Por Jorge Blázquez, Doctor en Economía y miembro de Economistas de Frente de la Crisis.
Este post hace referencia a otros dos artículos (I y II) publicados en este mismo blog.
Como miembro de Economistas Frente a la Crisis (EFC) me siento partícipe del documento titulado Economistas Frente a la Crisis… frente a la crisis y frente a las propuestas del Comisario Olli Rehn. En dicho post se criticaba la propuesta del Comisario de bajar los sueldos un 10% en España. Propuesta que, a su vez, estaba basada en un informe del Fondo Monetario Internacional (léase aquí) y que, a su vez, tiene su fundamento en un modelo llamado IMF Global Integrated Monetary and Fiscal Model. Modelo que algún miembro de EFC llamó, con mucha gracia, el nuevo Oráculo de Delfos.
No voy a entrar a discutir el modelo, ni la teoría de un ajuste como el propuesto por el Comisario Rehn. Pero voy a dar datos. No conjeturas sobre “qué pasaría si…”
La productividad es la variable que marca la evolución de los salarios reales, y no al revés. Es muy fácil ver que a largo plazo ambas series se mueven en paralelo, como sugiere la teoría económica. A medida que mejora la productividad de un país, suben los salarios. Utilizando datos de Comisión Europea, que se pueden encontrar on-line aquí, es posible construir una serie histórica de salarios reales y de productividad aparente del trabajo desde los años 1960.[1] En términos generales, ambas variables han crecido de forma similar y alrededor un 250% en los últimos 50 años.
Por supuesto, en el corto plazo ambas series no se mueven exactamente igual y hay diferencias. En particular, si aplicamos la lupa y nos centramos en lo que ha pasado en los años de la crisis se observa que los salarios reales se han mantenido relativamente estables y la productividad ha ido al alza[2]. En particular, los salarios reales han crecido un 2,7% y la productividad aparente del trabajo un 13,7% en el periodo 2008-2013 (usando datos de la Comisión Europea). Eso significa que alguien- que no son los trabajadores- se ha apropiado del aumento de la productividad del trabajo.
¿Y qué propone exactamente el Comisario Rehn? Pues llevar los salarios reales al nivel de 1989, es decir, que los trabajadores anden hacia atrás 24 años. Es de suponer que la caída en salarios sería instantánea y la caída del nivel general de precios, no. Como tampoco sería instantáneo el supuesto efecto positivo sobre la actividad. Para visualizar la magnitud del ajuste del que estamos hablando he preparado otro gráfico, asumiendo que las proyecciones de la Comisión para 2014 son acertadas.Es obvio que no existe nada parecido en 50 años de historia económica española. Pero no necesito ningún modelo ni al nuevo Oráculo de Delfos para saber que dicho ajuste tendría un impacto devastador a corto plazo sobre el consumo, la actividad económica, el empleo, la capacidad de pago de la familias, la mora bancaria y el sistema financiero.
Para aquellos que creen en el poder infalible de los modelos ortodoxos y ajustados al paradigma imperante -abundan pitonisos al servicio del nuevo Oráculo- quiero hacer un último comentario. Lo único cierto de esos modelos económicos es que son muy exactos: dicen exactamente lo que el dueño del modelo quiere que diga.
Y es que el nuevo Oráculo de Delfos ha hablado… callemos todos los demás.
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[1]He utilizado como serie de precios el deflactor del PIB. Y como variable de empleo el número de trabajadores y no las horas trabajadas (no está disponible esta serie desde tan atrás). Normalmente los salarios de deflactan por el IPC y no por el deflactor del PIB, pero yo prefiero utilizar la misma serie de precios.
[2]Este análisis es robusto al cambio que ha tenido el factor trabajo –en particular, hay menos trabajadores cualificados-.
Excelente, tocayo. El principal problema de los oráculos era que uno no sabía exactamente qué mecanismos tenían dentro para hacer las recomendaciones que hacían y tampoco se tomaba mucha nota de los fallos o aciertos de sus consejos. Así, la gente iba a guerras porque lo habían dicho los oráculos, y punto. Ganaban o perdían, pero independientemente de eso el oráculo siempre estaba ahí.
Hoy en día podemos destripar perfectamente el modelo Global Integrated Monetary and Fiscal Model (GIMF) para saber qué cosas contiene y podemos saber qué porcentaje de éxito ha tenido/está teniendo esas predicciones en tiempo real.
Las conclusiones sobre eso son materia de discusión ahora, pero hay bastante gente que pensamos que hay importantes canales macroeconómicos que NO están incorporados, o lo están solo parcial o indirectamente en dicho modelo, y que el porcentaje de éxito en las últimas predicciones no supera al de un par de tabas lanzadas al aire. Últimamente se han hecho incluso intentos de «predicción hacia atrás» para ver qué parámetros habría que haber tenido para poder haber predicho lo que ya sabemos que pasó. Eso, en un entorno estable, tiene cierto sentido, pero cuando los cimientos del «equilibrio general» se tambalean, no es más que jugar con los ordenadores. En ese terreno se puede y se debe discutir y debatir con números, ciencia, sentido común y buena voluntad.
Pero eso no es lo que se hace. Lo que hace el comisario cuando saca a pasear el GIMF en este caso es mandarnos directamente a la guerra de la deflación por endeudamiento sin saber realmente las posibilidades de éxito que tenemos ni si es el momento propicio. Y, como los clásicos en la antigua Grecia, solo saca el GIMF a pasear cuando los augurios que da son compatibles con las políticas que se quieren hacer. Esa es la razón por la que me vino a la mente el oráculo de Delfos. Espero que tengan un plan B.
Excelente reflexión Jorge. De hecho, es quenlos nuevos Oraculos tampoco se equivocan. Por ejemplo, el FMI en lo 90 de dedicó a poner como ejemplo del mundo a Argentina y su Convertibilidad. Cuando el mecansimo reventó, el FMI dijo que el experimento no había funcionado porque no se aplicó bien, debido a que los políticos argentinos no habían seguido sus recomendaciones al pie de la letra. El Oraculo no se equivoca, se equivocan los fieles al interpretar sus palabras.
En economía siempre resulta complicado establecer relaciones de causalidad a partir de correlaciones estadísticas, aunque siempre se nos previene de que correlación y causalidad son cosas diferentes, el paradigma donde se inserta la pregunta determina en gran medida cual es la relación causal de las variables estudiadas. El caso de la productividad y los salarios es un ejemplo más de estas correlaciones convertidas en causalidades. En general convendremos que cuando un recurso es escaso aumenta su precio y existen incentivos para su mejor utilización. En el caso del trabajo, cuando el paro es reducido aumentan los salarios por lo que existe un incentivo para mejorar su gestión lo que conlleva un aumento de su productividad. Por el contrario cuando el paro aumenta la productividad tiende a disminuir, es un recurso abundante y no merece la pena emplear otros recursos en aumentar su eficiencia. Sin embargo, parece que eso no se corresponde con los datos observados, la destrucción de empleo conlleva un aumento de la productividad aparente a corto plazo. Primero resulta evidente que existen retardos, el despido de alguien no significa que su contribución a la producción cese en ese mismo momento. Pero lo que es fundamental es que el paradigma neoclásico asume que la curva de costes marginales es creciente lo que implica que si añadimos unidades adicionales de trabajo la productividad de estos últimos decrecerá. El problema es que los estudios empíricos no muestran ese comportamiento de la curva de costes marginales http://web.usal.es/~bustillo/Curvadecoste1.pdf. Lo que sucede, como en tantas ocasiones, es que el paradigma oscurece las relaciones causales. Esta tesis no es mía, pero me parece que tiene gran relevancia cuando hablamos sobre oráculos y como sus modelos e hipótesis se contrastan con la realidad. Dejo el enlace al artículo correspondiente aparecido en el número 63 de Real-world economics review http://p.feedblitz.com/t2.asp?/332386/4534930/0/www.paecon.net/PAEReview/issue63/Harvey63.pdf
Gracias, Jorge, por tu comentario. La causalidad estadística es siempre complicada de probar, ¿qué causa qué?
En este caso, igual con una aproximación algo infantil, te diré que creo que creo que la productividad es lo que marca la evolución de los salarios y no al revés. Alguien podría decir que si bajan los salarios, la empresas contratarán gente menos cualificada y la productividad bajará. Pero yo creo que en el largo plazo es la productividad la que mueve los salarios.
Por eso, en general, la productividad es procíclica (no lo es en España, pero si en la mayoría de países del mundo) Por eso cuando hay innovaciones tecnológicas terminan subiendo los salarios.
Un saludo
Estoy de acuerdo, la productividad es prociclica, que es lo que se sostiene en el artículo de Harvey. Una de las cuestiones que me parece relevante, es que no debemos confundir la vara de medir con lo que medimos. Lo digo porque determinados indicadores pueden ser engañosos y por lo tanto llevar a conclusiones falsas. Es el caso de los costes laborales unitarios como medida de la productividad. Hay un interesante working paper que me parece que viene muy al caso de tu entrada sobre las recomendaciones del oráculo sobre ahondar en las políticas de austeridad (devaluación interna) para ganar competitividad http://www.levyinstitute.org/pubs/wp_651.pdf
¿Que pasaba en tiempos de la peseta con la compétitivudad ? Se hubiera devaluado ( como hoy en el Japon ) en vez de disminuir los salarios cin el euro, pero la diferencia es que en caso de devaluación las deudas, hypotecas, etc no hubiera cambiado nada puesto que están en pesetas, y disminuir los salarios dejando las deudas en euros consiste en hacer pagar el pato a los trabajadores únicamente mientras que para el capital nada cambia. El euro, es un arma de destrucción masiva del estado del bienestar. Yo milito para una moneda común y no una moneda única.
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