Julio Rodríguez Lopez es Vocal del Consejo Superior de Estadística y miembro de Economistas Frente a la Crisis
El cambio de gobierno acaecido en España tras el éxito de la moción de censura presentada por el nuevo presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, sucede en un momento en el que todavía se mantiene firme el crecimiento de la economía española. Esta última creció en un 3% en el primer trimestre de 2018 en tasa interanual, por encima del 2,4% de la Unión Europea .
Sin embargo, a nivel mundial y de la Eurozona han aparecido indicios de que el significativo crecimiento registrado en 2017 podría desacelerarse en 2018. La presencia de tales circunstancias negativas y la falta de nuevos estímulos podrían acentuar la desaceleración del crecimiento de la economía española, en especial en 2019-20.
Tras una prolongada recesión comprendida entre 2008 y 2013, en la que la economía española registró un retroceso medio anual del -1,3%, se pasó a una etapa de recuperación entre 2014 y 2017, con un crecimiento medio anual del 2,7%. Desde el segundo trimestre de 2017 el PIB de la economía española supera el nivel máximo alcanzado inmediatamente antes de la crisis. El nivel de empleo actual todavía es inferior al máximo de 2008. Hay 1,8 millones de empleos menos que en la etapa citada
De acuerdo con el Informe anual 2017 del Banco de España, la recuperación se apoyó en algunas reformas y en la corrección de desequilibrios (saneamiento del sistema financiero, reforma del sistema laboral y de pensiones, ganancias de competitividad). Hubo, además, factores externos que impulsaron el crecimiento (caída del precio del petróleo, mercados exteriores más dinámicos) así como también ha resultado relevante la política monetaria expansiva. Pero algunas de las reformas implantadas por el gobierno del Partido Popular han acrecentado los niveles de desigualdad en la sociedad española, por lo que requieren de correcciones significativas.
Doc1En la desaceleración de la Eurozona ha influido, en primer lugar, el agotamiento de los efectos positivos de la política monetaria expansiva iniciada en 2015 por el Banco Central Europeo. En segundo lugar, el fuerte crecimiento conseguido en 2017 ha podido provocar situaciones de restricciones de oferta (G. Davies, “The mystery of the eurozone slowdown”, FT, 16.4.2018). “La nuestra es una era de fragilidad política y económica. Pero igual de real es esa fragilidad” (M. Wolf, “The global economy recovery is real but fragile”, FT, 18.4.2018).
“El mayor riesgo para la economía mundial descansa en la posibilidad de una guerra comercial. Cerrar el déficit estadounidense es difícil de lograr con un dólar fuerte que estimula las importaciones. El peligro radica en que un crecimiento global más lento, combinado con los estímulos en marcha en Estados Unidos, exacerba la cuestión del déficit y el proteccionismo del presidente Trump. Ello llevaría a una desaceleración que exige se le preste atención “(The Economist, 25.5.2018).
En el momento actual de la economía española destacan, pues, problemas a corto y largo plazo. Entre los primeros está la importante subida del precio del petróleo, que ha alcanzado los 80 dólares/barril tras una etapa de restricción voluntaria de la oferta. Esto supondrá una importante detracción de renta de los hogares y empresas españolas. La postrada situación de los tipos de interés puede cambiar, no de forma abrupta pero si significativa, lo que tendrá una clara influencia negativa sobre una economía profundamente endeudada.
A largo plazo, faltan reformas en aspectos problemáticos de la economía española, como es el caso de la reducción de los todavía altos niveles de déficit presupuestario y la necesidad de efectuar importantes inversiones en sectores de futuro, como la educación, la integración de los jóvenes, y la transición ecológica (Raymond Torres, “Nubes en el horizonte económico”, El País de los Negocios, 20.5.2018). Una solución a medio y largo plazo del problema de las pensiones requiere de una actualización fiscal al alza.
El considerable ritmo de crecimiento alcanzado por la economía española no basta, pues, para eliminar numerosos problemas pendientes. El nuevo gobierno deberá asumir reformas que el anterior gobierno del Partido Popular no parecía inclinado a acometer.
El buen ritmo de crecimiento de la economía española en 2018 está llamado a atenuar su intensidad, como ya se advierte en algunos componentes, caso del consumo privado. Las reformas pendientes y los posibles “baches” en el crecimiento mundial y europeo requieren de un clima político en España que induzca nuevos apoyos y estímulos que ayuden al crecimiento. El nuevo gobierno formado el 7 de mayo deberá introducir cambios relevantes en el marco presente de la política económica, aun salvando la anunciada estabilidad presupuestaria.
Una versión de este artículo se publicó en la revista semanal digital El Siglo de Europa el 9 de junio de 2018
Lo problematico, a la luz del trabajo de Julio no es el contexto mundial, sino la posición de debilidad de la economía española en ese contexto. A pesar del crecimiento de éstos años, cuyo diferencial respecto a la eurozona parece tender a desaparecer, no ha bajado significativamente los riesgos del endeudamiento; ¿que va a pasar cuando el BCE se vea obligado, entre otros por la presión alemana, a reducir su política inflacionista (la inyección de dinero, no de precios)?
¿Cómo va a conseguir el mercado español los estímulos para cambiar su modelo de crecimiento cuando nuestro sistema fiscal es uno de los más raquíticos la eurozona?… O ¿De donde va a salir el impulso inversor, si ya la balanza exterior está cerca del déficit, el ladrillo improductivo es el componente principal de la FBCF, y el consumo de las familias el motor del crecimiento?… ¡Difícil lo tiene el equipo más técnico que político de economía de Sanchez!
Coincido con el comentario de Jose Candela. El contexto exterior importa, pues afecta de lleno a una economía que no cambia de modelo. Lo curioso es que coinciden nuevas promociones inmobiliarias con los restos de otras de hace unos 10 años que no pudieron venderse ni se terminaron en el auge precedente. Sin reforma fiscal no hay tampoco salida, por mas que se envuelva el discurso, pues anunciar que se van a subir los impuestos no es atractivo desde el punto de vista electoral. Y los mayores intereses de la deuda quitaran recursos precisos para hacer reformas y disminuir la desigualdad.