Julio Rodríguez López, vocal del C.S. de Estadística, es miembro de Economistas Frente a la Crisis EFC
Las dos últimas semanas de enero de 2015 han sido trascendentes para la Eurozona, la deprimida Unión Monetaria que incluye a 19 de los estados miembros de la Unión Europea. La puesta en marcha de una medida de fuerte aportación de liquidez por parte del Banco Central Europeo (BCE) y los resultados de las elecciones generales en Grecia fueron dos importantes sacudidas en la evolución de dicha área económica.
La dinámica de algunos indicadores económicos conminaba a que actuase de una vez el BCE. Primero fue la tasa interanual de inflación de la Eurozona del –0,2% en 2014. El 20 de enero se publicaron las previsiones actualizadas del Fondo Monetario Internacional, según las cuales en 2015 la Eurozona va a crecer solo un 1,2% (0,8% en 2014), en claro contraste con el 3,6% previsto para Estados Unidos. Las previsiones de invierno de la Comisión Europea han sido ligeramente más optimistas (1,3% es la previsión de crecimiento), influidas por la medida anunciada del BCE y por la puesta en marcha del Plan Juncker de inversiones.
El consejo del BCE de 22 de enero aprobó por mayoría la adopción de una importante inyección de liquidez (“quantitative easing”) a la economía de la Eurozona desde dicha entidad. La cuantía de tal inyección será de 1,1 billones de euros, a un ritmo de 60.000 millones mensuales entre marzo de 2015 y septiembre de 2016. Estos se repartirán entre 45.000 millones de deuda pública, de plazos entre 2 y 30 años. Los 15.000 restantes se destinarán a comprar bonos de entidades financieras y obligaciones respaldadas por activos reales (ABS). Se trata, pues, de realizar durante año y medio compras mensuales de un combinado de deuda pública y privada, sustituyendo tales títulos por liquidez en los balances bancarios
En la presentación de la operación citada el BCE ha ligado la inyección de liquidez a la evolución de la tasa de inflación en la Eurozona. El BCE pretende que esta última se aproxime al 2% anual, sin fijar un objetivo cuantitativo específico, sino una senda de inflación. Dicha medida podrá interrumpirse, a juicio del BCE, si el ritmo de inflación se aproxima a la citada tasa anual del 2%, incluso si dicha evolución tuviese lugar antes de la fecha prevista para finalizar la aportación de liquidez.
El programa permitirá comprar menos del 10% del stock de deuda europea “viva”. El 92% de las compras permanecerá en los balances nacionales (W. Munchau, “Draghi’ QE is an imperfect compromise for the eurozone”, FT, 25.1.2015), esto es, en los respectivos bancos centrales integrantes del BCE. Las compras de deuda se harán en los mercados secundarios. El balance del BCE crecerá casi un 40% tras la operación, que podría prolongarse de persistir una tasa de inflación lejana al objetivo citado. El simple anuncio de la medida ya ha provocado nuevos descensos en los tipos de interés y ha aumentado la volatilidad de los mercados.
Otros bancos centrales han realizado, antes que el BCE, importantes aportaciones de liquidez, caso de la Reserva Federal de Estados Unidos, del Banco de Inglaterra y, sobre todo, del Banco de Japón. Este último ha llegado a cuadruplicar la dimensión de su balance como consecuencia de tales actuaciones. De los resultados obtenidos se deduce que se trata de una medicina con efectos positivos, pero también con “daños colaterales”.
La actuación del BCE aquí analizada sucede a otros cambios acaecidos en la evolución de la Eurozona. Tras 2008 hubo ajustes importantes en los bancos europeos y en la regulación bancaria, Además, han descendido los tipos de interés de la deuda pública y en algunos países se han adoptado importantes reformas de las denominadas “estructurales”, entre los que destaca España. A esto se añaden los descensos sufridos desde fines de 2014 en los precios del petróleo y la importante devaluación del euro, favorecida por el anuncio de la actuación expansiva del BCE.
Con la inyección de liquidez se pretende sobre todo favorecer la recuperación de la inversión productiva, vía bajos tipos de interés y mayor disponibilidad crediticia. También se aspira a atacar la deflación y fortalecer el precio de los activos. El BCE no tiene en este caso un margen ilimitado de maniobra como lo tenía Draghi en el verano de 2012. Los objetivos macroeconómicos perseguidos no son fáciles de lograr y la actuación puesta en marcha está lejos de ser una medida perfecta (Mohamed El Erian, “The ECB can only buy time for Europe´politicians”, FT, 22.1.2015).
La inyección de liquidez anunciada se va a llevar a cabo con todas las reticencias imaginables por parte de Alemania. La canciller Merkel no ha ocultado su antipatía por la implantación de una medida de claro estímulo de la demanda, lejos del habitual arsenal alemán de instrumentos de política económica. No sería de extrañar que Alemania exigiese ahora una política fiscal más restrictiva para contrarrestar el empuje de la actuación del BCE.
La mayor liquidez bancaria puede ayudar a la demanda pero también puede producir los daños colaterales significativos antes citados. Ejemplos de lo anterior es que se harán crónicos los bajos tipos de interés, y habrá nuevos aumentos en los precios de los activos, en especial en los cotizados en bolsa y en los inmobiliarios. En este contexto no es de extrañar que el BBVA saque del armario la ya vieja conocida “Operación Chamartín”, para construir y vender en una zona céntrica de Madrid 17.000 viviendas, objetivo camuflado tras las supuestas mejorías de las infraestructuras de esa zona de Madrid.
Pocos días después del anuncio de la aportación de liquidez del BCE sucedió el triunfo electoral en Grecia de Syriza, un partido más radical que el casi hundido Pasok, con cierta experiencia de gobiernos locales. Syriza hizo bandera en la campaña electoral de la renegociación de la deuda de dicho país, al que pretende mantener en el euro. Al nuevo gobierno, que es una coalición del partido ganador con otro de derecha crítico con las medidas hasta hora impuestas a Grecia, se le ha recibido con escasas simpatías en la Unión Europea y FMI.
El presidente del Eurogrupo, el ministro socialista holandés de Finanzas, Dijsselbloen, advirtió primero contra una petición de cancelación de parte de la deuda y descartó la celebración de una conferencia internacional sobre la cuestión de la deuda. Francia e Italia asumieron una posición más posibilista, proclive a una solución pragmática. Pero el “puñetazo sobre la mesa” lo dio el BCE, que el miércoles 4 de febrero decidió restringir el acceso de los bancos griegos a la liquidez barata, que hasta ahora se instrumentaba a través de las denominadas “operaciones de mercado abierto”, en las que el tipo de interés cobrado por el BCE es solo del 0,05%.
La interrupción de dicha línea se iniciará después del lunes 11 de febrero. A partir de esta fecha los bancos griegos podrán obtener liquidez del Banco de Grecia, a través de una línea alternativa, denominada “Asistencia de Liquidez de Emergencia”, a un tipo de interés del 1,5%. El mensaje es claro: “el gobierno de Syriza debe de repensar su amenaza de abandonar el rescate internacional cuando este venza el 28 de febrero y establecer un nuevo acuerdo con los ministros de finanzas del Eurogrupo lo más pronto posible. Si no lo hace así la suerte del sistema bancario griego y la pertenencia de dicho país al euro depende de sus balances” (Claire Jones, “Q&A: The ECB´warning shot to Greece”, FT, 5.2.2015).
El BCE, verdadero poder real dentro de la Eurozona, ha reaccionado con severidad a las propuestas del nuevo gobierno griego. Se trata ahora de negociar, puesto que el BCE no ha cortado del todo la liquidez, para frenar el deterioro social de Grecia, y sobre todo de impedir el fracaso diplomático y económico que supondría la salida de dicho país del euro, que afectaría de forma decisiva al futuro de la propia Eurozona
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Una versión de este artículo se publicó en la revista semanal “El Siglo de Europa” de 2 de febrero de 2015
Pues, en lo que a mi concierne y aun a riesgo de que en este docto foro me llamen ignorante, hago público mi deseo de que el gobierno griego se niegue en redondo a aplicar cualquier nuevo recorte de su gasto público.
Y, a la vez, confío en que «de verdad» emprenda reformas encaminadas a hacer tributar a quienes hasta ahora no lo han hecho, y examine con lupa compromisos improductivos, como el gasto militar y el sostenimiento de un sistema bancario que fundamentalemente sirve para sostener la credibilidad del de otros paises (Y saquear importantes recursos que se podrían dedicar a la economía social o productiva.
Y si Alemania y el resto de los países quieren, que sean ellos quienes empujen la primera ficha del dominó europeo expulsando a Grecia y terminando de arrasar su economía.
Quizá con un poco de suerte no pase nada; Pero muy probablemente no empeorará demasiado la situación de una población que ha tenido en algunos casos que quemar sus muebles para calentar sus viviendas.
Y quiero hacer notar que no entro a valorar la vergüenza que debieran darnos a todos las situaciones que la irresponsabilidad y avaricia de unos y la connivencia de otros han permitido.
Saludos.
Pedro González, opino lo mismo que tú y continúo echando en falta la JUSTICIA EUROPEA, que han tapado a todos los LADRONES de todos los países con políticos corruptos asociados con grandes empresas. Con la DEUDA y LOS RECORTES nos han «atontado», así nos preocupamos más de si nos van a echar del trabajo, si mi negocio aguantará, si me bajan el sueldo ¿cómo pago la hipoteca?, etc., lo han hecho muy pero que muy bien.