En las portadas de los periódicos, en las radios, en la televisión, se habla de la guerra de Gaza y de la guerra de Ucrania. Pero ¿es una guerra lo que ocurre en Gaza? ¿Dónde están los tanques, los aviones, los misiles de los gazaties?
Los blindados israelíes apenas encuentran algunos milicianos armados de escopetas y sus aviones descargan centenares de toneladas de bombas sobre viviendas, escuelas y hospitales. No, no es una guerra: es una desmesurada venganza por el injustificable, y por todos condenado, ataque de Hamás.
La imagen de la infamia es ese brazo levantado del representante de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir con su veto que se produzca un alto al fuego, que cese la masacre de civiles indefensos. Ese mismo brazo es el que, con armas y propaganda, ha convencido a los ucranianos de que podían ganar la guerra y llevado a su líder, un actor encarnando a Churchill, a lanzar ofensivas en vez de, una vez demostrado que el país podía resistir, negociar a toda costa y en buenas condiciones. Hoy, los ucranianos se encuentran diezmados, aislados y con nieve hasta el cuello.
Putin y Netanyahu llevan toda la responsabilidad, en cada caso. Pero ante el primero se monta una verdadera guerra y frente al segundo nos invaden las dudas, los distingos y al final se quedan solos los gazaties bajo las bombas.
En estos tiempos, la ultraderecha apoya sin fisuras al Estado de Israel y se manifiesta en contra del antisemitismo. ¿No será que, en realidad, ese antisemitismo sigue vigente, ahora contra otros, también semitas, los palestinos?
Mientras no recuperemos los nombres de las cosas seguiremos sin distinguir entre antisemitismo y antisionismo. Este último está en contra de un estado totalitario fundamentalista religioso. O sea, en lo que se ha convertido Israel. Igual que jamás: totalitario fundamentalista religioso creación de Israel. Imposible star en contra de los semitas, que están en los dos bandos y muriendo por decenas de miles. ¿Cuando considerará Netanyahu que ha acabado con Hanas? No podrá hacerlo sin acabar con TODOS los palestinos.