Economistas Frente a la Crisis EFC
El mantenimiento de los principales rasgos del crecimiento de la actividad económica y de la incidencia sobre el mercado de trabajo del marco laboral derivado, en parte, de las últimas reformas laborales hacen que las tendencias observadas desde el inicio de la recuperación del empleo se mantengan esencialmente invariables un trimestre tras otro.
De esta forma, en el segundo trimestre de 2017:
- Continúa la creación de empleo, aunque la aceleración de la tasa intertrimestral (corregida de variaciones estacionales, pero no de calendario, tal y como la ofrece el INE) ha elevado la tasa anual de crecimiento del empleo desde el 2,3% del trimestre precedente hasta un 2,8%, nuevamente muy próxima al crecimiento del PIB. Por lo tanto, volverían a desplomarse los crecimientos de la productividad.
- El empleo crece al son que le marcan los dos grandes factores que empujan el mismo: la estacionalidad de la hostelería y actividades conexas con el turismo, y la degradación de las condiciones del nuevo empleo como consecuencia del marco legal de funcionamiento del mercado de trabajo, lo que aumenta su elasticidad respecto al PIB, pero inevitablemente a costa de la bajísima calidad de ese empleo.
- El empleo temporal, en consecuencia, crece más intensamente que el indefinido, y no solo en este trimestre más estacional (6,5% el primero frente a 0,8% el segundo), sino en el conjunto del último año (7,7% frente a 1,8%). La tasa de temporalidad vuelve a ascender un trimestre más hasta el 26,8%, más de un punto por encima del mismo trimestre del año pasado.
- Y, simultáneamente, continúa creciendo el empleo a tiempo parcial, aunque lo haga desde la recuperación económica a tasas inferiores a las del empleo a tiempo completo (2,5% frente a 2,9% en el último año). Asimismo, continúa acentuándose la feminización del mismo, ya que la tasa de crecimiento anual del empleo a tiempo parcial crece al 4,4% entre las mujeres. Son ya 2,1 millones las mujeres que trabajan a tiempo parcial (mayoritariamente indeseado), prácticamente una de cada cuatro.
- La población activa continúa cayendo a pesar de la levísima recuperación de este trimestre (+0,15%). En el último año casi ciento cincuenta mil personas menos, y la mayoría de ellos, españoles. La evolución de la población activa continúa con una tónica que es radicalmente diferente a la que ha caracterizado nuestro mercado laboral durante los treinta años anteriores. En los periodos de recuperación anteriores, la creación de empleo era también muy fuerte, pero el intenso crecimiento de la población activa aminoraba sustancialmente la reducción del desempleo. En este aspecto, estamos en un contexto nuevo.
- La combinación de la aceleración de la creación de empleo y la evolución de la población activa hace que el desempleo haya descendido intensamente en este trimestre (-8,0%), si bien esa caída es menor a la registrada en los últimos doce meses (-14,4%). La tasa de paro baja hasta el 17,2%, reduciéndose 1,5 puntos en el trimestre y 2,8 puntos respecto a doce meses antes.
- El paro a medida que desciende se va haciendo más estructural: aumenta la proporción de parados de muy larga duración. El desempleo desciende, pero el que permanece se compone de un 55% de parados de larga duración (tres de cada cuatro, en realidad de muy larga o larguísima duración), que están en la práctica apartados de las oportunidades de empleo, y un 45% que rotan del empleo al paro y viceversa, a través de contratos temporales mayoritariamente fraudulentos.
El desempleo de más de cuatro años de duración ininterrumpida (incluidas la búsqueda de empleo y la disponibilidad inmediata para ocupar un puesto de trabajo por parte de esos desempleados) ha ascendido desde el 13% de los desempleados en 2013, a un 24,1% en 2016 (uno de cada cuatro desempleados). Su tendencia es imparable y paralela a la reducción de la cifra global de paro: en el desempleo quedan los marginados y los precarios que rotan. Es el fracaso de las desastrosas políticas de empleo españolas (como nos repiten todas las instituciones internacionales), que se une a la desregulación laboral.
Las grandes tendencias, en consecuencia, no cambian de un trimestre a otro. Para que ello sucediera habrían de producirse cambios en la coyuntura económica, en el tipo de política económica o en la regulación y funcionamiento del mercado laboral.
No obstante, hay una serie de tendencias secundarias, mucho menos destacadas en los medios, que conviene mencionar.
- Aunque la mayor parte del volumen de creación de empleo se genera en el sector servicios, y dentro de este en las actividades turísticas y otras intensivas en empleo de bajos salarios y productividad, la industria y la construcción son las que están mostrando un dinamismo mucho mayor, registrando crecimientos anuales del 5,6 y del 5,2%, respectivamente, que son verdaderamente muy notables (especialmente comparados con el 1,75% de los servicios).
- Desde un punto de vista territorial, la evolución del empleo tampoco se corresponde exactamente, pese a lo que se diga, con las CCAA con mayor peso del turismo. Las primeras en el dinamismo del empleo (mayor tasa anual de creación de empleo) son Navarra (+8,2%) y Asturias +5,2%), seguidas por Andalucía, Canarias y Aragón. Hay, pues, un perfil diverso que no encaja con la simplificación turística.
Por otro lado, las restantes CCAA presentan tasas de creación de empleo inferiores todas ellas al promedio nacional. Destacando por su debilidad (en torno a la mitad del promedio nacional) Baleares, Cantabria, Galicia, País Vasco, Castilla y León y Extremadura. Nuevamente perfiles variados que requieren un análisis mucho más pormenorizado.
- La diversidad es muy elevada en cuanto a las tasas de paro. Cinco CCAA están ya en el entorno del 11% (Aragón, Baleares, País Vasco, La Rioja y Navarra), acercándose a la situación europea. En el polo opuesto, cuatro se mantienen por encima del 20%: Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha y Extremadura.
La evolución del empleo y el paro bajo los esquemas de política económica y laboral vigentes no es solo diversa, está produciendo fuertes desigualdades personales y el resquebrajamiento territorial.
Los datos son buenos a primera vista, naturalmente, y lo son en sí mismos, pero nuestro análisis ha de tener en cuenta muchos otros aspectos que son altamente preocupantes.
En suma, la estrategia combinada de un crecimiento impulsado por actividades intensivas en empleo (y de baja productividad), y un empleo inestable, de baja calidad laboral y salarios, está dando sus frutos, qué duda cabe: el empleo crece y el paro se reduce a una notable velocidad.
Aunque es preciso tomar en consideración inseparablemente la otra cara de la moneda: la profundización en un modelo económico y laboral que no es solvente desde el punto de vista económico, ni sostenible social, territorial y medioambientalmente, y que no permite altos niveles de vida, pero sí de desigualdad y pobreza.
Si a los datos de la EPA, añadimos los últimos de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral sobre los salarios y, junto a ellos, la imposibilidad de llegar a un pacto salarial que corrija las tendencias a la devaluación salarial y la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores es inevitable concluir que es muy difícil, si no imposible, frenar las tendencias al aumento de la desigualdad, de la pobreza y exclusión social.
Las preocupaciones respecto a este modelo, las voces críticas y las alarmas lanzadas antes de la crisis al realizar los análisis estructurales han dado paso a una fuerte complacencia, alimentada por las cifras de aumento del empleo y reducción del paro.
Los modelos alternativos, y el aprovechamiento de la recuperación económica para, de una vez, hacer las cosas de otra forma, son cuestiones de nuevo olvidadas. Por eso Economistas Frente a la Crisis EFC considera necesario llamar la atención de la sociedad española sobre los grandes desafíos que pueden ocultar las cifras del empleo y del paro, para contribuir con ello a evitar el adormecimiento colectivo.