¿Están los españoles preocupados por la inmigración?
En septiembre de 2024, fue muy comentado el hecho de que la inmigración aparecía, por primera vez en los barómetros del CIS, como el principal motivo de preocupación para los encuestados, por encima del paro, de los problemas económicos y de la clase política[1]. Conviene, sin embargo, matizar el lugar que ocupa este problema, teniendo en cuenta la actualidad política de cada momento. Un artículo reciente[2] señala que la inmigración solo ha figurado entre las tres principales preocupaciones de los encuestados cuando se han producido cifras excepcionalmente altas de llegadas de inmigrantes irregulares y/o cuando este tema ha pasado a ser central en el debate partidista. Las menciones espontáneas a la inmigración tienden a subir en verano y otoño, cuando más llegadas irregulares se producen, pico que detecta el CIS. Estas no parecen guardar relación con la mayor o menor presencia de inmigrantes, lo que sería lógico si la preocupación estuviera motivada por los aquí asentados (casi el 20% de la población actualmente). En todo caso, la percepción de la inmigración como principal problema de España ha pasado al octavo puesto con un 4% de menciones, en el último Barómetro del CIS, de julio 2025.
En realidad, nos encontramos ante una alarma artificialmente provocada por una extrema derecha que ha hecho de la inmigración su arma principal, apoyada por una derecha timorata y equivocada, que teme perder votos frente a la determinación ultra. La importancia de las consignas ideológicas no se constata solo en España. Por ejemplo, en una reciente encuesta en el Reino Unido en la que se preguntaba cuanta importancia atribuían los encuestados a algunos temas clave, para el país por un lado y para él personalmente por el otro, la inmigración resultó ser el tema que más importancia tenía para el país (citada por el 32%) pero, a la vez, el que menos tenía para el individuo personalmente (citada por el 4%)[3]. Algo muy similar aparece en los barómetros del CIS: en el último realizado, de julio 2025, solo el 22% de los encuestados mencionaba la inmigración como problema, ya sea para España o para ellos mismos, en el conjunto de las seis preguntas con respuesta abierta[4]. Del 4% que considera la inmigración como el principal problema para España, solo una escasa minoría (0,7% del total de la muestra) la considera también su principal problema personal y otro 0,8% la veía como el segundo o tercer problema personal. De todos los que mencionan la inmigración como uno de los tres principales problemas para España (18,4% del total), ligeramente más de un tercio (6,6% de la muestra) la incluye también como problema personal en alguna de las tres categorías[5]. La conclusión es que la percepción de la inmigración como problema para España no parece estar basada en la experiencia personal sino, más bien, en la receptividad a un discurso político que así lo plantea.
Digamos también que el seguidismo de la derecha tradicional en el rechazo a la inmigración parece haber tenido un efecto contrario al esperado. Según el CIS, la distancia entre PP y Vox en intención de voto no ha hecho más que disminuir en este último año: de 18 puntos a 1/7/2024 (PP:30,2%; VOX: 12,2%) a 7,6 puntos a 1/7/2025 (PP: 26,5%; VOX: 18,9%). Por otra parte, en las preferencias de los encuestados para presidente del Gobierno, los señores Feijóo y Abascal, lideres respectivos del PP y de VOX, aparecen empatados[6]. No se puede descartar que se produzca el “sorpasso” de aquí a unos meses[7].
¿Nos invade la inmigración irregular?
Las vías que permiten a personas de fuera de España acceder a nuestro país en posesión de un permiso de trabajo y de un permiso de residencia son claramente insuficientes para cubrir las necesidades de la economía española. De ahí qe aparezca como inevitable la inmigración irregular, un concepto difuso. Serían irregulares, no solo los que llegan en cayucos, sino todos los que, en un momento dado, carecen de la documentación necesaria para poder residir o trabajar en España, con independencia de la forma en que han accedido al territorio y del tiempo que lleven viviendo y trabajando en él. Unos, los menos, habrán llegado en viajes azarosos que se han cobrado ya demasiadas vidas, otros se habrán convertido en irregulares porque les ha caducado el visado o el permiso de residencia y no consiguen su renovación o porque nunca lo han tenido.
En 2024, FUNCAS estimaba en 700.000 el número de personas en situación irregular que residían en España[8], una cifra muy reducida, sabiendo que el total de inmigrantes superaba entonces los 8,8 millones. Los que llegan en cayucos a Canarias o a las costas mediterráneas representan una minoría todavía más exigua (unos 140.000 en los cinco últimos años) pero sobre este muy reducido grupo se crea la alarma social que, a veces, reflejan las encuestas del CIS.
El discurso de la extrema derecha se enreda, para asustar, en una doble exigencia contradictoria: hablar de la inmigración irregular que, en realidad, representa muy poco, y, a la vez, intentar amalgamarla con los ocho millones de inmigrantes integrados, y así denunciar la “invasión”, señalar el peligro y proponer su solución: la “remigración”, o sea la deportación, como hizo la portavoz de Emergencia Demográfica y Políticas Sociales de Vox, con el fin, según ella, de que los españoles “puedan sobrevivir como pueblo”[9]. Las reacciones posteriores a las palabras de la portavoz, incluso desde su propio partido, muestran la dificultad de mantener, sobre una base endeble, un discurso muy agresivo en materia de inmigración.
Una inmigración necesaria y excepcionalmente favorable.
Existen razones objetivas para anticipar que, al contrario de lo que sucede en otros países vecinos, la extrema derecha se debería enfrentar a grandes dificultades para crear en España un sentimiento xenófobo generalizado, como caldo de cultivo que facilite su llegada al poder. En primer lugar, la llegada de inmigrates no obedece a razones humanitarias: es una imperiosa necesidad económica, sin la cual peligraría, no solo el crecimiento del PIB, sino nuestra propia supervivencia. Sabemos, además, por una serie de Eurobarómetros de la Comisión Europea, que los españoles muestran mayor tolerancia hacia “el otro” que muchos de los demás europeos y, en eso, están apoyados por buena parte de la jerarquía de la Iglesia Católica. También sabemos que la práctica del discurso de odio y violencia, y el apoyo a Vox que los acompaña recae sobre todo en el grupo de hombres de 18 a 25 años[10] y deja relativamente indiferente al resto. Pero, sobre todo, las características de la gran mayoría de nuestros inmigrantes, muy cercanos culturalmente, son excepcionalmente favorables a su integración y poco propicias al conflicto generalizado.
Podemos considerar como culturalmente próximos a los que provienen de América (la inmensa mayoría procedentes de América Latina) y de Europa, que representan el 76,2% de los que residían en España a 1 de enero de 2024[11]. El resto, más alejados culturalmente, proviene de África y Asia (23,8% del total). Entre estos últimos, los originarios de Marruecos representan algo más de la mitad, una inmigración ya antigua, señalada por los ultras por su pertenencia al islam y su irracional y persistente odio al “moro”. También practica la religión islámica una parte de la inmigración que proviene de Asia (los paquitasnies, por ejemplo). Los inmigrantes del resto de África resultan más lejanos y, a la vez, más visibles, sobre todo porque muchos llegan ahora en cayucos, muy presentes en los telediarios, y son también objeto de un racismo tradicional. Como se ve, la composición de la inmigración en España es, en conjunto, muy favorable, puesto que más de las tres cuartas partes son personas muy próximas culturalmente, que hablan español y practican la misma religión, lo que no ocurre en los otros países de la Unión Europea que acogen una inmigración tanto o más numerosa que en España. Los esfuerzos de la extrema derecha por encender la mecha de la violencia contra los inmigrantes deben tener, en principio, menos probabilidades de éxito en España, como también resulta más difícil que se extienda el discurso xenófobo, sobre el que hoy gira toda su acción política, a capas muy extensas de la población. Sin embargo, existen elementos que pueden considerarse desfavorables: la composición por sexo de los inmigrantes está desequilibrada y su distribución territorial es muy desigual.
La importancia de la composición de la inmigración en los territorios. Si en el conjunto de los inmigrantes los dos sexos están casi igualmente representados (hay algo menos de un hombre, 0,96, por cada mujer), hay netamente más mujeres que hombres entre los que hemos considerado más cercanos culturalmente (0,82 hombres por cada mujer) y lo contrario entre los más alejados culturalmente: 1,45 hombres por cada mujer. Esta diferencia se debe sobre todo al tipo de trabajo que desempeñan unos y otros (fuerte presencia del trabajo doméstico entre los más cercanos culturalmente mientras que los otros se dirigen principalmente a la agricultura y a la construcción) y denota una implantación menos basada en la familia, en el caso de los más alejados culturalmente. Por estas raziones, la mayor presencia de hombres puede considerarse como un factor de riesgo para la convivencia.
La muy desigual distribución territorial crea situaciones de fuerte concentración que pueden también afectar negativamente a la convivencia y a la integración de los inmigrantes, especialmente de los más alejados culturalmente. En algunos municipios, todos pequeños, los inmigrantes representan más de la mitad de la población y, en otros, los más alejados culturalmente llegan casi al 40% de la población. En el cuadro siguiente (Cuadro 1) figuran los municipios de más de veinte mil habitantes con un porcentaje elevado de inmigrantes más alejados culturalmente (superior al 15% de la población). Andalucía, Cataluña y Murcia son las comunidades autónomas donde se ubican estos municipios.
Como se ve, las condiciones que podríamos considerar objetivas para la aparición de conflictos se encuentran muy concentradas en unos pocos municipios y afectan principalmente. solo a tres comunidades autónomas. En el resto, algunas, como Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León, apenas viven el fenómeno migratorio: el porcentaje de inmigrados en su población es bajo y, en ellos, la proporción de los más alejados culturalmente es también inferior a la media de España. Otras, con un porcentaje de inmigrados superior a la media, como Valencia, Baleares, Madrid y Canarias presentan una composición en la que domina la inmigración más próxima culturalmente. Lo esencial es, finalmente, la composición de la inmigración en un territorio, más que su importancia cuantitativa. Por ejemplo, Cataluña acoge un porcentaje de inmigrado similar al de la Comunidad de Madrid, pero las dos comunidades difieren netamente en la composición de esta inmigración, dominando netamente en la Comunidad de Madrid la más próxima culturalmente.

Para concluir. La inmigración se está convirtiendo en un importante eje del debate político, que impulsa VOX y amplifica el PP. Sin embargo, la preocupación de los ciudadanos, que no es muy elevada, no surge de vivencias personales. La receptividad al discurso de las derechas se debe, sin duda, al simplismo atractivo del mensaje, pero también a la escasa difusión de un relato alternativo que emane de la izquierda. Por otra parte, el tipo de inmigración que le sirve a las derechas para mantener un discurso de odio (religión islámica, disparidad de costumbres, condiciones de vida precarias) es minoritaria, aunque se encuentra muy concentrada territorialmente. La necesaria respuesta a los planteamientos de las derechas pasa por una mayor contundencia en la denuncia de las consignas de odio y de una difusión más extensa de los argumentos sobre la necesidad y los beneficios, económicos y culturales, de la inmigración. También exige una acción preventiva preferente sobre los territorios en los que el odio se puede convertir en agresión.
[1] CIS- Nota informativa, 18 de septiembre 2024. https://www.cis.es/-/el-psoe-es-la-primera-fuerza-con-un-33-de-intencion-de-voto?utm_source=chatgpt.com
[2] Bermejo Casado, Rut y González Enríquez, Carmen (2024) “La opinión pública española sobre la inmigración en contexto”, Real Instituto Elcano, 3 de octubre
[4] Primer, segundo o tercer problema, para España, por una parte, y personalmente por otra.
[5] Los datos anteriores están extraídos de una explotación propia de los microdatos del CIS correspondientes al Barómetro de julio 2025. https://www.cis.es/es/detalle-ficha-estudio?origen=estudio&codEstudio=3517
[6] CIS-Nota de Prensa sobre el barómetro de julio 2025, Gráfico 2 https://www.cis.es/documents/20120/9590c51b-f763-165b-b058-09cdbafaa7a5
[7]https://www.cis.es/documents/d/cis/3468_Estimacion
https://www.cis.es/documents/d/cis/3517_Estimacion
[8] FUNCAS-Estudios sociales (2024) “La población extranjera en situación irregular en España: una estimación”, funcasBLOG, 7 de mayo.
[9] “Vox defiende abiertamente deportar a ocho millones de inmigrantes”, El País, 7 de julio 2025.
[10] Barómetro 40DB. El País, 5 de mayo 2025
[11] INE: Censo anual de población. https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?t=68538&L=0


Es de lógica aplastante, pero no cabe esperar que los ultras respondan a la lógica. En cambio sigue siendo de agradecer que alguien muestre racionalidad y la transmita en el espacio público, especialmente los auténticos expertos, como ocurre en este caso. simplemente gracias.
Gracias por la valoración y los comentarios. tanto más apreciados cuanto vienen de quién vienen.