LOS DATOS ESTACIONALES MARCAN LA EVOLUCIÓN DEL TRIMESTRE, PERO LOS FUNDAMENTALES EN LOS QUE SE BASA LA EVOLUCIÓN DEL EMPLEO PARECE QUE SE MANTIENEN FIRMEMENTE
En línea con el tradicional movimiento estacional, se registra una caída del empleo en el primer trimestre:
Los datos de empleo de la EPA del primer trimestre muestran una caída de la ocupación de 92.500 personas.
Se trata de un dato que está en línea con los habituales de este trimestre y es incluso menor que su habitual tendencia estacional:
- Al menos en los últimos diez años, en este trimestre se han producido siempre caídas del empleo.
- Esas caídas fueron superiores a las registradas en 2025 en los siguientes años del último decenio: 2024 (-139.700), 2018 (-124.100), 2021 (-104.600) y 2019 (-93.400). Todos ellos en contextos de crecimientos económicos y del empleo.
- Así, aunque la variación trimestral ha sido de un -0,42%, una vez desestacionalizadas las cifras, el empleo muestra un crecimiento del 0,73%, lo que indica que la caída estacional ha sido en realidad inferior a la que se habría producido de haber seguido la tendencia de la serie histórica.
En términos interanuales, el empleo crece en algo más de medio millón de personas (+515.400) respecto al mismo trimestre de 2024, y la tasa de variación asciende al 2,4 por ciento, mostrando que por el momento mantiene una gran fortaleza.
Toda la reducción del empleo registrada en el trimestre es masculina (-94.100 hombres), en tanto que el empleo femenino crece ligeramente (+1.600 mujeres). Y esa aminoración del empleo corresponde en su totalidad al empleo público (-92.200), mientras que el sector privado apenas ha variado (-300 personas).
La caída trimestral del empleo se concentra en las actividades terciarias y, en mucha menor medida en las industriales, mientras se mantiene en la Construcción y crece en el sector primario. Todo ello en línea con las evoluciones estacionales típicas del primer trimestre del año.
Asimismo, el movimiento estacional del empleo se refleja en la concentración de la reducción del empleo asalariado en las personas con contrato temporal (-80.200), frente a prácticamente el mantenimiento del volumen de empleo de las personas asalariadas con contrato indefinido (-9.800). El conjunto del empleo por cuenta ajena se ha mantenido prácticamente estable (+1.400 personas), aunque el número de personas con trabajo independiente y sin asalariados ha crecido en 59.100 en este trimestre.
Finalmente, las pérdidas de empleo se concentran en el tiempo completo (-109.400), la mayoría hombres, frente a un ligero aumento del tiempo parcial (+16.900), algo mayor entre las mujeres.
Desde el punto de vista geográfico, las mayores pérdidas trimestrales de empleo las registran Baleares, la Comunidad Valenciana y Andalucía. En sentido contrario, se mantiene el dinamismo del incremento interanual del empleo especialmente en cinco CCAA que mantienen tasas de crecimiento superiores al tres por ciento: Asturias (+6 por ciento), La Rioja (+3,8 por ciento), Castilla-La Mancha (+3,6 por ciento), y Madrid y Castilla-León (+3,2 por ciento).
Es preciso resaltar, no obstante, que las variaciones trimestrales en la composición del empleo no cambian sus tendencias y características estructurales. Así, en términos anuales:
- El crecimiento del empleo se concentra completamente en el sector privado de la economía (+3,2 por ciento interanual), y se reduce el empleo en el sector público (-1,5 por ciento y 52.000 personas ocupadas menos).
- Se mantiene el fuerte crecimiento del empleo asalariado, aunque en términos relativos el empleo por cuenta propia aumenta tanto como el anterior.
- Se incrementa de forma notable el empleo asalariado con contrato indefinido, mientras que continúa reduciéndose el correspondiente a los contratos temporales.
- En volumen continúa el crecimiento del empleo a tiempo completo, tanto entre los hombres como entre las mujeres. Pero, también se registra un aumento del empleo a tiempo parcial, especialmente elevado en término relativos y claramente feminizado (su tasa de crecimiento anual es del 6,1 por ciento).
Igualmente en coherencia con el movimiento estacional del empleo, y con la evolución de la población activa, el desempleo aumenta en 194.000 personas en el trimestre:
Esa evolución es resultado de un crecimiento importante de la población activa (unas cien mil personas más), y de la mencionada caída estacional del empleo en el trimestre (algo más de noventa y dos mil).
Con ello, la tasa de paro se ha elevado en 0,8 puntos porcentuales en este primer trimestre, hasta el 11,4%) rebajando de forma notable las reducciones de los trimestres anteriores. Por lo que la tasa de paro se ha reducido en los últimos doce meses algo por debajo de un punto porcentual (0,9 décimas).
El paro de las personas que buscan su primer empleo continúa siendo bastante bajo, poco más de 260.000 personas, a pesar del leve incremento trimestral.
Al contrario del paro de larga duración, desempleo estructural (todas las personas que llevan buscando empleo durante un periodo de tiempo superior –a menudo muy superior- a un año), que se mantiene en una cifra del entorno de un millón de personas, y registra un proceso muy lento de reducción anual (-58.400).
Por otro lado, se mantiene la elevada dualidad geográfica del desempleo que caracteriza de forma creciente nuestro mercado de trabajo. Diez CCAA están por debajo del promedio nacional (tasa de paro del 11,4 por ciento), todas ellas por debajo del diez por ciento y tres incluso por debajo del ocho por ciento. En el lado opuesto, siete se encuentran bastante por encima de la media nacional, y cinco de ellas superan el trece por ciento.
El mercado de trabajo español está registrando ya importantes movimientos en la estructura de población:
Las variaciones de la población en edad de trabajar (medida por los mayores de 16 años) han alcanzado un crecimiento de casi seiscientas mil personas en los últimos cuatro trimestres.
Sin embargo, la población en edad de trabajar menor de 65 años ha registrado un aumento bastante inferior: 340.000 personas.
Lo que pone de manifiesto que, una parte considerable del crecimiento de la población en edad de trabajar mayor de 16 años, 255.000, han superado los 64 años.
En conclusión:
Se mantiene la favorable evolución del empleo en España, más allá de sus movimientos estacionales, basada en la fortaleza de sus fundamentales. Sin que estos muestren, por el momento, señales de debilitamiento a pesar del aumento de las incertidumbres derivadas de los acontecimientos que se están produciendo en el ámbito internacional, particularmente los efectos derivados de las medidas –aún pendientes de su definitiva materialización- que parece adoptar la nueva Administración estadounidense.
En este sentido, será preciso esperar a ver en qué medida se consolidan total o parcialmente las medidas arancelarias anunciadas, y a ver también los efectos directos e indirectos de las mismas, las reacciones de la política monetaria americana, y las que puedan adoptarse por parte de la Unión Europea, de China y de otros socios comerciales tradicionales de los Estados Unidos. Los complejos efectos conjuntos de todo ello (tanto macroeconómicos como sobre determinadas actividades sectoriales y empresas) no pueden anticiparse, de forma que podrán ser analizados a medida que se vea la naturaleza y dimensión de esas medidas y de sus efectos.
A su vez, hasta próximos trimestres no podremos comprobar la incertidumbre derivada de todo ello y sus repercusiones económica y sobre el empleo.
Por otro lado, y a expensas de lo anterior, la evolución de la economía española y del empleo debería recuperar en los próximos trimestres sus máximos de actividad estacional, lo que permitiría registrar de nuevo fuertes incrementos del empleo en la línea de los últimos años.
Por último, los datos de la EPA ponen de manifiesto cada trimestre que el éxito en el funcionamiento de las últimas reformas debería ir acompañado de un proceso que complementara estas con el fin de resolver las cuestiones que quedaron pendientes.
En especial, el mantenimiento de niveles de inestabilidad que deberían ser aún más bajos si se reformaran algunas partes de los sistemas de despidos, que están reduciendo la estabilidad de los contratos indefinidos. Así como la reducción de los elevados porcentajes de empleo de baja intensidad laboral, como los de tiempo parcial y las modalidades de fijos discontinuos, causantes de importantes grados de pobreza salarial y de discriminaciones sobre las mujeres. Igualmente, la necesidad de reducir las tasas de paro estructurales (larga duración) con la aplicación de un funcionamiento eficaz de las Políticas Activas de Empleo, en especial en los territorios donde las tasas de paro son más elevadas.