Como era de esperar, el cese de la actividad para atender la emergencia sanitaria por la pandemia viene afectando al empleo de manera muy desigual por sectores. En algunos, como bares y restauración, el cierre ha sido casi total, mientras que en otros, como sanidad, hasta se ha registrado un ligero repunte del empleo.
Expresado con eslóganes al uso, en política sectorial estamos en plena fase de “salvar los muebles” pero empieza a ser necesario adentrarse en una segunda fase de “regreso al futuro”. La primera tendría como objetivo conservar en lo posible el nivel de empleo en todas las actividades, para lo que se cuenta con los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y con las ayudas a parados y familias de escasos recursos, por la prioridad de que puedan subsistir, pero también para que el consumo y la demanda interna no sufran un descalabro mayor.
La fase de “regreso al futuro” es igual de importante que la anterior. La denomino así porque trata de emprender de una vez por todas el cambio del modelo productivo sectorial, un mantra obsesivamente repetido desde hace decenios, pero siempre demorado como una maldición. Todos los gobiernos parecen estar de acuerdo en que deberíamos ser algo más que un país barato de recreo para extranjeros y tener más ocupados en la industria, educación, ciencia o sanidad, pero esa deseada transformación avanza a ritmo de tortuga, cuando no de cangrejo por los recortes.
Aunque no lo parezca, esa segunda fase es menos compleja y difícil que la primera. No exige más que voluntad política, diseñar y apoyar actuaciones para tener, por ejemplo, un par de millones de ocupados más en sanidad y servicios sociales, como se comenta al final. Los profesionales de estos sectores lo merecen tanto como los aplausos de las ocho, todos nos lo merecemos y nos lo podemos permitir, porque una política económica sensata no consiste en otra cosa que empeñarse en objetivos sociales deseables y alcanzarlos. Duplicar el empleo en esos sectores es factible, como lo demuestran las cifras de otros socios europeos que nos pasan de largo, aunque para llegar más rápido y mejor sería deseable que algunos políticos de la oposición tuviesen miras menos estrechas e insolidarias que un cortoplacismo de bandera o banderín permanentemente insatisfecho.
Sobre la magnitud de la crisis del empleo por sectores de actividad tenemos ya buenas pistas que pueden ayudar a detectar dónde están los muebles que hay que salvar. Disponemos de los datos de paro registrado de abril y de la estadística de Afiliación a la Seguridad Social, que publicaba el 5 de mayo una tabla novedosa con la distribución de los ERTE por fuerza mayor (media de abril) clasificados por ramas de actividad. Esto permite aproximar, antes de que esté disponible la estadística de Regulación de empleo, cuáles son los sectores que han sufrido mayor impacto y que precisan atención urgente durante la fase de recuperación.
A 30 de abril había 3.074.462 afiliados a la Seguridad Social con un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE). Los que clasifica la estadística de la Seguridad Social, a dos dígitos de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas, son el promedio del mes de abril, que sumaron 2.308.465. Sobre ese total de ERTE promedio en abril se representa en el gráfico su distribución sectorial, junto a la de los ocupados en el primer trimestre 2020 según la EPA, con el fin de recordar el peso de cada sector sobre el empleo, y finalmente el porcentaje que esos ERTE por fuerza mayor suponen sobre los ocupados EPA en cada sector, un indicador grosero éste último, pues sólo tiene en cuenta los ERTE de abril y ni siquiera el aumento del paro, pero que puede resultar útil para conocer y comparar adelantadamente la magnitud de la congelación del empleo en cada sector.
Lo primero que llama la atención es que los trabajadores en ERTE se concentran en determinados sectores. De las 88 ramas de actividad de la CNAE, catorce de ellas, que suponían el 52,5% del empleo en el primer trimestre 2020, concentraban el 80,2% de los ERTE promedio de abril. De esas catorce ramas, doce son del sector Servicios, una de la Industria, Fabricación de vehículos de motor, remolques y semirremolques, con un peso importante de ERTE sobre el empleo del sector (18% según el indicador) y otra de la Construcción, Construcción de edificios, que cierra la lista.
La actividad más afectada con mucho parece ser la de Servicios de comidas y bebidas, que concentraba el 24,2% de los ERTE de abril, una actividad que sumaba el 6,2% del empleo en el primer trimestre 2020 y que sólo con los ERTE de abril tendría en hibernación laboral a cerca de la mitad de sus ocupados (el 45,7%).
Comercio al por menor, excepto de vehículos de motor y motocicletas, es a distancia la segunda actividad más afectada, con el 14,4% de los ERTE de abril. Por ser una actividad de mayor empleo que la anterior -abarca un 10% del empleo total-, el indicador de la proporción de trabajadores afectados es muy inferior a la primera, el 17%.
Servicios de alojamiento es la tercera actividad más afectada, con un 6,5% de los ERTE. Tiene una ocupación muy inferior a la de los dos primeros, el 1,8%, pero arrastra un peso enorme de trabajadores en esa situación, el 42,3%, según el citado indicador.
Otra rama sectorial destaca por la cantidad de trabajadores en espera de volver a la actividad, Actividades deportivas, recreativas y de entretenimiento, con un 40,5% de trabajadores afectados considerando sólo los ERTE de abril, síntoma de que, aunque no sean actividades de peso mayor sobre el empleo (1,1%), necesitan ayudas para aguantar la salida ordenada del confinamiento, como demandan los trabajadores de la cultura.
El sector del automóvil es otro de los sectores con más puestos de trabajo en peligro, tanto en lo que respecta a la Venta y reparación de vehículos de motor y motocicletas como a la Fabricación de vehículos de motor, remolques y semirremolques.
La Educación ha sufrido también los ERTE, con menos intensidad aparente pero sobre un colectivo importante en el que además ha caído el empleo, un 3% en abril sobre el año anterior, según los datos de afiliación. Estos despedidos no percibirán salario hasta después del verano, si es que vuelven a las aulas. La temporalidad en la contratación en este sector es a todas luces excesiva, frecuentemente fraudulenta o al borde de la ley, como en Sanidad, lo que alguna vez habría que atajar también.
Salvar el empleo en todas esas actividades es una cuestión de emergencia, pero cambiar la estructura sectorial del empleo para ganar el futuro también lo es, como ha puesto en evidencia la pandemia. Toca ahora salir de la crisis evitando posibles estrangulamientos y cuellos de botella sectoriales. Será necesario reforzar la industria para garantizar suministros esenciales, dar un fuerte impulso al empleo verde por la urgente transformación del modelo energético, dedicar mayores recursos a la cenicienta ciencia, de la que paradójicamente depende toda la economía, impulsar la cultura como sector estratégico cuando todos los estados vuelven a reflejarse en la propia, reforzar la educación, que no es sólo matemáticas sino también desarrollo personal y comportamiento cívico, y muchas otras acciones de política sectorial demasiado tiempo demoradas. Pero sobre todo hay que tapar un enorme agujero en el empleo que ya es un clamor: aumentar los recursos laborales en la sanidad y los servicios sociales.
Unas cuantas analogías sobre los datos de empleo en 2019 de EUROSTAT, la oficina estadística europea, pueden dar una idea de la carencia espectacular de puestos de trabajo en sanidad y servicios sociales en España.
Si nuestro país tuviese la misma estructura sectorial que Alemania y Francia, con nuestro nivel de empleo en 2019 deberíamos tener 350.000 trabajadores más en Actividades sanitarias. Si en las Actividades de servicios sociales sin alojamiento tuviésemos el modelo sectorial alemán deberíamos tener 292.200 trabajadores españoles más dedicados a ello. Si el modelo fuese el francés tendríamos 630.900 trabajadores más en esa actividad, y si el modelo fuese el danés, tendríamos 1.103.700 más, siempre con referencia a nuestro tamaño y nivel de empleo. En Asistencia en establecimientos residenciales, las residencias de ancianos, con la estructura sectorial de Dinamarca en 2019, tendríamos que sumar a los ocupados españoles 582.700 empleos más, 291.100 más si fuese la de Alemania y 210.200 con la de Francia.
En las tres anteriores ramas de actividad, que componen básicamente la sanidad y los servicios sociales, España tenía ocupadas en 2019 a 1.661.000 personas, lo que suponía el 8,5% del empleo total. En Alemania ese porcentaje llegaba al 13,3%, en Francia al 14,6% y en Dinamarca al 18,3%. Si se desea llegar a alguno de esos modelos, y teniendo en cuenta que los porcentajes de 2019 subirán previsiblemente en esos tres Estados miembros tras la pandemia, España debería tener entre uno y dos millones de trabajadores ocupados más en sanidad y servicios sociales: 936.100 ocupados más con la estructura sectorial del empleo alemana, 1.190.200 con la francesa o 1.927.100 con la danesa. Hay para elegir.
Claro que también se puede optar por no regular ni intervenir en política sectorial, disimular el saqueo de los servicios públicos esenciales, seguir con las privatizaciones de amiguetes, alimentar a los niños en peligro de desnutrición con comida basura y probar a ver qué tal con otras delirantes medidas, como una bajada generalizada de impuestos en uno de los países con menor presión y progresividad fiscales de la Unión Europea, como es España, justo cuando los recursos públicos son más necesarios. Como son cuestiones de fe, que dios pille confesados a quienes deban padecer tales políticas para superar esta tercera gran crisis del siglo.
[…] Por Luis Molina Temboury | 10 mayo 2020 , Publicado en la web economistas frente a la crisis: enlace al artículo original […]
Gracias por este análisis que nos ayuda a comprender por donde hay que enfocar la actividad economica en la «nueva normalidad»; cual es su propuesta de financiación para aumentar la financiación pública de estos servicios ?
Muchas gracias
Gracias Angie,
Coincido con este artículo, que explica bien lo que sería deseable en este momento de crisis:
https://economistasfrentealacrisis.com/la-salida-de-la-crisis/
Los gobiernos deberían, por un lado, proporcionar ayudas, subvenciones, ralentizaciones de pagos fiscales y proporcionar financiación en condiciones muy favorables a las empresas de los sectores más afectados para evitar quiebras empresariales; y por otro, hacer llegar dinero a la gente para impulsar el consumo, y por tanto la demanda interna.
A pesar de que ya pasaron mas de tres años de la pandemia por el COVID seguimos teniendo consecuencias y secuelas muy graves por ella, un gran rezago en la educación en todos lo niveles , que ha pesar de los cambios en la nueva escuela mexicana, los cambios mínimo se verán positivamente dentro de 6 a 8 años, impactando mas en el resago educativo, no se diga en otros rubros económicos como el comercio, el turismo, y la estructura económica de México.