurrido con este gobierno.
Por otra parte, la remuneración hidroeléctrica y nuclear abarca muchos aspectos, ya que además de pagar un impuesto a la producción (como todas), también pagan IBIs importantes, y si tienen mayores beneficios, también pagan mayores impuestos de sociedades, lo cual reduce sus windfall-profits. El tema es complejo, manido y tergiversado, ya que los beneficios de las eléctricas no son tan elevados, y por otra parte, muchos de ellos se generan en el extranjero y no atribuibles a su actividad en nuestro país.
En cuanto a la remuneración de las tecnologías que comenta, se basa en precios marginales, lo que no me parece adecuado, pero es una cuestión de regulación. Por otra parte, hay también opiniones de que, en situaciones de poder de mercado, la diferencia entre precio marginal y de mercado serían mínimas, lo que quiere decir que lo que hace falta es competencia.
Con respecto al déficit de tarifa, atribuyo parte del mismo a las EERR, no su totalidad, y ello se basa en múltiples aspectos: en primer lugar a las primas a dichas tecnologías, pero también a los pagos por interrumpibilidad y pagos por capacidad, que supongo que usted no atribuirá las energías renovables, pero debido al precio de estas últimas, el coste por KWh de ciclos combinados entraría antes que el de las energías renovables desplazándolas, por lo que no tendrían que pagarse energías de respaldo. Además, estos costes extra, han dado lugar al déficit de tarifa, que se repercute en la factura correspondiente, déficit que es generado en gran parte por todos los costes mencionados que yo atribuyo a las EERR, y por tanto se les debe atribuir en su parte proporcional.
Considero importante también hacer hincapié en que los déficit de tarifa se generaron hace unos años con condiciones de costes totalmente diferentes a los actuales, por lo que no se puede extrapolar la situación de entonces a la actual, pero el déficit de tarifa lo tenemos hoy como consecuencia de la mala política energética del pasado.
Como usted dice, las EERR bajan el precio de mercado, pero en mucha menor medida que las primas y todos los costes asociados a ellas. Con respecto a las externalidades positivas, reconozco las medioambientales, pero me cuesta reconocer otras.
Por último, decirle que agradezco la molestia que se ha tomado en responder, y también el esfuerzo que hacen desde su blog para dar a conocer toda esta problemática, aunque yo no coincido con algunos de sus puntos de vista como parece obvio, lo que también he comentado algunas veces en los post de su blog.
Me temo que su visión optimista del acuerdo no coincide con la de muchos científicos que ven este problema tornarse irreversible. No se está haciendo nada, ni por parte de la población, ni por parte de los gobiernos, que realmente esté revirtiendo la tendencia. Además la previsión de consumo energético no hace más que crecer por el crecimiento exponencial de la población mundial. Las grandes empresas y países que viven del petróleo no van a permitir que cambiemos de hábitos tan rápidamente. Yo tampoco soy optimista, como puede ver. Lo que creo es que las próximas generaciones van a pasarlo francamente mal. Haría falta una «quimioterapia mundial» para vencer este cáncer. Y, además de no darnos ni cuenta de la gravedad del asunto, estamos demasiado ocupados con otras cosas.