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De crisis a crisis: enseñanzas para construir una salida solidaria

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Alberto del Pozo Sen, Economista, Coordinador del Área Económica del Servicio de Estudios de la Confederación (SEC) UGT, es miembro de Economistas Frente a la Crisis EFC

Álvaro Rísquez Ramos, Economista, Miembro del Servicio de Estudios de la Confederación (SEC) UGT

La paralización parcial o total de un gran número de actividades productivas como consecuencia de la COVID-19 ha generado un hundimiento de los niveles de facturación  de gran parte del tejido empresarial y una reducción drástica (o total en algunos casos) de los ingresos percibidos por muchas familias. Como consecuencia, el PIB ha sufrido un desplome del 5,2% en el primer trimestre del año, mientras que el Gobierno prevé que la caída anual alcance el 9,2% y la tasa de paro ascienda al 19%.

Más allá de las previsiones, que pueden variar ante un posible rebrote del virus, lo que sí sabemos es que en España existen ya más de 4 millones de personas afectadas por ERTE’s y casi un millón han perdido el empleo[2]. Sin embargo, el carácter temporal del shock económico y social invita a pensar no solo en paliar con urgencia su impacto con aquellos instrumentos que garanticen ingresos y una vida digna para los hogares afectados, sino también en cómo debe ser la recuperación posterior.

En este sentido, la gestión de la pasada crisis económica, que afectó también al conjunto de la economía mundial -aunque de manera asimétrica-, supone una buena muestra de aquello que hay que evitar repetir: alimentar la recuperación económica a costa del sacrificio y la precarización de millones de trabajadores y trabajadoras, generando una fractura social y desigualdad susceptible de extenderse durante años.

Por tanto, no podemos olvidar que el nuevo proceso de recuperación económica que se abrirá paso paulatinamente vendrá precedido por una década marcada por un enorme trasvase notable de recursos de las personas asalariadas hacia la clase empresarial, por lo que el margen y la capacidad de esfuerzo para afrontar esta nueva crisis no es igual en unos y otros, siendo necesaria una mayor implicación y responsabilidad por parte de los segundos.

Si atendemos a los datos del INE sobre sociedades no financieras -excluyendo así la renta de personas con trabajo autónomo y el sector bancario-, se observa cómo en la última década los salarios perdieron 2,8 puntos sobre la riqueza nacional, concentrándose la mayor reducción en el periodo de crisis económica (2008-2013), con una caída de hasta 3,9 puntos sobre la tarta nacional. En los años siguientes, a pesar de incrementarse el volumen de empleo, tan solo han podido aumentar su cuota 1,1 puntos porcentuales hasta 2019. De esta forma, en 2019 los beneficios empresariales superaban en 40.000 M€ a los registrados en 2018, hasta 3 veces más que la mejora experimentada por los salarios (13.371 M€ más).

Distribución del Valor Añadido Bruto (VAB) de las Sociedades No Financieras

VAB = 100; datos a coste de los factores

Fuente: SEC UGT a partir de Cuentas Trimestrales no Financieras de los Sectores Institucionales (INE)

Con el proceso de desapalancamiento financiero de fondo[3], las sociedades no financieras españolas fueron las segundas de toda la UE que más incrementaron sus márgenes de beneficio[4], con una variación positiva de 4,7 puntos porcentuales desde 2008 a 2019, situándose en 2019 por encima de la media de la Zona Euro y de países como Francia o Alemania. Esto ha posibilitado también que los dividendos en 2019 alcanzasen los 82.410 M€, casi 20.000 millones más que en 2008, lo cual representa un 52,9% del excedente neto empresarial.

Variación de la participación del beneficio bruto de las Sociedades No Financieras sobre su VAB (UE)

Valor Añadido Bruto Total = 100, 2008-2019

Fuente: SEC UGT a partir de Eurostat

Es decir, la masa salarial de las empresas sufrió un intenso recorte durante la fase de recesión económica -abaratamiento del factor trabajo y destrucción de empleo- y apenas aumentó en la expansión subsiguiente, mientras que los márgenes empresariales y el reparto de dividendos no dejaron de crecer, conformando una suerte de clase rentista a costa del trasvase de rentas de los asalariados y asalariadas.

Dividendos distribuidos por las Sociedades No Financieras 2007-2019

Valor absoluto en millones de euros (eje izdo.) y porcentaje sobre el Excedente de Explotación Neto (eje drcho.).

Fuente: SEC UGT a partir de Cuentas trimestrales no Financieras de los Sectores Institucionales (INE)

Además, más allá de que el empleo y la renta salarial hayan ejercido como variables de ajuste desde que estallase la crisis económica en 2008, ha sido el colectivo de trabajadores más vulnerables quienes más han sufrido las consecuencias, por lo que el margen de adaptación a una situación de emergencia como la actual es bastante reducido. En el siguiente gráfico se muestra la variación de los salarios reales por deciles, una vez eliminado el efecto aparente de los precios.

Salarios reales por deciles de ingresos

Salarios brutos mensuales deflactados por el IPC = Variación del poder de compra

Todos los tipos de contrato. Variaciones porcentuales

     Fuente: SEC UGT a partir de Encuesta de Población Activa (INE).

Cómo se puede apreciar, tanto en el período central de la crisis (2008-2013) como en toda la década (2008-2018)[5] los salarios de casi todos los deciles de población perdieron poder adquisitivo (todos excepto los deciles 7 y 8, que crecieron muy ligeramente). Sin embargo, esta pérdida es especialmente notable en los tres primeros deciles, superando el 10% de media en la primera fase y el 16% de media en el conjunto del período.

En coherencia con lo observado anteriormente, la renta disponible de los hogares ha caído en España desde 2009[6], lo cual confirma el impacto decisivo de la devaluación salarial y la precariedad laboral sobre la renta de las familias, que suponen uno de los motores fundamentales del crecimiento económico (que tanta falta hará en el futuro proceso de reconstrucción de nuestra economía) y una de las variables que mejor ayudan a explicar y entender la evolución de la pobreza y exclusión social del país (que previsiblemente van a aumentar dramáticamente en los meses venideros).

Así pues, el trasvase de rentas desde la clase trabajadora hacia el tejido empresarial, en especial en la etapa de recesión económica que se extiende desde 2009 hasta 2013, respondió en gran medida a una manera arbitraria de gestionar dicha crisis, donde los costes derivados no se repartieron de manera equitativa entre las distintas capas de la población. Además, las políticas adoptadas entonces han modificado el funcionamiento de instituciones esenciales para la distribución de la renta (mercado de trabajo y negociación colectiva), de manera que en las fases expansivas los salarios tampoco aumentan su participación sobre el producto nacional como cabría esperar, proporcionando una recuperación incompleta y precaria.

Esto es especialmente grave si atendemos a la situación de emergencia humanitaria derivada del coronavirus, que ha amenazado con colapsar el metabolismo social y económico en el mundo entero y ha conseguido cambiar  por completo la cotidianidad de nuestro día a día. Ante ello, las medidas y el rumbo que tomemos en la fase de recuperación deberán estar guiados por parámetros de equidad y solidaridad, exigiendo esta vez un mayor compromiso y responsabilidad al sector empresarial, en especial al tejido de grandes empresas, pues son estas quienes, por su posición de poder en el mercado, más se benefician de éste y ostentan un mayor margen de maniobra para hacer frente a escenarios como el actual. En este sentido, junto a las medidas de inyección de liquidez del BCE, a la implementación de nuevos y masivos programas de crédito y ayudas a las pymes y a la extensión de los ERTE’s como mecanismo de ajuste temporal del empleo, la reducción de los márgenes de beneficios y la limitación de los dividendos repartidos deben contribuir decisivamente a evitar la destrucción masiva de empleo y un nuevo hundimiento estructural de los salarios.

Respecto a las medidas de inyección de liquidez del BCE y los programas de avales implementados por el Gobierno, de los cuales ya se ha desbloqueado hasta un 60%, resulta especialmente importante que el crédito se dirija hacia el tejido de pymes y autónomos de nuestro país, puesto que cubren hasta un 64,4% del empleo en nuestro país[7]  y tienen mucha menos capacidad para captar fondos por otra vía que no sea la del préstamo bancario. Pero, con posterioridad, es preciso asegurar que la liberación de fondos para hacer frente al pago de los préstamos no recaiga de nuevo sobre una reducción salarial generalizada.

De cara a hacer frente al desplome económico previsto para este año, será necesaria la puesta en marcha de una política fiscal expansiva basada en una generosa política de gasto para sostener el consumo de los hogares, el principal motor del crecimiento, y más en estos momentos de paralización forzada de la actividad. Solo cuando las familias vuelvan a comprar con normalidad las empresas volverán a producir, a contratar y a invertir para alimentar el crecimiento a medio plazo.

Para financiar todas las medidas económicas que se tomen, además de una aportación extraordinaria de fondos que debe obtenerse solidariamente a través de las instituciones europeas, será necesario transformar el sistema fiscal, redistribuyendo la carga de manera más progresiva y creando nuevas figuras impositivas que graven más las grandes fortunas y el capital especulativo, además de proteger la renta de los colectivos más vulnerables. En suma, debemos aprender de los errores pasados y lograr una salida más solidaria de la crisis derivada de la pandemia, como única vía para construir un desarrollo más sostenible y justo.

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[1] Este artículo es una síntesis del documento De crisis a crisis: una década perdida para los trabajadores. Lecciones económicas para la próxima reactivación, elaborado por el Servicio de Estudios de la Confederación UGT (Abril 2020).

[2] Del día 11 de marzo al 31 de abril se han perdido 947.896 ocupados afiliados.

[3] De acuerdo a los datos de las ‘Cuentas Financieras’ (Banco de España), la deuda con coste empresarial pasó de representar un 140% del PIB en 2010 a solamente un 93% en 2019, hasta 47 puntos porcentuales menos.

[4] Según datos de Eurostat, solo nos supera Irlanda, que a su vez representa un ejemplo anómalo, determinado por la radicación en su territorio de muchas multinacionales para aprovechar las ventajas tributarias derivadas de su régimen asimilado al de un paraíso fiscal. 

[5] La explotación de Los salarios en el empleo principal de la EPA, de la que se extrae esta información, solo llega de momento hasta 2018.

[6] Según datos de Eurostat, España se sitúa como el cuarto país de la UE donde más ha caído la renta disponible bruta per cápita en términos reales de 2009 a 2018, un -2,72% en todo el periodo estudiado, solamente por detrás de Grecia, Chipre e Italia.

[7] Datos del Ministerio de Industria de marzo de 2020.

About Alberto del Pozo Sen

Economista. Coordinador de Economía del Servicio de Estudios de la Confederación (SEC) UGT. Fue asesor del Ministro de Trabajo y Seguridad Social (2007-2011) y profesor asociado en la Universidad Carlos III de Madrid (1997-2007). Sus campos de análisis fundamentales son el mercado de trabajo y la política fiscal y tributaria. Miembro de Economistas Frente a la Crisis EFC. @adelpozos

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