Medio asociado a eldiario.es

Recesión ausente: en España y en la Unión Europea

Share

Datos concretos frente a supuestas hecatombes. Resiliencia frente a parálisis

Se es consciente que el título de este trabajo condensa elevadas dosis de peligrosidad predictiva y de provocación intelectual: la afirmación de que una recesión económica, expresada en los últimos meses como una factible posibilidad, tanto para la economía española como para la europea en su conjunto, no parece que se vaya a producir en 2023. El análisis económico ha ido navegando en aguas procelosas, definidas por la incertidumbre. La guerra despertó, en ese marco, la visión de una crisis profunda espoleada por las subidas drásticas en los precios de la energía. Y, como derivada continua, con impactos negativos sobre la inflación, el consumo y la competitividad de las empresas. La respuesta de los bancos centrales se ha escorado a anunciar y practicar subidas de tipos de interés: más gasolina para el prontuario más negativo. Este relato ha sido fraguado por economistas serios e instituciones de toda solvencia: a partir de las magnitudes que disponían, y ejecutando ejercicios con pronósticos de crisis inminente. Se ha dicho –poco antes de la Navidad de 2022–, por ejemplo, que Alemania entraría ya en recesión en pocas semanas; y que esto afectaría de una u otra forma al conjunto de la eurozona. Los pronósticos para Francia, Italia, Portugal y España referían la existencia de nubarrones que se harían más espesos en el último trimestre de 2022. Por otra parte, se han publicado muchos artículos preconizando un escenario de estanflación, con comparaciones a veces poco razonables con las crisis energéticas de 1973 y 1979.

En paralelo, los profetas de la hecatombe han afilado –y siguen ejerciendo esa práctica– sus aceradas plumas para exponer que estamos, casi, ante el final de una etapa, a la que urge relevar con prestancia: se reclaman otros políticos; pero apenas se habla de otras políticas –la única: bajar los impuestos–, con un erial clamoroso en este punto. Esto es particularmente observable en el caso de la economía española: aquí, cualquier dato que sugiriera una situación de inestabilidad, ha sido elevado a una categoría superior en ese altar de la demolición. Vemos a economistas mediáticos, divulgadores en tertulias televisivas con mensajes epidérmicos que invitan al debate crispado; junto a predicadores-charlatanes de tendencias ideológicas conservadoras, con la mentira y la tergiversación como frontispicios comunicativos. Todos ellos se han apresurado a anunciarnos que esto se hunde, y que la solución es cambiar el gobierno actual y recortar los impuestos. Este es el mensaje, que a veces es subliminal; pero que en muchas ocasiones es grotescamente explícito.

El problema de toda esa narrativa, la que proviene de palestras serias y la que se escupe desde determinados ámbitos mediáticos, es que los datos no están acompañando a tales premoniciones agoreras. Y esto es igualmente detectable tanto en la economía española como en la europea. En ambos casos –con todos los matices que se quieran, propios de realidades económicas distintas en función de los países–, la capacidad de resiliencia económica es un hecho tozudo, avalado por las cifras.

El concepto de resiliencia, perteneciente originariamente a los campos de la psicología y de las ciencias ambientales, se incorpora al análisis económico a partir de la Gran Recesión. Las situaciones extremas (en el ámbito psicológico) o las condiciones ecológicas adversas (en el medioambiental) encuentran su parangón, en términos económicos, en las perturbaciones provocadas por las crisis económicas. En este sentido, los estudios disponibles pretenden establecer sistemas de evaluación que ponderen la capacidad de las economías para resistir/preservar su estructura productiva o reconvertirse/adaptarse al cambio en situaciones adversas.

El primer enfoque, fundamentado en la preservación, parte de una concepción estática de la crisis y de la competencia de los capitales que no altera el equilibrio estacionario de una economía. Este es el enfoque adoptado generalmente por la economía convencional. El segundo, basado en el criterio de la adaptación, es más dinámico, de carácter schumpeteriano, relacionado con el concepto “lead time”, propio de las teorías evolucionistas: la capacidad de los sistemas productivos de adaptarse, en el menor tiempo posible, a los cambios de la demanda y a las dificultades económicas. La resiliencia podría definirse, por tanto, como la capacidad de anticipar, prepararse, responder y recuperarse ante una perturbación económica.

La resiliencia de la economía española en un contexto en el que no se otea la recesión

Unos aspectos concretos deben mencionarse, a partir de diferentes bases de datos e informes (Banco Central Europeo, Eurostat, Banco de España, Fondo Monetario Internacional), referidos a la eurozona:

a/ El shock de oferta va remitiendo: los indicadores de corto plazo dan mejores cifras que las previstas hasta el último trimestre de 2022. Las últimas observaciones al respecto (correspondientes a los primeros días de enero) van en esa dirección. Por ejemplo, un indicador relevante, los inventarios de gas natural acumulados en Europa, indican un acopio energético que contribuye a paliar el alza de los precios energéticos.

FUENTE: Banco de España. Última observación: 17 de enero de 2023.

b/ Baja la inflación. En la eurozona, la inflación se redujo 0,9 puntos en diciembre de 2022, hasta llegar al 9,2%: 0,2 puntos por debajo de previsiones anteriores.

FUENTE: Banco de España.

A partir de ahí, los pronósticos del Banco Central Europeo y de Eurostat (últimas observaciones el 18 de enero de 2023; datos tomados del Banco de España) indican una inflación para 2023 ligeramente inferior al 4%. Se aprecia la moderación en los precios de las materias primas, una tendencia que se puede mantener en 2024, según los forecast de futuro del petróleo y del gas natural.

c/ Previsiones ligeras al alza del PIB para 2023, con un dato relevante: la economía española (según Consensus Economics) se revela como la que experimenta un mayor crecimiento, con una previsión superior al 2% para 2024. Se advierte, asimismo, el repunte en la producción industrial tanto en Alemania como en Francia.

Para la economía española: cifras concretas y previsiones en función de éstas y con datos avanzados (las fuentes: Comisión Europea, Eurostat, Fondo Monetario Internacional, Banco de España, Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones):

  1. PIB: cierre de 2022 con una progresión mejor de la esperada: 5,5%, perspectiva del 1,1% en 2023 y del 2,4% en 2024 y 2,2% en 2025. Ralentización, pero liderazgo europeo en el crecimiento económico, según las instituciones mencionadas.
  2. La cifra de negocios ha aumentado: en la industria un 6,3% mensual en noviembre de 2022, y la actividad del sector servicios lo hizo un 1%.
  3. El sector exterior ha obtenido resultados positivos, con datos de noviembre de 2022: aumento de las exportaciones en un 4% y disminución del déficit comercial en un 21%.
  4. Dinamismo del mercado de trabajo, con la consolidación de contrataciones indefinidas y de afiliación a la Seguridad Social en más de veinte millones de personas. La tasa de crecimiento en variación interanual de la afiliación, en los primeros días de 2023, es ligeramente superior al 2%.
  5. Perspectivas muy positivas en la economía turística, en función del incremento esperado de los slots aeroportuarios y de los datos aportados en FITUR por las principales compañías de viajes, empresas hoteleras y turísticas.

La incertidumbre como contexto

Las variables aportadas permiten una conclusión clara, ya avanzada: no parece que estemos ante un panorama de recesión económica, ni en España ni en la eurozona en su conjunto, como contraste con determinadas visiones catastrofistas que han ido circulando con profusión en el mundo del análisis económico, tanto en el más riguroso como, sobre todo, por parte de estrategias interesadas en comunicar debacles. Éstas, por fortuna, no se están produciendo. No se augura ni una estanflación ni una recesión técnica en los próximos meses, siempre a tenor de las cifras de cierre de 2022 y de las previsiones de futuros que se están proporcionando por parte de las mismas instituciones que, en su momento, vieron el acecho de una crisis inminente.

Ahora bien, a parte de otros cisnes negros que puedan aparecer, tres son los factores que inciden de manera decisiva en este escenario de incertidumbre: por un lado, la evolución de la guerra; por otro, el desarrollo de la pandemia, máxime tras la apertura de China; finalmente, la actuación de los bancos centrales en los movimientos de los tipos de interés. Estos tres elementos constituyen aspectos que se pueden agudizar, en función de sus respectivas trayectorias. Pero, en todo caso, lo que por el momento parece evidente, con todas las cautelas que se subrayen, es que la capacidad de resiliencia de la economía española ha sido y está siendo una realidad, con un énfasis mucho más acentuado que esa misma capacidad observable para el total de la eurozona. En ambos casos, la política económica desplegada –lejos de la aplicada durante la Gran Recesión– ha resultado determinante para obtener estos positivos resultados.

Sería crucial que la posición del Banco Central Europeo considere la urgencia de una mayor coordinación, en esta fase del desarrollo económico, con las políticas fiscales auspiciadas por las distintas administraciones europeas. Esta inter-relación es crucial para garantizar la mayor solvencia de la economía, y encarar los desafíos concretos (cambio climático, transición energética, digitalización, servicios sociales, etc.) que están bien presentes en unas coordenadas de debate sobre una nueva orientación, totalmente necesaria, en los modelos productivos.

About Carles Manera

Catedrático de Historia e Instituciones Económicas, en el departamento de Economía Aplicada de la Universitat de les Illes Balears. Doctor en Historia por la Universitat de les Illes Balears y doctor en Ciencias Económicas por la Universitat de Barcelona. Consejero del Banco de España. Consejero de Economía, Hacienda e Innovación (desde julio de 2007 hasta septiembre de 2009); y Consejero de Economía y Hacienda (desde septiembre de 2009 hasta junio de 2011), del Govern de les Illes Balears. Presidente del Consejo Económico y Social de Baleares. Miembro de Economistas Frente a la Crisis Blog: http://carlesmanera.com

Deja un comentario