La coartada demográfica

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Reseña de libro: Icaria editorial, Barcelona, octubre de 2023[1]

Andreu Domingo (ed)

Situar este libro en el seno de la producción demográfica en España es tarea fácil: se aparta de la inmensa mayoría de los libros u artículos publicados en este país que saldrían de una búsqueda bibliográfica con las palabras demografía, población o alguna relacionada. Rompe con un discurso que instrumentaliza la demografía para fines ideológicos, a la vez que lo desmenuza con precisión y vehemencia.

En palabras de Andreu Domingo, en su prólogo, este libro quiere “dar cuenta de la formación, de los orígenes y de la instrumentalización política de un relato demográfico en España hecho a espaldas de los profesionales de la demografía, con la complicidad necesaria de los medios de comunicación”.

En materia de discurso ideológico, destaca, en particular, la pervivencia del natalismo. Este viejo conocido impregna proclamas y políticas que cuestionan y condenan toda evolución de las familias que las aparte de su vocación reproductora. Se culpabiliza al feminismo, tratándolo de “ideología de género”, siempre considerada radical, también a la diversidad sexual, por ser antinatural. Y en el horizonte, la catástrofe, la extinción de la nación. Este alarmismo, histriónico y agresivo (por ejemplo, cuando intentan impedir el reconocido derecho a la interrupción voluntaria del embarazo), se contrapone a una realidad demográfica en la que no se cumplen sus siniestros vaticinios. La población española sigue creciendo y el incremento de personas mayores no ha hecho quebrar el sistema de pensiones. Más bien ha llenado los lugares de vacaciones de nuevos turistas de temporada baja, en viajes organizados por el IMSERSO, para contento de la industria hotelera y de los propios interesados. Los mayores también ayudan a que las madres que trabajan puedan respirar un poco y no sientan a todas horas la espada de Damocles de lo imprevisto.  Julio Pérez trata en este libro, con extenso conocimiento, de esta modalidad de abuso demográfico.

El discurso regresivo se expresa preferentemente mediante metáforas que no buscan, con apoyo científico, aclarar incertidumbres, sino fomentar la inquietud en los espíritus. “Suicidio demográfico”, “Invierno o Infierno demográfico” son expresiones que apuntan a un porvenir de expiación por pecados actuales.

Sobre estas bases se construyen los discursos anti-género y anti inmigratorios de los partidos de ultraderecha (Vox en España) como analizan, de forma muy documentada, Ana María Aragón-Morales y Antonia María Ruiz-Jiménez. Los voceros, alertan del peligro de extinción de la nación, desangrada por la baja natalidad, consecuencia de la crisis de valores que afecta a la familia, de la que acusan a la ideología de género y a las élites supranacionales. La solución, para ellos, reside en el fomento de la natalidad y la protección de las mujeres que acepten y ejerzan su papel de madre. Resurgen, en estos discursos, el control de la sexualidad y la prohibición del aborto, inscritos en el régimen demográfico antiguo, como medios de encauzar y mantener a la familia en la senda de la reproducción. La misma preocupación por las esencias nacionales lleva a Vox a condenar y hasta a criminalizar la inmigración, conscientes de que los vacíos tienden a llenarse. No hay que minusvalorar el peligro de involución democrática que entrañan estas críticas y propuestas, y así lo señalan las autoras. Pero, en mi opinión, hay que ver en ellas la manifestación del desconcierto de una parte de la sociedad frente a la extensión de las libertades que contradicen los valores en que fue educada por el nacional catolicismo español. Podría tratarse de un efecto generacional si el reducto de nostálgicos no se renovara gracias a la todavía aplastante presencia de la iglesia católica, a los nocivos efectos económicos de la mundialización y a la utilización política de esos miedos por partidos como Vox y el PP, partido, este último, al que suponíamos mayor sensatez. En Europa, toda la derecha tiende a hacer suyo este discurso, a la vez que el realismo económico favorece la llegada de inmigrantes. Un barril de pólvora.

Todo este entramado de bulos, falacias, mitos y alarmismo, al servicio de intereses políticos y financieros, ha encontrado su expresión en el lenguaje demográfico, que no en la demografía. Cora Cuenca y Juan Manuel García-González dan cuenta, en su capítulo, de cómo los medios de comunicación manipulan con frecuencia la información relativa a los hechos de población, mediante el abuso de un lenguaje alarmista y el recurso a “expertos” que, en su gran mayoría, no son demógrafos y, a menudo, solo representan a grupos de presión.  Para ello analizan la información demográfica en cuatro diarios de gran difusión que cubren el espectro del conservadurismo al progresismo y comprueban el impacto que tiene su posicionamiento ideológico en la manera de informar sobre hechos demográficos.

No es de extrañar, por tanto, que la opinión pública comparta, en abrumadora proporción, los miedos y la alarma a propósito de la escasa natalidad y del envejecimiento. En el capítulo que trata de esta cuestión, redactado por Antía Domínguez-Rodríguez y Antía Pérez-Caramés, se señala un dato curioso: como persiste, entre los estudiantes de sociología de la Universidad de La Coruña, la creencia de que el planeta está demasiado poblado. La vigencia, entre universitarios, de este miedo antiguo, que creíamos sustituido por el temor al envejecimiento y a la decadencia, podría ser un efecto perverso de la mayor preocupación por el medio ambiente, efecto alentado sin duda por los mismos intereses que instrumentan la demografía.

La evolución de las opiniones sobre demografía, en este contexto, es tratada en profundidad en un capítulo a cargo de Jordi Bayona-i-Carrasco, mediante la explotación de encuestas del CIS.

Como se ve, hay, en este libro, una extensa y documentada parte que analiza y denuncia el discurso que se presenta como demográfico y solo es ideología, no apoyado en datos contrastados, ni elaborado por profesionales de la demografía. Pero va más allá, en la medida en que aborda otra faceta de la manipulación: las justificaciones demográficas de diagnósticos y políticas que persiguen intereses particulares, en detrimento del bien común. El ejemplo más claro es el caso de las pensiones: Pau Miret demuestra, con datos, que es una falacia culpar al envejecimiento de supuestos problemas de nuestro sistema de pensiones[2]. Otro ejemplo es el capítulo sobre la despoblación de la España rural, en el que Joaquín Recaño, demógrafo y geógrafo, se propone, y consigue, desmontar y corregir, con base estadística, los tópicos, estereotipos y errores conceptuales que pueblan el vacío de esa España inventada.

Es un libro denso. Denso y sugerente. Así que no puedo evitar referirme a mi propia experiencia lectora y a como me ha llevado a resituarme en los inicios de mi recorrido intelectual y demográfico. En los tiempos lejanos (muy lejanos) cuando, joven profesor de nuestra materia en la Universidad de Montreal, junto con otros, analizábamos las circunstancias históricas del surgimiento de una disciplina que trataba de la dinámica y los condicionantes de la reproducción de la especie, mediatizada, en ese momento histórico, por el objetivo de reproducir la fuerza de trabajo. Entendíamos entonces que el concepto de población (que no coincidía con la antigua problemática del número de personas) solo pudo surgir cuando la implantación del capitalismo condujo a separar la reproducción de la producción (el rasgo más distintivo de este sistema, según Poulantzas).  Nace entonces un conjunto de “hombres libres” cuyo único y obligado vínculo con el ámbito productivo era el empleo y el salario, o sea la venta de su fuerza de trabajo. Anteriormente, la producción y la reproducción coincidían en las unidades elementales que eran las explotaciones domésticas (agrícolas, ganaderas o artesanas) y las formas de la regulación demográfica eran muy distintas a las que aparecerían con el capitalismo, con cuya implantación, el marco de la reproducción pasa a ser el Estado-Nación, marco también de la actividad productiva. Entre los cambios aparece la demografía, en su doble naturaleza: científica (como saber requerido por la nueva forma de regulación) y política (como conjunto de medios para asegurarla). Una biopolítica en permanente evolución.

En los inicios, surgieron resistencias a este ensanchamiento del ámbito de referencia y disfuncionalidades, pero a la vez que se unificaba el territorio, en lo político, en lo administrativo y en las comunicaciones, se desarrolló un corpus ideológico basado en el patriotismo, el nacionalismo y la exaltación de la familia como célula básica del estado-nación, que sustentaba el nuevo y duradero modelo de reproducción demográfica. Como sabemos, las mujeres fueron víctimas de un “Gran encierro”, condenadas a las tareas domésticas y a la crianza de la prole, en una separación de roles que ha persistido en la práctica hasta no hace mucho (Parsons la teorizaba en los años cincuenta del siglo pasado) y persiste todavía en muchas mentalidades. Este modelo, que podía ser racional en los tiempos de bajos rendimientos productivos y reproductivos, ha sido prácticamente abolido, gracias a la lucha de las mujeres, y a que es incompatible con un régimen demográfico eficiente, que ha eliminado la necesidad de producir niños destinados a una muerte precoz. Tras la “Gran liberación” protagonizada por las mujeres, todavía en curso, nada, o poco, ha venido a sustituir el trabajo oculto de las “amas de casa”.

Si la demografía se encuadró en el Estado Nación en la larga primera fase del capitalismo, y generó un discurso ideológico adaptado, el paso a la mundialización del capitalismo financiero exige un nuevo ensanchamiento del marco de la reproducción. Por eso, la persistencia de la referencia al estado como ámbito de la reproducción y la ideología que lo acompaña, que tan bien se analiza y se denuncia en este libro, suponen hoy una importante contradicción de este nuevo capitalismo.

Este ha sido el prisma bajo el que he leído este magnífico libro. Su lectura me ha enseñado mucho, me ha provocado alguna indignación y me ha hecho pensar. Os la recomiendo.

[1] Esta reseña va a ser publicada en el próximo número de 2024 de la Revista de Demografía Histórica – Journal of Iberoamerican Population. Agradezco a los editores la autorización de insertarla en este Blog.

[2] Sobre este tema han aparecido numerosos artículos en este mismo Blog.

About Juan Antonio Fernández Cordón

Juan Antonio Fernández Cordón es Doctor en Ciencias Económicas y Experto-Demógrafo por la Universidad de París. Ha sido Profesor de las Universidades de Argel y de Montreal e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que fue Director del Instituto de Demografía. Ha ejercido también como Director de Estudios y Estadísticas del Ayuntamiento de Madrid y Director del Instituto de Estadística de la Junta de Andalucía. Ha sido miembro, como experto independiente del Grupo de Expertos sobre demografía y familia de la Comisión Europea y miembro del Consejo Científico del Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia. Miembro de Economistas Frente a la Crisis

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