Por un cambio cualitativo en las relaciones laborales

Este post sobre «relaciones laborales» en España -coordinado por Antonio González– corresponde al quinto capitulo del documento de EFC «CUATRO AÑOS MÁS DE GOBIERNO PROGRESISTA PARA DAR UN SALTO EN LA MODERNIZACIÓN DE NUESTRA ECONOMIA»

En el terreno de las RELACIONES LABORALES es preciso abordar el fuerte desequilibrio existente entre Empresa y Trabajo. La predistribución, muy polarizada de la renta, es causa principal de la desigualdad en España. Unas deficientes condiciones de trabajo, y la ausencia de participación de los asalariados en las decisiones que les afectan, mantienen alejadas a amplias capas trabajadoras de la mejora de las condiciones de vida. que las conduce a un creciente desapego de las opciones políticas de la izquierda. Además de las importantes reformas adoptadas, son precisas otras que reequilibren el ámbito de las relaciones laborales colectivas y establezcan un modelo de participación en las empresas.

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Los avances producidos en las Relaciones Laborales durante esta Legislatura han sido considerables. Los cambios en la regulación laboral y, en especial, la determinación con la que se ha abordado la corrección del problema de la temporalidad (aunque solo en el sector privado), el impulso al Salario Mínimo Interprofesional y las soluciones ofrecidas a colectivos singulares, (riders, empleadas de hogar, trabajadores de la cultura…) son hitos que señalan los extraordinarios avances conseguidos, que han corregido buena parte de los problemas acumulados en las últimas décadas.

• La debilidad del trabajo en las relaciones laborales, un elemento central de los desequilibrios sociales y económicos en España

Sin embargo, persisten las evidencias que ponen de manifiesto la debilidad del Trabajo en las Relaciones Laborales como causa última y decisiva de múltiples y graves problemas:

1. El desánimo y la insatisfacción con el trabajo que cunde en una gran mayoría de las personas trabajadoras con el empleo y su papel en la producción y en las empresas.
2. La falta de perspectivas de progreso en las condiciones -no solo materiales- de vida de una gran parte de la población asalariada, que no han mejorado apenas en varias décadas.
3. La incapacidad de estabilizar una familia, emanciparse a la edad adecuada, acceder a una vivienda digna… consecuencia directa de los bajos niveles retributivos y las malas condiciones de trabajo que persisten a lo largo y ancho de una mayoría de los sectores de actividad.
4. Los escasos incentivos a la formación, y la falta de apoyos para la adaptación a las transiciones tecnológicas.

Detrás de todas esas carencias y asociadas a ellas se encuentran factores socio económicos profundos directamente relacionados con una distribución primaria de la renta contraria a las rentas salariales, causa de los elevados niveles de desigualdad en España, que no pueden ser sustancialmente compensados mediante el papel redistributivo de los impuestos y del gasto público. Y también con un déficit estructural de productividad por la existencia de demasiados incentivos a sistemas de explotación simples e ineficientes.

Todo ello permite que vaya cuajando una consecuencia última de gran transcendencia: la sensación de abandono de las amplias capas trabajadoras, que las alejan de la política y de las propuestas de la izquierda.

• Las relaciones laborales colectivas, asignatura pendiente

A pesar de esos grandes avances recientes, cuyos efectos serán sin duda visibles en toda su magnitud en los próximos años, el sistema de Relaciones Laborales en España adolece de un grave desequilibrio de fuerzas, en contra del Trabajo, en el aspecto colectivo.

Esto se manifiesta de forma indudable en dos dimensiones. Por una parte, la debilidad de la Negociación Colectiva. Y por otra, en la escasa capacidad para lograr una intervención sindical adecuada en la determinación de las condiciones de trabajo en las empresas. Las actuales dificultades de la negociación salarial, tanto sectorial como en la empresa, en un contexto de inflación desbocada, no son sino una de las pruebas fehacientes de ese desequilibrio.

Varios son los factores que explican esta situación. Entre los más importantes, se deben señalar los siguientes:

1.- El bajo nivel de protección del empleo frente a los despidos, tanto individuales como colectivos, y tanto por razones de la empresa como injustificados o improcedentes.

2.- La desmedida capacidad unilateral del empresario en la determinación, y rebaja, de las condiciones de trabajo en la empresa.

3.- La debilidad sindical que se manifiesta en una reducida afiliación y en la necesidad de hacer frente con medios escasos a la defensa del conjunto de los asalariados, dispersos en intereses, sectores y territorios, con empresas de muy diferentes tamaños.

4.- Una regulación de la negociación colectiva claramente mejorable, cuyo resultado es el empobrecimiento normativo de los contenidos materiales de los convenios y una escasísima regulación colectiva, y capacidad sindical de intervención, en la determinación de las condiciones de trabajo, en la organización del trabajo, y en los procesos de cambio en las empresas.

5.- La búsqueda de salidas individuales entre amplios colectivos de capas profesionales desconectados de la negociación de los convenios colectivos.

6.- Relacionado con todo lo anterior, la carencia de un sistema colectivo de participación real de los trabajadores en las decisiones que les afectan de las empresas, a lo que se une una regulación especialmente escasa e inoperante de los derechos de participación colectiva.

7.- Y la inexistencia prácticamente absoluta de instituciones dirigidas a un apoyo real, y en múltiples órdenes, a los negociadores de los convenios colectivos.

• Es ineludible abordar el reequilibrio de las relaciones colectivas de trabajo en España.

De todo lo anterior se deriva, en definitiva, la necesidad de reequilibrar las relaciones colectivas de trabajo, para lo cual es preciso abordar un proceso de reformas que actúe sobre todos y cada uno de los factores que se han señalado en el punto 3.

• Mejorar la protección del empleo ante los despidos arbitrarios o injustificados, limitando su capacidad de utilización, para reducir la sensación de inseguridad laboral. E incorporar los ajustes colectivos de las empresas a un marco de derechos de participación de los trabajadores en las decisiones que les afectan.
• Causalizar los procesos de modificación sustancial de las condiciones de trabajo, dando más garantías a los de carácter individual y más poder de negociación en los de carácter colectivo.
• Fortalecer la estructura sindical de la negociación colectiva de acuerdo con el cometido establecido a las organizaciones sindicales por la ley de intervenir en la regulación de las condiciones laborales para todos los trabajadores y no solo para sus afiliados.
• Avanzar en una regulación inteligente de la negociación colectiva que promueva la ampliación de los contenidos de los convenios tanto en el nivel sectorial como en la empresa, potenciando el tratamiento normativo de muchas materias, especialmente las relacionadas con la organización del trabajo y los cambios en la misma, que hoy están solo en manos del empresario.
• Levantar, estructurar y articular un modelo español de derecho de participación de los trabajadores en las decisiones de las empresas que, a partir de la regulación de mayores competencias de la parte social, genere un mayor equilibrio en la empresa junto con una mejor identificación y compromiso en los objetivos productivos.
• Crear una red de centros de asesoramiento y formación de los negociadores en materias estructurales de la negociación colectiva.

En el fondo, lo que la situación demanda es avanzar en la empresa como un bien común, lo que exige, quizás, empezar a pensar en una Ley de la Empresa que aporte un conjunto de incentivos a la calidad del trabajo, el incremento de la productividad y la participación.