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EPA Segundo Trimestre 2020: un mercado laboral completamente distorsionado por la COVID-19

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Los datos de la EPA del segundo trimestre muestran una realidad excepcional, pero que no se corresponde con la actual porque está siendo en parte superada

Este es el trimestre en el que se concentran en mayor grado los efectos de la lucha contra la pandemia (el confinamiento de la población y, con ello, la hibernación de actividades, que ha detenido y convulsionado la mayor parte de la economía).

Una guía para leer en la EPA lo que ha pasado

La EPA refleja estos fenómenos, aunque de forma diferente a como lo hace habitualmente al estudiar las categorías laborales más importantes:

  1. Los ocupados no reflejan por sí mismos en esta ocasión las personas que han desarrollado una actividad laboral

La suspensión de la actividad ha sido masiva: se ha destruido una cantidad muy considerable de empleo, pero una cifra mucho mayor se ha salvado gracias a los mecanismos que han protegido el empleo gracias a su mantenimiento en situación de inactividad total o parcial (ERTEs).

  • Los ocupados se han reducido hasta 18.607.200, lo que significa una caída de 1.075.000 personas, una cifra sin precedentes en un solo trimestre. 1.033.300 de esas pérdidas han sido asalariados, el 96% del total, que han soportado casi la totalidad de la destrucción de empleo ocasionada por la situación, en tanto que el empleo no asalariado parece que de momento consigue prácticamente mantenerse.

La mayoría (671.900) del empleo destruido se trata de contratados temporales, a los que el confinamiento hizo imposible el mantenimiento de su actividad y fueron cancelados y no protegidos por los ERTEs, pero también, lamentablemente, se utilizó la situación para producir una reducción de 361.400 asalariados con contrato indefinido, incluso a pesar de las limitaciones establecidas en el despido.

  • Pero de esos 18.607.200 ocupados, los que efectivamente han trabajado en el segundo trimestre ascienden 13.901.000, es decir, 4.706.200 menos de los que figuran como personas con empleo, lo que supone 2.739.300 más que en el trimestre anterior. Lo cual se debe a la actuación de los ERTES, que mantienen el empleo aunque en situación de inactividad total o parcial como respuesta a la hibernación de la actividad de muchas empresas.

En suma, son las horas trabajadas en el trimestre las que reflejan en conjunto la caída excepcional que necesariamente ha tenido que producirse en la actividad.

  • Complementariamente, un 16,2% de los ocupados (3.015.200) trabajaron desde su propio domicilio más de la mitad de los días, frente al 4,81% observado en 2019. Este es el segundo mecanismo de adaptación (junto con los ERTES) que ha permitido mantener los niveles de empleo y de actividad laboral en el régimen de confinamiento.

2. Las cifras de desempleo tampoco reflejan –más que muy parcialmente- la destrucción de empleo sufrida ni el verdadero volumen de desempleo

Tanto las personas que han perdido su empleo como los desempleados de trimestres anteriores han de buscar activamente empleo para que puedan ser clasificados como desempleados. Este requisito imprescindible no ha podido ser cumplido por muchísimos de ellos debido al confinamiento.

  • De acuerdo con la aplicación de las definiciones oficiales de la EPA (Eurostat y OIT), el paro habría subido este trimestre en 55.000 personas. El número total de parados se situaría, así, en 3.368.000 personas.
  • Obviamente ninguna de las dos cifras se ajusta a la realidad de lo que ha sucedido (la pérdida de más de un millón de empleos en el trimestre). Ello es así porque, como se ha mencionado, las personas sin empleo han de buscarlo activamente para que puedan ser clasificados como desempleados. Este requisito no ha podido ser cumplido en la mayoría de los casos.
  • Por otra parte, el parón de la actividad empresarial y el congelamiento de las decisiones de contratación de las empresas ha creado un contexto de nulas oportunidades de empleo a corto plazo. Finalmente, el hundimiento de las actividades estacionales (que se producen, aunque con grandes diferencias sectoriales, en el conjunto de la economía) ha terminado por deprimir por completo las expectativas de encontrar empleo.

Las personas que han perdido su empleo y las previamente desempleadas que, junto con estas, no podían buscarlo han pasado a ser inactivas, por lo que las cifras de desempleo, actividad y tasa de paro no reflejan bien la realidad laboral este trimestre.

  • El 1.359.700 personas que han perdido su empleo en los dos primeros trimestres de este año ha pasado en casi un 90 por ciento a la situación de inactivas, mientras que solo alrededor de un trece por ciento han engrosado el desempleo.
  • De haber podido buscar activamente empleo, el desempleo habría reflejado un aumento mucho mayor, y la población activa no habría sufrido una caída de 1.183.600 personas en los dos primeros trimestres, así como tampoco el volumen de inactivos habría crecido en 1.320.300 personas.
  • En definitiva, la tasa de paro, que se calcula como el cociente entre desempleados y activos, y que en este trimestre refleja un 15,33, se irá corrigiendo al alza a lo largo de los siguientes. Una estimación propia, realizada en virtud de las magnitudes que han engrosado la inactividad a partir de las pérdidas de empleo, da como resultado que la tasa real de desempleo se situaría en el entorno del 19,5%.

 

3. Las conclusiones

a) Las medidas laborales adoptadas han conseguido salvar la mayor parte del empleo afectado por el confinamiento y han evitado una debacle laboral similar, pero más aguda, a la sufrida en la crisis anterior.

Esas medidas que han demostrado su extraordinaria utilidad deberían convertirse en una de las piezas permanentes del ordenamiento laboral español. Con ellas, el funcionamiento del mercado de trabajo ante las crisis coyunturales comenzaría a parecerse al de los países de nuestro entorno, como tantas veces hemos demandado desde EFC.

Los datos de Contabilidad Nacional, que aparecerán el próximo viernes, podrán poner en evidencia, por primera vez, que en España la caída de empleo en una crisis puede ser inferior a la del PIB (como en los demás países) que, con toda probabilidad, casi doblará a la de aquel.

No obstante, tales medidas resultan incompletas, lo que explica las fugas que han dado lugar a la pérdida de más de 1,3 millones de empleos desde que comenzó la pandemia. En tanto no se resuelvan los problemas del fraude en la utilización y consiguiente cancelación de contratos temporales, y de los despidos injustificados (por falta de causa y/o por causa no estructural) de los contratos indefinidos, continuaremos sufriendo pérdidas injustificadas de empleos que no deberían haberse producido.

Todo esto es parte de la reforma estructural que requiere nuestro mercado de trabajo para ganar en eficiencia, resiliencia y productividad, y para adecuarse plenamente a las reformas, y transiciones que han de suponer un gran impulso de modernización económica en los próximos años.

b) La pérdida (en gran parte evitable) de más de un millón de empleos ha ocasionado un efecto de reforzamiento de la crisis, un mayor hundimiento del PIB, y unas necesidades mayores para su recuperación y la vuelta a los niveles precedentes: la facilidad y velocidad con la que puede un millón de empleos es proporcional –como tantas veces se ha demostrado- a la dificultad y al tiempo que después se requiere para recuperarlos, incluso en un mercado laboral como el español que tiene las tasa máximas elasticidad en la creación de empleo respecto al PIB.

Las medidas adoptadas han paliado de forma inédita los efectos sobre la caída en las rentas, pero son, asimismo, incompletos y muy inferiores a los adoptados en el resto de países del entorno.

Imprimir una mayor velocidad a la recuperación (para que esta sea algo más que un rebote económico parcial y demasiado lento) requeriría mantener los estímulos y/o completar y sustituir por otros más adecuados al momento en el segundo semestre de este año.

El coste de la inacción es en estos tiempos muy elevado: se ha dicho, pero EFC considera que es necesario repetirlo una y otra vez. Entre el término del estado de alarma (finalización del confinamiento) y la llegada de los fondos europeos hay por lo menos un semestre (probablemente mucho más para que se registren sus resultados en la actividad económica) en el que la recuperación puede ser muy débil o puede alcanzar niveles mayores de robustez, lo cual situaría nuestra economía en mejores condiciones y permitiría anticipar el momento en el que recuperemos el equilibrio fiscal, dando una clara señal de confianza.

La próxima EPA ya no reflejará –como esta- el confinamiento y la hibernación (el pasado) sino la capacidad en presencia de la política económica y de las medidas adoptadas para fortalecer la recuperación y para adelantar la creación de empleo que, de otra forma, previsiblemente continuará cayendo al llegar, en ese contexto de debilidad, los últimos y menos favorables para el empleo trimestres del año.

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Asociación Economistas Frente a la Crisis

2 Comments

  1. Reyes de Blas el septiembre 2, 2020 a las 11:40 am

    Francamente acertado e interesante el análisis. Gracias!

  2. […] uno de los últimos párrafos de nuestra nota sobre los datos de la EPA del segundo trimestre del año decíamos lo […]

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