Los distritos económicos han sido objeto de múltiples análisis por parte de los científicos sociales. Ya el gran economista neo-clásico Alfred Marshall, a principios del siglo XX, hablaba de distritos industriales en los que se generaba una atmósfera de colaboración y un avance del crecimiento económico. La novedad importante de Marshall es que esto no lo vinculaba, necesariamente, a las grandes empresas: las firmas más modestas tenían cabida y protagonismo. Esto no era trivial, en plena Segunda Revolución Industrial y con elevada concentración del capital. El concepto, olvidado, renació en los años 1960 y 1970 de la mano de los economistas regionales italianos, liderados por el profesor toscano Giacomo Beccatini, con discípulos en diferentes zonas de la Italia que estaba padeciendo un proceso severo de desindustrialización. La idea se difundió, con programas de investigación y transferencia de conocimiento, en diferentes lugares del mundo: Alemania, Estados Unidos, España, entre otros. Michael Porter acuñó poco más tarde el concepto de clúster aplicado de forma directa al mundo empresarial, con la idea central de colaboraciones empáticas entre las administraciones, las empresas y las instituciones de investigación y universidades. Las tesis de los economistas citados tienen una particularidad, nada negligente: se edifican sobre la realidad de la economía aplicada.
Para España, los estudios de distritos y clústers de Cataluña, País Vasco, Madrid y Baleares, entre otros, son representativos. El caso del País Vasco es tal vez el mejor exponente de la conexión de esa triple hélice (administración, empresa, conocimiento). No es humo, ni modelización de laboratorio. Es decir, no se trata de soflamas teóricas sin contrastes empíricos, toda vez que los estudios de caso son ya muy abundantes, con confirmaciones y matices a las aportaciones iniciadas por los progenitores de la idea. Si el modelo marshalliano y beccatiniano se centraba en el enraizamiento en un territorio concreto (sobre todo esto ya escribimos, junto a Julio Rodríguez, en otra entrada), en la visión porteriana la actividad se descentralizaba, de manera que los clústers superaban las fronteras. Los retos de la economía actual (desarrollo demográfico y envejecimiento de la población, digitalización, cambio climático, nuevos liderazgos) están obligando a los científicos sociales a repensar esa relación entre agentes económicos, administraciones, ciencia y territorio. En eso estamos con los distritos innovadores.
En este sentido, nos adentramos en un importante desafío para las ciencias sociales y los policy makers. El ingeniero y economista Miquel Barceló Roca, experto de larga trayectoria y con dilatada experiencia de gestión, acaba de publicar un libro importante: Innocities (Barcelona 2020. Véase la bibliografía referencial al final de este texto, que ha servido para sintetizar ideas básicas; en tal sentido, seguimos la visión de estos autores y la guía de las investigaciones de Barceló Roca). Aquí se recogen experiencias y argumentos a favor de lo que el autor califica como Distrito Innovador, con una característica central: su relación directa, simbiótica, con la ciudad, con el entorno urbano. En efecto, la transformación digital y la globalización impulsan un nuevo modelo de ciudad, con la valoración del talento, la interrelación entre actividades productivas y la aceleración de tiempo y procesos. Se explicitan cinco subsistemas en estos distritos innovadores (y los cito casi textualmente):
- el urbanístico, que define los espacios;
- la estrategia económica, adaptada a las características de cada ciudad y territorio;
- el sistema tecnológico y de conocimiento;
- el social, el entramado poblacional en el que se asienta y con el que debe interactuar y retroalimentarse;
- y la gobernanza propia, que conecta a cada subsistema y lidera las acciones de cada ámbito. Además, hace de nexo de unión entre los organismos públicos y privados, así como con la ciudadanía.
El ecosistema que se genera en los Distritos Innovadores es capaz de atraer talento, que se convierte al mismo tiempo en el principal reclamo para inversiones de alto valor añadido. Funciona, por tanto, como un auténtico hub del talento y una fuente de riqueza. ¿Una utopía? En absoluto. Barceló Roca pilotó, de hecho, la formación del distrito 22@, que surgió en 2000 en el Poblenou, antiguo epicentro industrial de Barcelona. Entre sus objetivos: mantener el carácter productivo propio del barrio, la creación de conocimiento, el desarrollo de la innovación y crear un nuevo modelo de ciudad. Se creó así el primer gran Distrito Innovador, un modelo que ha sido estudiado en todo el mundo, que se ha podido desarrollar y adaptar a las diferentes ciudades que han apostado por él: East London Tech City (Reino Unido), HafenCity (Hamburgo, Alemania), StartHub Boston (Estados Unidos), Digital Media City (Seúl, Corea del Sur) o el Skolkovo Innovation Center (Moscú, Rusia). El 22@ ha acogido más de 500 empresas cada año, un tercio dedicadas al conocimiento y la tecnología. Todo integrado en la ciudad, ya que conviven de forma natural con los vecinos, las universidades y nuevos espacios verdes, que han crecido hasta los 114.000 m2. El 2021 es muy importante para el 22@: se impulsará con un nuevo plan que integrará otros casi 10.000 m2 más y se prevé la creación de 90.000 nuevos puestos de trabajo a lo largo de esta década.
El enmarque general es claro. La expansión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y la Globalización han acelerado el crecimiento económico a nivel mundial, con el liderazgo de una cuantas metrópolis, que forman una potente red de ciudades que protagonizan esa transformación. El binomio globalización-tecnología comporta un aumento de la complejidad del actual sistema económico, lo que obliga a nuevos enfoques y modelos de desarrollo económico y social. La tecnología está transformando la economía. Ahora bien, como indica Barceló Roca, muchas de las políticas económicas actuales se llevan a cabo sin una comprensión del cambio tecnológico. La economía se está desarrollando a través de diversas teorías y disciplinas y, paralelamente, la tecnología evoluciona desde los semiconductores y sus aplicaciones, que transforman la economía global. Sin embargo, tenemos dificultades en establecer un puente entre ambas. En el fondo de los procesos de cambio económico, desde la primera revolución industrial hasta la actual revolución del conocimiento, observamos que, por razones que aún no entendemos del todo, de repente una determinada variable comienza a crecer más de lo normal. En la economía global se ponen de manifiesto procesos exponenciales, que podemos enmarcar dentro del concepto de «economía exponencial», que está estrechamente relacionada con la economía basada en el conocimiento y con la globalización. En realidad, la primera es el resultado del desarrollo de las dos últimas. Incluye aquellas partes de la economía que evolucionan con unas tasas de crecimiento exponencial, como los ordenadores, las telecomunicaciones, la biotecnología o los servicios digitales, entre otros.
El nuevo modelo de movilidad, las redes eléctricas y la necesidad de espacios amplios fuera de la ciudad, conllevan un nuevo planeamiento urbanístico basado en la zonificación. Es la ciudad extensa, la especialización de cada territorio, la distancia entre el centro de trabajo y barrio o urbanización donde habitan los trabajadores de las zonas industriales. El centro de esta nueva ciudad es el espacio de los servicios que se desplazan cada día, desde las zonas residenciales, los trabajadores de cuello blanco que llenan las oficinas de los centros urbanos. Unos y otros viven fuera de la ciudad. Con la nueva revolución basada en el conocimiento y en las nuevas TIC, ¿cuál será el modelo urbanístico más adecuado a la lógica del nuevo sistema productivo? Hoy ya podemos afirmar –afirma Barceló Roca– que el espacio de actividad económica dominante del siglo XXI, de la nueva ciudad creativa e innovadora, es y será el Distrito Innovador.
Entonces, se deberá tener en cuenta la ciudad como laboratorio vivo del desarrollo tecnológico urbano. El distrito deberá ser el distrito urbano donde la ciudad experimenta con proyectos piloto innovadores del fenómeno urbano –siguiendo la idea de R. Sennet– desde nuevos modelos de movilidad, hasta aplicaciones y servicios para la ciudadanía, pasando por iniciativas de conexión con el sistema educativo de la ciudad, entre otras propuestas. La nueva ciudad debería ser un agente activo de la Transición Energética. Uno de los mayores retos de las nuevas ciudades es el cambio climático y estos nuevos distritos no pueden quedar al margen de los procesos de cambio necesarios: la aplicación de energías renovables, el ahorro y la eficiencia energética en el diseño, construcción y gestión de los edificios y en modelos de movilidad basados en el vehículo eléctrico, entre otros factores.
Este bagaje de economía teórica y, lo que resulta más relevante, aplicada a realidades concretas, es el que se plantean, ahora mismo, diferentes espacios urbanos en Europa (como antaño acaeció con los distritos industriales y los clústers): uno de ellos, el levante urbano de la ciudad de Palma de Mallorca, una área muy degradada, manufacturera e industrial en sus orígenes, con un planteamiento ya muy avanzado de reestructuración y que se encuentra en proceso de debate. Administraciones locales, importantes empresas y universidad intervienen en este proyecto estratégico, que aguarda también posibles aportaciones europeas. Y que prefigura otra pauta de crecimiento económico. Porque a parte de los grandes temas macroeconómicos, absolutamente cruciales, es relevante adentrarse en los vericuetos de las economías regionales, como laboratorios solventes del análisis económico, a partir de investigaciones sólidas, y con resultados que puedan ser, si procede, extrapolables para mejorar otras experiencias similares.
Bibliografía introductoria a tener en cuenta
Barceló, M. (2020), Innocities, urbanismo, economía, tecnología y cambio social, Amazon.
David Peter Stroh, Systems Thinking for social change, Chelsea Green Publishing, 2015
Florida, R. (2002), The rise of the creative class, Ingram Pub.
Glaeser, E. (2011), El triunfo de las ciudades, Taurus, Madrid.
Ismail, S. (2016), Organizaciones exponenciales, Bubok Publishing.
Jacobs, J. (2011), Muerte y vida de las grandes ciudades, Capitán Swing, Madrid.
Katz, B. (2014), The rise of Innovation Districts. https://www.youtube.com/watch?v=uJ6BFm3hra8&t=521s
Katz, B.-Bradley, J. (2013), The metropolitan revolution, Brooking Institution Press.
Moretti, E. (2012), The new geography of Jobs, Houghton Mifflin Harcourt Pub. Co.
Peter Drucker (2003), Drucker esencial, Edhasa..
Sennett, R. (2019), Construir y habitar, ética para la ciudad, Anagrama, Madrid.