Por qué yo también soy un «economistafrentealacrisis»

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Nota de EFC: Todos quienes comparten nuestras preocupaciones y entienden las razones por las qué hemos dado el paso de hablar en voz alta de economía, son ECONOMISTAS FRENTE A LA CRISIS. Nada más lejos de nosotros que el corporativismo.

Jaime Bravo es estudiante de bachillerato y editor de economiaplus.net

Aquel 15 de septiembre de 2008, muchos de nosotros sabíamos lo que iba a pasar. Las políticas desregulatorias de los gobiernos de Reagan, Clinton y Bush entre otros no podían traer nada bueno. Primero porque habían relegado el papel del ciudadano a un segundo plano cuando es el que tiene que estar ‘en primera fila’ y segundo, porque sólo conocían una forma de limpiar lo que habían ensuciado. Y era aquí cuando necesitaban al ciudadano de a pie pero no precisamente, para alzarle dónde se merecía. Tras ese 15 de septiembre  – en el que la entidad financiera, Lehman Brothers quebró como causa del abusivo uso de las hipotecas basura o subprime -, Alemania vio la gran oportunidad de poder captar poder político y económico en Europa. Tras una serie de movimientos y con la ayuda – no intencionada – de especuladores americanos que pretendían hundir a los ‘military target’ – o blancos militares (los denominados PIGS) -, se colocó la corona europea. Y como reyes de nuestro continente, impusieron su orden. A día de hoy hemos aceptado el dogma de la austeridad como ‘la única solución para salir de las recesiones’. Lo cierto es que, si echamos un vistazo a la historia, sólo veremos que la austeridad ha provocado más austeridad  y que, a su vez esta ha provocadomucha más recesión.. Pero entonces ¿por qué la siguen implantando los gobiernos? A esta pregunta han intentado dar respuesta miles de economistas afines a las alternativas y en contra de la austeridad y algunos han encontrado respuesta. Sin embargo, parto de la base por la que no soy un economista  pero sí estoy frente a la crisis. Así mismo, me muestro contrario a las políticas de austeridad. Y quizá usted también debería estarlo.

Hay una máxima derivada del capitalismo que nos dice que si la economía está deprimida y no ‘invertimos en ella’ se deprimirá aún más. En palabras generales: si elegimos ‘falso ahorro’ en vez de gasto nuestra economía se hunde. Es interesante tratar esto del ‘falso ahorro’. Es curioso porque se usa el ahorro – es decir, no gastar dinero para hacerlo en situaciones futuras – como un defensor de las propias medidas de la austeridad cuando este es su mayor enemigo. Descubrí el ‘falso ahorro’ por mi cuenta cuando hacía una investigación sobre los Bancos Centrales. Esto consiste en lo siguiente – y cito el mismo ejemplo que publiqué en mi blog el día 20 de este mismo mes -: mientras que la economía se estanca, los precios suben – fenómeno conocido como estanflación -. Es decir, el falso ahorro del que hablo consiste en que mientras se produce un ahorro, este no ‘existirá’ debido a medidas que se dedican a contraer nuestra economía – medias que, por cierto, implican el aumento del déficit y de la deuda pública – y que hacen aumentar el precio de las cosas. Así mismo, si una familia ha ahorrado para poder pagar a sus hijos la universidad, se encontrarán con que el dinero que ahorraron es insuficiente porque mientras sus salarios no han aumentado, el precio de acceder a la universidad sí. Ante esta situación la familia se presenta ante uno de los mayores ejemplos de coste de oportunidad: ahorrar más o no hacerlo. Esta misma elección no tendría razón de ser si se hubiesen apoyado otras políticas que, en ningún caso, tengan como fin desmantelar el tejido social y económico de nuestro país.

Ha llegado el momento de no hablar de crecer, sino de recuperarse. Las cosas no son tan obvias como parecen. Pensar que si no gastamos – ergo ahorramos – nuestra economía se recuperará antes, es lo mismo que afirmar que si no damos de comer a nuestra mascota esta aumentará su peso. No podemos pretender crecer y crear empleo si no ‘alimentamos a nuestra economía’. Ahora mismo, nos encontramos frente a una cartilla de racionamiento en la que nosotros, los ciudadanos, estamos comiendo las sobras de las sobras. Y esto, no puede seguir así. Si pretendemos afirmar a día de hoy que, con una de las mayores tasas de paro de toda Europa y con una tasa de desempleo juvenil inaceptable nuestra economía va bien, tenemos un serio problema.

Los rescates a la banca, la caída del superávit, nuestro retroceso como economía mundial según el FMI, el enorme descontento social que inunda nuestro país, la disconformidad con las medidas del Gobierno de Mariano Rajoy o la gran depresión en la que están sumiendo a nuestro país son sólo unos pequeños síntomas de lo que está sucediendo en el país de ‘la fiesta ilimitada’. Realmente estamos viviendo – tal y como dijese Krugman -,una clara vuelta a la economía de la depresión.

En efecto, yo también soy un economistafrentealacrisis. Y lo soy, porque sé que lo que hay detrás de ésta economía es ideología. Frente a aquellos que claman por un capitalismo salvaje, estamos los demás que creemos que las reformas que pretenden desregular el mercado – como pasó ese 15 de septiembre de 2008 – son absurdas y, como dice dicho colectivo, no son reformas sino contrarreformas.  La realidad económica y política de España es pésima. Pero aún así – e incluso con estos datos – podemos hablar de optimismo. Los economistas frente a la crisis, nos proveen de él.

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